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Amor de Problemas por Mitsuki_neko_huchiha

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Notas del capitulo: wiiii, Minko, como te prometi actualize por fin, lo habria hecho hace horas pero se me olvido mi contraceña, pero por suerte la recorde a tiempo y por si acaso me la tatue en mi brazo ºwº...no es cierto.
---Invitación---



Que día tan aburrido era, desde que llego a la ciudad se dio cuenta de todo, de lo aburrida que iba ser su vida solo, quizás debería hacer mas amigos, aun que, francamente eso le molestaba. Matt era siempre quien le presentaba personas, pero ese día no tenia ánimos para conocer a nadie. Su casa era demasiado grande para él, quizá debería mudarse a un departamento.


Hacía poco se había enterado de la herencia que sus padres le habían dejado hace cinco años, quizás ahora tendría más comodidades, como cuando era niño. Camino, su habitación era espaciosa, una sillón pequeño frente a una pequeña mesa de café, un balcón, las enormes ventanas cubiertas por las cortinas de terciopelo negro y la enorme cama cuyas colchas negras contrastaban muy bien con las cortinas, sobre esta había cojines de color rojo y otros más dorados. Si algún color le gustaba, ese color era el negro, tan serio y al mismo tiempo tan elegante y expresivo. Se sentó en la orilla de la cama solo para tirarse boca arriba sobe esta, de verdad que era aburrido, definitivamente se mudaría a un departamento. De repente, en la orilla de la mesa de noche se encontraba su celular, que comenzó a sonar dando el viso de una llamada.


-Matt- dijo cuando observo la pantalla del aparato, se aparto los cabellos rubios que le habían quedado sobre la cara y que le impedían un poco la vista y lo abrió, oprimió una tecla y comenzó a hablar.


-¡Hola Mello, ¿Qué tal tu día?!- dijo una voz alegre del otro lado de la línea. El joven de ojos verdes tuvo que separar el celular de su oído debido al tono de voz que estaba usando su amigo. Dio un respiro y cuando creyó que su amigo se había tranquilizado comenzó a hablar.


-¿Qué rayos quieres Matt?- le dijo un poco molesto.


-Yo nada, solo quería invitarte a un nuevo bar…dicen que el ambiente es genial- Realmente el tono de voz del otro se había calmado pero seguía con esa misma alegría de antes.


-no estoy de humor Matt-


-hooo, vamos mello, come una de tus barras de chocolate, pasare dentro de una hora-


-¡pero si yo no quie…!- demasiado tarde, Matt ya había colgado. Mello suspiro pesadamente, quizás si debería ir, solo para distraerse. De un cajón, luego de dejar el celular sobre el mismo lugar, saco una barra de chocolate. Al darle el primer mordisco se sintió relajado, la dopamina hacia efecto rápidamente, prefería eso a una droga, el no pensaba destruirse las neuronas así como así, como si fueran cualquier cosa. Dejo la barra de chocolate a un lado y camino hasta el baño, este era grande, maldición, demasiado grande para él, se quito toda la ropa dejándose solo el rosario que le dejo su madre antes de morir y miro su reflejo en el espejo mientras hacía eso, tenía una cicatriz en la parte izquierda de su rostro que se extendía hasta su hombro.


Recordaba bien como se hizo esa cicatriz, hace 5 años, cuando tenía trece años, su hogar quedo destruido debido a una explosión donde sus padres murieron, Mello sabia que todo eso no había sido un accidente como fue dicho antes de que unos parientes se lo llevaran a otro país. Cerros sus ojos verde y lleno la tina con el agua caliente. El vapor lleno la habitación, cuando esto sucedió entro a la tina. El agua caliente relajo sus músculos, metió su cabeza dentro del agua dejando solo a la vista solo sus ojos. Tomo la pastilla de jabón y la paso por sus brazos, torso y piernas. Se recostó y hecho la cabeza hacia atrás. Quito el tapón del agua y se cubrió con una toalla. Por su pecho caían pequeñas gotitas de agua las cuales seco con una tolla que dejo después sobre su cabeza y camino hasta el armario. Saco un chaleco y unos pantalones, ambos de color obscuro.


