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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: ¡Hola! En primer lugar les agradezco el leer y el comentar esta historia!!!!

Ahora me toca disculparme por demorar la actualización, estuve de viaje unos días por mí trabajo y después tuve que rendir un examen muy importante, en el cual salí muy bien por suerte. Y recién entonces pude dedicarme al nuevo capítulo...

El resultado es este capítulo, que espero que disfruten. ¡Dedicado a ustedes que están leyendo!
-Némesis – su voz se elevó al viento y los otros dos dioses lo miraron con la tensión reflejada en sus rostros.

-¿Némesis? – se atrevió a preguntar Aioria.

-La diosa de la venganza – completó Hades – los otros cosmos que se sienten tienen que ser los cosmos de sus ayudantes.

-Son cosmos poderosos – agregó Atena.

-Probablemente sean dioses – concluyó Hades dejando traslucir su preocupación.

-¡Hay que estar preparados para el ataque! – exclamó Poseidón mirando a sus generales marinas.

-Estén en alerta. Probablemente vengan hacia acá – indicó también Atena.

Némesis contempló a sus compañeros y asintió satisfecha. Acomodó sus cabellos y poniéndose frente a ellos indicó.

-Están casi todos en el Santuario de Atena – indicó con calma - ¡son unos idiotas! En el Inframundo se siente el cosmos del príncipe, no es prudente atacar allí aún, ya que él es poderoso. ¡Vayan al Templo Marino! Comenzaremos atacando allí, con el reino de Poseidón en nuestras manos nos dirigiremos al Santuario.

-Un ataque inesperado – comentó Cronos.

-¡Exacto! Ellos nos esperan en el Santuario. Cambiemos sus planes. ¡Puerta al mundo de los mares! - Némesis abrió con su poderoso cosmos un portal por el que cruzaron tanto ella como sus vasallos.

Desembocaron en la entrada del mundo sagrado del mar. Las puertas eran custodiadas por dos sirenas que se pusieron en posición de ataque apenas distinguieron la serie de figuras que llegaban a invadir el recinto.

-¿Creen que nos detendrán? – preguntó irónicamente Némesis dando orden de ataque a Deimos y Fobos que se apresuraron a atacar a las sirenas.

-¡Grito del terror! ¡Sueños de locura! – gritaron ambos hermanos unificando sus ataques que dieron de lleno a las dos custodias produciéndoles la muerte.

-¡Demasiado sencillo! – exclamó contenta Némesis entrando al Templo Marino para recorrer el camino rumbo al Soporte Principal.

En su camino aparecieron Kasa de Leunades, Bian del Caballo marino y Krisa de Crisaor, los generales que Poseidón había dejado para defender el Santuario Marino. Kasa de Leunades cayó bajo los ataques de Ate, la bella diosa de la insensatez y la ruina. Bian del caballo marino resistió bastante más los ataques de Cronos, demostrando astucia y rapidez, pero se estaba enfrentando a un dios y finalmente dejó su vida defendiendo su pilar. Krisa de Crisaor se enfrentó a Hefestos, cruzando sus lanzas y tridentes en el aire, lanzando destellos del caliente metal de sus armas hasta que Hefestos demostrando su categoría del mejor herrero de los dioses quebró el tridente de Krisa. Un giro rápido de su lanza y terminó incrustándola en el abdomen de un ya agonizante general marino.
Los restantes soldados de Poseidón fueron apareciendo y atacando inútilmente a los invasores, convirtiendo el reino de las aguas en un mar de sangre y lágrimas.
* * *

Poseidón, Hades y Atena vigilaban duramente el horizonte del Santuario, aguardando el ataque. Al cabo de un rato y por la escasez de movimientos del enemigo, la preocupación se hizo más latente, estableciendo las causas de la falta de ataque.

Sin embargo, cuando los cosmos de los generales marinos se elevaron y comenzaron a desaparecer, Poseidón palideció y los otros dos dioses también comprendieron.

