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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: Muchas gracias a todos los que acompañan esta historia. Espero que este capítulo sea de su agrado y me lo hagan saber.
Dedicado a todos ustedes.
Saludos!!
Shun vio partir a Hades de su habitación y se relajó un poco más sobre la cama. La idea de que Hades ofreciera una fiesta por su cumpleaños no le agradaba demasiado, ya que no quería molestar ni romper el orden que reinaba a diario en Giudecca.
Después de un rato de análisis, llegó a la conclusión de que Hades haría lo que quisiera e íntimamente se sintió feliz porque el mayor se acordara de su cumpleaños.
En ese momento, entró Astrea en la habitación después de un quedo llamado. La joven doncella tenía un enorme ramo de flores de diversos tipos que Shun miró con curiosidad.
-¿Y eso?
-Un presente del señor Hades, joven Shun. ¡Son las flores más bellas del Eliseo! Espero que le agraden, mi señor las eligió expresamente.
-¡Están muy hermosas!
Shun observó a Astrea distribuir las flores en diversos floreros de la habitación, dándole a ésta un toque de vitalidad y calidez que le agradó al joven caballero de bronce.
-Muchas gracias, Astrea.
-Descuide. Aún falta algo – la muchacha desapareció por un momento, para reaparecer con una caja que dejó sobre la cama.
Shun al quedarse nuevamente a solas rompió el papel con ansiedad, siempre le había gustado recibir regalos y los había recibido muy pocas veces en su vida. Valoraba cada presente sin importar el tamaño o el valor del objeto. Para él ya las flores de Hades habían sido un regalo magnífico, así que otro regalo más le generaba una sensación de deuda.
La caja reveló una bellísima túnica blanca, hecha en una tela suave y delicada, magnífica al tacto. Los bordes de la túnica estaban recubiertos de hilos de oro y los prendedores, unos magníficos soles, también estaban hechos de oro puro.
A Shun le encantó el regalo, pero de inmediato pensó en devolverlo. Seguramente, habría costado una fortuna a Hades y él no podía aceptarlo. Tardó un poco en ver la tarjeta que estaba oculta debajo de la bella prenda. “Para que lo uses esta noche en la fiesta. No intentes devolvérmelo porque no la aceptaré. ¡Feliz cumpleaños!”
Shun sonrió, pensando que el mayor conocía bastante su carácter y encantado por el regalo decidió tal como Hades le pedía usarlo esa noche para la fiesta.
* * *
Hyoga e Ikki llegaron a la Mansión Kido el día antes del cumpleaños de Shun, con la esperanza de que el joven regresara para pasar ese día en compañía de sus seres queridos.
Cuando Hyoga bajó las escaleras la mañana del cumpleaños de Shun, se encontró a Saori, Seiya, Shiryu e incluso a Ikki en el salón principal.
-¿No ha llamado o venido? – preguntó el joven rubio.
-No lo ha hecho en estos meses, no creo que lo haga hoy – respondió Seiya.
Con el tiempo transcurrido, gradualmente Hyoga había logrado que Shiryu y Seiya volvieran a hablarle con normalidad. Pero esa fecha en particular había removido recuerdos, demasiado frescos aún. Ikki por su parte y como era costumbre hablaba lo mínimo imprescindible, no involucrándose con nadie pero sin dejar de mirar por la ventana. Nunca lo reconocería, pero todos intuían la desesperación del Fénix por no poder encontrar a Shun, más con todo el tiempo que había pasado.
El silencio sepulcral predominó todo el día en la Mansión, excepto cuando el teléfono sonaba. Momento en el que todos se abalanzaban para tomarlo, esperando interiormente que fuera el conejito. Pero ninguna de esas veces fue la voz de Shun la que oyeron para decepción de todos.
* * *
Shun estaba en su habitación arreglándose para la fiesta, cuando llamaron suavemente.
-Adelante – murmuró Shun ajustándose la túnica frente a uno de los espejos de su habitación.
Hades abrió la puerta e ingresó a su habitación, vestido elegantemente para la fiesta. Los cabellos negros magníficamente peinados y con una corona de diamantes en su cabeza, símbolo de su poder como rey del inframundo.
-¡Hades! – Shun sonrió al verlo y dejó de mirarse en el espejo para mirar al mayor.
-¿Te gustaron los regalos? – preguntó el mayor con una sonrisa suave.
-Sí, las flores están preciosas y la túnica es maravillosa. ¡¡Muchas gracias!! Aunque no debiste molestarte tanto.
-No es una molestia, es un placer – respondió el mayor.
Shun sonrió de nuevo, un poquito ruborizado y Hades se perdió contemplando ese hermoso rostro por un largo momento.
-¿Ya estás listo? – preguntó Hades.
-Sí, ya estoy listo.
Shun iba a salir de la habitación cuando Hades lo detuvo tomándolo del brazo con suavidad.
