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MANSAKA por arcasdrea

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Notas del capitulo: Disculpen la tardanza, pero me sobran ganas, pero me falta tiempo. Si alguien sabe como clonar a bajo costo, aviseme plis!!

MANSAKA


Día Dos (primer receso de clases)


- Todos te miran.

 

- Es culpa de tu bocota – le respondió mordaz.

 

Yohei rió bajito, pero con una mirada cargada de malicia.

 

- El rumor se expandió rápido.

 

- Más de lo que esperaba.

Apenas puso un pie en la preparatoria, todos rompieron en cuchicheos y miradas suspicaces hacia él. Incluso su profesor de la primera hora le miro raro durante clases, así que se dedico a dormir o a fingir que dormia para no tener que soportar las miradas de reojo de su profesor ni de sus compañeros de salón. Ademas de que Yohei desde su asiento, no ayudaba en nada, sosteniendo esa sonrisa burlona, divertido con la situación.

- De ser la novedad del día pasaste a ser la novedad de la semana – Yohei no pudo contener por más tiempo la carcajada.

 

- Muy gracioso, idiota – odiaba el sentirse observado por todos quienes se cruzaban en su camino como si tuviera dos cabezas. Aunque alivio era qué nadie aún se atreviera a preguntarle algo.

Son unos metiches, pero tambien unos cobardes de primera. Ojala se mueran con su propio veneno y así aprendan a no hablar a mis espaldas” Este y otro pensamientos menos puros disparaba hacia todo quien se le cruzara en el camino.

- ¿Qué harás? – pregunto su amigo, cuando pudieron sortear victoriosos todo el pasillo de segundo año.

 

- Nada.

 

- ¿Te quedarás de brazos cruzados?

 

- No quiero alimentar más a esos imbeciles, con excusas o explicaciones. Que piensen lo que quieran – lo había hablado con Taiyo y éste lo había convencido de actuar más maduramente que la manga de pendejos de su escuela. “Si quieren un chisme, no le des alas para que agranden la bola de nieve. Que se queden con lo que saben y ya se les olvidará al segundo” le había contestado éste cuando le llegó contando que Yohei había desenbuchado de que eran novios y que seguramente para el día siguiente sería el cotilleo del día.

 

- Esto será muy divertido.

 

- En unos pocos días se les pasará, ya lo verás – afirmo no muy convencido de sus propias palabras.

 

- Espero. Por mientras disfrutaré como rey de esta consternación generalizada en Shohoku.

 

- Idiota – masculló justo cuando su mano abría la pesada puerta de acero que daba hacia la terraza y donde les esperaban el resto de la Gundam, para escapar de todo el revuelo presente en el instituto.


ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

 

- ¿Por qué no están entrenando? – pregunto extrañado al ver a todos los integrantes del equipo parados como estatuas y haciendo nada. Bueno, en realidad casi todos, por que Rukawa era el único que hacia algo por la vida practicando tiros libres en la canasta más lejana.

 

- Ya vamos – respondieron inmediatamente los de nuevo ingreso y algunos antiguos ante el reclamo de su capitán, como si despertaran de un trance. Sin embargo; Mitsui, Ryota, Ayako y Kogure siguieron plantados en sus puestos.

 

- ¿Y ustedes?

 

- Aun pensamos en el notición – murmuró Kogure con actitud ausente.

 

- ¿Y se lo han creido? Es obvio que es una broma del tal Yohei.

 

- Pues Hanamichi no ha hecho nada por desmentirlo – señalo Ryota. Estaba confundido, no sabia si creer o no.

 

- Y ya saben – recalcó Mitsui con aire juicioso – “el que calla, otorga”.

 

Todos asintieron en silencio.

 

- Pero... alguien le ha preguntado directamente – pregunto de pronto Ayako.

 

Se miraron unos a otros, luego de eso menearon la cabeza negativamente.

 

- El rumor se expandió más rápido que un resfrio. Y Hanamichi se anduvo escondiendo en la terraza con la Gundam como guardaespaldas. Y apenas se le vio la nariz cuando tocaron el timbre de salida.

 

- Completísimo informe, Kogure – ironizó Mitsui. Ganándose una mirada de odio por parte del cuatro ojos.

 

- Llega de rehabilitación y con NOVIO. Nuestro pelirrojo es gay – puntualizó Ryota, pues quería retomar el tema.

