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Simpatía por el demonio por Aphrodita

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Notas del capitulo: Perdón es el que tengo que pedir yo por tardar tanto xD Lo siento, pero tuve muchas mudanzas y problemas existenciales.
Era tan inslito verlo a Shiryu de mal humor que ms de uno se lo quedaba viendo cual aborto de la naturaleza. Siempre tan sereno, tan sensato y sabio, no era “normal” el desagrado que profesaba hacia el nuevo inquilino… encubierto, o al menos intentaba disimularlo sin xito.

Le cost, al pobre de Belzeb, adaptarse a la sociedad; conseguir empleo fue toda una odisea, en primer lugar porque no tena ninguna profesin, ni siquiera se mostraba predispuesto a ser cordial. No se le peda mucho, por ejemplo, que atendiese el telfono en una compaa sin acabar gritndole al tubo: “Maldito humano insolente y estpido no entiendes lo que te digo?!”

Fue difcil… para l, para Seiya y Shun, para todos, pero finalmente encontr un trabajo que dentro de todo se ajustaba bastante a l: jardinero de la iglesia (la nica que haba en esa zona) Las infortunadas monjitas le tenan una paciencia de oro, y no dudaban en explicarle mil veces desde: como encender la cortadora, hasta que no deba pisotear las flores.

S, como jardinero se mora de hambre, pero era lo nico que tena, mejor es decir: fue lo nico que le qued y en donde dur un tiempo considerable. No dudaba en maldecir cuando las cosas no le salan como l pretenda, pero cuidaba de no hacerlo frente a las damas o de pedir perdn en su defecto (casi siempre este ltimo… se la pasaba pidiendo disculpas).

La risa de Ikki se escuch desde Japn hasta Marte cuando supo del nuevo empleo del ngel cado, pagara por verlo entrando a una iglesia, acaso se derretira? se prendera fuego en aquel lugar sagrado? Era tan, pero tan irnico que la palabra “Irona” era exigua.

Lo bueno es que con el poco dinero que ahorraba poda darse pequeos lujos, as se integr a ese crculo eterno del “yo cobro, yo compro”, para eso s no necesit “adaptacin”, era como un nio pequeo con dinero grande, cosa que vea, cosa que quera, pero claro, no le alcanzaba para todo y ah, la rabieta del ao.

Caprichoso como l slo.

Lo quera todo y ms.

Una vez, al inicio de sus “aventuras laborales” repar que en una tienda haba una campera que le agradaba porque la haba visto en una revista, claro, la prenda en cuestin profesaba unos cuantos ceros ms al final de los que l podra llegar a tener en su vida… empero l en ese entonces an le costaba comprender que para adquirir algo en el mundo humano no bastaba con uno: “Deme eso maldito humano asqueroso Ahora!” y pobre del que le deca que no (como era lgico).

La polica acab por atraparlo a mitad de cuadra portando la hermosa campera que segundos antes haba divisado en la vidriera, forceje con los uniformados… y acab siendo Saori quien pag la fianza, y desde ya, la dichosa prenda (porque s, era ms sano para todos darle con el gusto y explicarle luego con ms calma cmo funcionaban las cosas y como la sociedad humana arreglaba esos asuntos)

Todo eso, en un mes… Un mes nada ms! Y ms de uno le oraba a Jess, Zeus, Krishna, Sousuke Aizen ?, Kurumada para que consiguiese el perdn de los cielos YA! en lo posible.

Y ya iban un mes y chirolas desde su llegada a la mansin, los nimos se encontraban caldeados, sobre todo, como ya se dijo, para el Dragn. A Hyoga, a esas alturas, le resultaba indiferente, Bel era “eso” que caminaba por la mansin, se beba su cerveza, se echaba en el silln y ladraba tres veces ms que Ikki. Una cosa instalada all, cual mascota.

O sea, le daba igual su presencia como su ausencia salvo, claro, en contadas ocasiones (como cuando se beba su cerveza, s) Una vez le reclam esto, no lo hizo antes no por miedo, sino porque haba comprendido con ms rapidez que el resto que intentar hacerle entrar en razn a l era ms difcil que intentar hacer lo mismo con Seiya. Fue una tarde de harto calor, un viernes. Y los viernes eran sagrados para el ruso!: Tarde de ocio desmedido, horas en internet buscando pornografa, bebiendo cerveza en ropa interior, encerrado en su cuarto, ajeno al mundo circundante.

