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Notas desde el corazón por Varda

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Capítulo 5: Cita a ciegas

Ikki dudaba de seguir escribiendo, pero las palabras de Shun le dieron algo de valor. Recordó que su hermano mencionó que Shaka se veía preocupado y molesto, ¿Habrá sido así?. Su corazón esperaba eso, por lo que dejó sus duda de lado y se sentó una vez más a escribir, derramando sus sentimientos en el papel. A esas alturas ya estaba cansado de escribir y de jugar el papel de admirador secreto, deseaba decirle la verdad a Shaka pues sentía una opresión terrible en el pecho cada vez que lo veía y no poder decirle nada. "Debo dejar de ser cobarde y enfrentar lo que siento"- se decía, dándose valor -. Le enviaría un nuevo poema pero esta vez lo iba a enfrentar, ¿Pero cómo? Claro está, utilizando el conocido recurso de la cita a ciegas.

Ya había pasado un día de aquella pequeña confusión con Shun. Shaka se encontraba esa tarde en su cuarto, pensando sobre la errónea idea de que Shun era quien le escribía los poemas, en eso Afrodita toca la puerta y entra.
- ¿Cómo estas Shaka? - sentándose en la cama a su lado -
- Estaba pensando... Vaya... no me servirá de mucho - casi dándose por vencido - Shun dijo que él era uno de sus mejores amigos - comentaba, Afrodita escuchaba atento - Ayer no se me ocurrió nada, pero... ¿Quiénes son los mejores amigos de Shun?
- ¿Y me preguntas a mi? Ni idea Shaka, calculo que el entorno de los caballeros de bronce, aun así, como Shun es muy dado con todos podría ser cualquiera. ¿Tu qué sientes?
- ¿Qué? ¿Yo? - bajando la mirada y suspirando - No lo se, ya sabes. Pero... sea quien sea, me gustan los poemas - sonriendo y sonrojándose un poco -
- Shaka, diría que sufres de síntomas de amor platónico.
Shaka no le contestó, tan solo lo miró y sonrió.

Shun estaba algo ofendido por lo de Hyoga. Esa noche la había pasado solo pues aun continuaba "enojado" con Hyoga. En realidad creía que se había pasado un poco con la "pelea", pero en el fondo se sentía dolido. ¿Cómo pudo pensar así? El caballero del Cisne había intentado acercársele pero el no dio el brazo a torcer. Pero ya había pasado un día y ya era hora de que las cosas se arreglasen. El chico Andrómeda escucha que alguien toca la puerta.
- Shun... Soy, yo - Hyoga, algo nervioso -
Shun abre la puerta y sin decirle nada lo mira directamente a los ojos.
- ¿Me perdonas? - pregunta el rubio con la dulce mirada de sus ojos celestes -
Shun iba a decirle algún reproche, pero al ver aquella mirada que era capaz de derretir el hielo no pudo decirle nada.
- No puedo enojarme contigo - con algunas lágrimas en los ojos - Te extrañé anoche.
- Y yo te extrañé a ti, Shun. No debí dejar llevarme por habladurías y menos por las estupideces de Afrodita. Tu has sido sincero conmigo siempre Shun y mira como te he pagado - bajando la mirada -
- Ven - tomándolo de la mano y llevándolo dentro de su cuarto - Dejemos esa tontería de lado, me molestó, si - desviando la mirada - Me dolió que pensaras eso de mi, pero ya está.
Hyoga se sentía culpable.
- Soy un tremendo idiota, yo te amo y nunca te haría daño a propósito - los ojos de Hyoga se humedecían - Pero hay algo que no entiendo, ¿Por qué Afrodita dijo que tu le enviabas poemas a Shaka?
- Ah, si, eso - agarrándose la cabeza - Es... una larga historia.
- Recuerdo que esa noche Máscara se burlaba de Shaka, por esos poemas, ¿No? - preguntaba Hyoga algo curioso -
- Bueno... digamos que hubo una confusión - sonriendo -, pero si te cuento todo voy a poner a alguien al descubierto y prometí no decir nada. Digamos que... - viendo la confusa cara de Hyoga - Shaka tiene un admirador secreto y yo se quien es, y Afrodita pensó que era yo.
- Ah, era eso. Admirador secreto... si eso deseaba saber Shaka ayer. Vaya, me pregunto quien será.

