—Mucho gusto coronel— aquel joven rubio extendió su mano y la estreche, a pesar de ser pequeña tenia un fuerte agarre— Soy Edward Elric— el nombre le cayo de sorpresa, tal vez escucho mal, tranquilizo sus facciones y se dispuso a hablar.
—Disculpe, creo que escuche mal, usted ¿dijo Elric?— pregunto.
—Si, exactamente eso fue lo que dije, Alphonse me hablo de usted coronel…— fue cortado de improviso por el militar.
—¿Alphonse Elric? Él le dijo algo sobre mi— pregunto un poco impaciente el azabache.
—Si, me dijo que era su superior y que era un gran alquimista—dijo fingiendo contrariedad ante los gestos de Mustang.
—Ya veo, disculpe mi comportamiento y falta de modales, que le parece si hablamos en mi oficina— ofreció cordialmente.
—No le gustaría mejor ir a tomar un café, ya que no le permiten la entrada a civiles al cuartel— dijo tranquilamente pero matando con la vista al guardia.
—No hay problema si viene conmigo—
—Mejor no causar molestias, yo invito— ofreció amable el rubio.
—Esta bien—
Y así los dos iniciaron su camino por el parque hasta llegar a un modesto café cerca del lugar. Pidieron una mesa y encargaron un café para cada uno.
Después de que la camarera tomara la orden y dejara de babear retomaron la platica.
—Y para que me buscaba— pregunto el militar.
—En realidad para hablar de varios temas, entre ellos esta el de mi hermano —dijo calmadamente.
—Que necesita saber del teniente Alphonse—
—Donde lo mandaron, fui a preguntar pero nada mes me dieron largas y al final no me facilitaron la información—
—Si ya le dijeron que es información clasificada no lo puedo ayudar— dijo tomando un tono mas serio.
—Me comentaron que a los únicos que les facilitarían la información son a personal militar arriba del rango de teniente y a los alquimistas estatales— explico tranquilamente, y se quedo callado para recibir su café.
—Y entonces ahí es donde entro yo ¿no? — dijo el moreno dándole un sorbo a su cafe— Eso seria muy problemático, ya que me pudiera meter en problemas al dar información clasificada a civiles— hablo muy profesionalmente.
—En realidad no es lo que deseo, mas bien me gustaría que me diera un poco de información, como después del incidente se armo un disturbio, no me dejaron preguntar y tengo prohibida la entrada al modulo de información, por lo que recordé su nombre entre las cartas que me enviaba mi hermano y quería preguntarle cuando es el examen para alquimista estatal y que es lo que debo hacer para poder aplicarlo.
—Primero debes llenar un formulario y entregarlo al cuartel, por lo que no tendrás mayores inconvenientes, luego estos son revisados por si tienes antecedentes penales y después se hace una convocatoria donde se exponen los nombres de quienes lo aplicaran y las fechas para el examen teórico, la entrevista y el examen práctico—
—Ya veo, y el periodo de inscripción cuando es—
—Hoy se cerraron los módulos para entregar la solicitud, en si fue hace unas dos horas cuando lo cerraron— dijo mientras recordaba como Hawkeye le pasaba todas las solicitudes para que las revisara y aprobara.
—Maldición— masculló por lo bajo el rubio al ver frustrada su entrada a la milicia y por lo tanto el fracaso de su plan— Bueno, en si eso era todo lo que quería hablar con usted, además conocer al “gran coronel Mustang” como muchas veces me escribió mi hermano— dijo ya más tranquilo mientras dejaba escapar un risa ante el recuerdo de su pequeño hermano hablando de su novio.
Termino su café de un sorbo y le pidió la cuenta a la camarera.
—Muchas gracias por su tiempo, lamento haberlo molestado— dijo al tiempo que la mesera les dejaba la cuenta y este depositaba un billete en la pequeña charolita.
