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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: Pido mil disculpas por las demoras en actualizar y por no responder sus maravillosos comentarios. Estoy atravesando un momento muy difícil a nivel personal y eso me ha impedido tener el tiempo necesario para hacerlo. Subo este capítulo hasta donde lo tenía escrito intentando actualizar lo más rápido posible.

Nos leemos pronto. Saludos.
Shun contempló intensamente la alianza de oro blanco que el mayor le acababa de entregar. Sus labios no se movieron, presos de la sorpresa y de la reflexión por unos cuantos minutos hasta que el mayor sintió la necesidad de hablar.
-No es… necesario que me contestes ahora. Sólo… dime que lo pensarás. Yo esperaré a que te decidas, Shun. Lamento haberte presionado a tomar una decisión tan rápida y…
Shun lo calló posando uno de sus dedos en los labios del mayor, con cierta timidez y tomando la alianza la colocó suavemente en el anular de una de sus manos.
-Prométeme que jamás me lastimarás – susurró el menor esbozando una tímida sonrisa.
-Jamás te lastimaré, Shun. ¿Puedo tomar esto como un sí? – preguntó el mayor disminuyendo las distancias para tomar al joven por la cintura.
-Sí. Claro que sí.
Hades lo besó una vez más y ambos se quedaron conversando en voz baja un rato más hasta que el rey del inframundo abandonó la habitación de su ahora prometido con una magnífica sonrisa.
Shun quedó de pie un rato más, observando el exterior y pensando en silencio hasta murmurar unas breves palabras.
-Adiós Hyoga.
* * *
La noticia del compromiso entre Hades y Shun revolucionó Giudecca y por ende todo el Inframundo. Todos los espectros comentaban la próxima unión y de forma unánime estuvieron de acuerdo. Shun se había ganado el respeto de todos los espectros y más aún su cariño con su constante buen trato y preocupación.
Además, los cambios en la personalidad fría y seria de Hades se habían notado en el gobierno del Inframundo. Cada vez más, Hades se dirigía con mayor respeto a sus súbditos y si bien seguía exigiendo que todo se cumpliera según sus órdenes ya no les alzaba tanto la voz como antes ni les hablaba en forma tajante y acerada.
Radamanthis, Minos y Aiacos tomaron la noticia nueva con la misma satisfacción que el resto de los espectros, considerándola la mejor decisión que podía haber tomado el mayor. Shun cumpliría para los jueces el papel que ellos esperaban de un príncipe, discreción, dedicación y además los tres jueces sabían el valor en un combate que podía ofrecer el antiguo caballero de Andrómeda.
Hades y Shun se pusieron de acuerdo para la realización de la ceremonia en apenas una semana y también en que querían algo que fuera sencillo y significativo al mismo tiempo. Nada de lujos y ostentaciones innecesarias pero sí una fiesta para todos los espectros y para ellos mismos. No habría invitados ni del Templo Marino ni del Santuario de Atena, aunque eso fue un pequeño tema de discusión entre los dos.
Hades había insistido un poco en que debían invitar a Saori y los caballeros atenienses y sin embargo, Shun se había negado una y otra vez. Finalmente, el joven de cabellos verdes había confesado su escasa preparación para enfrentarlos nuevamente y Hades no necesitó más que eso para descartar la idea de invitarlos por cortesía.
El sábado en que se realizaría la ceremonia, Shun se vio despertado a muy temprana hora por una diligente Astrea que entró cargando cajas y más cajas.
-Joven Shun, es hora de empezar a arreglarse. La ceremonia será a las doce en los Elíseos.
Shun escuchó la voz de Astrea y se levantó con prisas. En su rostro brillaba una sonrisa de particular alegría.
-¿Feliz? – preguntó Astrea.
-Sí, muy feliz – respondió Shun y su tono de voz fue sincero, como todo en él.
-Pues nosotros también estamos felices de que sea usted con quien se case nuestro señor. El señor Hades no pudo escoger a alguien mejor como su príncipe.
Shun se ruborizó furiosamente y le agradeció a la joven todos los cumplidos antes de poner manos a la obra en su arreglo. La túnica que llevaría era de una bella tela de color blanco, una especie de seda muy suave y de elegante caída, con todas las costuras realizadas en hilos de plata. Los prendedores que sujetarían la tela eran de esmeraldas y diamantes y lanzaban abundantes destellos.
Shun se contempló en el espejo al mismo tiempo que Astrea comenzaba a arreglarle el cabello, peinándolo de tal forma que sus bucles no molestaran y la diadema que Hades le había enviado quedara firmemente sobre su cabeza.
El joven de cabellos verdes miró la diadema cuando se posó sobre su cabeza. Era de sólido oro blanco y llevaba engarzados tres diamantes de diversos tamaños y a cada lado de los mismos unas pequeñas esmeraldas.