-¡Se fueron al reino marino! – exclamó Atena.

-¡Está mucho más desprotegido! – gritó Poseidón - ¡Dejé generales y soldados pero no hay nadie que tenga tan siquiera un cosmos parecido al mío! ¡Tengo que bajar!

-¡Espera! – la voz de Hades fue puro acero - ¡No hagas locuras! Yo bajaré contigo y Atena quedará en el Santuario con la mitad de mis espectros y sus caballeros.

Después de organizar la nueva distribución, Hades y Poseidón bajaron al Templo Marino utilizando sus poderes para enfrentarse a un panorama de intensa devastación y sangre.

-¡Mi reino! – Poseidón cerró los ojos para acallar su grito de furia y Hades le dio un instante antes de avanzar y entrar para ver el estado del lugar.

Escombros y ruinas por doquier, junto a los cadáveres de sus generales, soldados y sirenas. El cosmos de Poseidón se elevó cada más furioso y Hades lo detuvo.

-¡No podemos revelar nuestra presencia! – Hades se había encargado de distribuir espectros y marinas en busca de sobrevivientes.

-¡Quisiera verte si fuera tu reino el que estuviera así! – le gritó Poseidón molesto.

-¡Muy pronto verás eso! – gritó una voz frente a ellos.

-¡Némesis!

La mujer hizo su aparición con su túnica manchada de la sangre de sus víctimas y rodeada por los otros dioses de la venganza y las sombras.

-Mi querido Hades, ha pasado tanto tiempo – saludó la diosa con desdén - ¿listo para morir? ¿O primero quieres ver la destrucción del Inframundo?

-Listo para derrotarte – la voz de Hades fue fría.

-No me hagas reír – fue Cronos el que habló – nunca tendrás poder suficiente para derrotarnos y mucho menos a la señora Némesis.

-¿No te avergüenza haber sido dios de dioses y ser un vasallo? – Hades puso el dedo en la llaga porque Cronos se mordió los labios con fuerza.

-¡Todos ellos me deben la segunda oportunidad que tienen! – exclamó Némesis – y también tú terminarás obedeciéndome cuando acabe con tu reino y con el Santuario de Atena. ¡Porque ahora eres rey sin reino, Poseidón!

-Morirás antes de pisar el Inframundo – respondió Hades frente al mutismo de Poseidón.

-¡No me amenaces, Hades! No estás en condiciones de hacerlo. ¡Tú poder es débil frente al mío!

Poseidón que no había cruzado palabra con la diosa, reponiéndose elevó la espada que llevaba antes de hablar.

-¡Juro por la sangre de Nereo y Océano que recuperaré mi reino!

La espada abrió un portal que llevó a ambos dioses y sus soldados de regreso al Templo de Atena. La joven diosa que esperaba junto a los otros caballeros noticias del Templo Marino se apresuró a acercarse.

-¿Qué pasó?

-Mi reino ha caído. Todos los generales y soldados que dejé fueron asesinados por Némesis y sus vasallos.

Saori estalló en lágrimas y los caballeros y espectros compartieron el dolor de las muertes y de la pérdida de la primera batalla.

-Ahora más que nunca no debemos rendirnos – fueron las palabras de Hades - ¡debemos vengar el nombre de los compañeros que dejaron su vida en combate!

-¡Sí, señor! – exclamaron a coro los espectros.

-¿Quién más está con Némesis? – preguntó Shaka de Virgo, al cabo de un rato en silencio.

Poseidón se encogió de hombros, porque sólo había conocido a dos o tres de los vasallos de Némesis, ahogado al contemplar la destrucción de su reino.

-Deimos y Fobos, los hermanos hijos de Ares y Afrodita. Hefestos, el dios de la fragua, el mejor herrero sobre la tierra. Cronos, el antiguo dios de dioses, señor del tiempo y Ate, la diosa de la locura y la insensatez, la que acarrea la ruina de los hombres – enumeró Hades con rapidez.

-¿Son todos dioses? – preguntó Milo de Escorpio.

