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Fragile complex por Thai Maqui

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Recuerdo de pequeño que mi madre siempre me decía,

ser doncel es un regalo  maravilloso porque puedes dar vida

Pero a mis dieciséis fui brutalmente ultrajado,

Y entendí que ese don era el peor de los pecados

 

 

Aunque hay algo que es más horrible todavía

El hombre que me violó sigue disfrutando de su autonomía

Ahora vivo con él y no encuentro la salida

Mi mente se rompe y mi cuerpo agoniza

 

Alguien por piedad máteme 

Tan solo máteme...

Y  termine con esta pesadilla

 

 

 

6. Quiebre

 

 

A pesar del extremo cansancio que entumecía todo su cuerpo los primeros rayos del alba chocando contra su rostro lo obligaron a abrir sus orbes garzas. Lentamente Naruto parpadeó, acostumbrando sus retinas al albor matutino. La vista le ardía y punzaba, debido a que el tiempo en hospitalización se la pasó encerrado en su habitación, totalmente sumido en la penumbra.

 

 

Con sus piernas temblorosas y débiles por la mala nutrición, se puso de pie, trastabillando dolorosamente, cayendo de bruces sobre la aterciopela alfombra naranja.

 

 

- Pero que... - balbuceó con cierto de tinte entre desconcierto y fascinación al percatarse de la bella e infantil alcoba, réplica exacta a la suya cuando tenía siete años.  

 

 

A gatas se acerco al mullido silloncito donde cientos de adorables peluches  lo esperaban. Cogió un afelpado zorrito de colores cobrizos y lo apapacho contra su pecho sintiendo la agradable sensación de protección que tanto necesitaba en ese momento.

 

 

Algo más estable y con mejor dominio de sus reflejos, giró la manilla de la puerta, sin sorprenderse realmente que estuviera con llave. Caminó hasta la ventana apoyándose de la pared, percatándose de los gruesos barrotes que lo confinaban a su prisión.

 

 

Entreabrió la traslúcida cortina para encontrarse con el paisaje más hermoso que sus ojos hayan vislumbrado alguna vez, sintiendo un extraño vacío en su abdomen, una sensación de deja vu. Sin saber el porqué sus mejillas se tiñeron de un intenso rosa y una sonrisilla boba escapo de sus labios, que era esa profunda nostalgia como si hubiera perdido algo sumamente importante.

 

 

El sonido de la llave insertándose en la cerradura, alertó a Naruto. Pero lejos de esconderse controló su pánico cerrando fuertemente sus puños y se quedó allí viendo el basto y floreciente campo de girasoles que buscaban el candor del astro rey. 

 

 

- Sigues amando los girasoles verdad Naruto - esa voz grave lo estremeció produciéndole pavor. Al sentir el cálido aliento sobre su cuello y el níveo brazo aferrándose a su cintura, cerró los ojos soltando un profuso suspiro, tratando que su mente no recreara las imágenes de su pasado y repeler el angustioso deseo de salir corriendo.    

 

 

- Te gusta tu habitación - preguntó sin recibir respuesta, Sasuke dejó la charola que traía en su otra mano sobre la mesita de noche, sentándose en el amplio borde del alfeizar y, como si fuera una muñeca de porcelana, cargó a Naruto con suma delicadeza, sentándolo en sus piernas, aún con dirección la panorámica vista.

 

 

- Desde ahora tienes que comer, debes hacerlo por ti... mi amor - se atrevió a agregar doblegando su orgullo mientras le alcanzaba a su rubia adoración una taza con delicioso chocolate caliente - y por nuestros hijos - completó acariciando el plano abdomen, que seguramente dentro de unas semanas se convertiría en una abultada pancita.

 

 

- Como puedes ser tan dulce - susurró tan suave que erizó la pálida piel de Sasuke. El rubio se volteó ligeramente analizando las facciones de su captor, verlo tan apacible y cariñoso, tan diferente a su verdadera personalidad, cruel y retorcida solo hizo que lo aborreciera más.

 

 

- Después de haber sido un completo bastardo - bramó furioso levantándose de su regazo - me violaste y por si fuera poco estoy esperando dos malditos engendros tuyos y tengo que soportar vivir contigo dattebayo - gritó histérico liberando su frustración, destilando su desprecio y aversión  en cada una de sus palabras

 

 

- Te odio teme, te odio como no tiene ideas, solo deseo que te mueras - habló con saña. En un arranque de ira arrojó la taza con todas sus fuerzas, quebrándose en pedazos contra la cabeza de Sasuke a la vez que el líquido marrón quemaba su rostro.

