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Y tú, ¿Qué le dirías? por AIKO_love

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Notas del capitulo:

¡Hola!~ Muchas gracias por leer. Olvidé aclarar que esta cosa es un AU y tal vez -sólo tal vez- encuentren algo de OoC @@ Aquí está al fin el segundo capítulo ^^~

II. De dulces confesiones..

 

 

La escuela se encontraba abarrotada de estudiantes que se paseaban de un lado a otro, visitando, en medio de su curiosidad, los stands de otros grupos. No había sido fácil llegar hasta su sitio colándose entre gente con malteadas, algodones de azúcar y demás comida chatarra, y conservar su ropa limpia, una camisa color vino y pantalones negros. Ahora se arrepentía un poco de usar esa ropa, el sol estaba que mataba. Había llegado temprano para preparar los últimos detalles de las cartas, y ahora recibía confesiones escritas de toda clase de chicos y chicas. Algunos sonrojados, otros alegres, y muchos afuera que miraban, pero no se animaban a dejar un papel con sus sentimientos escritos.

 


-Gracias, te deseo suerte..-. Dijo con voz amable Light a una chica, que le entregó, con manos temblorosas, un sobre rosa pálido.

-Gracias, Yagami-kun..-. Dijo sonriendo algo tímida, y sin más corrió fuera del stand.

 


Había cajas, una para cada grupo, y todas hasta el tope de sobres. Faltaba poco para que se acabara el tiempo de recibir cartas, y se comenzaran a entregar. Tenía todo fríamente calculado. Luego de entregarlas, dejarían dos horas para que la persona se decidiera a corresponder o no. Si lo hacía, tendrían una cita. Lo que pasara después le venía valiendo poco. Él ya habría hecho su trabajo.



Elle tampoco se había presentado hoy. Tal vez le diese diabetes, o qué sabía él. Suspiró, tener que tratar con tanta gente le resultaba algo molesto. Pero aun veía una larga fila, que se extendía mas allá del stand. Reanudó la sonrisa que había tenido en la cara todo el tiempo, y recibió carta, tras carta, tras carta, incesablemente.



Un rato después, se hallaba guardando variados sobres en bolsas, que entregaba a sus compañeros. Ellos serían los carteros. Se encargarían de buscar a todo aquel que hubiese recibido algo. Light se encontraba sentado en el pasto, a la sombra de un árbol, alejado del jaleo que el festival conllevaba.


Se abrió los primeros botones de la camisa, sofocado por el calor. Miró su reloj, ya era mas de medio día. El primer día del festival llegaría a su final dentro de unas horas.

 


-¡Yagami-kun!~..-. Oyó unos gritos a lo lejos.

-Aquí..-. Habló, poniéndose de pie. Era uno de sus compañeros de clase. -¿Qué pasa?

-Hay una chica afuera del stand. Le hemos dicho ya que no recibiríamos más cartas, pero ha puesto una cara a la que es imposible decirle no. Como tu eres el delegado, pues..-.

-Vale, yo me encargo..-. Si, siempre dejándole el trabajo duro. Ojala que esa chica no fuera muy insistente.

Llegó aprisa al stand. La chica, de largo cabello castaño, esperaba parada enfrente de la puerta, con la mirada baja, y un paquete en las manos. Volvió la mirada hacia él, dejándole ver unos ojos azul claro, ocultos entre el flequillo.

-Disculpa, nosotros ya hemos comenzado a..-.

-Lo siento, no he podido llegar a tiempo. ¿En verdad habría mucho problema si me permites entregar esto? Es sólo un paquete, sólo eso. Realmente necesito entregarlo. Por favor, Yagami-kun..-. Lo miró, y algo se derramó en el interior de Light. Se llamaba culpa.

-Pero es que..-.

-Por favor..-. Ella abrazó el paquete.

-Pero ya están repartiendo y..-.

-No..-. Un repentino rubor cubrió sus mejillas. -No es necesario que lo entreguen..-. Dio un paso más hacia él, y extendió sus manos, mostrando la caja con envoltura azul cielo. -Esto.. Es para ti, Yagami-kun.. Yo.. Debo dártelo, así que, por favor, acéptalo..-.