-Sí. Son todos dioses – contestó Atena con pausa - ¡será difícil!

-Pero no imposible – las palabras provinieron de Camus, el acuariano mayor que pese a su frialdad se notaba preocupado – tendremos que hacer todo lo posible por defender este Santuario.

Hyoga contempló a su maestro y en secreto amante con un gesto de rotunda afirmación.

-¡No permitiremos que el Santuario caiga! – exclamó el rubio apoyando a su maestro.

Hades que escuchó con la molestia que siempre le causaba oír la voz del rubio, no pudo evitar estar de acuerdo.

-Deberíamos reorganizar la defensa. Concentrar a algunos espectros, generales y a Mu y Shion de Aries en la primera casa. Los demás repartirse casa por casa hasta llegar a Piscis. En Piscis tendría que haber también bastantes soldados para brindar tiempo si los enemigos llegan hasta allá – sugirió Hades.

-Se hará así entonces – Atena debía reconocer la supremacía táctica y estratégica del señor del Inframundo por lo que aceptó lo que le pareció el mejor plan de defensa.
* * *

Shun desde Giudecca había sentido el poderoso cosmos que se reveló con el eclipse y también algunos cosmos más que se dirigieron al Templo Marino. Con el pasar de las horas, Lune había ingresado al palacio para informar que las almas de muchos guerreros de Poseidón estaban cruzando el Aqueronte.

-Han cambiado de planes – le comentó a Radamanthis, quien era el único juez que estaba en Giudecca. – el enemigo tiene que haber notado más débil al Templo Marino y comenzó a atacar desde allí.

-Es lo más probable, mi señor – respondió Radamanthis mientras observaba el exterior con atención. Prestó más atención al ver una especie de sombra moverse por un costado del castillo, pero desechó la idea después de un rato.

- Iré a mi habitación – Shun se puso de pie – cualquier cosa que pase me avisas enseguida.

-Sí, señor.

Shun subió las escaleras de Giudecca, rumbo a su habitación y al entrar se encontró con una mujer parada al lado de su cama. Por un momento, creyó que sería Astrea pero, después se percató de su error.

-¿Quién es usted? – preguntó Shun, que conocía cada doncella de Giudecca.

La mujer esbozó una sonrisa suave, acomodándose sus cabellos negros y contemplando frente a frente al menor. Analizó su poder y su postura antes de responder.

- Una doncella, nada más, mí señor.

-No recuerdo haberla visto aquí antes – Shun había aprendido a desconfiar por lo que dudó en creer.

- Es que me trasladaron del Palacio de Justicia.

Shun analizó un poco sus palabras y su carácter habitual triunfó, poniendo una sonrisa.

-Lo siento. Con todo el tema de la batalla hay que tener precaución.

-Comprendo, mi señor. Es lógico que el señor Hades quiera proteger a su bello príncipe.

-Por favor, retírese. Descansaré un rato.

-Con permiso, alteza – la mujer salió con tranquilidad y cerró la puerta tras ella.

Shun recorrió la habitación con la mirada, antes de descalzarse y sentarse en la cama. Observó que habían cambiado las sábanas y pensó que lo habría hecho la mujer que había salido por la puerta. Despreocupado, se acostó y cerró sus ojos para relajarse y no pensar.

Despertó cuando un dolor se hizo presente en su muñeca izquierda. Acostumbrado a los despertares bruscos posó sus ojos en su muñeca y se quedó sin voz. Una araña negra, con suaves rayas amarillas estaba posada allí y era la que acababa de picarlo. Un manchón azul se extendió con rapidez alrededor de la picadura y lo hizo sentir mal.

-¡Radamanthis! – Shun llamó al juez con su cosmos antes de quedarse quieto. Sabía que las arañas atacaban al movimiento y no quería que lo picara de nuevo.

El juez estaba realizando un recorrido por el exterior de Giudecca recordando la sombra que le pareció ver cuando sintió el llamado del príncipe. De inmediato se dirigió a la habitación y entró sin llamar, buscando al príncipe recostado en la cama.

