Hiruma empezó a sospechar. Al principio se despertaba completamente descansado y con la sensación de haber tenido un sueño que no podía recordar. Luego vino la impresión de que las cosas cambiaban de sitio, como si alguien hubiese entrado en el club antes de que él despertara. Y al final, la certeza de que no eran paranoias suyas cuando se levantó un día sin los zapatos puestos. Cabreado, instaló una cámara apuntando hacia el sofá y, aunque la idea de dejar que un desconocido le viese dormir le daba repelús, cayó dormido casi al instante.
Al día siguiente, Hiruma, inquieto, ni siquiera se presentó a su primera clase (dudaba que su amargado profesor de matemáticas se atreviese a ponerle falta, sino, siempre podía sacar a la luz lo de sus quedadas con la profesora de gimnasia, con fotos incluidas de los dos solitos en el almacén. KE KE KE). Al principio se sorprendió al descubrir a Sena entrando en el club, pero quedó completamente estupefacto cuando le vio acercarse a él tranquilamente y acariciarle la cara mientras le susurraba quién-sabe-qué. Aún pasmado, Hiruma subió el volumen.
- -y después Mamorinee-chan me preguntó qué me había pasado y yo le dije que se me había olvidado y ya está y entonces ella…-
Hiruma gruñó. Al parecer Sena lo había escogido como confidente mientras aprovechaba para sobarle como a un chucho sarnoso. <>
………………………………………………………………………………………..
A la hora de comer, Sena entró en el club y saludó a Hiruma con una sonrisa. Pero él sólo le miró, sin decir nada, y Sena empezó a inquietarse. Ahora su extraño comportamiento, esas confianzas, las sonrisas y las miradas, empezaba a tener sentido. Pero ahora todo eso iba a acabar. Colocó el portátil sobre la mesa y puso el video. Sena palideció y luego enrojeció.
- ¿Quién te crees qué eres – gruñó Hiruma, enojado – para tomarte esas confianzas?
Sena se sintió como si le hubiesen abofeteado. Había esperado amenazas, disparos o gritos, pero Hiruma estaba demasiado serio. Todo ese tiempo había abrigado la absurda esperanza de que, en el fondo, hubiese un Hiruma dulce y bueno que sólo él podía ver mientras dormía. Pero frente a él sólo había un desconocido que lo miraba con odio. Hubiese preferido una ráfaga de disparos.
Con los ojos llenos de lágrimas, Sena se marchó corriendo y ese día no fue al entrenamiento. Ni al otro. Ni al siguiente. Preocupado y, aunque él nunca lo reconocería, algo arrepentido, intentó hablar con él, pero Sena siempre huía al verle, y ni siquiera Cerberos podía atraparlo. Empezó a sentirse mal de veras, después de todo, Sena no había hecho nada malo (sólo herir su orgullo), y él empezaba a echarle de menos; ahora ya nadie le saludaba con una sonrisa, ya no había nadie que pareciese que se alegraba al verle. Ya nadie se atrevía a hablarle. Ya no le descubría mirándole a escondidas, y por las mañanas se encontraba más cansado y dolorido que nunca. Decepcionado.
Irritado, se quedó a practicar tiros después del entrenamiento hasta que, agotado, se dejó caer en el sofá sin desvestirse.
Se revolvió inquieto en sueños al notar una sensación extraña en la mejilla. Algo molesto y húmedo. Pero pronto la sensación desapareció, reemplazada por una mano suave que el acarició la mejilla hasta que se volvió a relajar. Quiso despertarse pero estaba demasiado cansado y los párpados le pesaban. Entonces oyó un sollozo y algo volvió a mojarle la cara. Molesto, se limpió torpemente y parpadeó en la oscuridad, intentando aclarar su mente.
- Sena…- gruñó con voz cansada. El running back dejó de sollozar y forcejeó para salir, pero Hiruma lo agarró con fuerza por la cintura y lo mantuvo donde estaba.
- No puedes seguir evitándome toda la vida.- Sena dejó de forcejear y los dos se quedaron en silencio.- Siento haber sido tan borde, – suspiró él- pero no me gusta que me vean dormir. Vuelve a los entrenamientos. - y luego, con esfuerzo, añadió- Por favor.- Sena se mantuvo en silencio un largo rato pero Hiruma, cansado, no dijo nada más.
- ¿No…No viste el final?- preguntó, vacilante. Hiruma levantó la cabeza y lo miró con curiosidad.
- No, sólo vi el principio.- Sena se sonrojó y agradeció que estuviesen a oscuras.
- Volveré a los entrenamientos pero… tienes que eliminar el video- Hiruma frunció el ceño.
- Vale- contestó de inmediato.
- Bueno, prefiero eliminarlo yo- agregó Sena, desconfiado. Hiruma gruñó y lo acorraló contra el respaldo.
- ¿Qué ocurrió?- le susurró. Sena se sonrojó y forcejeó e intentó escabullirse, pero Hiruma lo agarró con fuerza, casi abrazándolo, y él empujó a su capitán con todas sus fuerzas, enviando a los dos al suelo. Hiruma rodó rápidamente hasta quedar sobre él, sus rostros a escasos centímetros. Mirándose fijamente.
Sena se sonrojó y desvió la vista. Hiruma se inclinó un poco, lentamente, hasta que sus labios se rozaron. Primero lo besó suavemente, con ternura, no del todo seguro de cómo iba a reaccionar (siempre podía hacerle chantaje con lo que sea que hubiese en el video para que no se lo contase a nadie), y luego se volvió más insistente y lo estrechó con fuerza entre sus brazos mientras su running back enroscaba los suyos en su cuello hasta que la falta de aire los obligó a separarse.
Durante unos minutos eternos reinó un incómodo silencio.
- ¿Por qué?- preguntó Sena. Hiruma se encogió de hombros, no tenía respuesta para esa pregunta, también a él le había pillado por sorpresa.
- Éste es el trato: yo te dejo seguir viniendo aquí a aprovecharte de mi mientras duermo, – Sena se sonrojó y intentó quejarse, pero Hiruma sonrió y lo silenció poniendo un dedo en sus labios- y tú dejas de faltar a los entrenamientos.
- ¿Y el video?- Hiruma se rió.
- Tengo una idea más o menos clara de lo que hay. Pero aún así no pienso eliminarlo- Sena se sonrojó (otra vez)- Entonces, ¿trato hecho?
Sena sonrió y le dio un casto beso en los labios.
- Eso no es un beso- se quejó Hiruma. Y dedicó el resto de la noche a enseñarle a besar apropiadamente.