Se vistió y después se puso unas botas, faltaban solo cinco minutos para que Matt llagara, tomo la barra de chocolate que había dejado y se sentó en el marco de la ventana, el cielo era adornado por una gran luna llena. Blanca, pura, sentía una extraña nostalgia cuando la veía, se sentía bien y se sentía mal. Esos cinco minutos le parecieron muy cortos, demasiado, se perdió en la luz de la luna y lo que le hizo despertar de su pequeño mundo fue el sonido del timbre. Se levanto de donde estaba y bajo las escaleras. Abrió la puerta y ahí, en la entrada estaba Matt, a un lado de su auto rojo mientras encendía un cigarrillo.


Matt era un joven pelirrojo, muy apuesto, tenía una piel blanca, conocía a Mello desde niño y tenía que admitir que le agradaba mucho. Después del accidente donde Mello salió lastimado, él fue el primero en ayudarlo. Y cuando este regreso a la ciudad fue el primero en ir a verlo, puesto que no tenía muchos amigos. Vestía unos jeans azules y una camisa de color rojo.


Levanto la vista y le sonrió, le saludo y se acomodo sus gogles sobre la cabeza, Mello cerró la puerta con llave y se dirigió al pelirrojo. Normalmente Matt siempre estaba sonriendo, era raro verlo triste y cuando esto sucedía llegaba a tener depresiones que duraban unos instantes o podrían durarle días, un claro ejemplo de principios emo.


-¿Y el chocolate te funciono?- dijo divertido después de exhalar el humo del cigarro que había encendido hace un momento. El rubio movió de un lado a otro la mano, evitando que le llegara demasiado humo. A veces le molestaba mucho que Matt fumara, su olor era todo lo contrario al sabor de su amado chocolate, pero se había acostumbrado.


-bah, que importa-


-¡Vamos, Mello, alégrate!- dijo pasando uno de sus brazos por los hombros de su amigo en forma de abrazo. –Vamos, ya verás que te vas a relajar a donde vamos-


Sin más los dos entraron en el auto, Matt encendió el auto y arrancaron. Las luces de la ciudad eran casi cegadoras. La ciudad estaba llena de enormes edificios, luces de colores y establecimientos familiares y otros más “para adultos” según palabras de los padres a los niños. Los autos pasaban a toda velocidad deteniéndose solamente si el semáforo se ponía en rojo o si llegaban a su destino.


-¿Qué tan lejos es?- Dijo Mello para romper el silencio que había.


-No te desesperes- le contesto, había veces en que Mello no tenia paciencia, pero el pelirrojo no se quejaba, después de todo eran amigos. Pasaron cinco minutos y Matt estaciono el auto frente a un edificio de dos pisos. Por los ventanales se podían observar las tenues luces, no precia haber mucho movimiento, era un lugar pacifico aunque se podía escuchar levemente la música de moda.


Al entrar Mello observo las mesas redondas que estaban esparcidas por todo el lugar, en vez de sillas, había sillones pequeños y otros grandes de color café y al fondo una barra, suponiendo de las personas que llegaban solas, y por ultimo personas, personas que perecían de muy alta categoría. El rubio levanto una ceja y miro al pelirrojo.


-es extraño que te guste un lugar así- Matt camino hacia una mesa vacía donde se sentó y el ojiverde lo siguió sentándose frente a él.


-A veces me gusta relajarme- Miro hacia una mesa cercana, Mello observo en la misma dirección. Miro a Matt de reojo, tenía una sonrisa traviesa en la cara. –Además- continuo –Hay chicas lindas-


-Sabia que no tenías buenas intenciones- Le contesto cuando una mujer llego a pedir su orden.