 

 

Aprovechando el leve tambaleo en el cuerpo níveo, corrió presuroso, anhelante de llegar a la salida. Pero antes de poder alcanzar la puerta su cuerpo cayó por la contundente opresión en sus piernas. Sus uñas se clavaron duramente a la alfombra, notando con desilusión como iba cediendo ante la descomunal fuerza usada por su opresor.

 

  

- Regresa aquí Naruto - ordenó tajante evitando que la copiosa sangre obstruyera su visión - jamás volverás a irte de mi lado entendiste - bramó zarandeándolo de los brazos - eres mío siempre lo fuiste y siempre lo serás - exclamó asiéndolo salvajemente contra su pecho.

 

 

- Déjame quiero irme, volver con mi familia - emitió afligido por la fuerte presión que ejercía el Uchiha - con Itachi - murmuró sintiendo que el aire enrarecer, escapándose de los pulmones.

 

 

- No pienses en él - negó rotundamente - mírame solo a mi, ámame - ronroneó imperativo agarrándole por el mentón, obligándole a que lo viera  - solo yo tengo derecho de poseer tu cuerpo y tus pensamientos, tu alma, tus deseos, todo debe ser mío - Sasuke lentamente suprimió el efímero espacio entre sus bocas, pero Naruto le escupió antes de poder cazar sus labios.

 

 

- Como podría hacerlo después de todo lo que sufrí - forcejeaba tratando de escapar, pero su delicada condición sumados a la diferencia de edad y poder lo hacía imposible - tu hermano es mil veces mejor y lo amo, algo que jamás sentiré por ti ttebayo.

 

 

- Cállate - gritó con voz perturbada arrojándolo al suelo, acompañado por dos sonoros puñetazos que fueron a parar directamente al rostro canela - cállate tu me engañaste primero - las dilatadas pupilas azuladas lo miraron confusas. ¿Engañar?, si jamás había estado con Sasuke ni siquiera sentía un cariño más allá de la amistad, antes claro, y ahora un profundo desprecio.

 

 

Con un bufido se apartó rápidamente del Uzumaki usando la última pizca de cordura que le quedaba, temiendo perder totalmente el autocontrol. Si seguía así terminaría por violar nuevamente al rubio. No, él quería que su próxima vez fuera especial, que hicieran el amor. Que Naruto le suplicara y rogara por sentir cada una de sus caricias y besos, que anhelara con vehemencia su cuerpo y sentirlo en su interior.

 

 

Para desquitar su frustración arremetió contra la ventana viendo en cámara lenta el cristal desquebrajarse, algunos fragmentos incrustándose en sus manos y brazos. La alba piel se tiñó de rojo sangre, al igual que sus pupilas, refulgiendo sentimientos encontrados.

 

 

- Naruto - el mencionado dio un respingo al ver las irises escarlata amenazantes, sádicas y sanguinarias - quieres que me vaya - aseveró más que preguntar, el de ojos azules, no se atrevió a responder petrificado por el miedo que le provocaba aquel extraño.

 

 

- Pero antes debes hacer una cosa por mi - profirió en tono truculento - tómate la medicina, son vitaminas que Tsunade me dio, las necesitas por tu embarazo - con mano trémula cogió ambas pastillas y se las tragó.

 

 

Empezó a toser por la sensación rasposa, pero finalmente logró pasarlas, sabía que todo era una artimaña del Uchiha, pero la delicada situación le aconsejaba que fuera mejor obedecer al menos por esta vez.

 

 

- Bien Naru - susurró robándole un fugaz beso al cerciorarse que se había tomado la medicina - volveré luego a curar tus heridas y arreglar este desastre - señaló viendo como su brazo se desangraba, tiñendo escabrosamente la habitación.

 

 

Una vez que escucho el pestillo nuevamente cerrarse su cuerpo cayó pesadamente, resignado, y su mirada se perdió en el blanco techo de su prisión. En parte reconoció que el mismo propició la energúmena actitud del Uchiha, pero era muy difícil tenerlo tan cerca y soportar que le hablara o aún peor sus caricias, besos y quien sabe algo más...    

 

 

- Sasuke - maldecía su debilidad, esa impotencia que volvía a embargarlo como aquel día en la nieve. Una terrible y dolorosa opresión se posicionó en su pecho, seguida por un asfixiante nudo en la garganta. Su cuerpo era tan frágil ahora, que aunque deseaba con desesperación escapar, simplemente no podía.