 

- Eso de “nuestro pelirrojo” sonó aun más gay – Mitsui lo miraba con desconfianza.

 

- Idiota – masculló el bajito, cruzándose de brazos con aire ofendido.

 

- Ryota, tiene razón – argumentó el cuatro ojos - El saber de sopetón que Sakuragi es homosexual impacto a todos en Shohoku.

 

- Incluso a Rukawa – comentó Ayako con la mirada fija en el jugador en cuestión.

 

- Como si en algo le importará Sakuragi – se mofó el tirador de tres puntos – sólo le afectaría Sakuragi si éste se hiciera jugador de la NBA antes que él.

 

- Pues... lleva más de quince minutos de tiros libres y no ha encestado ni uno.

 

- Nadie es perfecto – trato de justificar Ryota, aunque estaba cuán o más sorprendido por la falta de tino del jugador estrella.

 

- En fin – exclamó de repente Mitsui, revolviéndose el cabello con desespero – no quiero hacerme más caldo de cabeza por el tonto de Hanamichi. Mañana le preguntaré directamente y punto – y tomando un balón corrió hasta la línea de tres puntos desde donde lanzó golpeando el esférico en el borde del aro, rebotando lejos.

 

- Creo que hasta no hablemos con ese pelmazo, nadie estará con la cabeza cien por ciento en el entrenamiento – comentó Akagi después de suspirar pesado.

 

- Pero hagamos lo que podamos – y acto seguido, Ayako hizo sonar el silbato estridentemente para captar la atención de todos y así comenzar de una buena vez el entrenamiento.

 

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

 

Día Tres (Terraza del Instituto)

 

Absolutamente horrendo. Si el día anterior había sido insoportable por tener que aguantar las miradas de todos a donde sea que fuera, hoy simplemente era odioso por tener que esquivar al equipo de basquetball que a goteo lo interceptaban para preguntarle sobre su relación con Taiyo.

¡Tropa de fisgones! Era una simple y tierna frase en comparación a la sartada de maldiciones con la que, ahora, tachaba a sus compañeros de deporte desde la terraza, donde (nuevamente) se había ido a esconder.

Ni la Gundam lo había podido proteger. Todos le tenian el suficiente respeto o miedo a Gori y a Ayako como para enfrentarles, así que como buenos cobardes le habian dejado solo cuando éstos le fueron a ver al salón. Y desde ese instante nunca más les volvio a ver. Bastantes astutos, porque con solo asomar sus estupidas cabezas ante sus ojos y morirían bajo su yugo.

El sonido de su celular le abstrajo de sus peores deseos hacia sus amigos.

 

- Mochi, mochi

 

- Buenas, amor.

 

- Hola, Taiyo – le contesto con cero interes y emoción en la voz.

 

- No me ves desde anoche, pensé que ya a esta hora me extrañarías.

 

- Lo siento, pero aquí todo está más jodido. Ando de mal humor.

 

- Mis suposiciones de que se les olvidaría, fallaron parece.

 

- Ayer sólo me miraron raro, pero hoy todo el equipo vino a preguntarme sobre ti y lo nuestro – bueno, tecnicamente no todos, pues de Rukawa ni las luces. Lo que era de esperar de alguien a quien no le importas. Un cero interes que a estas alturas de su desesperación agradecia infinitamente.

 

- Concuerdo con Yohei que serás la comidilla del mes – la risa de Taiyo fue muy molesta para el sensible pelirrojo.

 

- No te burles de mi, por favor – le sentenció de forma seca.

 

- Ok, Ok... lo lamento. Te compensaré esta tarde. Iré por ti.

 

- No puedes, debo quedarme en la biblioteca. Con Yohei haremos el trabajo de ciencias.

 

- No importa, iré a buscarte cuando me llames.

 

- Saldré tarde.

 

- Dije que no importaba. Tú me llamas, yo iré. Fácil y bonito. – señaló como si explicará con frijoles que dos más dos es cuatro.

 

- Si tú insistes – rodó los ojos al cielo.

 

- Te llevaré a comer.

 

- ¿Hamburguesas? – los ojos del pelirrojo brillaron de la emoción.

 

- Pensaba en Pizza.

 

- No me gusta el queso – se quejó como niño chiquito.

 

- No te gusta nada lácteo – le criticó como si fuera su madre.