-¿Desean algo los caballeros?- Les pregunto con una voz armoniosa, los dos pensaron un momento, ambos pidieron un vodka con soda. La señorita llego con su orden en menos de tres minutos. En la hora que estuvieron platicando Matt no les quito la mirada de encima a las dos jóvenes que estaban sentadas en la mesa que antes había apuntado. Una de cabellos castaños con un corte de cabello corto y unos ojos negros. La otra de cabellos rubio platinado largos hasta un poco más debajo de los hombros de ojos azules. Ambas vestían con un traje de oficinistas. Una falda por encima de las rodillas de color azul obscuro, del mismo color que el saco, una blusa blanca y corbata de color negro, y unos zapatos de tacón, ambas platicaban tranquilamente sin percatarse de la mirada del pelirrojo.


-Bueno…si me disculpas- dijo Matt levantándose dispuesto a ir a hablar con las dos mujeres. Mello le siguió con la mirada, sonrió al ver las expresiones de las dos mujeres cuando su amigo, les hablo. Miro el líquido del vaso, los hielos moviéndose levemente. Su mirada se perdió levemente hasta que el sonido de un fuerte golpe lo despertó, Matt regreso con una marca roja en la mejilla donde se podían distinguir perfectamente la forma de la mano.


El ojiverde soltó una leve carcajada. El pelirrojo se volvió a sentar y se acabo su bebida de golpe. Matt pidió tres más los mismos que se tomo de golpe al punto de sentir los efectos del alcohol en todo su cuerpo.


-Cof, cof, ebrio, cof, cof- Dijo Mello.


-¿Dijiste algo, mello?-


-No, solo tosía- le contesto inocentemente.


-Eso me pareció- hubo un silencio en el cual al parecer Matt había estado pensando con los ojos cerrados, cuando los abrió volvió a sonreír.


-Hey Mello, ¿recuerdas aquel viejo edificio al cual nuestros padres no nos dejaban entrar?-


-¡Claro!, dijimos que cuando cumpliéramos los dieciocho años íbamos a entrar- La plática se estaba haciendo interesante nuevamente. Mello se acomodo en el sillón un poco mejor para poder escuchar todo lo que su a migo tenía que decirle.


-Bueno déjame decirte que tienen unas chicas preciosas e…- una sonrisa bastante picara apareció en los labios de Matt, Mello iba a golpear al pelirrojo si lo dejaba con la duda. –Incluso hay un chico-


-¡¡ ¿Queeeee?!!- a Mello le sorprendió mucho eso, casi se cae de donde estaba sentado debido a la sorpresa, Matt solo asentía con la cabeza.


-A demás, dicen que es muy buen amante, pero que lo finge todo- Matt sabia muchas cosas de ese niño. Llamo a la joven que los atendía. Pagaron la cuenta y salieron, en el trayecto de la salida al auto Matt se iba tocando la mejilla donde había recibido el golpe mientras el rubio aun reía al recordarlo.


Antes de encender el auto Matt l hizo una pregunta al rubio -¿Qué te parece si vamos?- Mello lo miro y sonrió “vale” le contesto y encendió el auto, ese lugar estaba a las afueras de la ciudad así que el trayecto iba a ser largo. Cada vez los lugares por donde pasaban se hacían más indecentes, el rubio recordó aquel edificio, tenía una pinta de mala muerte y cundo preguntaban que era ahí recibían una regañiza por parte de sus padres.


-Matt- Mello miro levemente al que estaba conduciendo -¿Por qué me dijiste lo del chico?-


-ji, Mello te conozco desde hace muchos años, se cuáles son tus preferencias sexuales- le contesto sin quitar la mirada del camino. Cuando deslumbro aquel edificio busco un buen lugar donde estacionarse. Cuando el rubio bajo del asunto se sorprendió al no ver aquel viejo edificio como el que recordaba. Era un edifico grande de un piso, con enormes ventanales y de color rojo y una enorme puerta, daba la impresión de ser una gran mansión.


