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Inesperado por MadLilum

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Notas del capitulo: Las cosas se ponen algo difíciles por miles de razones...
Cita
El reloj marcó las ocho, sus ojos violeta se posaron sobre este antes de volverse a tapar por completo, no quería despertar. Había pasado una semana desde su primer beso con Youji, aún no creía que lo hubiera aceptado y menos una cita, pero los días pasaron y se vio obligado a llegar al tan esperado día. No sabía como actuar, y se rehusaba a mostrar interés; pero era tanta su duda que simplemente no sabía que hacer y había optado simplemente por no despertar.
Alguien tocó la puerta, se dio media vuelta, no abriría, ese día él no existía. Tocaron con insistencia dos, tres, cuatro y cinco veces; luego se escuchó la lucha con la manija –¿los estaría preocupando?¿Entraría? No tenía ganas de ver a nadie y el seguro no estaba puesto-. Al parecer quien lo buscaba cambió de opinión pues simplemente se oyeron pasos alejándose.
En el primer piso Omi revisaba la información recabada en el último mes; al fin tenían con que trabajar en serio, el trabajo empezaba a tomar forma y, lo mejor de todo, tenían nombres; primero de varios clientes de los más frecuentes, pero luego de una movida ingeniosa de Aya, el nombre de dos contactos: Michael Kennedy y Amateur Marvolo (el tal señor M.). Ambos vivían en un condominio lejos del barullo de la ciudad. Sin embargo, la investigación aún no había terminado; faltaban los demás miembros y sobretodo, la cabeza de la mafia; por el momento solo podían aspirar a tener contacto con ellos y volverse en una especie de amigos o socios.
Youji alboroto el cabello del chico mientras sobía un poco del chocolate caliente.
-¿Qué le sucede a Aya?- preguntó inocente mientras tecleaba un poco y salía del MSDOS
-No lo se. No abre la puerta y... simplemente no me atreví a abrirla, podría enfadarse...
-Y arrancarte la cabeza de un tajo.-rió burlonamente mientras el otro hacía caras de resignación, él creía saber que le pasaba al pelirrojo.-Fuera de broma, espero que no este enfermo y que sea lo que sea que le pase no le afecté todo el día o podríamos preocuparnos.
-Podríamos...- fue lo último que dijo antes de caminar hasta el almacén.
Aya había estado distante toda la semana, no solo de él, sino de todo el equipo y totalmente abstraído en sus pensamientos, simplemente no estaba en el mundo. Parecía distraído, ansioso, pero sobretodo preocupado; Youji comenzaba a culparse por como lo había dejado, de echo para el Aya estaba deprimido pues se había dejado enredar en los encantos de este, y ahora no sabía que hacer con su orgullo destrozado; bueno, eso creía él. “Realmente espero que no te pase lo que creo” pensó mientras se sentaba entre dos macetas.
“Y ahora ¿qué hago? Tenía muchos planes para hoy, esperaba sacarlo de aquí después de desayunar y mostrarle que esto va muy en serio, pero... y llevarlo a aquel restaurante, a comer...O solo un helado... ¡Lo único que quiero ahora es que salga de ese maldito cuarto!” Se rascó con furia la cabeza. “Toda la semana; de hecho, desde que nos separamos ese sábado; que gracioso, él me compró para ganar su confianza”. Rió entre dientes. “Me compró. Cuando creo que ya soy suyo, siempre lo he sido.”
-Tal vez...- repitió esas palabras con algo de dolor, recordando su expresión de duda; ojala jamás le hubiera declarado nada. Pero entonces, el deprimido y loco sería él; a lo mejor si hubiera sido mejor, sin embargo, lo hacho ya estaba y solo se podía esperar a que terminarán de suceder las reacciones.
“¿Pero que hago?” Se reclamó con enojo mientras agitaba la cabeza. “Debo pensar más positivo, dijo talvez, eso es algo, y el día apenas comienza; a lo mejor tuvo tanta ansiedad anoche por la cita de hoy que simplemente no pudo dormir. Si, eso debe ser, debo esperar a que descanse bien, la noche es joven, y tengo todavía la tarde... Aya, ¿Cómo es que me metí en este problema?” Suspiró antes de que una vibración en su vientre lo hiciera saltar; sin mirar el remitente, abrió de golpe su celular y contestó.