Al ver el desanimo del joven, no pudo resistir ayudarlo, después de todo aunque el rubio no supiera se la debía, además de que su interés por aqullos ojos no había desaparecido en ningún momento.
—Espere por favor— Hablo mas fuerte para que lo escuchara.
—Si— respondió girándose para ver al moreno, en ese instante sus ojos hicieron contacto.
—yo podría ayudarlo— dijo después de pasar saliva, esa mirada dorada lo dejaba sin aliento y mas esa forma de cómo toda la atención de la mirada le pertenecía— Yo puedo entregar la solicitud por usted, creo que no habrá ningún inconveniente—
—¿Por qué me ayudaría?- pregunto receloso, no confiaba en nadie, eso es lo que había aprendido por las malas de pequeño cuando fueron a dar a la calle después de la muerte de su madre.
Le impacto lo desconfiado del joven, si él fue quien le pidió ayuda, no tan directa pero se la pidió y ahora salía con la desconfianza, tal vez era de los que se rendían pronto, pero esos ojos le demostraban lo contrario, cuando minutos antes platicaron estaban llenos de determinación, ahora no podía leerlos.
—No me gusta deber favores— se decidió a responder con algo mas simple— tómelo como pago por el café.
Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro del rubio, ese hombre era interesante por algo su hermano lo había escogido.
—Solo ocupo que me facilite sus datos, me los podría escribir aqui— dijo mientras acaba un papel y pasándoselo.
—Que datos ocupa— pregunto el rubio mientras volvia a tomar asiento.
—Su nombre completo— dijo mientras veía que el joven tomaba un par de servilletas y las enrollaba, para después juntar sus manos, que estaban enguantadas, un pequeño brillo de color azul paso por ellas y se transformó en una pluma blanca. Después quito la taza de café del pequeño plato y con el liquido sobrante creo tinta, para después tomar un poco con la pluma y empezar a escribir su nombre.
—Que más— dijo el joven ante el mutismo de su acompañante.
Salió de su trance y siguió haciéndole saber la información que ocuparía su formulario, una vez que terminaron, el rubio le devolvió la hoja, para levantarse.
—Muchas gracias, me es de mucha ayuda, creo que le voy a quedar debiendo otro café —dijo el joven mientras se estiraba un poco.
—No es nada, siempre sin bienvenidos los alquimistas que se quieran enlistar y mas si son tan buenos como usted— dijo el coronel mientras también se levantaba—
—Por que dice eso— pregunto contrariado el rubio ente el alago en su alquimia.
—Por la forma en que improviso un medio para escribir— dijo mientras volteaba a ver la pluma que había dejado en la mesa.
—Oh por eso, no me di cuenta a que hora lo hice— dijo mientras se reía nerviosamente, la alquimia había estado rondando su vida por mucho tiempo por lo que era una forma muy natural de solucionar problemas sencillos, los hacia subconscientemente.
—En que trabaja— pregunto extrañado ante la naturalidad de los actos del joven—
—Soy florista— dijo tranquilamente, pero al ver la cara de confusión en el rostro del mayor explico — trabajo en una floraría, le ayudo a Glacier — por inercia volteo a ver el reloj— si me disculpa estoy algo retrasado no me gusta aprovecharme de la amabilidad de mi jefa, así que con su permiso me retiro— Se despidió para después salir rápido del establecimiento ya que a esa hora había mucha gente el la florería.
Mientras el Coronel tomo la hoja con los datos del chico y salió del establecimiento, ese si era un joven especial, esperaba muchos trabajos pero un florista, como un florista podía usar tan fácilmente la alquimia, en los guantes del joven había un circulo de transmutación, por lo que creyó que trabajaría en algo usando la alquimia pero un florista, eso si era cómico. Volteo a ver la hoja que traía entre manos, la caligrafía era impecable, a pesar de la forma con la que escribió ni un pequeño manchón de tinta había y por más que busco ni una sola falta de ortografía, esa hombre era muy interesante.