-Su alteza luce muy guapo – sonrió Astrea cuando dio por finalizada su labor casi a la hora acordada.
-Gracias por todo, Astrea.
-De nada, joven. Ya es hora de que vayamos a los Elíseos.
* * *
Hades contempló con satisfacción los Elíseos. Había hecho decorar el pequeño mirador en el que Shun y él se casarían con las más hermosas flores que había podido conseguir y el lugar tenía una bella vista a los Elíseos que sabía agradarían mucho a su pequeño príncipe.
Dentro del mirador sólo estarían Shun, él y la persona que llevaría adelante la ceremonia. Para Shun sería Lune el encargado de oficiarla pero Hades había subido al Olimpo, como muy pocas veces lo hacía para pedirle a Himeneo que oficiara la ceremonia como sorpresa para su pequeño príncipe.
Himeneo, que según los mitos griegos era hijo de Afrodita era el dios de los matrimonios y sus uniones eran consideradas eternas. Ningún poder humano o divino podía deshacer el lazo que él creaba.
Hades sonrió y pensó interiormente en lo diferente que era esta boda con la que hacía miles de años había tenido con Perséfone. La había amado, sí, enloquecido por esa belleza tan extraña y tan juvenil. Pero había sido Lune el que los había unido y había sido Lune el que había roto ese nudo cuando el rostro de Perséfone se había mostrado como era en realidad.
La encantadora hija que Deméter buscó por toda la tierra negándose a hacer florecer campos y cultivos hasta encontrarla. Perséfone, bella y cruel, un ser maligno tras un rostro de ángel. Maldad pura en su rostro cuando había llegado incluso a querer envenenarlo para quitarlo de en medio y quedarse con el inframundo. Estaba enceguecida por el poder y por la destrucción y Hades no se había percatado hasta esa noche, en que la cena contenía una mezcla de polvos venenosos.
Radamanthis lo había salvado a tiempo y Asclepios lo había curado mientras Perséfone era encerrada en algún lugar perdido del Inframundo para nunca más cruzarse con Hades.
…ste la había dejado viva, pero jamás la había vuelto a buscar ni a ver, no hubo perdón para esa traición y nunca lo habría. Pero el lugar que había tenido en el Inframundo no había sido vuelto a ocupar por nadie hasta que él llegó a su vida.
…l con su eterna sonrisa y su corazón rebosante de bondad y alegría. Corazón que había sufrido mucho por su causa y que había vuelto a sufrir más tarde nuevamente sin merecerlo. Y él se había encargado de ayudarlo, amándolo poco a poco sin exigir nada a cambio.
Se sintió feliz cuando esos ojos esmeraldas que se habían vuelto tristes recuperaron su brillo y comenzaron a lanzar esos destellos llenos de esperanza y alegría como antes. Y cuando estuvo convencido de que sería correspondido le confesó sus sentimientos y le pidió compartir toda su existencia.
Recordó el anillo que le había entregado a manera de compromiso, tan antiguo como la misma humanidad, lo había llevado Metis y se lo había entregado para que se lo regalara a alguien especial. Lo había guardado todos esos siglos para finalmente, dárselo a ese joven ateniense que ahora esperaba y que vio llegar como una exhalación lleno de vida y optimismo.
Sus ojos se cruzaron y no pudieron menos que sonreírse hasta que Shun llegó a su lado. Los ojos esmeraldas vieron con sorpresa la presencia de alguien que no era Lune, un hombre joven y guapo de ojos celestes y cabellos rubios de porte majestuoso.
-Himeneo – susurró Hades por lo bajo al ver la mirada sorprendida de Shun.
-Iniciaremos la ceremonia – comenzó el dios y ante la atenta mirada de la pareja comenzó – Como dios del matrimonio me encuentro aquí para unirlos con un lazo inquebrantable y eterno, unión que no puede romperse bajo ninguna circunstancia y que es bendecida por los dioses. Hades, dios de la muerte, señor del Inframundo, estás dispuesto a unirte en este lazo eterno con Shun.
-Sí
-Shun, estás dispuesto a tu vez a compartir la senda que los dioses han marcado para que la transiten juntos. ¿Aceptas unirte como estrella divina de la esperanza a Hades? Renunciando a Andrómeda para ser Shun de Mizar Beta.
-Sí
-Al aceptar mis palabras, han sellado su destino y lo han vuelto uno solo para toda la eternidad. Lo que yo he unido, nada ni nadie podrá separarlo.
Hades tomó una sortija con un diamante reluciente y lo colocó en la mano de Shun con una sonrisa. Shun a su vez colocó otro anillo en la mano de su ahora consorte y cuyos destellos azulinos indicaban la presencia de un profundo zafiro.