-Mochi, mochi.
-¡Hola Youji!
-Ah, eres tú
-Uy. Lo bueno es que soy tu amiga.
-No fastidies.
-Esta bien, ¿Qué te pasa? Deberías estar contento, ¿Qué no es hoy tu gran cita?
-Si, así es, pero mi amor no parece estar muy bien que digamos.
-Uy, que feo. Bueno, te hablaba para decirte que hice tu reservación para el Solar Palace a las once pm, es para dos personas y esta a tu nombre, espero lo disfrutes y no te preocupes, está todo pagado. Un regalo por mi mala broma, un juego casi perfecto.
-¿Qué? ¿Cómo que una reservación?¿A qué te refieres y qué quieres decir con un juego “casi” perfecto?
Sara sólo rió y colgó.
-Clásico, me mete en problemas, me regala cosas, se rie y sigue con el jueguito.
-¿Con quién hablas?- Youji resbaló al suelo cuando Ken entró.
-Con una amiga.
-Ahora les dices así
-¿Qué? No, en verdad, es sólo una amiga.- se levantó y sacudió el polvo antes de continuar.- Me presentó a una amiga y me sacó una cita, al parecer también una reservación, ya me metió en demasiados compromisos para el día de hoy.
-Ah...¿Quieres desayunar algo?
-No, ya desayune.
-Si, una taza de café cargado es una gran manera de empezar el día.
-No tengo hambre.
Ken dió media vuelta y pretendió irse, sin embargo...
-¿Estás preocupado por Aya?
-¿Eh?
-Omi dice que te comportaste algo extraño cuando te preguntó por él. Y yo te vi ante su puerta como indeciso.
-Para serte sincero, si, algo... Es muy callado y frío y todo eso, pero...
-Esta semana a estado peor.
-Cómo si algo le preocupara.- esto lo repitieron al unísono.
-Bueno, supongo que Aya es fuerte y sabrá salir de esto por su cuenta.- comentó Ken antes de entrar.
-Supongo... Bueno, será mejor que vaya preparándome para mi cita.
Youji estiró los brazos antes de correr hasta su convertible.
La mañana pasó sin contratiempos. Youji recorrió más de media ciudad buscando los mejores chocolates, un buen vino o champagne y el mejor regalo para su cita. Los chocolates fue cosa más o menos sencilla, después de todo, era lo que más regalaba a sus anteriores citas, claro que buscó algo aún más fino, al final gasto en una caja con chocolates rellenos de licor. El vino fue lo más fácil pero el regalo... Simplemente no supo que hacer, recorrió miles de estantes, observó joyerías y le pareció que sería un insulto; revisó ropa y pensó que creería que sólo lo buscaba por sexo; al final, llegó a una librería, revisó algunos libros y lo encontró, bueno, eso creyó el, un libro que al parecer era del estilo de los que él gustaba, lo compró lo envolvió y lo escondió en su auto.
Pronto regresaba a la casa de los konekos. Entró y encontró al pequeño tecleando aún en el teclado.
-¿No has terminado de archivar?
-Si. Pero estaba buscando algunas cosas, trató de quedar en una cita.
-Suerte y descansa un poco.
-Oye, ¿Puedes ver a Aya?
-No ha bajado aún
-No, yo también subí a verlo, pero no me dijo nada ni abrió la puerta.
-¿Ken ya lo intentó?
-Sip. Pasó lo mismo.¿Crees que este enfermo?
-Creo más bien que algo le preocupa.
-¿Pero que?
