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¡Sorpresa! por Mothiita

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Notas del capitulo:

Hetalia Axis Power no me pertenece, es creación de Hidekazu Himaruya – sama (sensei, ¡¡¡eres lo mejor!!!, gracias por darme ésta inspiración diaria que me permitirá seguir viviendo)

Capítulo II

 

Una vez aclarada la situación con Veneciano, Hungría con gran agilidad se dispuso a subir las escaleras sin que nadie lo notara - (Será mejor que me apresure, no me gustaría perderme algo interesante)

 

Una vez dentro de la habitación del mayor de los gemelos, España se dispuso a recostar a Lovino sobre la cama, para así dejarlo reposar un momento - Ojala pudieras verte así siempre - casi en un susurro continuado por un suspiro por parte de Antonio

 

-¿Cómo así? - Preguntaba un ya despierto Lovino que trataba de incorporarse al monólogo empezado por España - acaso tienes algún problema con mi yo de siempre

 

-No,nobuenoloquesucedeesquebuenoyo… - las palabras de España salían una tras otra sin dar una explicación alguna por lo que empezaba a irritar a su “compañero de cama”

 

-Ya basta, eres un idiota, ni siquiera hablando puedes hacerlo bien - ya muy enfadado mencionaba Romano, la manera en la que España se comportaba con él sin duda sacaría de quicio a cualquiera

 

-Lo que yo quería decir - una vez ya más calmado Antonio se dispuso a hablar - es que cuando estás dormido es mucho más fácil observarte, eres muy lindo cuando estás calmado

 

Con un gran rubor cubriendo su rostro, casi compitiendo con esa fruta que tanto le gustaba - ¿cómo te atreves a decir algo como eso?, yo siempre estoy calmado, sólo que tu agotas mi paciencia… - demorándose un poco en contestar ya no sabiendo que más decir - además no tienes derecho a mirarme de esa manera, suficiente tengo cuidándome del pervertido de Francia…

 

-¿Cuidándote?, soy yo quien te cuida de Francia por si no te has dado cuenta, cada vez que te he “salvado” mientras tu gritas para que te proteja - dicho esto con un tono de voz más serio y autoritario, mostrando por primera vez ese grado de madurez frente al italiano - y por cierto no quiero que me compares con él, yo no soy ningún pervertido.

 

- España yo, bueno, podrías calmarte un poco.

 

-No, no puedo - diciendo esto Antonio no aguantó más al ver a Italia con esa expresión de confusión en su rostro, por lo que con cada segundo que pasaba se acercaba más y más hacia Romano quedando así ambos muy juntos - siempre soy yo el que tiene que calmarse y callarse para que tu ego no quede mal, siempre soy yo el que debe estar observándote y cuidándote, esperando que aunque sea una vez me des las gracias en lugar de un desprecio, pero creo que esperar ya no es algo que pueda hacer, mi paciencia se acabó - enunciando lo último España se levantó de la cama y dando media vuelta dejando ahora sólo su espalda a un muy dolido Romano se dispuso a caminar para así salir de la habitación del Italiano.

 

-(No, yo no quiero que esto pase, ¿pero qué hago?, no puedo) no puedo permitirlo no quiero - las palabras de Lovino llenaron el vacío y el silencio de la habitación - ¡No!, ¡no quiero! ¡¡No quiero!! - Ya alterado por comprender la situación, sabiendo que perdería a su protector, Lovino salió de la cama para alcanzar al español que se había dado vuelta sorprendido por las palabras que decía Italia del Sur, más su asombro fue mayor al sentir que un par de labios se posaban contra los suyos, presionando con fuerza, no queriendo separarse, hasta que de pronto la fuerza se desvaneció dejándolo perplejo, sin reaccionar ante tal demanda del menor - Gracias - con la cabeza agachada y casi en un susurro Italia mencionó la tan esperada palabra para el español, permitiendo que saliera de ésta forma de su asombro, haciendo que así la mano de España tomara la barbilla del italiano para levantar su cabeza, obligando a Lovino a cruzar la mirada con él, al mismo tiempo que quedaba embelezado ante tal mirada por parte del joven italiano, una llena de confusión, aunque aún mostrando ese toque de altanería que hacía que a momentos tratara de desviarla, para así no hacer notar el tono carmesí que ahora cubría todo su rostro.

 

En el pasillo del segundo piso, desde un pequeño espacio que dejaba la puerta semiabierta, la imagen de los chicos juntos el uno con el otro, fundiendo sus miradas era observada por una chica que no daba más de la emoción, a punto de gritar, sin perderse ningún detalle ante esa situación, si bien muchas veces había observado situaciones similares en el hogar del señor Austria, como cuando Francia se infiltraba para hacer de las suyas con el dueño de casa, más tanto nunca había apreciado una escena como esa, llena de la ternura y amor que emanaban ambos cuerpos, volviendo el ambiente algo embriagante, tal cual lo había visto en uno de sus tantos mangas.

