Sara Natzumen se retorcía de la risa. Después de varias llamadas de la chica, Youji aceptó su derrota y contestó, declarándose culpable del engaño y enredado en su propia mentira.
-Deja de reirte, tu tienes la culpa por hacerme ver detalles sin importancia
-Tan sin importancia que han significado tanto en tan solo un mes. Lo dije, no lo co-no-ces.
- Si ya. Pero ahora por tu culpa quiero conocerlo de verad.
-Te enamoraste a primera vista, y lo conocías desde hace ya bastante; es cómico, justo lo que deseaba.
.¿Disculpa?
-Desde que te ví, supe que podía jugar contigo; quería que te volvieras loco, por alguien más o por mi, pero que estuvieras totalmente desesperado.
-Felicidades, lo lograste y con adornos. Ahora me vas a ayudar a llegar a él
-¿Es orden?
-Tomalo como una sugerencia comprometida.
-Bien, dicelo.
-¿Què?
-Así nada más, sólo di-ce-lo. Sin miedo, sin dolor, y ve que pasa.
- Me va a odiar, seguro me mata.
-Esta bien, esta bien.-Sara dudó un momento mientras se mordía el labio inferior.- Puedes mandarle cartas. O... ¡ya se!
Esto es lo que haremos...
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De nuevo estaba parada enfrente del local, pero ni siquiera intntaría abordarla, saldría corriendo. Usando de toda su capacidad, se concentró en el trabajo y se olvidó por completo de ella, o en lo que pudo. Eran como eso de las siete de la noche, las pubertas se habían ido hacia una hora; lo habían vuelto loco, como de costumbre, sin embargo, le comentaron que era lindo, sobre todo cuando no se enfadaba. Con mucha práctica estaba logrando la calma entre la tempestad de chismorreo y juegos.Inclusive, ya había dejado que Youji se saliera con la suya varias veces, de hecho, ese día se ausentó por completo. Cuando Aya observó fuera del local, observó con sorpresa a la adolescente, abrazándo un libro y con la cara roja, justo enfrente de la puerta.
- Yo veo- se adelantó Ken al verla.-¿Qué se te ofrece?
Balbucéo un poco antes de continuar: qui-e-ero un ramo de rosas rojas por favor.
-¿Una docena?
-Si
-Permiteme
Mientras Ken hacía el arreglo, Aya se había quedado helado, en cunclillas, mirando a la chica, esta, le correspondió. Su cara se pusó aún más roja y volteó de jalón al frente. Ken regresó y le ofreció el ramo. La chica lo sujetó e intentando pagar, se le resvaló el libro, el ramo y el monedero. Aya salió corriendo, recogió el ramo y lo colocó frente a su cara. La chica lo miró con susto, extendió el dinero a la otra palma del pelirrojo y, una vez pagadas, las arrebató del que las cuidaba y salió corriendo arrastrando sus cosas.
-¿Porque le asustas tanto?
-No lo se. Pero espero y sea la única que se asuste conmigo.
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Era la una de la mañana, Youji se escabuía por el pasillo hasta la puerta del pelirrojo.
"- Pues no le temas a la perilla, sólo abre.
-Y si se despierta que le digo.
- Le callas la boca y te lo llevas" Recordaba la platica con aquella chica.
-Va a oponer resistencia.- murmuró antes de entrar al cuarto.
Aya dormía profundamente sobre uno de sus costados, Youji pensó que era lindo; en la mesa de noche se encontraba el libro que acababa de comprar esa semana. Youji se reclinó para verlo más de cerca, respiraba profundamente, su aliento era cálido y fresco, se estaba enamorando más a cada minuto. Sin notarlo, Youji comenzó a acercarse poco a poco al rostro de este y lo besó tiernamente en los labios.
Aya precionó los parpados obligándose a despertar. Lo primero que observó fue el rostro de Youji. Estuvo a punto de preguntar que pasaba, cuando este le tapó la cara con una funda y lo cargaba escaleras abajo.
Youji colocó a un Aya amarrado en la parte tracera de su convertible y manejó hasta un pequeño motel cerca de ahí. Bajó al chico y se encerró con él y Sara en uno de los dormitorios. Estaban desatandolo cuando safó uno de sus brazos y lanzó un golpe al estomago de la chica.
-¡Que fuerza!- gritó al recuperarse.
-¿Qué sucede contigo?¿Porque me amordazaste?
-Tranquilo. Te voy a explicar pero calmate
-¿Cómo quieres que me calme si me atacas a la mitad de mi sueño?
-Esque tengo algo que decirte y necesito que escuches todo.
-Pues sólo deviste pedir un poco de mi tiempo.
-No vas a aceptar en cuanto lo sepas.
-¿Qué cosa Youji?- Recordándo la necesidad de ser más amable, Aya recuperó la calma.
-Aya, me gustas.
Aya entreabrió la boca mirándolo, no se lo creía e incluso...
-¿Te burlas de mi?
-No, por supuesto que no; escucha todo esto es una locura y si no fuera por ella jamás me hubiera percatado pero... ¿Qué haces?
-¿Cómo que que hago? Me voy, no tengo tiempo para estas tonterías.
-Aya no vas a poder salir de aquí hasta que me escuches.
-¿Qué debo escuchar?
Youji le explicó como había iniciado el interes en él, las acciones de la chica, las de él mismo y su última decisión: salir con él por lo menos en una cita. La respuesta de Aya fue: No.
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