 

- Discúlpame por ser intolerante a la lactosa – si hubiera estado frente a él ya tendría sendos golpes en la cabeza.

 

- Eres un quejica.

 

- A ti te encanta cuando me quejo – le habló insinuante. Un ronroneo de gusto al otro lado de la línea le dio la razón.

 

- ¡Touchê! Me ganaste.

 

- Siempre lo hago.

 

- No cuando voy arriba.

 

- Fanfarrón.

 

- Me encantaría seguir con esta conversación tan intelectual, pero debo irme. Debo entrar a clases. ¿Me llamarás?

 

- Lo haré, unos minutos antes de salir.

 

- Bueno. Un beso, hasta pronto.

 

- Hasta pronto.

Justo cortaba y el timbre sonaba. Así que sin muchos animos volvio a clases, salvándose jabonado de tener que responder al interrogatorio de Ryota, que le esperaba fuera del salón, pues el profesor ya estaba en la sala para iniciar la clase de álgebra. Preferible un trinomio al cuadrado que aguantar al mequetrefe en turno.

 

Algebra, Literatura, almuerzo, Inglés y Economía; fue la continuidad de clases que debió soportar antes del termino de jornada, y poder trabajar en el informe de ciencias con Yohei.

Terminaron cerca de las seis de la tarde, él llamó a Taiyo, quedando de acuerdo en verse frente al instituto en diez minutos. Lamentablemente, Yohei debía marcharse rápido, pues debía cuidar a sus hermanos menores para que su madre pudiera ir a su tecito de los miércoles con su grupo de amigas. Así que no pudo acompañarle.


El pelirrojo para no aburrirse y tambien por nostalgía, encaminó sus pies hacia el gimnasio.


Entró lentamente a la duela, como si fuera una verdadera ceremonia el solo pisarla. Observando ensimismado el silencio reinante en el amplio y lugubre lugar. A su mente vinieron los sonidos de las zapatillas chirriar y los balones botar, un recuerdo arraigado profundamente tanto en su cabeza como en su corazón. Fue tal la emocion que su piel llego a erizarse. El estar solo ahí, él y el gimnasio, hacia mucho más confidencial e intimo el reencuentro con aquel lugar que concebía como su casa. El lugar donde había comenzado su cambio, el lugar que le había dado la posibilidad de ser alguien más que un peleonero. El lugar que lo había hecho Hanamichi Sakuragi, el jugador de baloncesto.

 

La emoción fue reemplazada por la tristeza, al caer en cuenta que durante unos cuantos meses más, sólo podría pisar el gimnasio como visitante. Extrañaría botar el balón contra la duela, correr presuroso hacia el aro, despegar sus pies del suelo volando a una gran altura, para solo clavar el balón en una espectacular clavada.

Su placer culpable.

Un slam dunk.

- ¿Do’aho? – diantres. No lo vio en todo el día y justo al final le caga la racha de haberse salvado de todo el equipo.

 

- Zorro – veneó con la cabeza a modo de saludo y condujo su humanidad hacia la salida. Dejando en claro, por anticipado y por si acaso, que no quería hablar con nadie, mucho menos con él, si es que tenia esa pretensión. Hombre precavido, vale por dos.

 

- ¿Es él, verdad? – la pregunta sin emoción, neutra y susurrada, pero perfectamente audible en medio de ese silencio sepulcral, le hizo girar intrigado hacia su interlocutor.

 

- Habla claro, zorro – siseo a modo de amenaza.

 

- Solo pregunto si es él – no le miraba directamente a los ojos, y con certeza no podia indicar hacia donde miraba, pues la oscuridad no ayudaba en mucho.

 

- ¿A quién te refieres ?

 

- Tu novio. ¿Es el mismo chico que te acompañaba aquella vez?

 

- Eso no te incumbe.

 

- Entonces sí lo es – afirmó con presteza. Si hubiera habido luz, Hanamichi hubiera visto su sonrisa zorruna por haber dado con la respuesta de modo tan astuto.

 

- ¿Te crees Sherlock Holmes, zorro idiota? – gruño desafiándolo. Un sólo paso al frente, hacia Rukawa, fue su pretención de enfrentamiento.

 

- Do’aho – dio media vuelta, dirigiéndose hacia los interruptores.

