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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: ¡¡Muchas gracias a todos por su comentario y por leer esta historia!! Como las musas andan inspiradas ya les traigo la continuación esperando que sea de su agrado. ¡¡Saludos, nos leemos pronto!!
La puerta se cerró tras el joven y el silencio envolvió la estancia durante largos minutos, hasta que la voz de Hyoga se levantó para romperlo.
-¿Qué fue… lo que dijo? – preguntó aún sin querer creerlo.
Hyoga no podía aceptarlo, no cuando su mente había analizado toda la frase, Shun… príncipe del Inframundo… Shun consorte de Hades, Shun gobernando el Inframundo en ausencia del dios de la muerte… Shun tan increíblemente bello y tentador… Shun propiedad de Hades.
-Esto es algo… que no me esperaba – murmuró Saori, en respuesta. También con voz perpleja.
-¡Qué demonios se ha creído ese chiquillo para prohibirme hablarle! – exclamó Ikki repuesto de la voz tan fría de su hermano y de la herida que le había causado - ¡Y atreverse a lastimarme! ¡Voy a hablar con él… ya!
Fue el brazo de Aioria el que lo detuvo en su impulso y lo trajo a la realidad.
-Si intentas acercártele los espectros te matarán… ¡Ikki… te llamó Fénix! Ni siquiera te reconoció como su hermano. ¡Basta! ¿Quieres que nos echen a todos de aquí?
-Todo esto es culpa del pato del infierno – rugió Ikki comprendiendo dolorosamente que para Shun ya no era su hermano.
El brazo de Aioria aflojó la presión y lo soltó. El desánimo se plantó en el rostro del Fénix y se contagió al resto.
-Hades no nos apoyará – opinó Aldebarán.
-¿Por qué? – preguntó Saori.
-¡Porque Hades debe saber todo lo que pasó con Shun en la mansión! ¿Crees que apoyará una alianza que implicaría tenernos aquí o a ellos subir al Santuario viéndonos constantemente? – analizó Camus en voz alta.
-Entonces… si Shun… hablara con él… e intentara convencerlo… - murmuró Seiya.
-¿Y ustedes creen que Shun quiera tenernos aquí a nosotros? – preguntó Shiryu en respuesta.
Ninguno de ellos pudo contestar esa pregunta porque la puerta se abrió para dar paso a Lune.
-Sus habitaciones están listas. Los conduciré a ellas y les avisaré cuando la cena esté servida. El comedor se encuentra en el primer piso, después los acompañaré para que no se pierdan.
-¿Shun también come ahí? – preguntó Hyoga al instante.
-No. El príncipe cena en un comedor privado.
Hyoga se desanimó porque quería hablar lo más pronto posible con Shun, algo le decía que si hablaba con él podían arreglar lo que pasó hace más de dos años y lograr que Shun perdonara a Ikki por algo de lo que no era culpable.
Las habitaciones que le habían sido destinadas eran inmensas y las ocupaban de a dos caballeros con excepción de Saori que recibió una habitación individual. La diosa al encontrarse sola no pudo dejar de analizar la situación en la que estaba la alianza que venía a buscar, alianza que a su entender dependía enteramente de lo dañado que estuviera el corazón de Shun después de tanto tiempo y de la influencia que pudiera tener sobre su poderoso esposo.
* * *
Shun se había encerrado en su habitación para tomar aire durante unos largos minutos. Le había dolido en el alma lastimar a Ikki, pero tenía que mostrarse así, no iba a permitir que jugaran nuevamente con él y con sus sentimientos. No estaba dispuesto a dejarse convencer por las palabras que pudiera escuchar de su hermano y por eso no le daría oportunidad de que pudiera hablar con él.
Sin embargo, con Saori, Seiya y Shiryu era diferente y él lo sabía. Eran sus amigos y merecían una explicación que él estaba dispuesto a darles lo más pronto posible.
El flujo de sus pensamientos se interrumpió al entrar Minos a la habitación tras un suave llamado.