No pudo contestar, le parecía más que claro que era, pero decirlo, posiblemente enfadaría más al pelirrojo o lo que sea que le estuviera pasando. Salió meditabundo a fumar un cigarrillo, pensó en que Aya estaría más relajado si fumara más, poro eso no iba bien con él; rió entre dientes. Enfrente del local estaba una chica de cabello negro cortado en capas; en su pecho abrazaba una caja enorme y miraba con sus ojos verdes el local, como si estuviera encantada por el. Youji le dirigió una sonrisa, era la chica que se asustaba con Aya, estaba seguro; la chica abrió los ojos perpleja ante el saludo, pero esta vez, no se movió. Youji caminó en calma hacía ella y cuando la tuvo enfrente, le estrechó la mano, la chica no contestó al saludo, miró sus manos con miedo.
-No muerdo.
-A-a-aya- la chica lo miró a los ojos, le estiró la caja que sostuvo este y salió disparada lejos de él.
Youji la miró desaparecer en la esquina, luego examinó la caja: estaba forrada con papel azul rey y un moño blanco, no tenía notas ni nada. Regresó a la casa y colocó la caja detrás de una de las macetas. No sabía que rayos había pasado, ni que le había pasado a la chica, ni de quien era la caja o que había querido decir con ese ¿Aya o haya o aya o allá? En realidad no le importaba, quería ver a Aya y salir con él de una vez. Lo esperaría en la sala, vería películas o programas hasta que lo viera, no sabía hasta que hora sería eso.
Mientras tanto, en el cuarto del pelirrojo una nube de desolación parecía invadir la estancia completa. El chico estaba vestido con un suéter anaranjado y pantalón de mezclilla, tendido sobre la cama, observando en el reloj marcar las cinco de la tarde. Había intentado levantarse, arriesgarse, pero cuando se interpuso la puerta, se regresó rendido a la cama. No quería, no quería sentir los deseos del otro y sus besos, ponía en duda su hombría y, si era cierto que tal vez no la mostraba tanto como el rubio, también la tenía, y no quería perderla; al fin y al cabo, toda la vida había sido hombre. ¿Cómo era que el otro simplemente había dicho si y arriesgarse a decirle a él, un chico, que le gustaba? Escondió la cara entre las almohadas, sus pensamientos lo ahogaban; estiró el brazo y simplemente no se atrevió a recoger el libro, no tenía ganas ni de eso.
Marcaron las ocho cincuenta, Youji apagó el televisor justo cuando vibró su celular sobre la mesa.
-Mochi-mochi
-Hola Youji, ¿qué pasó? ¿no van a ir al Solar Palace?
-Mi cita... parece que me dejará plantado el día de hoy.
-Que mal. Pues ¿qué pasó?
-No lo se. Pero tu ¿cómo sabes?
Rió burlonamente.
-Quise verificar si todo salía bien y llamé. Me dijeron que nadie se había registrado aún. Así que...
Suspiró rendido.
-Será mejor que cancelé la reservación.
-Ok. Te esperó ayá
Manejó pensativo y sin poca precaución. El hotel de moda para ese año era el gran Solar Palace con cincuenta suites presidenciales para cualquier enamorado y el que no lo esta tanto. Los paquetes eran muy diversos y algunos te permitían quedarte hasta todo el día, después de todo, en el Solar Palace había muy diversas actividades. Tenían spa, alberca, aguas termales, billar, en fin, de todo un poco. Youji entregó las llaves al parking aunque sabía que no se quedaría mucho, o eso creía. En la entrada el encargado le ofreció registrarse, pero el grito de Sara lo hizo negar. La estancia era enorme, como un salón de baile rodeado por columnas, en su centro varias mesas de té esperaban a los huéspedes; precisamente, en una de ellas, cercana a él, se encontraba Sara tomando una copa.
-¿Qué haces aquí?
-Te dije que te esperaría aquí
-No creí que hablarías en serio
-Pues si; vamos, cancelemos tu reservación y regresemos para beber un poco.
-No creo...
-¡Vamos!- la chica obligó al chico a caminar hasta recepción; realizaron todos los trámites para cancelación y aún jalado por la chica, se vio obligado a sentarse y pedir algo.
-No me voy a quedar.
-Si, si lo harás. Que te hayan dejado plantado no es razón para arruinarte la fiesta.