 

Las luces parpadearon, hasta iluminarlo todo. Hanamichi parpadeo algunas veces para acostumbrar sus ojos.

 

La “aquella vez” a la que se referia Rukawa, fue aquella ocasión en la que estando con Taiyo sentados en la playa durante su estadía en la clínica y cuando recién se estaban conociendo, Rukawa pasó por allí trotando a como le era habitual desde la vez en que le mostró la camiseta de la selección nacional para burlase de él.

El zorro apareció trotando desde el norte, parando frente a ellos para mirarlos de hito a hito, y sin decir ni “chu” ni “mu”, se marchó trotando, pero retornando por donde había llegado.


Desde ese día nunca más le volvio a ver trotando por la playa.


Sacudió la cabeza para parar los recuerdos, concentrándose mejor en interpelar al pelinegro, que ordenaba los balones en la cesta.


- Te castigaron – no fue una pregunta.

 

- ...

 

- El que calla, otorga.

 

- No te creo...

 

- ¿Disculpa?

 

- Dije que no te creo – el casi grito dejó en stand by al pelirrojo producto de la impresión de ver desencajado y fuera de si al pelinegro.

 

- ¿Qué maldita cosa no crees? – arremetió a los segundos de reponerse.

 

- No creo que él sea tu novio. Menos creo que lo tengas. No pudiste convertirte en homosexual de la noche a la mañana.

 

- Fue en cuatro meses – ratificó con burla y con un control de si mismo que dejó al zorro en blanco.

 

Hanamichi recogió un balón del suelo con una sola mano y con un ligero movimiento de muñeca lo encestó en la canasta donde Rukawa segundos antes los guardaba.

 

- ¿Y tu amor por la hermana del capitán?

 

- Mero capricho – alzo y bajo los hombros con despreocupación.

 

- ¿Y las cincuenta mujeres que te rechazaron antes?

 

- Nadie nace sabiendo que es gay, ni en la escuela me lo enseñaron... Y a ti qué diablos te pasa que estás tan preguntón.

 

Un balón cayendo con más energía que los otros, fue el preludio antes de la tormenta.

 

- ¡Que simplemente no me creo tu cuento de “tener novio”! – sentencio con seriedad.

 

- Tan díficil es de creer, Rukawa – una tercera voz retumbo en el lugar.

 

Hacia ellos avanzaba un chico de aspecto maduro, pero despreocupado al tener las manos en los bolsillos de sus jeans; tan alto como Hana, revuelto cabello y ojos negros; sonrisa encantadora que formaba dos hoyuelos en sus mejillas, dándole un aspecto de lindo travieso.

 

- Buenas noches, Hana – le dio un tierno beso en los labios al tener al pelirrojo a su alcance.

 

- Taiyo... – musito ante la sorpresiva aparición de su novio.

 

- Como no te hallé en la puerta, entré a buscarte – su mano le rodeó por la cintura - Menos mal tengo buenas corazonadas... supuse que estarías aquí.

 

- Lo siento... – el pelirrojo apegó su cuerpo al del pelinegro - ... me dieron ganas de venir aquí. Ya sabes, la nostalgia.

 

- ¿Por el gimnasio, espero? – sus ojos se encontraron con los de Rukawa al decir esta frase.

 

- Obviamente. Nunca sentiría nostalgia por Rukawa, si es lo que pensaste – rió sonoramente, ratificando su posición antizorro ante los celos evidentes en Taiyo.

 

- ¿Nos vamos? Tengo hambre.

 

- Claro, déjame ir por mi bolso. Lo deje en los lockers de la entrada – y dándole un beso simple se retiro corriendo del lugar.

 

Ambos pelinegros le vieron desaparecer plantados en su lugar; pasado algunos segundos de silencio e inamovilidad, Rukawa comenzó a empujar el carrito de los balones hacia la bodega.


(O.ó: Como dice mi estimadisima Beta Uno: FIGHT! FIGHT! FIGHT!)

 

- Detestas que te haya ganado, ¿no es cierto, Rukawa?

 

El pelinegro en cuestión siguió en lo suyo, haciendo caso omiso al comentario hostil.

 

- Por ahí dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde – continuo con su perorata mientras a lentos pasos iba hacia la salida – y creo que en este instante debo ser el humano más odiado por ti sobre la faz de la Tierra.