 

 

- Porqué - mordió sus labios con fuerza entreabriendo sus recientes heridas,  reprimiendo el escozor en sus acuosos ojos, determinado a no llorar. Mostrarse débil ante Sasuke era el peor de sus errores, debía mantenerse fuerte sin importar el precio.

 

 

- Solo una semana y terminará todo dattebayo - suspiró presa del cansancio y aferrándose nuevamente al felpudo muñeco lo asió entre sus manos, volvió a recostarse en la cama, en posición fetal e inevitablemente cayó rendido en un profundo sueño, con la fuerte convicción de intentarse llevarse bien con su agresor.

 

 

Una vez que Naruto se quedó dormido, Sasuke volvió al cuarto, trayendo consigo varios implementos de limpieza.

 

 

- Mi Naruto - susurró acariciando la desordenada cabellera  - Te mostraré al verdadero Itachi que tanto adoras - recostándole a su lado lo abrazó suavemente aspirando su dulce aroma. Miró la boquita entreabierta deseando que algún día sus labios proclamaran su nombre y sus pensamientos estuvieran llenos de él.

 

 

- Y haré que lo olvides -

 

 

 

***

 

 

 

Itachi ingresaba al gran complejo de oficinas visiblemente enfadado. El traje con ligeras arrugas delataba que lo traía del día anterior y sus ojeras más pronunciadas indicaban su falta de sueño. Eran las nueve de la mañana y llegaba una hora tarde a trabajar.

 

 

Buscando casi desesperado, sacó de su bolsillo un cigarrillo y lo encendió reconfortándose con sabor amargo de la nicotina y el grisáceo vaho expelido por sus fosas nasales. Controlando su nerviosismo - hábito que adquirió de su madre -.

 

 

Ayer fue a buscar a su ototo dándose con la desagradable sorpresa que se había mudado sin dejar rastro, y a pesar de usar todas sus influencias no consiguió ninguna pista que pudiera atisbar el paradero de su novio.

 

 

- Buenos días Itachi sama - reverenció su secretaria de gracioso peinado oriental -  siendo molestarlo Uchiha san, pero un joven lo espera en su oficina - ante la fulminante mirada se apresuró a proseguir - me fue imposible detenerlo no entendía razones, dijo llamarse Deidara y que usted lo esperaba.  

 

 

- Gracias Ten Ten - la voz arisca no pudo esconder su enfado, se había olvidado completamente del mocoso impertinente de la noche anterior. Al menos si encontró su oficina significa que estaba bien.

 

 

Recobrando la compostura se encaminó con distinguido andar. Abrió la puerta viendo la grácil silueta sentada en el sofá cómodamente enfrascada en una revista de arquitectura.

 

 

Ayer por la oscuridad y el ajetreo no pudo observarlo con detenimiento, pero ese chico tenía una increíble semejanza con Naruto. Unos años mayor, le calculaba veintiuno, el cabello más largo recogido por una coleta y un flequillo que cubría parte de su rostro, de facciones maduras y delicadas.

 

 

Ante la penetrante e inquisitiva mirada oscura, Deidara volteó, chocando sus azules zafiros con los negros de Itachi, sonrojándose en el acto, realmente se parecía a su amor platónico.

 

 

- Buenos días Itachi san - saludo cortés levantándose de su asiento - lamento haber venido tan temprano hum - se disculpó con una leve reverencia.

 

 

Itachi tan solo enarcó una ceja escéptico. Sin dejar de escudriñar al presente, rodeó todo el finísimo escritorio de caoba, situándose en el diván que se asomaba próximo al ventanal.

 

 

- Pensé que eras diferente - espetó estoico colocando su brazo derecho sobre su frente - si te aventaste como un loco al tráfico, supuse que tu carácter sería... divertido - refutó con sorna, esbozando una pequeña sonrisa, indicándole que no podía engañarlo.  

 

 

- Tiene razón hum - empezó a reír nerviosamente soltando con torpeza la revista entre sus manos.

 

 

- Es idéntico a Naruto hasta tiene una muletilla al hablar - caviló tenso por la mala noche.

 

 

- Quería disculparme por mi imprudencia e invitarlo a una exposición de arte esta noche - expresó haciendo entrega de una tarjeta.   

 

 

- ¿Eres artista? - inquirió, realmente no tenía afición por el arte moderno.

 

 

- Y uno de los mejores hum - exclamó orgulloso golpeando su pecho - es a las ocho de la noche en la galería Gewabakuda* - titubeó en proseguir - pero podemos reunirnos dos horas antes para conversar, si no es molestia.

