18.Escalera
La hacienda Haninozula era gigantezca. La mansion principal digna de una familia real. Pero a Honey lo que más le gustaba no era eso.
Cuando Chika-chan y Sato-chan era todavia bebés él jugaba con Takashi casi todos los dias. Corrian por todos los pasillos y jardines o se escondian en las habitaciones y armarios mientras jugaban a las escondidas. Desde ese entonces el ya no era capaz de separarse de su primo.
Un dia fue diferente a los demás. Mitsukuni fue reprendido por su padre debido a su actuacion en una leccion. No debia mostrarse debil ante los demas, eso era un deber de su clan y desde hace mucho se lo habian dejado claro. Corrio a esconderse bajo una escalera por donde no pasaba nadie. Abrazo sus piernas y enterro su cabeza en sus rodillas. Momentos despues sintio a alguien pasarle un brazo por los hombros y quedarse en silencio a su lado. Esa escena se repitio muchas veces.
Honey adoraba la mansion, pero el lugar que siempre le hacia sonreir era esa escalera en el ala izquierda de la tercera planta.
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19. Conejo
- Usa- chan, tomemos el té juntos!
- Usa- chan vamos a nadar!
- Usa- chan, es hora de tomar una siesta
- Usa- chan…
- Usa- chan…
Mori frunció el seño. A veces ese muñeco rosa no le agradaba en lo absoluto.
- Usa-chan, comámonos un pastel. - Honey se dirigió dando saltitos hacia una de las mesas, la cual estaba repleta de postres. Volteo a mirar a su primo, sonriendo - Takashi, nos acompañas?
Se puso de pie, y con las manos en los bolsillos siguió a Mitsukuni.
Pero podía pasarlo por alto si a él le hacia feliz.
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20. Calor
Honey lo sentía.
Lo sentía cuando Takashi entraba a la habitación; en su sonrisa apacible, en su mirada acogedora, en su atrayente silencio. No sabia cómo algunos podían tildarlo de frío. El día lo era si aun no había logrado ver a su primo.
Mori también lo sentía.
Cada vez que Mitsukuni sonreía, al mirar esos alegres ojos miel, en el modo en que sostenía a su conejito y en cada amistoso abrazo que regalaba. Los dias sin Mitsukuni eran más que sombrios.
Los dos sabían. Realmente necesitaban del calor del otro.
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21. Sangre
Honey ya no se preocupaba por ese tema.
Desde muy pequeño habia escichado que era la sangre de Takashi la que le obligaba a acompañarlo siempre
Esa idea solia deprimirlo.
El hecho de que sea obligatorio le hacia sentir que no era ningun sentimiento verdadero y que no lo merecia
-Ocurre algo, Mitsukuni? - Mori notaba desazon en la espresion de Honey
- Takashi, si yo no fuera un Haninozuka, hubieras permanecido conmigo como ahora?
-...
-...
Silencio. Honey se sentia morir
- Si nos hubieramos llegado a conocer de otra forma, por supuesto que hubiera tomado la misma decision - con una mano despeino un poco a su primo
De tan solo recordarlo volvia a sonreir
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22. Triangulo
Honey-senpai estaba contento. No contento como cuando pudo volver a comer dulces o cuando es noche especial de pasteles. No, es muy diferente.
Se ha dado cuenta hace tiempo. Takashi ya no lo tiene solo a él.
Y Mitsukuni quiere mucho a Takashi, tanto que le angustiaba que solo él pudiera entenderlo, entenderlo de verdad.
Pero ahora, cuando él no está, su primo ya no se queda solo. Ha encontrado una amiga.
Esa es otra de las razones por las cuales Honey-senpai quiere tanto a Haruhi.
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23. Cartas
Era normal para los miembros del Host Club recibir correspondencia a diario de admiradoras secretas o de su club de fans. Y Mori-senpai no era la excepción.
El leía todas y cada una de las cartas que le llegaban sin importarle cuantas fueran. Su expresión no cambiaba en lo absoluto mientras las leía. Honey estaba seguro que Takashi nunca había respondido a ninguna de esas cartas. Él era el único que se había dado cuenta de todo este ritual que le parecía cada vez más dulce y misterioso.
Un día no pudo resistirse más y le pregunto porque leía todas y no respondía ninguna
-Tienen escritos sus sentimientos, pero… no puedo corresponder a ninguna de ellas
Honey no dijo nada. Su mirada se suavizó y tomo su conejito entre sus brazos.
Tal vez también debería enviarle una carta – pensó
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24. Humillación
Los Morinozuka cumplieron su labor con orgullo. Algunos creían lo contrario, pero la palabra "humillación" nunca estuvo ligada a sus vidas.
Su relación cambio cuando emparentaron. Ya no era una obligación, sino sus propias voluntades las que los unían. Necesitaban los unos de los otros. Ahora lo sabían y eso los acercó aun más.
Takashi agradecía ser un Morinozuka. Lo agradecía de todo corazón. Sabia que de otra forma no hubiera podido estar tan cerca de Mitsukuni y entonces se sentiría vacío.
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