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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: ¡Hola! Muchas gracias por leer y por comentar la historia.

Me da muchísima alegría saber que les está gustando. Me costó escribir este capítulo y no estoy enteramente convencida de si quedó bien, pero como siempre los comentarios, críticas, tomatazos y sartenazos son muy bien recibidos para dar ánimos y para superarse si hay algo que crean debo mejorar.

Dedicado a aquellos que leen y a aquellos que se toman cinco minutitos más para comentar. ¡¡Nos leemos pronto!!

PD: les dejo el link de mi metro por si quieren pasar a visitarlo. http://www.metroflog.com/PrincessofDark01
Mu se dirigió a Milo para comenzar el ataque. Aioria comenzó a pelear con Afrodita, Dokho atacó a Máscara Mortal y Aioria enfrentó a Shura. Los caballeros dorados que no estaban peleando se pusieron en pose de ataque esperando a los demás enemigos.

Némesis entró al Templo de Piscis con una mirada de burla cruel y observó la pelea mientras sus sirvientes se encargaban de todos los ataques. Observó a cada uno de los defensores del último Templo del Santuario, eligiendo a quienes les permitiría pasarse a su bando, los dorados por supuesto, pero quizás entre los caballeros de bronce hubiera alguno que le fuera útil a sus planes.

-Mi señora – la voz de Cronos era satisfecha mientras a su alrededor se veía sangre por doquier – hemos vencido. Sólo Camus de Acuario logró escaparse junto a su discípulo.

-Seguramente irán al Recinto a informarle a su estúpida diosa.

Némesis sonrió satisfecha, los espectros de Hades junto a los soldados de Poseidón yacían muertos, al igual que Jabú y Geki, Ikki que yacía bastante lastimado estaba de pie, igual que los agotados caballeros dorados.

Deimos se acercó a Ikki con ligereza para darle el golpe final, pero la voz de Némesis lo detuvo.

-¡Espera! No mates al Fénix

La diosa se acercó al Fénix y acarició su mejilla con cuidado.

-Tú poder es el de un caballero dorado aunque portes una armadura de bronce. Me serás muy útil, en especial para enfrentarme a Hades – Némesis envolvió a Ikki en el hechizo que dominaba a todos los caballeros dorados y su armadura tomó un tinte rojizo como aquellas.

Los rasgos de Ikki se endurecieron y sin dudar depositó un beso en la mano de su nueva diosa antes de ponerse de pie y dirigirse todos juntos a la salida del Templo de Afrodita con dirección al Recinto Principal.
* * *

Hades, Poseidón y Atena sintieron la desaparición de varios cosmos y la transformación de varios de ellos en enemigos a la causa.

-El último templo ha caído – informó Hades, después de un tenso silencio.

En ese momento entraron Camus y Hyoga para informar con tenso horror que Piscis había caído, reafirmando las palabras de Hades. Sus palabras aumentaron la tensión en los rostros de los dioses y la necesidad de tomar medidas drásticas.

- ¿Qué hacemos? – inquirió Atena preocupada y angustiada

- ¿nos rendimos?

- Debemos salir de aquí – informó Hades en respuesta – vive hoy para pelear mañana (N.A: esto lo leí o lo escuché en alguna parte, creo que fue una película y me gustó la frase).

-¿Ir al Inframundo? – preguntó Poseidón.

-Es nuestra última solución y la mejor opción del momento. Todavía tenemos algunos guerreros aquí y en el Inframundo están la mitad de los espectros y las más mortales trampas del mundo – contestó Hades meditándolo en profundidad durante unos momentos.

- ¿Cómo salimos de aquí? – preguntó Poseidón, después de un instante.

-La entrada por la casa de Cáncer es nuestra mejor solución pero nos llevaría a enfrentarnos directamente con Némesis y compañía – contestó Saori pero Hades dio un paso al frente.

-¿Se olvidan que están ante el dios del Averno? Iremos a donde está tu estatua y abriré allí un portal que nos conduzca directamente a Giudecca – contestó Hades.