Era perfecto, su paraso personal, pero no… ESE viernes en particular no todo sera tan maravilloso, faltaba algo, un elemento esencial: Su mentada bebida predilecta.

—Belzeb —acus el rubio con sus manos sobre su cintura observndolo inquisidor.
—Eh… —farfull el aludido dndole un sorbo a la latita que con asqueroso placer finalizaba.
—Podras avisarme, al menos, cuando te tomas la ltima cerveza?
—Seh… —ni lo mir, sigui con sus ojos fijos en la imagen que la televisin le presentaba: chicas agraciadas por Dios en bikini, corriendo por la playa.
—Digo—retom, ahora s, enojado, ms que nada por la apata del otro—No me molesta que te tomes una, dos, hasta tres… de hecho cinco, pero a la sexta podras avisarme que no quedan ms?!
—No me grites rubio que estoy a tu lado—exigi con cara de pocos amigos, observndolo con desprecio.
—Ya —interrumpi una nueva voz—, djalo en paz, Hyoga—Seiya hurg en el bolsillo de su pantaln y le extendi un billete—. Es slo una puta cerveza.
—Una puta cerveza? —arque sus cejas a punto de largarse a rer—Es una puta cerveza SIEMPRE!
—Tanto escndalo por nada —el castao no dej de mirarlo con verdadera ira—; ten—agit su mano, para que el otro tomase el dinero que le estaba ofreciendo.
—No tienes porque pagrmelo tu —rechaz.
—Me da igual, slo quiero que lo dejes en paz, ok?
—Qu est pasando? —Fue la Diosa quien se aperson en la sala alertada por la agitacin en el lugar.

Se encontr con Hyoga y el Pegasus enfrentados, Belzeb en el medio mirando televisin, indiferente an y saboreando una rica bebida.

—Nada —exclamaron a coro los dos que ms estaban involucrados.
—Bueno, entonces dejen de mirarse como enemigos, por favor —solicit dando la vuelta para volver por donde haba llegado.

El Cisne prefiri dejar las cosas all, no tena intenciones de pelear con el menor de los Kido por algo tan trivial y que no le incumba a l, por sobre todo. Cuando se vio librado del ruso, Seiya lanz un suspiro exagerado y se sent en el silln junto al ngel.

—Por qu te cae tan mal?

El Pegasus hubiese jurado que la pregunta se la hizo a la tv ya que ni pos sus ojos en l.

—Eh?
—Que porque te cae mal ese humano blondo.
—Hyoga? —Como si no supiese cual era el nombre de su hermano—no me cae mal —frunci su frente Por qu esa apreciacin?
—S —refut—lo he notado, te cae mal —vio que iba a replicar—Shs! No me contradigas.
—Por qu me va a caer mal?
—No s, por eso te pregunto.

El Pegasus cavil al respecto, quizs era cierto, desde que Belzeb haba llegado se mostraba cada vez ms spero con el Cisne, pero Por qu? Era as antes? Cielo santo, no serva para analizar concienzudamente las cosas, eso era tarea del Dragn, que por cierto, permaneca alejado lo ms posible del demonio como si este fuese a morderlo (que nadie pona en duda que fuese capaz de hacerlo)

Desde mucho antes de que llegara Belzeb las cosas con Hyoga se haban tornado “raras”, lo nico que la presencia del ngel le daba la excusa perfecta para manifestar el desagrado que sin motivos aparentes el Cisne le despertaba.

Sin motivos… al menos el Pegasus no era capaz de verlos con claridad; pero pese a ser un nulo para entender a los humanos y sus intrincados sentimientos, Belzeb lo supo con certeza, slo quiso que el otro se lo confirmara… en vano, ya que el castao permaneci con su rostro como si estuviese calculando mentalmente el resultado de doscientos cuarenta y tres mil millones por cuatrocientos treinta y siete.

Dejaron las cosas all, haba mucho por hacer en ese da, como por ejemplo ir a trabajar.

—Hey, Bel a qu hora tenas que estar hoy en la iglesia ayudando a las monjitas con la decoracin de Navidad?
—A las cinco, por?
—Porque son las seis y media.