 

 

- Bien, es lo menos que puedo hacer - su sonrisa arrogante volvió a posarse en sus labios. Deidara era encantador, sobretodo por el enorme parecido con su Naruto, por momentos aquellos gestos hiperactivos y torpes le hacían sentir que estaba nuevamente con su amado novio. 

 

 

Al menos esa noche se distraería, teniendo una agradable compañía, además su vida no podía empeorar, un poco de relax le sentaría de maravilla...

 

 

 

***

 

 

 

Caminaba tranquilamente por el rústico sendero de grava, que se abría paso entre el mar amarillo de hermosos girasoles, tomado de la mano con Sasuke.  Ahora la compañía del azabache no parecía tan mala.

 

 

Luego de la relajante siesta - de la cuál despertó aturdido y abochornado al verse rodeado por los brazos del Uchiha - parecía otra persona. Sus conflictos internos se habían esfumado como neblina matinal y un agradable calorcillo se extendía por todo su cuerpo.

 

 

Estaba tan tranquilo con una paz interior que asustaba, pero pensando con mayor fluidez entendió que era mejor llevar su intrincada relación con Sasuke en buenos términos, solo serían siete días. Bueno, seis y medio, y jamás volverían a verse, trataría de rehacer su vida con Itachi y en cuanto a sus hijos, no sentía ningún lazo afectivo, quizás los diera en adopción... todavía era pronto para decidir.

 

 

- Te gusta Naruto - preguntó el Uchiha abrazándolo por la cintura.

 

 

- Sí es muy lindo dattebayo - respondió sin apartar su mirada del horizonte. Jadeó al sentir los cálidos y húmedos labios besar su expuesto cuello y las manos níveas adentrarse dentro de su yukata, explorando traviesamente su anatomía.

 

 

- No te aproveches teme - gritó molesto pero Sasuke seguía en lo suyo.

 

 

- Teme - jadeó presa del febril deseo, ante el excitante y frenético bamboleo de caderas del Uchiha restregándose contra sus nalgas, pero el miedo reprimido en su subconsciente fue más fuerte.

 

 

- ¡Basta¡ - gritó separándolo de un codazo en el estómago.

 

 

- Lo siento - mintió con su altiva sonrisa.  

 

 

Con la cara toda roja y la incontrolable respiración agitada, Naruto arregló sus desarregladas ropas como pudo y corrió, adentrándose en el dorado laberinto. Se reprochó mentalmente por sus acciones, en la mañana casi se mataban y ahora parecían dos amantes melosos él, como el típico uke indefenso que huía de su fuerte seme.

 

 

Sasuke tan solo lo miró, sentándose bajo la sombra de un robusto árbol, percibiendo con agrado a Naruto juguetear como un niño pequeño. Su sonrisa se ensanchó por el comportamiento sumiso de su rubio, todo iba justo como quería. Realmente las pastillas tenían un efecto inmediato.

 

 

Kabuto como el científico más prominente de Orochimaru, encargado de sus siniestras investigaciones - especialmente en el área de control mental -, le había facilitado un cóctel de drogas para someter la voluntad del rubio, combinadas con un efectivo placebo para atenuar los posibles efectos dañinos en sus hijos, contenidos en el frasco azul.

 

 

Y en el rojo una mezcla de afrodisíacos naturales que actuaban lentamente maximizando sus efectos a largo plazo. Todo esto sumado al frágil estado mental y físico de Naruto, además de los estragos ocasionado por la revolución de hormonas del embarazo solo facilitaba la situación.

 

 

Por supuesto que Sasuke no pensaba tener una simplona muñeca con que jugar, él quería al verdadero Naruto, su inocencia, su vitalidad, su esencia, y se encargaría de dominarlo luego, pero necesitaba su consentimiento para poder casarse.

 

 

- Que te parece si salimos en la noche - el Uzumaki lo miró intrigado - a una exposición de arte.

 

 

- Pero antes debes tomar tu medicina - Naruto asintió mecánico, sintiendo una desagradable sensación de angustia, que no supo reconocer con claridad.

 

 

 

****

 

 

 

Música suave, ambiente agradable y bien iluminado. Cuadros y esculturas, estratégicamente colocadas.

 

 

La galería estaba a su máximo esplendor. Los flashes intermitentes captaban cada detalle de los selectos invitados que ingresaban a la exclusiva área VIP. Era un cuarto para las ocho y pronto comenzaría la exposición.    

 

 

El lujoso automóvil se estacionó frente al edificio de interesante diseño vanguardista. Como todo un caballero, Sasuke abrió la puerta del copiloto dejando ver a un Naruto más repuesto, ambos vestían totalmente de negro, lo que resaltaba sus inminentes atractivos. La única diferencia eran las corbatas, índigo y blanca respectivamente.    