-¡Deben apresurarse! – exclamó Saga mirando la puerta bloqueada del Recinto que comenzaba a ser atacada por diversos cosmos enemigos.

Saori, Poseidón y Hades abandonaron el recinto acompañado de todos los soldados que se encontraban allí. La estatua de la diosa parecía llorar cuando llegaron frente a ella y todos pudieron ver el grado de destrucción que tenía el Santuario, reconstruido hacía poco tiempo y del que ahora quedaban prácticamente ruinas.

Hades formó elevando su oscuro cosmos una enérgica esfera de energía que se fue abriendo y se deslizó al suelo conformando un agujero terriblemente negro.

-¡Entren! – murmuró manteniendo la abertura para que todos pudieran pasar antes de entrar él y cerrar el portal. Lo último que vieron sus ojos fue a Némesis escoltada por un joven caballero de cabellos azules y mirada perdida: Ikki del Fénix. “Esto le va a doler a Shun” fue su pensamiento antes de desaparecer.
* * *

El joven príncipe del Averno, recuperado del ataque sorpresivo de Perséfone y plenamente convencido de la necesidad de cumplir sus deberes se había levantado el día posterior del ataque, colocándose una sobria túnica negra con detalles en gris noche, atándose su cabello con un lazo también negro y se había dirigido al Palacio de Justicia.

Era su deber supervisar el desarrollo de los juicios de las almas que llegaban al Inframundo y verificar el lugar que les correspondería ocupar en el Averno para pagar sus castigos. Para cumplir eso, utilizaba durante la mañana y parte de la tarde el despacho de Hades para leer y revisar todos los papeles. Se encontraba en eso cuando Radamanthis pidió permiso y entró con cierta prisa.

-¿Qué sucede, Radamanthis? – preguntó Shun posando sus suaves y preocupados ojos en los del poderoso juez, mientras dejaba los papeles a un lado.

-Han comenzado a llegar almas de espectros y de caballeros de bronce, alteza.

Shun escuchó sus palabras y la palidez de su rostro se fue acentuando hasta parecer un papel.

-¿Qué caballeros de bronce?

El juez comprendió su preocupación al instante, tener que escuchar que su hermano o sus amigos habían caído en combate defendiendo al Santuario.

-Jabú y Geki – respondió con suavidad.

-Radamanthis, da órdenes de que las almas de los caídos en el Santuario no sean juzgadas. Quizás Hades pueda revivirlos utilizando sus poderes.

-De inmediato, alteza.

Radamanthis desapareció con una reverencia y Shun no pudo dejar de sentir la terrible preocupación por los resultados del combate. Si el Santuario caía la batalla final sería en el Inframundo y eso pondría en riesgo a los dos seres que más quería en el mundo.

Decidido ingresó al pasadizo que llevaba al cuarto de armas que Hades le había enseñado y apenas puso un pie en ella notó los cambios que se habían suscitado. Las armas prolijamente ordenadas estaban esparcidas por doquier y Shun supuso quién había estado allí y porqué.

Recordó las palabras de su consorte mientras estaban en el lugar, en especial las que le habían informado que sólo los espectros y los gobernantes del Inframundo podían utilizar esas armas. Shun llegó a la conclusión de que lo único que Perséfone podía llevarse era el arma regalada en su momento por el señor del Inframundo y se dedicó a buscarla para no encontrarla en ninguna parte.

-Así que estuviste aquí – murmuró en voz alta – una lástima que no pudiste llevarte más que esa arma y si la llegas a levantar en contra de mi familia… conocerás porqué soy hermano de Ikki, el caballero del Fénix.

Shun regresó sobre sus pasos, dejando listas sus propias armas pero sin atreverse a sacarlas todavía, recordando las instrucciones recibidas de Hades. Mientras hacía el camino de regreso, sintió un fuerte estremecimiento en Giudecca y la llegada de muchos cosmos conocidos.
* * *

Hades, Saori y Poseidón junto a los caballeros, espectros y generales que habían sobrevivido al ataque llegaron a la entrada de Giudecca, causando cierto temblor ante la intensidad de la energía del portal que Hades cerró con sus poderes apenas entró él.