Como ya era tradición luego de que Saori se fuera a dormir, los caballeros armaban de las suyas. Una vez más el living se llenó de botellas, comida (como si no hubiesen comido durante la cena), música, etc. Dohko repartía bebidas y todos bailaban alegremente. En un rincón de la sala un par de hermanos hablaban animadamente y parecían planear algo.
Saga observaba cada uno de los movimientos de cierto caballero con muchas ganas, su hermano menor Kanon lo miraba con interés.
- ¿Estas mirando a quien yo creo? - con suspicacia -
Saga sonreía lívidamente y miraba a su hermano, asintiendo.
- ¿A que no le tienes ganas, Kanon? - preguntaba el hermano Mayor -
- Desde luego Saga, el tema es quien se lo quedará. Tendremos que batirnos a duelo - contestó Kanon en tono gracioso -
- ¿Para qué? Podríamos agarrarlo entre los dos - golpeándolo con el codo y guiñándole un ojo -
- El tema es como, no será fácil atrapar a ese rubio. Además al parecer alguien ya le echó el ojo. ¡Intentémoslo Saga! Lo molestamos un poco y listo.
- Siempre que le gusten los tríos - matándose de la risa -
De hecho la víctima era el mismísimo Shaka, el nuevo blanco de los gemelos. Estos estaban algo pasados de alcohol (como de costumbre), haciéndose los tontos intentaron más de una vez acercarse a Shaka esa noche (quien al no tomar estaba bastante lúcido, por lo que se dio cuenta).
Mientras tanto, una sombra se deslizaba en el pasillo del primer piso, muy cerca de la habitación de Shaka. Ikki se había escapado de la "reunión" para dejar cierto sobre en la habitación de Shaka. De pronto el caballero del Fénix escucha unos pasos, sea quien sea ya no podía esconderse.
- ¿Ikki? - dijo una voz muy familiar -
Ikki sintió ser visto por uno de los caballeros, era Shiryu quien al parecer se iba a dormir.
- Tu no viste nada, ¿OK? - dijo Ikki muy nervioso -
- Tu secreto esta a salvo conmigo Ikki - contestó sonriente y algo sorprendido el caballero del Dragón -, como tu digas Ikki, en ningún momento vi que tu deslizaras un sobre por debajo de la puerta del cuarto de Shaka - amortiguando una risa -
- Si, si, muy gracioso - algo molesto -
- Así que eras tu, vamos Ikki. ¿Por qué no se lo dices? Déjate de rodeos, todos sabemos que alguien está detrás de Shaka, gracias a Máscara.
- ¡Shhhhhhhhhh! - callándolo, no le gustaba que hablasen de su vida privada - Lo que yo hago es mi problema, ¿De acuerdo?
- Debes ser más valiente, buenas noches.
Justo lo que le faltaba, que Shiryu le dijera que fuese valiente. Bueno, en el fondo el Dragón tenia razón.
Un par de horas más tarde, Shaka sube a su habitación y encuentra nuevamente un sobre en el suelo, con un poema y una nota.

Ángel de plata

Soy el cazador que camina en la noche estrellada
y la trampa para el ángel debía poner
mas el ángel fue quien me capturo, el cazador fue cazado.
Ángel de plata, príncipe de los cielos
mi corazón has capturado.
Presa de los sentimientos soy, ¿Qué debo hacer?
Mi amor por ti es un fuego que me carcome por dentro
que solo será apaciguado por la suavidad de tu piel
por la belleza de tus ojos, la melodía de tu voz y la dulzura de tus labios.
A tu merced me encuentro,
sin darte cuenta en tus manos mi corazón has tomado.
¿Quién soy yo para quitarle al cielo lo más bello que tiene?
Contento estoy cuando me miras y eso es suficiente
pues tus ojos son puros y me iluminan,
demasiada pureza hay en tu espíritu
para que sea mancillada por alguien como yo.
Nunca me perdonaría mancillar a un alma tan cristalina.
Soy un alma condenada al dolor si no estas a mi lado,
que conforme quedaría con tan solo una de tus sonrisas.