-¿Qué? – preguntó aún más ruborizado que antes el más joven.
-No estás listo todavía, te falta algo.
-¿Qué cosa?
-Esto – Hades hizo aparecer una diadema de esmeraldas y diamantes que colocó suavemente en la cabeza del menor, que lo dejó hacer sorprendido.
-Es demasiado – susurró Shun cuando Hades lo soltó.
-Es justo lo necesario. Te queda magnífica. Ahora sí estás listo.
Hades tomó el brazo del menor para acompañarlo rumbo al salón principal donde se desarrollaría la fiesta.
Shun se dejó conducir rumbo al lugar que observó con muchísima atención cuando lo tuvo frente así. Hades se había esmerado en decorar el salón con inmensos ramos de flores de los Elíseos. Se veía una mesa llena de los más diversos platos y bebidas y a los espectros moviéndose de un lado a otro del salón, junto a algunas de las doncellas del Inframundo.
-¿Te gusta? – preguntó Hades suavemente antes de entrar.
-Es… el salón… perfecto… - susurró un poco torpemente Shun, encantado de lo que veía.
-Entonces lo tomaré como que te gusta. Ven.
Hades entró al salón con él sujetado firmemente por el brazo. Los espectros saludaron enseguida a Shun, incluyendo a los tres jueces. Shun, con el correr del tiempo se había ganado el cariño y el respeto de cada uno de los espectros, e incluso Minos, Aiacos y Radamanthis debían reconocer la influencia que había tenido sobre Hades. El frío señor de la muerte, adoptaba una personalidad totalmente diferente al hablar de su joven visitante y bastaba ver los destellos de sus ojos para saber que deseaba que esa visita fuera permanente.
Shun se vio apenas un rato más tarde sentado en una mesa aparte, acompañado únicamente de Hades, aunque con los jueces dando de cuando en cuando una vuelta, fiscalizando que todo estuviera bien.
-Espero que te guste la comida, Shun. Intenté recordar todo lo que me habías dicho que te gustaba comer.
Shun ojeó todos los platos distribuidos en la mesa y asintió con suma sencillez antes de comenzar a comer en compañía de su anfitrión. Después de la cena, de la que todos los espectros no dejaron nada se escuchó una serie de canciones interpretadas por Pharao y Orfeo que dieron el comienzo al baile.
Hades terminó de cenar para mirar el gesto complacido de su acompañante, observando el movimiento de las diferentes parejas a lo largo del baile.
-Ven – Hades se levantó y le ofreció la mano a Shun para dirigirse a la pista.
Un Shun bastante sorprendido se encontró muy pronto bailando junto a las demás parejas, una melodía calma y apacible, perfectamente armónica que llenaba cada rincón de la estancia.
Shun alzó su rostro para ver el gesto del mayor, los ojos azules que podían transmitir frialdad reflejaban para él calidez y no perdían detalle de su propio rostro.
-¿En qué piensas? – preguntó Hades curioso frente a la cuidadosa observación que podía ver en los ojos de su acompañante.
-¡Perdón! – Shun se quedó súbitamente ruborizado antes de continuar – en que este es un cumpleaños maravilloso.
-Me alegro mucho entonces. Quiero que pases un día perfecto.
Hades sujetó más firmemente la cintura del menor mientras continuaban con la danza. Shun se dejó conducir y acompañó cada uno de los bailes que realizó con el mayor, hasta que el cansancio lo venció y lo hizo regresar a la mesa en busca de algo para tomar, sin perder de encima a Hades, como fiel escolta.
-¿Cansado? – preguntó Hades al verlo tomar una copa entera de un trago.
-Más o menos – Shun sonrió y agregó - ¡Pero me estoy divirtiendo mucho!
Hades vio la amplia y verdadera sonrisa en el rostro del más joven y no pudo menos que compartir esa alegría.
-Entonces creo que te gustara la torta – murmuró el mayor con un gesto que hizo aparecer encima de la mesa una gigantesca torta de chocolate y crema que Shun miró con ojos sorprendidos.
-¡¡Qué rico!! – Shun la contempló radiante y al notarlas encendidas se apresuró en acercarse a ella.
-Recuerda, pide tres deseos – murmuró el mayor antes de que Shun apagara las velas. …ste asintió y pensó mentalmente en tres cosas que se guardó profundamente en su corazón antes de apagarlas con un soplido.
Los espectros aplaudieron y muy pronto comenzó el reparto de las porciones para que cada uno pudiera probarla. Shun se sentó de nuevo con un enorme trozo que ante los ojos de Hades literalmente devoró.
Al terminar de comer Shun sintió la mano de Hades acercarse a su rostro y uno de sus dedos quitó suavemente una mancha de chocolate de su rostro. Hades sonrió al ver el rubor plantarse en la cara de su compañero.
-¡Gracias!