La mirada de Hades recorrió todo el lugar, observando a los espectros cumplir a pie juntillas sus órdenes de vigilancia.

Buscó el cosmos de Shun en los alrededores de Giudecca, y lo sintió aproximarse proveniente del Palacio de Justicia, los jóvenes cosmos de sus hijos pudo localizarlos en Giudecca y al poder encontrar esos tres cosmos la tranquilidad lo envolvió y se reflejó en sus ojos.

Apenas un instante después, Shun llegó frente al grupo y una mirada de alivio se posó en las bellas gemas esmeraldas, que de inmediato brindaron un beso de bienvenida a su compañero, sin importar la presencia de los demás.

Pero luego de ese momento, Shun se apartó y sus ojos buscaron con desesperación creciente a Ikki.

-¿Dónde está Ikki? – preguntó después de un largo minuto, mirando a su consorte.

- ¡Radamanthis, reparte habitaciones en Giudecca para Saori, Poseidón y los demás! Que se redoblen las guardias. Shun, ven conmigo – Hades tomó la mano de Shun y lo llevó al interior de Giudecca.

El joven de cabellos verdes supo que algo andaba mal cuando se vio apartado de los demás y sin percatarse se encontró en su dormitorio. Hades lo sentó en la cama, antes de que pudiera recuperar su voz y preguntar lleno de angustia.

-¿Ikki está…?

-No – Hades lo cortó antes de que pudiera terminar la pregunta y no pudo evitar soltar un enorme suspiro de alivio

– Pero Shun, él ahora está en el bando de Némesis.

Shun negó con la cabeza de inmediato y se levantó de la cama, alejándose del mayor mientras sus ojos esmeraldas reflejaban desconcierto.

-No, eso no es cierto – murmuró después de un tenso momento.

-Espera, deja que termine. Némesis hechizó a todos los caballeros dorados y a tu hermano, me inclino a pensar que porque su nivel es similar al de ellos. Sus armaduras tienen un tinte rojizo ahora y son títeres en manos de ella.

Shun se dio cuenta después de un rato en silencio de que no había contestado y de que mudas lágrimas caían de sus ojos mientras Hades se encargaba de consolarlo, apretándolo posesivamente contra sí.

-Es como antes… como cuando Ikki regresó de la Isla de la Reina Muerte para el Torneo y tuvimos que pelear con él… después de recuperarlo… yo no sé si podría atacarlo… él prometió cuidar a Isis y Alex si algo nos pasaba… yo no podría…

Shun lloraba sujetado al pecho del mayor, que acariciaba con ternura los cabellos verdes pensando en que había sido una buena idea alejar a Shun de todos los visitantes. …l era el único que debía verlo así, tan débil como la primera vez que lo llevó al Inframundo, sabiendo que después de eso se levantaría con la misma firmeza que conocía en su interior.

- No lo atacaré – fueron sus palabras luego de un rato en silencio, mucho más calmado que antes.

-Lo sé. No te pido que lo hagas.

-Prométeme que no lo atacarás tú – susurró en voz baja.
Hades supo que era una mala idea prometerle eso, porque Ikki sería un enemigo terriblemente poderoso y sin embargo se supo también incapaz de negarse a ese pedido, no con esa triste mirada enfrentándolo.

-Lo prometo.

-Gracias.

-Ahora el combate se peleará aquí, aunque no será esta noche. Estoy seguro de que Némesis festejará su triunfo en el Santuario junto a sus vasallos. No podemos perder aquí, porque si nos vencen… todo terminará.

- Lo sé, pero estoy seguro de que no perderemos.

-¿No ha habido ninguna otra sorpresa por parte de Perséfone?

-No, ninguna. Espera… sí hay algo. Se llevó el arma que tú le regalaste de la Sala de Armas.