El ngel se puso de pie como un desesperado volcando la latita vaca y revoleando a su paso el control remoto. Tom su bolso colgado en el perchero y en pocos segundos estaba listo para llegar a su empleo.

***

La preciada noche del viernes lleg por fin, das de descanso y calma absoluta sin el ajetreo de la semana. Era un buen momento, en la quietud de la mansin sumida en el silencio, para leer un libro. Actividad que le resultaba placentera al demonio ya que le permita comprender un poco mejor a esa raza de seres inferiores con los que ahora tena que convivir.

Sali de su cuarto rumbo a la biblioteca pero fren su paso al ver all, de pie frente a la puerta sin intenciones claras de ingresar, al castao.

—Qu sucede? —le iba a exigir que se moviese del lugar pero al ver los ojos del otro, presos de un brillo de infinita tristeza no pudo ladrarle.
—No puedes ahora Bel —le sonri, apenas, un gesto que intentaba esconder su verdadero sentir.
—Por qu? Quiero leer —no pensaba dejar de hacerlo por nada ni por nadie, empero la extraa actitud de Seiya comenzaba a preocuparle? No supo cmo definirlo.
—Est ocupada —baj su vista al suelo dando apenas la vuelta—; el cisne y el Phoenix llevan encerrados un buen tiempo, as que espera unos minutos ms y la dejarn libre.

Comprendi, por las palabras proferidas del menor, que aquella actividad era comn en la mansin y no resultaba ser la primera vez Qu hacan? Para qu se encerraban tantas horas? Lean juntos? A Bel le costaba, sin dudas, empero los libros, algunos subidos de tono que le robaba descaradamente a Saori, le ayudaban a entender muchas cosas.

—Espera —lo tom de un brazo evitando su huida.
—Djame… quiero irme —solicit el castao apesadumbrado.
—No hasta que me digas que te ocurre.
—Nada.
—No me hagas golpearte y atarte por tres das en el stano sin agua y sin comida para torturarte hasta que me lo digas.

Bien grafico, Seiya no necesit ms, supo que el otro era completamente capaz de hacer eso, en el sentido ms literal —y no metafrico— posible.

—Es de hace mucho.
—Dime —se cruz de brazos, demostrndole al ms joven que no pensaba desistir en atosigarlo.
—Es que… Ikki fue… —elev un hombro, tom aire y murmur cual secreto macabro—mi primer novio.

Belzeb abri su boca pero ninguna palabra surgi de ella. Novio? Esos que se tocan, abrazan, besan, manosean, se casan, tienen hijos y despus un hogar, un perro, deudas, peleas y divorcio?

—Y t… —el ngel parpade buscando en su mente la manera ms idnea de expresarse—Y t quieres decir que ya no es tu novio?
—Es evidente no? —seal la puerta de la biblioteca—Mira, l lo fue cuando yo tena quince… eran cosas de chicos, nada importante. Despus lo… lo dej—reconoci con pesar—l se fue, volvi y ya… ac estamos—ri, por no saber qu otra cosa hacer—fin de la historia.
—Ah —concluy—lo que t quieres es que sea tu novio otra vez.
—Algo as —el castao perdi su mirada y frunci su ceo, le tocaba ser sincero—: Bueno, creo que en verdad —volvi a posar sus ojos en el otro—lo que quiero es tener a alguien en mi vida.
—Un novio.
—Seh —no era esa la palabra, pero comprenda que era la forma en que Bel entenda lo que quiso expresarle.
—Y eso… te pone triste?
—Un poco —revel—creo que lo que en verdad extrao es el contacto —asinti—No es fcil, sabes?, ser pansexual… aunque uno creera que los pansexuales tienen ms posibilidades de conseguir pareja, es complicado.
—Eh?! —ante la palabrita nueva el ngel se desencaj—Pansexual?! —abri grande sus ojos—Adicto al… pan?... Te gusta tener sexo con panaderos?

La carcajada de Seiya fue tan estentrea que no slo despert a los que se hallaban dormidos sino que alert a la parejita encerrada en la biblioteca.