-Su alteza, ¿quiere que mande a un espectro a avisarle al señor Hades?
-No. No es necesario, Minos. Saori y los caballeros pueden permanecer aquí hasta que Hades regrese. El viaje al Tártaro era muy importante para él y para que el Inframundo permanezca estable. No podemos interrumpirlo tan abruptamente.
-Como diga, alteza.
-Minos…
-¿Sí? – el espectro se puso alerta al instante.
-Quiero que le pidas a Saori, Seiya y Shiryu que me acompañen a cenar. Diles que los espero a las ocho en punto e indícales el lugar.
-Enseguida, alteza.
Minos abandonó la habitación y cumplió la orden de Shun de inmediato. Saori, Shiryu y Seiya aceptaron de buen grado la invitación de Shun y tal como se les había pedido a las ocho de la noche llamaron a la sólida puerta del comedor que Minos les había señalado.
Casi al instante la puerta se abrió y los tres pasaron a una amplia estancia, iluminada con candelabros de plata y en la que predominaba una mesa de roble sólido con las sillas a juego. Y sentado en una de las sillas se encontraba Shun, ocupado en darle de comer a un bebé, mientras otra muchacha le daba la cena a una niña de cabellos intensamente verdes como los de Shun.
-Hola, pasen – la voz de Shun nació desprovista de toda la frialdad anterior, era la voz de antaño la que los tres invitados extrañaban tanto – les presento a Alexander y a Isis.
Shun sonrió con dulzura y con orgullo alzó primero a Alexander para que sus amigos pudieran verlo.
-Alexander… ella es tu prima Saori y ellos son tus tíos Seiya y Shiryu. …l es Alexander y es el pequeño príncipe del Inframundo. Y ella – la doncella alzó a Isis que de inmediato sonrió al notar que era el centro de la escena – es la princesa Isis.
-¿Son tuyos? – preguntó más que sorprendida Saori.
-Sí – Shun sonrió – son míos. Tienen casi un año.
-Son hermosos – Seiya le sonrió a Alexander y el bebé lanzó una carcajada.
-Y creo que tienen tu carácter – Shiryu tomó sin dudar a la pequeña Isis que se dejó hacer sin emitir queja.
Shun asintió antes de agregar.
-Espera a que crezcan un poco más. Supongo que serán muy traviesos. Ahora por lo pronto es hora de que vayan a dormir, sólo quería que los conocieran. Astrea, por favor, llévalos a sus habitaciones, después de cenar iré a verlos.
La muchacha asintió y abandonó la habitación en compañía de los niños para que Shun, Saori, Seiya y Shiryu quedaran a solas. Cuando los cuatro estuvieron sentados en la mesa fue que el silencio se rompió para dar paso a la voz de Shun.
-Les debo una explicación – fueron sus primeras palabras.
-Sólo… explícanos como viniste a dar aquí – pidió Seiya.
-Cuando pasó lo que pasó, yo salí corriendo de la Mansión y terminé mucho rato después sentándome en un parque. Hades apareció allí preguntándome que había pasado, ya que después de la última batalla él y yo seguimos teniendo determinada conexión mental por todo el tiempo en que ocupó mi cuerpo. Cuando hablábamos sentimos sus cosmos que estaban por encontrarme y le pedí que me sacara de allí. No deseaba verlos… no quería hablar con nadie, sólo quería escaparme de allí, no mirar a nadie a la cara – a Shun le dolió pronunciar esas palabras por lo que se detuvo por un momento.
-Lo que pasó… - intervino Shiryu pero Shun lo detuvo.
-No deseo hablar de eso. Vine a parar aquí como invitado de Hades aunque al final mi visita se tornó en permanente – Shun sonrió pero antes de continuar fue interrumpido por Saori.
-¿Eres feliz? – preguntó Saori directamente.
-Mucho. Muchísimo. ¡Este es mi hogar! – Shun sonrió y sus ojos resplandecieron – Soy muy feliz aquí.