-Alteza…

-En la cama – Shun hizo un gesto con la cabeza y Radamanthis se acercó hasta encontrar la araña.
-¡Maldición! – Radamanthis buscó un abrecartas con rapidez y con fría puntería atravesó el animal - ¿Lo picó?

Shun asintió y Radamanthis se preocupó.

-Llamaré a Asclepios y le avisaré al señor Hades.

-¡No! Primero… Asclepios – Shun se dejó caer pesadamente y cerró los ojos.

La araña resultó no ser de las más ponzoñosas, con un antídoto Asclepios no tuvo problema en curar a Shun que quedó durmiendo profundamente. Después de todo el alboroto fue que el médico le entregó una nota a Radamanthis que había hallado sobre un pequeño bureau.

-¿Es para el príncipe? – preguntó Radamanthis.

-No, para el señor Hades y no son buenas noticias.
Radamanthis se apresuró a leer la nota y de inmediato se transportó rumbo al Santuario.
* * *
Hades estaba en la casa de Aries arreglando detalles con Mu y Shion cuando vio llegar a Radamanthis. De inmediato, el espectro le entregó una nota sin decir palabra. Sus ojos reconocieron al instante la letra, suave y menuda, grácilmente trazada sobre el papel.

“Si estás leyendo esto es porque conseguí lo quería, entrar en Giudecca con todo y tus malditas protecciones y pasillos, para dejar un pequeño presente de bodas atrasado a tu príncipe. Esta vez es sólo una broma de mi parte, la próxima vez, tu príncipe no contará el cuento y tampoco lo harán tus pequeños bastardos. ¡Te lo quitaré todo, te lo aseguro! ¡Me vengaré por todos estos años de sueño y encierro! Tu amadísima, Perséfone”.

-¡Maldita sea! – gritó furioso, haciendo palidecer a Mu y Shion - ¿Qué le dejó?

-Una araña – indicó Radamanthis, tragando saliva.

-¡Qué! ¿Cómo demonios la dejaron pasar?

-Nadie la vio – respondió Radamanthis – recuerde que conoce bien el castillo.

Hades no tuvo otro remedio que aceptar las palabras de su juez.

-¡Dile a Atena que tengo que bajar al Inframundo! ¡Regresaré! – exclamó Hades mirando a Mu.

El señor de los Infiernos demoró unos instantes en llegar a Giudecca, gritando órdenes de reforzar la seguridad y de impedir la entrada o salida de cualquier persona desconocida. Ingresó con paso firme a la habitación para encontrar a Shun sentado en un sofá con la mirada perdida en la ventana del castillo.

-Shun…

-Cuando entré había una mujer aquí. Dijo que era una doncella. ¿Era Perséfone cierto? – el tono fue neutro y no volteó a mirar a Hades.

-Sí – Hades podía comprender que Shun se sintiera preocupado por lo que había pasado hacia un rato.

-No voy a decirte esto de nuevo – la voz de Shun fue terriblemente fría – si vuelvo a cruzarme con esa mujer o si se atreve a lastimar a mis hijos, voy a matarla, por más diosa que sea.

Los ojos esmeraldas voltearon a ver a su consorte con un brillo de acero que hicieron tragar saliva incluso a Hades.

- No volverá a pasar nada. Mandé reforzar las guardias en Giudecca para evitar que entre de nuevo. Shun… dime que estás bien.

-Estoy bien – Shun abandonó su tono frío y se relajó permitiendo que el mayor se arrodillara a su lado y le diera un beso suave – sólo quería dejarte en claro que haré lo que sea para detenerla… lo que sea… ¡no destruirá mi familia porque se le venga la gana!

Mientras tanto, Perséfone sonreía, oculta en algún lugar del Inframundo. Sus planes recién habían comenzado y Hades sabría muy pronto lo que una diosa con deseos de venganza podía hacer.

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