—No Bel… otro da te explico mejor, pero bsicamente un pansexual es alguien que no se fija en el sexo de la persona… es decir—no supo ni l como explicarlo—que no le interesa si es hombre, mujer, pez, planta… el pansexual se enamora de la persona por lo que es, no por lo que representa entiendes?
—Un pez?!
—Es una manera de decir —suspir agotado, Bel tena la capacidad de extenuarlo al borde del suicidio—Busca en internet, ah encontrars ms.
—Entonces —retom—porque eres pansexual? No tienes novio.
—No, Bel —cerr sus ojos, luego se frot la cien—djalo, mejor.
—Y cul es el puto problema?! —explot ahora l harto de no entender nada.
—Eso —obvi—que no tengo a nadie que me abrace, que me bese, que me diga que me extra, que me pregunte que hice hoy, o que me cele.

El Pegasus, con un severo dolor de cabeza similar al que le produca trata de resolver una ecuacin compleja, dio la vuelta con el fin de irse, empero Belzeb lo tom por sorpresa, lo ci por la espalda, rodendole con violencia, apretndolo contra su cuerpo.

—Bel, que haces?!
—Te abrazo! —explic—No queras esto?!

Ah… se supona que ese “ataque sorpresa” por la espalda era un abrazo. El Pegasus ri —para no llorar—, volte separando los brazos del ngel y le ense:

—As —coloc las manos de Belzeb alrededor de su cintura, mejor es decir debajo de sus axilas (no quiso que la cosa fuese tan osada) y l, en cambio, lo tom por los hombros hundiendo su rostro en el pecho.
—Se siente… raro —balbuce el demonio luego de unos cuantos segundos en esa posicin—se siente bien…
—Muy bien —corrigi.
—S —reconoci afianzando ms el agarre.

Algo, un calor extrao, ajeno, desconocido comenzaba a apoderarse de su corazn humano. Pudo sentir que su espritu se ensanchaba, acaparando el del Pegasus, o al menos queriendo hacerlo, para no soltarlo nunca.

—Gracias Bel.

Seiya se distanci y camin tranquilo con su alma hasta su cuarto para acostarse en su cama y dormir. Su agradecimiento fue sincero ya que el ngel, con un gesto quizs inocente, y hasta se podra tildar de insignificante (que un abrazo nunca lo es) haba logrado darle la paz que tanto necesitaba.

***

En esos das Seiya encontr el momento oportuno para tener una “profunda” conversacin con Hyoga y as terminar disculpndose con l por su extrao comportamiento en los ltimos meses. Estimaba mucho al Cisne como para dejar pasar la oportunidad de enmendar una amistad que peligraba, no era la idea perder a alguien que significaba tanto en su vida, por las cosas atravesadas en el pasado, por slo celos o envidia.

Se respiraba, an, para ese entonces un tenso ambiente; no desaprovechaban la oportunidad, ninguno de los tres, para resaltar lo molesto que les resultaba la presencia del ngel cado en sus vidas. Si bien Saori no estaba muy contenta, tampoco le disgustaba tanto como para demostrar antipata.

Aprovechaban, sin remordimientos, cualquier momento para hacerlo, como aquella tarde en la que Shun tuvo que intervenir y as evitar que su hermano y el inquilino se fuesen a las manos. Cuando el joven pregunt la razn de la disputa no supo qu actitud tomar, si rerse, llorar o golpearlo a los dos.

Segn revel el Phoenix, “Belzeb estaba molestando a Hyoga: lo empuj” Andrmeda neg con su cabeza. Muy infantiles, los tres. Los ret, cual padre, y dejaron el altercado all sin llegar a mayores, empero ese da auguraba no ser bueno para el demonio, puesto que una simple acotacin de l a la tarde, viendo una revista, lo crucific:

—Qu es esto?
—Un mp3 —revel el joven de cabellera esmeraldina finalizando con su t.

Le haban explicado con paciencia para que servan esos aparatos, cosa que maravill a Belzeb; con anterioridad haba tenido la posibilidad de conocer la msica, actividad artstica que le fascin y atrap enseguida, como el arte en general.

—Quiero esto —seal la foto; le falt acotar “tremelo ya, humano”.
—Bueno, ahorra y cmpralo —propuso el castao harto de tener que explicarle mil veces que con querer una cosa no era suficiente, en el mundo humano haba que pagarlo todo para tener lo que se pretenda.
—No, lo quiero ahora.
—Pero bel —ri Andrmeda—, ten paciencia, ahorra lo suficiente y podrs tenerlo. Lo sabes —lo mir regandolo, no haca falta traerle a la memoria el episodio con la campera.