Se pregunto que más había cambiado en el tiempo que se había ido, caminaron hasta la puerta la cual se abrió justo cuando estuvieron frente a ella siendo recibidos por dos jóvenes que al parecer eran gemelas. Las dos tenían cabellos cafés una de ellas llevaba un vestido morado corto, tenia ojos cafés, la otra llevaba un vestido rosa parecía ser la menor de las dos pero ella tenía unos ojos que daban la impresión de ser extrañamente rojizos. Ambas saludaron a Matt y le preguntaron por qué hace mucho que no venia dejando en claro que el pelirrojo iba ahí bastante seguido. Entraron, el recibidor era enorme, en medio, en la parte del techo había un candelabro de cristal, las paredes eran de un color crema y todo estaba alfombrado de color rojo. Había cuatro puertas en la parte baja y en la parte superior en el segundo piso hasta donde se alcanzaba a ver había muchas más. Matt les contesto a las dos jóvenes que su amigo quería verlo a “el”, las dos sonrieron mirándose.


-valla que tienes suerte güerito- dijo la del vestido rosa sonriente.


-nuestro albinito siempre está ocupado- le complemento la otra. Mello miro a Matt enojado quien le hizo una seña para que se tranquilizara. La joven mayor le pidió a Mello que la siguiera, le hizo caso y se despidió de Matt con una mirada que casi casi le decía “te voy a matar”. La joven abrió una puerta por donde paso seguida de Mello, había un pasillo largo, alfombrado y de paredes del mismo color que la habitación anterior. El trayecto fue silencioso, las puertas por donde pasaban estaban muy separadas la una de las otras lo que daba a entender que las habitaciones eran grandes.


-Bien, antes que nada hablaremos con el dueño- dijo la joven mientras se detenía frente a una puerta. La abrió y Dean levanto la vista de los documentos que estaba leyendo. Los dos entraron.


-Dean, nuevo cliente y lo quiere a “el”- una vez mas no dijeron su nombre, lo único que Mello deseaba era poder escuchar su nombre, saber cómo era, y quien era.


-Bien, ve a tu trabajo- la chica salió, Dean amablemente le ofreció a Mello sentarse en una silla frente a su escritorio. –Nuestro albino no siempre tiene trabajo, ya que su precio no es nada bajo-


-El dinero no es problema-


-Bien, entonces…- Dean estaba a punto de levantarse cuando Dayanara entro, Mello miro de reojo y dejo de prestarle atención –Dayanara puedes llevar al joven con el albinito-


Dayanara lo miro un momento, verlo vestido completamente de negro le hizo sentir que Near estaba en peligro, pero no podía negarse. Abrió la puerta pidiéndole a Mello que le siguiera, volvieron a caminar por el pasillo, regresando al recibidor nuevamente, como imagino Matt ya no estaba ahí. Subieron las escaleras y caminaron por otro pasillo. Todo iba en silencio, a parecer el pasillo era largo pero a Mello no le importo. Llegaron hasta la habitación más lejana. La Mujer toco a la puerta un par de veces, el rubio escucho la melodiosa voz que daba el permiso para entrar. Le pareció sencillamente hermosa, la mujer entro y después de unos momentos salió nuevamente dejando la puerta abierta para permitirle el paso. Mello entro, la habitación era espaciosa, una tocador con espejo, un sillón grande, las paredes de color blanco y la alfombra de color azul obscuro. Pero lo que más le sorprendió fue que sobre la cama estaba un joven de cabellos blancos, tenía unos enormes y profundos ojos grises, una piel pálida y hermosa, se veía muy suave y tersa. Trago saliva con dificultad, definitivamente su apariencia le dejo sorprendido. Se dio cuenta de que lo está observando y miro el sonrojo que apareció en sus mejillas. Sonrió y se le fue acercando, acaricio su mejilla, su piel era suave, como lo imaginaba, se agacho hasta quedar a su altura, le dio un beso, un beso corto y puro, miro al albino, se veía tan tierno, un beso mas, un beso que fue correspondido, cerro sus ojos para poder memorizar ese agradable sabor, se separaron nuevamente. Observo como estiraba sus brazos, por accidente toco su cicatriz, el pequeño bajo la mirada, sonrió ligeramente. El comenzó a acercarse más al cuerpo delgado recostándolo sobre la cama dándole besos, hasta hacerlo quedar bajo su cuerpo.



-Continuara-
Notas finales: jejeje, Matt es un ebrio. por cierto, muchisimas gracias por los review, me dieron muchos animos para poder escribir, este y el siguiente capitulo que ya esta en mi mentesita >w

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