-¿Entonces tú no te casaste con él por obligación ni nada de eso? – insistió Saori.
-No. Yo amo a Hades. Durante años fuimos dos almas en el mismo cuerpo y era parte de nuestros destinos volver a reunirnos aunque de diferente manera. Yo no me he arrepentido ni una sola vez de la decisión que tomé… por el contrario, cada día agradezco haber tomado la decisión correcta.
Los tres jóvenes guardaron silencio durante un momento, analizando las palabras de Shun hasta que Saori fue la que habló primero.
-Shun, en realidad nos preocupamos mucho cuando desapareciste. Te buscamos durante mucho tiempo y cuando finalmente aceptamos que no querías que te encontráramos Hyoga e Ikki te siguieron buscando. Nunca pensamos en que estuvieras aquí, y mucho menos que hubieras decidido unirte a Hades. Pero si tu decisión fue esa, siempre podrás contar con nuestra amistad y nuestro apoyo.
Shiryu y Seiya asintieron y reafirmaron las palabras de Saori. Shun, como antaño les agradeció muchísimo sus palabras y después de un rato terminó preguntando los motivos de su visita.
-¿Por qué quieren hablar con Hades? – preguntó el joven de ojos esmeraldas, sentándose junto a los demás en unos cómodos sofás después de la cena.
-Existe una profecía que pronostica el inicio de una nueva guerra tras un eclipse que se producirá dentro de unos meses. Es necesario lograr una alianza entre Poseidón, Hades y yo para poder hacer frente a los dioses de la venganza y las sombras que serán los nuevos enemigos – informó Saori.
Shun no contestó nada durante un rato, pero después de tomar aire respondió.
-Parece que no estamos destinados a tener mucho tiempo de paz, tarde o temprano una nueva guerra comienza y otra vez hay que pelear. Estoy convencido de que Hades te escuchará lo que le propongas, Saori.
-¿Y crees que me ayudará?
-No lo sé. En verdad no lo sé. Hades no suele meterse en conflictos ajenos… pero quizás… - Shun dudó un poco antes de continuar y Saori intervino.
- ¿Intentarás convencerlo?
Shun sonrió ampliamente antes de asentir con convicción.
- Claro que sí, Saori. Cuenta conmigo para lo que pueda ayudarte.
-¡Gracias! – Saori agradeció al joven y poniéndose de pie indicó a sus amigos – ya es hora de dejar a Shun que vaya a ver a Isis y Alexander. Nos veremos mañana.
-Hasta mañana.
* * *
Shun siguiendo su costumbre se levantó casi a la medianoche para vigilar a sus pequeños niños, envolviéndose con una bata azul noche y saliendo a los pasillos de Giudecca para dirigirse a la habitación.
Fue en medio de ese camino que una figura se paró frente a él, una figura muy conocida para el más joven que se detuvo al momento.
-Fénix – la voz de Shun reveló parte de su sorpresa pero no dijo más nada.
-Tenemos que hablar – pronunció Ikki con suavidad, evitando acercarse al menor.
-Te recuerdo que tienes prohibido hablarme – Shun pronunció eso con frialdad.
-No me dejarás que te explique nada
-Nada de lo que me digas justificará lo que el Cisne y tú me hicieron. Y en realidad no tengo ningún interés en hablar contigo sobre nada. Regresa a tu habitación ahora o yo te regresaré.
Ikki no iba a dejarse avasallar por una amenaza que no creí capaz de cumplir a Shun, comprendía el dolor del más joven pero eso a su entender no justificaba esa actitud tan fría que tenía para con él.
-No quiero regresar sin aclarar lo que pasó.
-¡Yo no deseo hablar sobre el maldito engaño que yo mismo vi! ¡Y que digas lo que digas no justificarás!
Shun alzó su voz y su exclamación hizo aparecer de inmediato a Minos.
-¿Algún problema, alteza?
