Night
One- Shot
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Realmente no sabía como sentirse; estar alejado de la sociedad con alguien como Fuji le generaba ciertos escalofríos, los suficientes para considerar la idea de volver a su casa, protegido entre las cuatro paredes de su casa.
Encima la sonrisa de Syuusuke sólo alertaba más.
¿Cómo podía alguien como el Tensai de Seigaku ser tan delicado y tan… escalofriante? Hasta que lo conoció, Keigo supo que existían ambas cualidades en una sola persona y lo curioso de todo, la inexplicable atracción estaba generando en su persona.
-Ore-sama exige que... ahh
Extravagante.
-Saa, Kei-chan...- el tensai sonrió y tomó su hombría entre sus largos dedos; definiendo, tensando y moviéndola con firmes movimientos descendentes y ascendentes-Aún no...
Quizá era eso lo que generaba la inquietud o la intriga de saber quién era Syuusuke en verdad. Siempre contemplaba la misma sonrisa, los mismos gestos, para cualquier cosa que dijera sus rasgos y demás, eran los mismos.
¿Cuándo decía algo de verdad? O, mejor dicho, cuando se podía confiar en algo de lo que dijera.
Sin embargo, dudaba que Fuji sea mejor de lo que él era. Sólo le bastaba sonreír con perspicacia, susurrar cosas que prefería que murieran en su garganta; todo era irracional y el espacio de la cama bastaba para ambos.
Hablar sin tener en cuenta que se decía en verdad, la piel contraria tocando la suya de manera sugestiva. Atobe dejó que Syuusuke trepara su pecho en busca de sus labios; dejo que sus manos buscaran cada ángulo excitante de su piel.
Ojos oscuros y celestes que representaban lujuria se encontraron. Las caderas que acomodaban entre sus piernas, hicieron que gimiera ahogadamente, dentro de la boca contraria.
Nunca tendría que haberse dejado arder entre sus brazos.
Gemir, jadear, retorcerse… esas palabras y acciones, nunca estuvieron en su diccionario.
Atobe ya no encontraba diferencia entre los sonidos que pudiese producir; sólo veía la sonrisa en los labios que lo habían besado (y continuaban besándolo) en el martirio del placer.
Sus piernas se tensaban con sólo sentir su erección haciendo presión con la suya.
Lágrimas cristalinas salían de sus párpados, llorando por la tensión que las manos de Syuusuke generaban en su piel, llorando de frustración, pidiendo tanto como pudiese darle. No. Que le dé más de lo que podría.
“Demonios” Besos que implicaban ardor y sudor; todo con él era a base de dolor ardiente y nunca saciable. Keigo se encontró a sí mismo susurrando incoherencias, muestras de súplicas ansiadas, pidiendo por más.
Esa noche, cómo tantas, Keigo se olvidaba de quién era; olvidaba que él tendría que ser mejor, o dominar a Fuji y no que resulte al revés. Las sábanas envolvían sus cuerpos bañados en sudor, el pecho de Fuji se recostaba en el suyo en tanto él envolvía sus piernas en la cintura del castaño.
Sensaciones y la mezcla de esencias, hacían ya un éxtasis perfecto. No necesitaba apretar u ordenar, sólo sentía.
-Ughh...- cerró sus ojos, al momento de tener que acostumbrarse a sentir a Syuusuke en su interior; tocando su punto sencible una y otra vez-Más fuerte...Ahnn
-Tienes tu punto.
Qué importaba, en esos momentos, en esa noche, quién dominaba a quién… El placer y la deliciosa agonía de lo previo cubrían todo lo que Ore-sama pudiese desear y más.
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- Fin