* * *
La fiesta terminó cerca de las dos de la mañana por lo que Shun subió a su habitación un poco después de esa hora. Shun sintió la imperiosa necesidad de salir al balcón de su habitación, sin importarle que fuera tan tarde. Las luces ígneas del Inframundo generaban siempre un resplandor nocturno que iluminaba sin importar la hora.
Era la primera fiesta de cumpleaños que había tenido en su vida, y llegó a la conclusión de que no podría haber tenido una mejor. Quizás no había sido la que hubiera deseado meses atrás, pero cada vez más el Inframundo era su hogar y de su antiguo mundo sólo extrañaba la amistad de Seiya, Shiryu y Saori. Eran sus nombres los que más acudían a su mente, porque el dolor había mermado pero no había perdón para Hyoga e Ikki. Se sorprendió al comprender que quizás nunca lograría perdonarlos, pese al tiempo que había pasado y que seguramente pasaría. Se preguntó si lo habrían extrañado, si habían pensado en él y si habían anhelado su regreso o aunque sea una llamada por teléfono que nunca les había hecho.
Concentrado en sus recuerdos y en sus propios pensamientos no sintió el suave llamado a su habitación ni tampoco como la persona que llamaba ingresaba a ella. Sólo la voz lo sacó de su ensimismamiento.
-¿No tienes sueño?
-¡Hades! No, no mucho – sonrió el menor.
-Yo tampoco. Espero que no te moleste que haya entrado sin tu permiso. Llamé pero no contestó nadie.
-Por supuesto que no. Además… esta es tu casa – murmuró Shun.
Hades se colocó al lado del menor, mirando al igual que él al exterior.
-¿Te gusta este lugar? ¿En realidad estás acostumbrado a él?
-Me gusta este lugar, Hades. Sé que hay muchas partes que no conozco, que tú no quieres que vea para no ver las almas atormentadas pero este lugar se ha convertido en mi hogar. Quizás ya te esté estorbando… - dudó Shun en medio de sus palabras.
-De ninguna manera. Claro que no eres un estorbo para mí y nunca lo serás. No vuelvas a decir eso.
-Lo siento. No volveré a hacerlo – contestó Shun un poco apenado.
-Descuida. Lo que me importa es que estés bien aquí.
-Lo estoy – Shun sonrió ampliamente posando sus ojos en el mayor - ¡gracias, por todo! Nunca me alcanzará la vida para agradecerte.
Hades no respondió nada pero se acercó suavemente al menor. Shun se turbó ante ese movimiento pero tampoco se hizo para atrás o intento detenerlo. Sintió las manos del mayor tomándolo del mentón para alzar con delicadeza su rostro. Los ojos verdes y azules se cruzaron, uno enteramente seguro, el otro con inseguridad pero sin fuerzas para detener lo que vendría.
Los rostros se aproximaron y los labios se entreabrieron para buscarse en un beso suave que se fue profundizando con la respuesta proveniente del menor. Hades rompió la última barrera en ese cerrado corazón que poco a poco se dejaba hacer y lo mejor de todo respondía con mayor seguridad. Cuando el beso se deshizo y antes de que Shun pudiera decir algo, el mayor lo miró a los ojos y con firme seguridad habló.
-Te amo. No te pido que me respondas lo mismo… pero al menos… quiero que me des… una oportunidad.
Shun no respondió nada por unos minutos, observando el Inframundo y a Hades alternativamente. …l lo sabía, lo sabía desde hacía mucho tiempo. Sabía que su destino se estaba entrelazando con el de Hades, que querían volver a unir sus caminos como cuando el mayor ocupaba su cuerpo. Y sabía que no se negaría porque su corazón jamás se había sentido tan vivo como en ese beso. Recordó el beso que le había dado Hyoga y al compararlos se percató de la enorme diferencia entre uno y otro y de lo que había sentido con ellos. El de Hyoga había despertado ese amor infantil y adolescente que había después desgarrado su alma y convertido su corazón en pedazos. El de Hades le había transmitido el amor profundo y sin dudas eterno, el amor que había curado todas sus heridas antes de avanzar en busca de algo más, el amor callado en busca del momento oportuno.
Hades observó la profunda reflexión de esos bellos ojos esmeraldas, mientras los labios no respondían nada.
-Yo… te amo – susurró Shun en voz baja pero suficientemente audible para el mayor que sonrió ampliamente.
Hades se acercó a Shun de nuevo y buscó sus labios en un beso más largo que el anterior pero igual de suave, mientras que una de sus manos buscaba algo dentro de los pliegues de su ropa aprovechando que Shun estaba distraído.
Al separarse, Hades le ofreció un pequeño estuche más que Shun tomó con cautela y que abrió para poner un gesto de sorpresa en sus lindos ojos.
-¿Aceptas? – preguntó Hades con infinita cautela, alejándose un poco del menor en espera de su respuesta.

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