Esa vana conversacin frente a los otros Santos y Diosa incluida, similar a miles que haban tenido, fue una sentencia para el ngel, y que gran error fue haberle pedido a las monjitas si podan adelantarle algo de dinero para poder adquirir el objeto deseado.

Feliz lleg a la mansin a la tarde siguiente mostrndoles a los dos nico interesados el pequeo reproductor de msica; y, oh, casualidad, esa misma noche al Dragn le faltaba una suma interesante de dinero, quizs no mucho, pero no importaba el importe sino el hecho de que no estaba donde debera estar: su billetera.

No haba que ser muy lcido para vaticinar las conjeturas que todos sacaron, pero fue el mismo pelilargo quien, dichoso en el fondo por haber encontrado un pretexto ms que creble para echarlo de una buena vez de la mansin lo acus con su dedo:

—Shiryu, t no eres as —se lament el Pegasus en el punto lgido de la discusin.
—Qu sucede ahora? —inquiri la nica dama del lugar con gesto cansino, era hora de ir a dormir no de discutir.
—Me falta dinero! y este… ! —no supo que calificativo darle—Que no le alcanza ni para comprarse medias se apareci hoy con un mp3!
—Belzeb, lo robaste? —pregunt, cndida, la Diosa.
—No, juro que esta vez esto lo pagu.
—Con MI dinero!
—Ests seguro que no pusiste el billete en otro lado? —el joven de pelo verde trataba de buscar otros caminos posibles.
—Tsk —expres el Phoenix con sumo desprecio—es rpido para aprender algunas cosas, eh?
—Es muy feo acusarlo de algo as —se molest el castao.
—Shiryu es muy cuidadoso con su dinero —secund el Cisne—si l dice que estaba en la billetera, yo le creo.

Tanto Shun como Seiya pudieron ver un semblante distinto en el ngel, supusieron que como siempre, acabara insultando y golpeando a cuanto ser se le cruzase en el camino, o al menos se defendera con ms ahnco, empero su postura era extraa… como si en verdad estuviese triste?

—Shiryu —pronunci la dama—Por qu no buscas mejor en la maana ese dichoso billete? Creo que todos estamos muy cansados hoy y no vamos a llegar a ningn lado.
—Y dejar las cosas as?! —exclam el Phoenix apuntando a Belzeb—se puede escapar.
—No se ir a ningn lado —le reproch su hermano.
—Y ni que fueran todos los ahorros de Shiryu —el Pegasus frunci su frente, no le gustaba la situacin, para nada, crea en Bel, no obstante deba admitir en su interior que motivos para acusarlo de algo as los dems tenan.
—No es el monto, Seiya —pronunci el rubio—sino el gesto, lo que importa.
—Lo que importa, es la cerveza —dijo el ngel, de la nada, recordando una propaganda en la televisin con ese eslogan publicitario.
—Aj! Y la cerveza que siempre me robas a m! —record el mestizo sbitamente —Ms te vales que vayas ahorrando para devolver todo lo que debes.
—Bueno —canturre la Diosa viendo que los nimos volvan a caldearse—todos a dormir, maana conversaremos mejor.
—Pero… —el Dragn no quiso dar el brazo a torcer.
—Pero nada —lo mir, con una mirada muy particular que al pelilargo lo hizo retroceder en su queja.

Ya se saba quien llevaba los pantalones en la casa. Sin abrir la boca cada uno se march por su lado, rumbo a sus cuartos, para intentar dormir. Menos uno, el acusado, quien sin sueo o sin ganas de intentar conciliarlo, se qued sentado en las escaleras observando el pequeo aparato que en un principio tanta satisfaccin le haba dado… ahora lo odiaba y quera arrojarlo contra la pared.

Cosa que hizo, logrando as que quedase hecho trizas sobre el suelo.

—Para qu trabajas si vas a terminar destrozando las cosas que compras? —reproch el castao a sus espaldas.

Belzeb gir apenas reconociendo las voz del Pegasus.

—Psh…
—O ser que no te importa, pues como dicen todos, ese dinero lo conseguiste por el camino fcil?
—Crean lo que quiera, me da igual.
—No, no te da igual —se sent a su lado, poniendo la mano sobre su falda—; si te dara igual—prosigui—, no estaras as.