-¿Cuál fiesta? Si no logré lo que quería.
-No importa, problema de él. Tú vas a beber conmigo y brindar por...
-Porque le arruiné...
-Porque saliste del clóset.
-ah, no te vas a rendir ¿verdad?
-Nop
-Ok...-lo pensó un momento, si por que no, valía la pena alegrarse un rato, aunque no salieran las cosas como él había deseado.- ¿Sabes qué? Se con que celebrar...
Recordó el vino, era lo de menos, compraría otro para su cita; después de todo, no sería un día tan malo.
Por otro lugar alguien despertó medio adormilado; observó el reloj y vio que su suerte no cambiaba, eran cuarto para las doce, el día aún no terminaba, pero dudaba que Youji lo seguiría esperando, aunque... De todos modos, tarde o temprano debía hacerle frente; no lo quería pero debía. Se levantó y notó el libro; existe un juego que todos o casi todos los lectores conocemos: lo único que se debe hacer es pensar en lo que te ocupa en el momento, luego se abre el libro que se quiera en cualquier página y se pone el dedo en algún renglón; en el que caiga es leído y te dará el consejo para el momento.
No pensó en nada mejor que hacer mas que esto; y no adivinarán que le dijo el libro.
“Daniel se dio cuenta que le hacía mucho al cuento, después de todo, ¿Qué podía perder por intentar?”
Aya cerró el libro de un golpe, no lo quería creer, pero... ¿Qué podía perder él?
Se levantó y se asomó al cuarto del rubio, ni siquiera tocó, entró con la intención de decirle al rubio que lo disculpara, que salieran todo el día de mañana. No estaba; bajó las escaleras corriendo y preguntó en voz alta: ¿Dónde está Youji?
Ken salió de la cocina con una cuchara en la boca.
-Si no está en su cuarto, a de estar en su cita.
-¿Cita? ¿No sabes en dónde es?
-Ah... En el Solar Palace, me parece. Por lo menos eso dijo en la mañana.
-Gracias.- Continuo su camino hasta la puerta mientras Ken le preguntaba si todo estaba bien.
Tuvo que preguntar a diversas personas en el camino para encontrar el dichoso hotel, hablando de eso, cuando lo viera le preguntaría que pretendía hacer en la primera cita; por el momento sólo se preocupó por llegar. Entró dudoso, nadie pareció darse cuenta de que había llegado, buscó la recepción pero encontró otra cosa: Youji reía a carcajadas mientras una chica pelirroja subía su pierna sobre las de él. El mundo de Aya se derrumbó. Primero se sintió decepcionado, luego enfadado, pero no le iría a reclamar, que hiciera lo que quisiera, sin meterlo a él en medio.
Youji dejó de reír por un momento y sin quererlo notó una cabeza roja en la entrada; lo risueño que se le había subido por las copas y los chistes de la chica se le bajó por completo. Pronunció un leve “no puede ser” y salió disparado dejando a la chica con gritos de “¿a dónde vas?”
Aya no comenzó a correr hasta que lo sintió en su espalda; estaba furioso, se dirigió a una de las callejas y alentó el paso, ¿por qué corría? El hipócrita era Youji, no tenía porque huir de él. Lo alcanzó y lo detuvo de un hombro.
-Aya, déjame explicarte.
-Suéltame- Aya forcejeó un poco, no deseaba verle en ese momento.
-Por favor, escúchame.
-¡Te dije que me sueltes!- giró la cabeza y sus ojos violáceos lo miraron con ira.
Youji estuvo a punto de soltarlo, pero se negó a que eso quedara así; con un jalón lo obligó a girar a verle.
-No es lo que crees, creí que no saldrías y...
Un derechazo impactó la mejilla de Youji dejándolo completamente perplejo.
-¡Lo único que quiero ahora es matarte a golpes! ¡Aléjate de mi!
Sin quererlo, los pies de Aya lo obligaron a correr lejos de Youji, como si en ese momento si tuviera porque huir.
...
Notas finales: Espero haya sido de su agrado, ya estoy trabajando en lo que sigue, yo me quede picada

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