 

 

- Ven - tomó la mano del menor ayudándolo a bajar y agarrándolo posesivamente de la cintura entraron al recinto.

 

 

La lluvia de luces no se hizo esperar, además de los murmullos y cuchicheos. Se suponía que Uzumaki Naruto había contraído nupcias con Uchiha Itachi hace un mes - esa era la versión oficial y los únicos que sabían la verdad eran los asistentes a la boda, que mantuvieron completo hermetismo, algunos por amistad o lealtad, otros para evitar perder sus contratos -  entonces que hacía el rubio con su hermano menor.

 

 

- Naruto sabes cual es la verdadera razón por la que te traje aquí - comentó saboreando el triunfo en cada una de sus palabras mientras daba un sorbo del espumante y caro champagne.

 

 

- Para ver los cuadros ¿No? - Dijo distraído - están muy bonitos aunque no los entiendo, el arte es difícil dattebayo - soltó una risa divertida y contagiosa, igual que en los tiempos de antaño.

 

 

- Acompáñame - subieron por una escalera de caracol con cierta dificultad por su estrechez. Al llegar hasta arriba un angosto pasillo dividía a dos habitaciones. 

 

 

- Por acá - indico la derecha y siguieron por el corredor, tapizado en terciopelo color grana, de donde colgaba una réplica de "El grito" de Munch.

 

 

- Que hacemos aquí - bufó inquieto por tanto secretismo.

 

 

- Mira la cruel realidad con tus propios ojos - manifestó quitando el cuadro, quedando un grueso vidrio polarizado en su lugar. 

 

 

Allí presas del deseo y la pasión carnal se encontraban dos cuerpos perlados, completamente desnudos fundiéndose entre insinuantes y frenéticos movimientos pélvicos cada vez más fuertes y salvajes.

 

 

Naruto no entendía que sucedida, pero su aparente estabilidad terminó por quebrarse y cayó de rodillas cubriendo su rostro para retener sus furtivas lágrimas, al reconocer a una de las persona que protagonizaba la tórrida escena. Su amor estaba allí embistiendo vehemente a su amante. Su cara reflejaba tanto gozo y satisfacción y, aunque no oía los gemidos por el grueso vidrio su cabeza podía reproducirlos nítidamente.

 

 

- Sabes porque Itachi quería casarse contigo - dijo con maldad obligándolo a ver la dolorosa escena - mira a su amante.

 

 

El rubio resignado, estrujó su adolorido pecho, notando que la silueta desconocida era exactamente igual a él, pero en versión adulta.

 

 

- Él es Deidara y están juntos desde la secundaria, mucho antes de que estuvieras con Itachi, pero como su estatus social es menor que el nuestro te uso para cubrir las apariencias ante nuestro padre - explicó regocijando del sufrimiento ajeno.

 

 

Dolor, desesperación, tristeza, angustia, todo lo malo parecía entremezclarse y recorrer sus venas como un potente veneno. Morir sería un dulce regalo comparado al infierno que estaban viendo sus cansinos y apagados ojos celestes.

 

 

- Porque crees que no le interesas como hombre, jamás te deseo, nunca quiso hacerte el amor - el ser más miserable y vacío sobre el planeta, pensó el rubio mientras cada sílaba se clavaba con ferocidad y saña en su alma.  

 

 

- O realmente pensaste que se fijaría en un niño ruidoso como tú - pura ponzoña expelía la boca de Sasuke.

 

 

- Piensa Naruto - susurró en tono suave y comprensivo agachándose a su altura - yo te amo, pronto seremos padres una verdadera familia - murmuró enjuagando las perladas gotas con delicados besos.

 

 

- Podemos intentarlo, ser felices a pesar de todo, olvida el pasado cásate conmigo -

 

 

Como respuesta el Uzumaki se aferró al protector pecho de Sasuke, tratando de apaciguar su punzante sollozo. Este lo recibió con los brazos abiertos. Lo había logrado, finalmente Naruto sería completamente suyo.

 

 

Ahora solo faltaba Itachi, quién tendría que dar muchas explicaciones al día siguiente, tanto al patriarca del clan Uchiha como al del Namikaze, cuando su foto apareciera publicada en la primera plana de espectáculos.

 

Notas finales:

 *Geijutsu wa bakuhatsu da (el arte es una explosión)

Ojalá les guste, creo que es el capítulo más largo que he escrito.


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