Hades quedó bastante molesto después de escuchar esto y su cara se ensombreció por largos minutos.

-Lo bueno es que es lo único que podía llevarse. Me falta mostrarte algo – murmuró el mayor después de un momento en silencio – sígueme.

Shun asintió y acompañó a Hades a la chimenea que aunque nunca se utilizaba adornaba el dormitorio. Hades tomó un pisapapeles en forma de halcón y de inmediato la chimenea giró y abrió una puerta.

-Déjame adivinar, ¿conecta Giudecca con la Sala de Armas? – preguntó Shun.

-Sí, pero no sólo con la sala de armas. Si caminas por este pasadizo, en un punto se divide en tres direcciones, una te lleva al Palacio de Justicia, la del medio a la Sala de Armas y la de la izquierda al Tártaro.

-¿Quedan más pasadizos que deba aprender?

-No. Te aseguro que no.

Hades volvió a colocar la chimenea en su lugar cuando el pisapapeles regresó a su anterior ubicación. El silencio los envolvió mientras los dos tomaban plena conciencia del inminente ataque.
* * *

Tal como Hades predijo, Némesis no atacó el Santuario esa noche, sino que esperó a la mañana siguiente para descender por la entrada de la casa de Cáncer. Cuando lograron bajar por el tenebroso túnel y depositar sus pies en la entrada al Inframundo, fue fácil para ellos cruzar el Aqueronte controlando la mente de Caronte para hacerlo.
Después de dar un par de pasos y avanzar unos cuantos metros sin encontrar a nadie, una figura se reveló frente a ellos. Una mujer de largos cabellos negros y bastante hermosa se colocó frente a Némesis, mientras ambas sonreían.

-Perséfone – indicó Némesis a todo su ejército – la reina del Inframundo.

-Mi señora, le agradezco el haberme liberado de mi encierro y el darme esta oportunidad de venganza. Prometo no desaprovecharla.

-Entonces sabes que es lo que espero de ti, Perséfone. Tú conoces el averno de punta a punta, guíame de tal manera que no me encuentre a nadie.

-Sí, mi señora. Sin embargo, quería plantearle una idea que he tenido.

-Te escucho entonces – Némesis se adelantó dejando atrás a todo su ejército y la charla se desarrollo sólo entre las dos mujeres.

Cuando Némesis regresó al cabo de diez minutos, lo hizo con una gran sonrisa.

-Esperaremos aquí a que Perséfone regrese. ¡Organicen un campamento!
* * *

Radamanthis había sido informado por un espectro de que el ejército enemigo había logrado atravesar el Aqueronte y que avanzaba por los terrenos del Inframundo. Alertado

Hades había dado la orden de concentrar todas las tropas en Giudecca y todos los espectros que vigilaban las prisiones habían abandonado sus puestos para responder a esa orden.

Hades realizaba un recorrido de rutina, vigilando las tropas e impartiendo órdenes mientras Atena y Poseidón hacían lo mismo con sus propios hombres. Hades pudo ver también a Shun recorriendo los ejércitos y hablando con Radamanthis y Minos. De repente, vio que Shun se acercó a él con el rostro pálido, al igual que Radamanthis ponía cara de haber visto un fantasma. Iba a aproximarse a ellos para saber que sucedía cuando sintió una sombra a su espalda.

Se volvió rápidamente, como el militar aguerrido y como el dios poderoso que era, pero su rostro reflejó la sorpresa de ver a Perséfone a pocos pasos, a tan escasos centímetros que no pudo evitar que el estilete que empuñaba avanzara directamente a él y atravesara el espacio desprotegido de su pecho.

La mujer retiró el arma y Hades notó su propia sangre en ella, mientras la inconsciencia lo envolvía como una nube.

Una risa estridente partió de los labios de Perséfone, mientras veía caer al más poderoso de los dioses reencarnados.
Notas finales: ¿Qué les pareció? ¿Hades habrá muerto o no? ^_^

Saludos!!!!

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