El ngel, orgulloso, elev su hombro en un gesto que intentaba profesar que no le importaba, buscando as disimular lo evidente: que estaba herido.

—Yo s te creo.
—Me crees? —lo mir, con un brillo inusitado en sus ojos.
—Aj… y Shun tambin.
—Le ped a las monjas que me adelantasen un poco de dinero porque quera comprarme algo y me dijeron que s —revel con calma.
—Por qu no les dijiste eso? —reproch.
—Es lo mismo —sonri apenas—de todos modos no me hubiesen credo.

Seiya cerr por un breve momento sus ojos lanzando a su vez un suspiro. No pudo negrselo.

—Perdnalos —suplic el castao—aunque no parezca, aunque a veces se comporten como unos cretinos—acus entre dientes—, son buena gente.
—Lo s… s que son buenos —reconoci, y ese no era el problema—No puedo culparlos, al fin y al cabo.

Seiya se arrim ms a l, le dola, en lo ms profundo, verlo tan abatido.

—S quien soy… no es para menos.
—No digas eso Bel, te ests esforzando mucho.
—Gracias —sinti ganas de llorar, una emocin que nunca antes haba experimentado, no en s el llanto, sino ese dolor en su pecho.

Por qu no le crean? Bueno, admiti y admita que tenan motivos, empero el asunto era Por qu le dola tanto ese detalle? que no le creyesen. Intent distraer ese sentimiento que lo haba embargado, pero no pudo evitarlo cuando el Pegasus lo tom entre sus brazos consolndolo, permitindole as que llorase en silencio.

***

Al otro da Seiya invit al “intruso” a pasar la tarde soleada en el jardn, simplemente acostarse en el suelo para contemplar las nubes, ms que nada para distraerlo un poco y sacarlo de la mansin donde era claro que su presencia no resultaba agradable, an ms luego de lo acaecido en la noche anterior.

Comenzaron una conversacin cuando Andrmeda les hizo compaa que deriv hacia el altercado del dinero y la sorpresa de los dos Santos sobre el comportamiento del pelilargo. Entre los dos intentaron explicarle a Belzeb que ese no era el Shiryu que todos conocan.

—No s qu le pasa… —pronunci el joven de cabello verde negando con su cabeza.
—Entiendo que sea por Saori —analiz el castao—O sea, a m tambin me preocupara que un enemigo ronde cerca de ella, pero lo de Shiryu ya es… demasiado.
—No, yo lo entiendo —desconcert el nico que segua acostando observando y buscndole formas a las nubes.
—eh? —La mirada que los otros dos que, sentados, le dedicaron le obligaron a explicarse.
—Que Shiryu sea as —no supo cmo expresarse —tengo entendido que los humanos son animales muy territoriales.

Los jvenes elevaron sus cejas apunto de soltar la carcajada, pero Belzeb no les dio tiempo.

—Defienden tanto sus bienes como a sus hembras, cierto?
—Qu, qu, qu?! —el Pegasus se acerc, sin necesidad, al demonio.
—Eso… —obvi.
—Explcate, Bel —suplic Andrmeda.
—Ests diciendo que Saori es la hembra de Shiryu? —decirlo de esa forma le result engorroso al castao.
—Claro.
—Y tu como sabes que ellos dos… ? —inquiri curioso sin poder terminar la frase.
—Pues —balbuce a la pregunta de Shun—Una vez los vi… en el cuarto de ella.

Los dos Santos abrieron sus ojos como platos de sopa, impresionados por lo revelado. Y es que jams lo hubiesen credo o esperado.

—Un momento —advirti Andrmeda—y tu como los viste?
—Eso! —lo secund el menor de los Kido—Qu hacas en la habitacin de Saori?!

Belzeb abri su boca sin que ninguna palabra surgiese de ella; se maldijo por dentro y sin escapatoria revel:

—Es que ella tiene unos libros muy interesantes… y bueno.
—Libros hay en la biblioteca —ret Andrmeda.
—No los que ella tiene escondidos debajo de su cama —canturre.
—Y que tienen de especiales esos? —el castao lo mir con sus ojos entrecerrados, acusador.
—Sexo.