 

(Creo que es mejor que me retire, esto está demasiado tenso, no quiero ni pensar lo que sucederá si los llego a interrumpir jiji o si me llegan a ver…) mientras se retiraba de la habitación un emocionado Veneciano buscaba por toda la casa a un desaparecido Romano

 

-¡Nii-chan!, ¡¡Nii-chan~!! ¿Dónde estás?, vamos a jugar - en esto Italia se topa con Hungría la cual bajaba la escalera con gran parsimonia, al tiempo que una sonrisa algo cómplice se depositaba en sus labios - Nee-chan, ¿has visto a Romano? - Al observar al interrogante Ita-chan frente a ella, no supo responder ante la pregunta de éste, por lo que sólo atinó a responder con otra pregunta.

 

-Ita-chan, ¿para qué lo buscas? - Tratando de que Italia se olvidara de lo que había preguntado

 

-Bueno, es que estamos jugando a las escondidas, y a Romano le gusta mucho jugar…

 

(Vaya que si le gusta jugar) pensaba la perversa mente de Hungría

 

-…así que lo estaba buscando… ¡Nee-chan!, ¿me estás escuchando?

 

-Este… Ita-chan, ¿que te parece si vamos a jugar?, no creo que a Romano lo encuentres pronto, creo que todavía sigue dormido en su habitación, es mejor que vayamos a jugar con los demás… por cierto, ¿dónde están?

 

-Nee-chan, es que ya están todos escondidos, y a mi me toca buscar a Romano para que el cuente…

 

-¿Y qué te parece si yo cuento?, ¿está bien eso?

 

Ya llegado a un acuerdo entre Italia y Hungría, en los demás cuartos todos se encontraban en absoluto silencio para evitar que los encontraran, todos a excepción de Alfred y Arthur.

 

-¿Por qué tenías que seguirme?, sal de aquí, nos van a encontrar y yo no quiero perder, menos por tu culpa, y ya deja de comer hamburguesas aquí dentro, cuidado con la bebida, me ensucias… ¡¡mira lo que hiciste!! - Señalando Arthur su chaleco húmedo por la gaseosa de cola que le habían tirado encima.

 

-Discúlpate por haber tirado mi bebida, este es mí escondite, y yo puedo hacer aquí lo que se me de la gana, además que a quién más que a ti se le ocurre esconderse en un armario, es demasiado pequeño para los dos

 

-Para que te enteres seguir a alguien y luego entrar primero al lugar que ésta persona abre no significa que el escondite sea tuyo - Algo molesto ya Arthur empieza a retirarse su chaleco mientras en el intento de hacerlo en un espacio tan reducido no logra otra cosa que golpear a Alfred mientras lo hace. Una vez ya fuera el chaleco, Alfred nota como la camisa del inglés se encuentra empapada y fría debido al roce producido entre ellos, por lo que un leve sonrojo se elevo por sus mejillas debido a lo apegada que se encontraba la prenda sobre el pecho del mayor - Ya sal de aquí que si tu no sales yo tampoco puedo, y necesito ir a cambiarme - en un abrir y cerrar de ojos la fantasía de Alfred por quedarse un momento más ahí con su más querida persona se desvaneció, por lo que por una vez hizo la excepción y acató las ordenes del inglés viendo como éste tiritaba por el frío que sentía

 

-Está bien (Como me gustaría que temblaras así por mi)

 

-Lovino… - las palabras buscaban forma de dispersarse por la habitación, pero no hubo manera, el silencio se apoderaba de todo el lugar, las respiraciones apenas audibles se fundían la una con la otra iniciando una bella melodía al ritmo de sus corazones sincronizados en aquel momento

 

-Mejor calla - mencionando éstas palabras en un tono un tanto autoritario pero dulce, Lovino tomó la iniciativa, ligeramente entrelazando sus dedos con los de la mano del mayor, girando sobre si mismo, invitando a que lo siguiera.

 

-Tu siempre tan dominante ¿no? - Con un tono de risa en su voz, aunque condimentando éstas palabras con un leve toque de lujuria Antonio buscaba provocar esa parte tímida del italiano, que sencillamente era adorable.

 

Con aquel tono carmesí cubriéndole hasta las orejas, el italiano sólo se dio vuelta -Te dije que mejor te callaras - algo ya más enfadado y apenado, besó al español porque en serio que sus palabras y comentarios podían hacerlo salir de quicio, más cuando se encontraban en una situación como aquella.

 

El beso por parte del italiano, tal vez en un comienzo había sido una buena medida para mantener callado al español, aunque sólo por un rato, esto hasta que el de ojos verdes empezó un puchero en señal de que algo le molestaba

 

-Pero… ¿qué te sucede? - Un poco sacado de onda por el gimoteo del ojiverde preguntaba Lovino

 

-Es que sólo tu me puedes besar y yo también quiero besarte, no es justo que sólo tu puedas - en esto una pausa lo interrumpió de repente tras el golpe que Lovino le había dado dirigiéndole al mismo una mirada algo psicópata bueno, - es que yo bueno, quiero decir que… ¿puedo besarte?

Notas finales: Fin del segundo capítulo!!! Es más corto de lo que esperé, aunque ya comencé con el siguiente… si quieren que lo suba, dejen sus reviews, den sus opiniones… Gracias por darse el tiempo de leer las estupideces de ésta mente corrompida.

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