 

- ¿Qué comes que adivinas? – le gruño Rukawa con sárcasmo, después de haber parado en seco su trabajo.

 

- A un lindo pelirrojo – y para ponerle la guinda a su sonrisa ganadora le guiño un ojo con picardia.

 

Cinco segundos después un balón se estrelló contra la puerta de metal por donde Taiyo había desaparecido.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

 

Día Cuatro

Hoy la tormenta ya estaba más sosegada. Solo algunos le miraban como bicho raro y nadie del equipo habia asomado nariz para preguntarle sobre su relación. Sin embargo, igualmente se fue a esconder la mayoria de la jornada en la terraza.

Hasta allá llego su Gundam para hacerle compañia, pasado el primer receso. Por lo que conversaron, jugaron, almorzaron y se burlaron de él cuando Taiyo le llamó. Así estuvieron todo el tiempo hasta que fue hora de irse, ni preocupados siquiera de haberse saltado prácticamente todo un día de clases.

La escuela ya estaba despejada cuando ellos iban saliendo, pero Sakuragi paró de improviso al ver quien se acercaba hacia ellos. Alguien que solo podría pisar Shohoku por dos muy buenas razones, desafiar al equipo a un partido o desafiar al zorro a un Uno a Uno.

- Hola Sakuragi

 

- Hola, puercoespin... ¿A qué se debe tu visita? Vienes de espia – ambos se saludaron de apretón de manos cuando estuvieron lo suficientemente cerca. La Gundam esperó a la retaguardia de su jefe.

 

- Jajajaja. Claro que no, Sakuragi... oye... ¿Cómo va tu lesión?

 

- Avanzando. Pero no volveré a la duela hasta dentro de dos meses.

 

- Que lastima. Te extrañaremos.

 

- Lo sé... Sin este genio, los partidos ya no son lo mismo –y carcajeo por todo lo alto, siendo secundado por Sendoh.

 

- Supe que tu regreso fue con escándalo – comentó después, refiriendose evidentemente a la pesadilla del pelirrojo desde su retorno a Shohoku.

 

- Los rumores corren muy rápido en este estado – aludió con sarcasmo, arrugando el cejo inmediatamente. Una cosa era ser la comidilla del Instituto, pero de las otras preparatorias ya era mucho.

 

- Todo Kanagawa lo sabe – "¡Me cago en la que...!" Todo el estado hablaba de él - Incluso me llamó Maki para saber si era verdad.

 

- Maldito viejo cotilla, que vea programas de farándula si quiere chisme. Que no me ocupe a mi como alimento para sus cotilleos.

 

- Siempre hay ociosos – trato de calmarle el animo concediéndole la razón.

 

- Para eso se puede urguetear la nariz, nada más divertido que dar con un moco rebelde.

Takamiya casi muere de asfixia, por atragantarse con un pedazo de su sandiwch al reir a carcajada limpia por la broma del pelirrojo.

 

- Lo siento, gordo, lo siento. No quería matarte con mi buen humor – le decía mientras conteniedo la risa le daba de golpes en la espalda para ayudarle a respirar. Noma, Okus y Yohei se contenían el estómago tratando de controlar el ataque de risa, y Sendoh miraba divertido la escena que representaban el pelirrojo y un gordo entre medio pálido y medio morado.

 

- Bien, Sakuragi, te dejo. Ya voy atrasado a mi cita.

 

- ¿Cita? Tienes novia aquí en Shohoku.

 

- Jajajajaja... No. Debo verme con Kaede.

 

- ¿Para jugar un uno a uno? – era obvio que la opción dos de por qué el puercoespin pisaría Shohoku sería la ganadora por sobre un reto al equipo completo. Pero más importante aun... ¿desde cuándo le llama “Kaede”?

 

- Sí, será un uno a uno... pero, no en la duela – soltó ufanamente con una amplia sonrisa; que Hanamichi se negó a analizar ante la macabra posibilidad de que fuera de lujuría; mientras le despedía de apretón de manos.

 

- No me digas que tú y ... – se atrevió a preguntar Yohei, llevado por la curiosidad natural que lo caracterizaba.

 

- Sí, Kaede y yo somos novios.

 

- ¡¡¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?!!

 

 

Notas finales:

Espero verlos en el siguiente.

Nací para amarte está en construcción. 

Cariños, Andre. 


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