Shun se tap la boca con una mano como si el otro le hubiese confesado algn pecado horroroso. La naturalidad con la que se tomaba todo el asunto el ngel era, por completo, opuesto a la actitud que adoptaron los otros dos.
La conversacin se vio interrumpida por la llegada de uno de los involucrados (como si al mencionar su nombre hubiese sido invocado); Shiryu presentaba un semblante avergonzado?:

—Disculpen, podra hablar a solas con Belzeb? —solicit aplacado.
—No—neg el aludido.
—Por favor, es importante.

El ngel le escondi la mirada, intentando ignorarlo. Shun y Seiya se pusieron de pie con la intencin de irse, pero el grito militar del demonio les hizo sentarse de golpe, aterrados.

—Si quieres decirme algo, hazlo frente a ellos.

El pelilargo asinti, a decir verdad no le molestaba la presencia de sus otros hermanos, quienes con un rictus de impaciencia en el rostro, observaban ajenos y a la vez involucrados la escena.

—Lamento mucho haberte acusado ayer —solt el Dragn suspirando, sintiendo que se quitaba un gran peso de encima.

Aquello en verdad sorprendi al demonio, pero no lo revel.

—Y ahora que bicho te pic, humano? —inquiri con desdn.
—Es que hoy… —reconoci abochornado —Bueno, hoy encontr el billete en el bolsillo de una campera.
—Shiryu —susurraron los otros dos, un poco alegres por el giro de la situacin.
—No suelo dejar el dinero en cualquier lado, y tengo muy buena memoria, pero no s qu pas…
—Ya vez, los humanos NO son perfectos… —acus el ngel.
—Ya… —reconoci en verdad arrepentido —Perdname, por favor, s que te hice sentir muy mal… Y no te lo merecas.
—Bel —musitaron los dos Santos (que parecan estar all para cumplir el papel de recordar los nombres de los dems)
—Shun y Seiya me dicen… —se corrigi—en realidad todos lo vemos, que en verdad te ests esforzando —al ver que no obtena respuesta alguna y segua siendo ignorando dio la vuelta profesando—: Entiendo que no quieras perdonarme…

Seiya golpe en su hombro al demonio, apremindolo.

—Espera —reaccion a tiempo, logrando que Shiryu diese la vuelta —Est bien.
—Lo siento, en verdad.
—Deja de disculparte, que lo hagas mil veces no va a cambiar las cosas.
—Lo s, s que haga lo que haga no va a quitar el hecho de que te acus sin razn alguna.
—Eso es lo de menos —admiti—puesto que reconozco que no soy, lo que se dice, una persona digna de confianza.
—Y yo reconozco que no soy tan buena persona como muchos creen.
—Shiryu, no seas tan duro contigo —solicit Andrmeda, entristecido por verlo ahora al Dragn tan abatido.
—Es entendible que por tu hembra… —un codazo en su costilla lo interrumpi; menos mal que susurr tan bajo que no lo escuch nadie ms que Shun.
—ltimamente me he comportado algo raro —hasta l se sorprenda —Y lo siento, prometo que de ahora en ms… —no supo cmo ni que expresar.
—Ya… no es el fin del mundo —naturaliz el ngel.
—Si t me das una oportunidad para conocerme, a m tambin me gustara conocerte a ti… mejor, de otra forma —balbuce.

Belzeb asinti a las palabras de Shiryu y ste, en calma y con paz se march satisfecho. El ngel suspir… s, lo haba hecho sentirse muy mal, no obstante no olvidaba que l era un demonio; no olvidaba ni dejaba de lado todo lo que haba hecho.

Una vez el Pegasus le haba dicho que no importaba lo que hubiese hecho en el pasado, sino lo que haca en el presente. Lo mismo se aplicaba para el Dragn quien si bien haba cometido un error, este era humano, y perdonar divino.

Un atronador ruido lo sac de sus cavilaciones, algo se materializ en el cielo, derrumbndose estrepitoso sobre las ramas del rbol que, frente a sus ojos, dej caer algunas hojas, producto del impacto.


Continuar
Notas finales: Un mp3… ya es una antigüedad x´D

Gracias por leer. Mañana, tal vez, publico la actualización de “Lo que el viento… ” xD Si hago tiempo.
De este fic queda nada más que un capítulo ^^


8 de diciembre de 2009
Merlo Norte, Buenos Aires, Argentina.

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