-¡Qué bello poema! - comenta un medio dormido Afrodita a la mañana siguiente - ¡Dime! ¿Piensas ir?
Afrodita se refería a la nota que acompañaba el poema, en ella su admirador lo citaba esa misma tarde en la plaza cercana a la mansión, a las cinco en punto.
- ¡Claro que si! - muy decidido - Aunque estoy muy nervioso - confiesa Shaka - ¿Tu que opinas?
- Sea quien sea - tomándolo de las manos firmemente y dándole ánimos - debes tener confianza, quien sabe - sonriendo - por ahí te encuentras con el amor de tu vida.
- Y hablando de eso, ¿Cuándo te le vas a declarara a Máscara?
- ¿Qué dices? - sonrojándose de pronto -
- Ya te vi anoche queriéndolo acosar - riéndose -, ahora a mi me toca darte ánimos.
- No creo que él... olvídalo. Me gusta hace mucho, pero sabes como es. Se va a burlar de mi seguro.
- Estamos en una situación parecida Afrodita - con voz tranquilizadora - Será mejor que cada uno haga lo que pueda.
Ikki había citado a Shaka en el centro de una plaza cercana a la mansión Kido, más exactamente en el gran árbol de cerezo situado al lado de la fuente. Estaba muy nervioso, demasiado nervioso. Aun así iba a ir, su hermano le instaba a que de una buena vez confesara sus sentimientos a Shaka y que no temiera la respuesta del caballero de Virgo, sea cual sea. ¿Y si era un no? Debía respetar la decisión de Shaka, aunque le rompiera el corazón. Su problema era el temor a ser rechazado, pero eso era algo que iba a tener que superar, pues si no estaría así con ese pesar por siempre y terminaría siendo peor. Para no dejar sospechas Ikki aprovechó que varios de los caballeros salieron luego del almuerzo, ya que si salía poco antes de las cinco de la tarde seria muy obvio.
Ya casi era la hora, de dar tantas vueltas nervioso en la casi solitaria mansión se le había pasado el tiempo. Shaka inspiró profundo y salió de su habitación muy decidido, el problema era que no imaginó que una dupla de hermanos iría a molestarlo justo cuando salía.
- Shaka, pero que agradable sorpresa - saludó Saga al tiempo que tomaba su mano y la besaba - ¿A dónde ibas tan apresurado? - acercándose demasiado al caballero de Virgo -
- Saga, estoy ocupado...
Shaka había sido molestado tanto por él como por su copia barata, Kanon, la noche anterior. No le preocupó demasiado dado que se había dado cuenta de que ambos hermanos estaban pasados de alcohol.
En ese momento Kanon lo sorprende por detrás, tomándolo por la cintura y acercándolo hacia él.
- Anoche no nos diste la oportunidad de divertirnos - susurrándole al oído con voz seductora -
- Anoche discutíamos con Kanon sobre ti, pero antes de pelearnos decidimos que sería más divertido compartir entre nosotros - comentó Saga quien se acercaba a Shaka, a pocos centímetros de sus labios -
Shaka no daba crédito a la situación, de golpe tenia a los dos gemelos acosándolo, pero esta vez mucho más que lúcidos.
- ¿Pueden dejarme?, ya no es gracioso - algo fastidiado -, en serio amigos, debo irme.
- No, tu no te vas - lo agarra firmemente Kanon contra sí - Hazle caso a mi hermano y divirtámonos los tres, no sabes las ganas de tener a tan enternecedor rubio en nuestra cama - acariciándole el dorado cabello -
- ¡Que me dejen! - intentando infructuosamente zafarse - Llegaré tarde por su culpa.
- ¿Y a dónde llegaras tarde? - preguntó inquisitivamente Saga - ¿Qué hay más importante que divertirse con dos guapos como nosotros?
- ¡No les interesa! ¡Diablos! - dijo al tiempo que les daba un buen empujón a los dos, dejando a Saga en el piso.
Los gemelos reían, viendo como Shaka salía corriendo de la mansión.
- Te dije Saga, no iba a ser fácil.

Ikki llevaba esperando más de quince minutos apoyado sobre el árbol de cerezo al lado de la fuente, ocultado detrás del mismo, miraba a cada rato para ver si Shaka se acercaba. Nada, no veía nadie, tan solo algunas parejas y gente paseando perros. No había señal de Shaka. ¿Iría a la cita el caballero de Virgo? Con cada minuto que pasaba su corazón que quebraba más y más. Los minutos eran como siglos, y a la vez el tiempo pasaba rápido. Una extraña paradoja. Ya eran las cinco y media y su esperanza se había desvanecido, Ikki dirigió por última vez la mirada a la fuente y se fue de allí, con el corazón destrozado. "De seguro lo que le escribí no le interesó..." - se decía a sí mismo, a la vez que una silenciosa lágrima surcaba su rostro -.
Shaka corrió lo más rápido que pudo, directamente hacia el árbol de cerezo. Tenia la esperanza de encontrar a su admirador secreto, pero no había nadie. Claro, era obvio, ya eran más de las cinco y media de la tarde y la cita era a las cinco.
- ¡Diablos! - gritó Shaka, con bronca - Maldita sea la hora que me encontré con ese par de idiotas - golpeando el árbol enojado -
Por culpa de Saga y Kanon Shaka llegó tarde a su cita. Seguramente su admirador secreto habría pensado que el no estaba interesado, por lo que se marchó con el corazón destrozado. "¡No! Ahora va a pensar que no quiero saber nada de el" - pensó el caballero dorado - Y eso no es cierto, yo sí quiero conocerlo".

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