Finalmente, Hades tomó el mentón de su bello peliverde y ambos se fundieron en un suave beso para alegría y aplausos generales de los espectros.
-Te amo – susurró el mayor en sus oídos luego de soltarlo – gracias por hacerme tan feliz.
-Te amo – murmuró el menor en respuesta – gracias a ti por darme tanta felicidad.
-Te agradezco mucho Himeneo – Hades volteó a ver al oficiante que sonrió antes de responder.
-Les deseo toda la felicidad del mundo.
-¡Es cierto! ¡Muchas gracias! – Shun sonrió también y agradeció con un gesto la presencia del dios en la ceremonia.
-Un placer – respondió Himeneo.
-Ahora comenzaremos los festejos – indicó Hades con su potente voz.
* * *
-¡Te amo! – susurró Hades en los oídos de su consorte cuando ya los dos se habían retirado de la fiesta y estaban en su habitación.
El cuarto de Hades era inmenso, mucho más de lo que Shun había supuesto y estaba ricamente adornado. La cama con dosel de terciopelo rojo sangre era inmensa y en la penumbra de la habitación resaltaban las sábanas púrpura oscuro casi negro.
Shun la había contemplado durante unos instantes antes de que sus labios fueran tomados por la boca de Hades en un beso suave que se convirtió en demandante y profundo.
Cuando los ojos verdes volvieron a abrirse los labios de Hades ya no estaban en su boca sino que realizaban un sinuoso descenso en su cuello que lo hizo gemir de inmediato por el placer que le causaron. Se sentía tranquilo y seguro, confiaba en el mayor y sabía que lo dejaría hacer y deshacer a su antojo por esa razón, por la confianza.
Hades lo había sentado en la cama mientras lo besaba en el cuello y sus manos desprendían la túnica con lentitud, rozando cada trozo de piel desnuda que descubría con su avance. Gradualmente, empujó a su príncipe sobre la cama hasta acostarlo en ella y se colocó encima de él con suavidad para que sus manos pudieran acariciar el cuerpo del menor con mayor libertad.
Los ojos azules no perdían detalle de ese exquisito cuerpo que ahora sería enteramente suyo y disfrutaba cada segundo de su recorrido aumentando el placer en ambos con sus justas y precisas caricias.
Las manos de Shun se alzaron pronto para acariciar la espalda de Hades y atraerlo inconscientemente más encima de él, mientras la ropa parecía definitivamente estorbar en ambas partes.
Hades fue el primero en quitar la última prenda de Shun y con suavidad y una sonrisa ayudó al menor a desprender los broches, botones y sujetadores de sus reales ropas. Las manos de Shun más nerviosas eran torpes en extremo aunque eso les arrancó más de una sonrisa a ambos a medida que se perdían las prendas del mayor.
Las caricias se profundizaron con el roce de las pieles desnudas, cada vez más ansiosas por descubrir cada secreto de las mismas. Hades se sorprendió por la palidez de su pequeño, que superaba la suya aunque permanecía en el Inframundo todo el tiempo. Shun a su vez se sorprendió con las cicatrices de lejanas guerras y combates entre los dioses que vio en el mayor.
Hades dejó un sendero de besos en el cuerpo de Shun hasta llegar a su miembro. Los gemidos de placer en el joven peliverde aumentaron cuando la lengua de Hades se deslizó allí haciéndolo casi enloquecer por las sensaciones que recibió y arquear su espalda para profundizar el contacto.
Cuando finalmente alcanzó el clímax su cuerpo se relajó por entero, casi desfalleciente sobre la cama y recibió los ansiosos besos del mayor.
-Eres… exquisito – susurró el mayor entre esos besos mientras se ubicaba entre las piernas del más joven.
Shun se ruborizó suavemente al sentirlo introducir uno de sus dedos para prepararlo y se tensó al sentir uno más moviéndose con lentitud.
-Tranquilo
Hades retiró sus dedos y lo invadió gradualmente, ahogando los gemidos de dolor con sus besos y cuando sintió al más joven responderle moviendo sus caderas se dedicó a disfrutar de lleno ese momento, introduciéndose cada vez con más fuerza hasta arrancar de ambas bocas gemidos y jadeos de placer.
El clímax llegó en medio de ese frenesí haciéndolos rozar el paraíso por mágicos momentos y finalmente regresar a la realidad en medio de ese inmenso y desordenado lecho.
Hades tomó con dos de sus dedos el mentón del más joven y los ojos verdes y azules se cruzaron en una intensa mirada.
-¿Estás bien? – preguntó con voz ronca, profundamente sensual.
Shun asintió suavemente y lo besó con dulzura, permitiendo que lo recostara contra sí para dormirse poco después.
Una nueva etapa acababa de comenzar en la vida de ambos, un nuevo sendero que era totalmente ajeno a los caballeros de bronce y a la misma Atena.

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