-Haz que el caballero del Fénix regrese a su dormitorio y si se resiste dile a Saori que lo envíe de regreso al Santuario. ¡No deseo volver a tenerlo enfrente! – Shun regresó a su habitación y la puerta sonó con fuerza del portazo que pegó.
Ikki contempló a Minos y ambos se miraron por un largo instante hasta que el juez murmuró.
-Regresa a tu habitación, Ikki. Desconozco los motivos de tu pelea con el príncipe, pero por el bien de la visita de Saori aquí te pido que no busques enfrentamientos.
Ikki con gesto derrotado volvió a su habitación que también sonó por el portazo que le brindó. Nuevamente, la calma reinó en Giudecca y todos se dedicaron a dormir, menos la persona que había escuchado la pelea entre los hermanos… Hyoga, que sin que ninguno de los otros dos se percatara, había tenido la misma idea del Fénix de hablar con Shun pero había llegado sólo para ver la discusión.
-Shun… ¿por qué no permites que Ikki hable contigo? ¡…l no sabía nada de lo que teníamos tú y yo! El único culpable de todo fui yo, yo que quiero desesperadamente arreglar todo. Pero como… si tú no nos das oportunidad.
* * *
Shun se encerró en su habitación y su furia dio paso a la tristeza por lo que los bellos ojos esmeraldas se llenaron de lágrimas que no tardaron en caer de sus ojos copiosamente.
-¿Por qué vinieron? Porque tengo que verlos de nuevo… Ikki… niisan… yo… yo… - Shun se abrazó a sí mismo, anhelando el consuelo de unos brazos poderosos que solían rodearlo por las noches – yo no puedo… todavía no puedo escucharte… todavía no puedo… perdonarte.
Shun no pudo dormir más en toda la noche, por lo que al día siguiente sus ojos revelaron la mala noche y la palidez de su rostro fue más acentuada. Lucía enfermo y aunque tranquilizó a Minos y Aiacos los jueces le sugirieron no abandonar sus aposentos salvo por algo urgente lo cual obedeció. Saori, Shiryu y Seiya recibieron una nueva invitación para almorzar con él y aunque por los labios de Ikki habían escuchado de la discusión no hicieron ninguna alusión a la misma.
Ese segundo día en Giudecca se pasó con aire lento y pesado, en un clima de tensión que no resultaba favorecedora para nadie y que hizo que Hyoga en una arriesgada jugada decidiera realizar alguna acción.
El cisne, vigiló la habitación que sabía era la de Shun y Hades hasta que el menor salió a cenar y aprovechando su ausencia se coló en la misma con rapidez. Cuando Shun entró a su dormitorio y cerró la puerta, se volteó para encontrarse con la serena mirada de un joven rubio de ojos celestes. Su sorpresa de inmediato dio paso a la molestia que se reflejó en sus chispeantes ojos.
-¡Qué demonios crees que haces aquí! ¡Retírate ahora mismo!
-No sin que hablemos – retrucó Hyoga con calma.
-¡Fuera de aquí! – Shun volvió a ordenárselo y una de sus manos se levantó en forma amenazante.
-¿Eres capaz de atacarme? – Hyoga se puso frente a él - ¡Mírame a la cara y escúchame un momento!
-¡Fuera! – Shun aprontó un ataque pero Hyoga sujetó con firmeza su mano para que sus ojos se cruzaran.
-No eres capaz de dañarme… ya que ni siquiera eres un caballero… ahora eres un príncipe de adorno – Hyoga no quiso decir eso pero comprendió tarde que había cometido un grave error cuando un ataque lo lanzó volando y lo dio contra una pared de la habitación.
Ese ataque dejó a Shun sorprendido porque no había emanado de él sino de alguien más que acababa de entrar en la habitación y que había escuchado desde las sombras la discusión hasta que ese pato se había atrevido tocar a su príncipe y más aún lo había insultado.
-Hades – Shun buscó los ojos del mayor y vio que no estaba enojado con él sino con Hyoga, lo cual era muy malo… para el caballero del cisne.

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