Light abrió los ojos. ¿Para él? Era broma, ¿A qué si? Ella no podía hacerle un regalo. No a él.

-¿P-Para mí?..-.

-Si, es para ti..-. Sonrió un poco, aun sonrojada.

-Pero.. Yo..-.

-No digas nada, y acéptalo, ¿vale?..-. Tomó una de sus manos, y dejó la caja en ella. -Gracias Yagami-kun, ¡Nos vemos!..-.

 


Y corrió hasta que él no pudo verla, entre la masa de gente. Gracias, había dicho ella. Y él pensaba que el mundo se estaba poblando de locos. Anduvo hacia el interior, con el regalo aun en la mano, y se dispuso a inspeccionar el trabajo del resto. Las bolsas de cartas fueron disminuyendo a medida que el tiempo pasaba, todas menos un pequeño montón que se hallaba en una esquina.

 


-Oye..-. Detuvo a un chico que caminaba aprisa, con una bolsa de cartas en la mano. -¿Qué pasa con el de ahí?..-.

-Ah, esas son tuyas..-.

-¿Mías? Les he dicho que ustedes entregaran todas..-.

-Si, pero no te hallábamos, esas cartas son para ti..-.

 


Volvió la mirada hacia el montón de cartas, de nuevo, y una sensación de pesadez lo envolvió. ¿Cómo era qué recibía tantas cartas? Esperaba una, dos, tal vez. Pero ahí, en una esquina, retándolo malignamente, estaba la montaña de confesiones que no serían correspondidas. Tomó la bolsa, y arrojó, sin mucho cuidado, el regalo de la chica adentro. Se echó todo al hombro, y comenzó a andar de vuelta hacia la sombra de aquel árbol, sintiéndose abatido.



Tardó más de una hora en abrirlas todas. Unas tenían una cuidada caligrafía, y hojas de color y perfumadas, mientras otras eran hojas de libreta con garabateados ‘Te amo’. Dentro de cada sobre había algo único. Recibió toda clase de confesiones.

‘Soy la mujer de tu vida’, decía una. ‘Me pones’, se leía en otra con una caligrafía tosca. ‘¡Te amo! =3’ escribió alguien con marcador rosa. ‘Quiero foll-’ y había arrojado la hoja, sin siquiera terminar de leerla. Cada una única. Pero él no podía corresponderle a ninguna. Ahora todos los sobres se hallaban fuera de la bolsa. Sólo quedaba adentro la caja de envoltorio azul.



La sacó lentamente, preguntándose qué habría adentro, y por qué no había entregado una simple carta como todos los demás. Quitó el papel azul con cuidado y miró, intrigado, el interior. Dulces. Esa chica le había dado dulces. Gomitas, chocolates, caramelos de vainilla y café, bombones y paletas. Una media sonrisa afloró en su rostro al ver las envolturas de las variopintas golosinas. Tomó un chocolate, y lo introdujo a su boca. El dulce sabor se deslizó hacia su garganta dejándole un agradable gusto.



Debajo de todos los dulces, se encontraba una hoja. La sacó, desdoblándola y leyó algo interesado.

 

 

‘Porque ni siquiera los dulces te igualan..

                                                                                                                 L’. 


Así, sin mas ceremonia.



-‘Qué dulce confesión..’-. Pensó Light algo enternecido. Original, aunque no tenía idea de por qué había firmado con una sola letra.



Recogió todo del suelo. Sería mejor buscar una hoja y una pluma. Probaría suerte con aquella que le había endulzado el día.



----



El primer día de festival había terminado. Ahora tenían de vuelta montones de cartas, que entregarían a la mañana del segundo día. En la noche, ocurrirían las citas. Light había colocado su carta de respuesta, guardada tranquilamente en un sencillo sobre blanco, entre el montón, de forma discreta, y se había marchado a su casa después de poner todo en orden en el stand.



De pronto, se halló enfadado. El fenómeno se había escaqueado de los deberes. Si se le ocurría no presentarse mañana, ya se las varía con él..

 


-Maldito seas, Elle..-.

 

Notas finales: n_nUu.. No me maten~ Un review, si? ;D Ja-ne~~

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