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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: Hola, muchas gracias a todos los que leen esta historia y a todos los que la comentan y la agregan a sus favoritos. Ojala este capítulo sea de su agrado y valga la pena para ustedes el leerlo.
Dedicado especialmente a Sakura Hatake (me siento muy feliz de haber formado Las Sacerdotisas de Shun) y a Starsdust (estoy contentísima de que hayas empezado a subir tus fics en esta página).
Nos leemos pronto!!! Saludos!!!
Y así la joven de cabellos lilas se sentó enfrente a Hades y una charla importante dio inicio.
-Los investigadores de la Fundación encontraron en la antigua Macedonia una profecía. Cuando los expertos lograron traducirla decía que después de combatir contra Poseidón y Hades una nueva amenaza, proveniente de los dioses de las sombras y la venganza haría estallar una nueva guerra por la destrucción del planeta. La fecha es más o menos en cuatro meses, cuando un eclipse cubrirá la tierra por unos minutos y volverá todo oscuridad. En ese momento los nuevos enemigos se levantarán y sólo una alianza entre los mares, la tierra y el inframundo podrá detenerlos.
Saori calló después de su discurso, aguardando con cierta expectación la respuesta del poderoso señor del Inframundo. Hades guardó silencio por un rato, pareciendo meditar y analizar las palabras de la joven diosa.
-Lo pensaré – fue la respuesta – lo pensaré y te contestaré apenas me decida. Pero quiero dejar en claro algunas cosas sea cual sea mi decisión.
-Por supuesto.
-En primer lugar, no esperaba verlos aquí y el hecho de que hayan venido si bien no me molesta me incomoda. Durante un tiempo intenté convencer a Shun de subir y hablar con ustedes, pero él no se sentía listo y no quise forzarlo. Sin embargo, al irme Shun debió hacerles frente en mi ausencia y volvió a encontrarse con dos personas que lo lastimaron mucho. Considero que con Ikki debe hablar, puesto que es su hermano y estoy consciente de que el Fénix ha defendido en muchas ocasiones a Shun. ¡Hyoga es totalmente diferente! Anoche no lo maté por cortesía hacia ti… pero que te quede en claro que si vuelvo a encontrar a tu caballero del Cisne en mí dormitorio, amenazando e insultando a Shun no saldrá vivo.
Saori tragó saliva, pensando mentalmente en lo que habría hecho la noche anterior, su rubio caballero.
-Hablaré con Hyoga. El incidente no volverá a repetirse.
-Si acepto la alianza, mis condiciones son dos, Saori. La primera es dejar a Shun fuera de la batalla, cuando se casó conmigo de inmediato dejó de ser un caballero a tu servicio y tú misma eres consciente de eso. Si es necesario que peleé, lo hará dentro de mis filas.
-Es lógico, por mí no hay problema.
-La segunda es que Hyoga regrese al Santuario cuanto antes – concluyó Hades.
Saori no supo que responder en ese momento, pero finalmente contestó.
-Hablaré con Hyoga, le sugeriré partir pero no lo obligaré.
Hades no pareció muy satisfecho de esta respuesta y su rostro lo reflejó. Saori se levantó de la silla que ocupaba para salir.
-Te agradezco que lo tomes en cuenta, Hades. Te dejaré sólo para que lo pienses.
Hades se limitó a asentir, sin prestarle mayor atención. La joven de cabellos lilas abandonó el despacho y se dirigió rumbo a la habitación de Hyoga y Camus en busca de unas cuantas explicaciones.
* * *
-¡Dije que no quería que me molestaran! – Hades exclamó bastante molesto sin levantar la mirada del libro que leía en su despacho.
-¿Ni siquiera por mí? – Shun había entrado en el despacho sin siquiera llamar, considerando que su presencia no molestaría al mayor, pero ahora dudaba.
Hades dejó el libro a un lado y negó con la cabeza.
-Lo siento. Claro que no me molestas – fue la respuesta de Hades a su consorte.
Shun se acercó a su consorte y rodeó el escritorio para apoyarse en él, frente a Hades.
-¿Qué sucede? – preguntó el mayor, porque sabía que era raro en Shun entrar a su despacho.
Shun reflejó una maravillosa sonrisa antes de contestar.
-Hablé con Ikki. Arreglamos todo y le presenté a Isis y Alex.
Hades asintió, feliz de verlo feliz al ser que más adoraba en ese mundo.
-Me da gusto que lo hayas hecho. ¿Qué te explicó?
-…l no sabía nada de lo que había comenzado entre Hyoga y yo. Por lo que me contó tenían algo entre ellos desde hacía unos meses, pero nada fijo ni estable. Un pasatiempo.
Hades se sintió satisfecho con la explicación de Shun, que le permitía conocer tan siquiera el motivo que había llevado a que Ikki a lastimar de esa manera a su hermano. Al final de cuentas, Ikki desconocía todo, igual que le había pasado a Shun. Su rabia contra Hyoga aumentó más ante la explicación recibida.
-Saori estuvo aquí – lo dijo aunque sabía que Shun estaría enterado – le prometí pensarlo y le di dos condiciones para mi ayuda.
-¿Cuáles?
-Quiero al Cisne fuera de Giudecca y del Inframundo. Su presencia me molesta y más aún desde lo de anoche. Después… dejarte fuera de la batalla, Shun. Ya no sirves a Atena porque perteneces al Inframundo, pero sí quería dejarle en claro que no pelearás a menos que sea estrictamente necesario.
Shun asintió, sabiendo que no podría convencer a Hades por más que lo intentara. Además, tenía que pensar en Isis y Alexander, si tanto Hades como él se iban al campo de batalla que sería de ellos. Podía contar con Ikki, tanto como antes, el asunto zanjado por ambas partes permitía volver a tener la relación de antes. Ikki dejaría su vida con tal de protegerlo a él, a Isis y Alexander, y así se lo había hecho saber cuando habían dado por terminada su charla en el comedor.
Hades observó la distracción de su consorte y acarició con suavidad la mejilla de Shun para regresarlo a la realidad.
-¿En qué piensas tanto, pequeño?
-En lo que me dijo Ikki hace un rato. Prometió cuidar a Isis y Alexander con su vida de ser necesario.
-Lo sé. Ese Fénix tiene un carácter de los mil demonios pero te adora y no le importa para nada el servir a Atena. Lo importante para él eres tú y ahora Isis y Alex. ¡Ven!
Hades lo tomó de la mano y lo acercó a la biblioteca que decoraba el despacho. Tomó el sexto libro de la cuarta estantería, un libro viejísimo y de color negro haciendo que al instante se abriera una puerta oculta.
-¿Qué es esto? – preguntó Shun con curiosidad.
-Sígueme – pidió Hades entrando por la puerta y seguido por Shun. Tras ellos la puerta volvió a cerrarse.
-¡Está oscuro!
Hades accionó un mecanismo que permitió iluminar el pasillo con antorchas apenas encendidas. Se formó una penumbra que le dio la posibilidad a Shun de ver el pasillo largo que se abrió ante ellos y que mostraba a lo lejos un recodo.
Hades empezó a caminar y Shun lo siguió sin decir palabra. El camino le pareció eterno y terminó en una habitación rectangular que el mayor volvió a iluminar.
-La Sala de Armas – murmuró Hades con orgullo contenido.
Shun miró a su alrededor, notando las diferentes armas que había distribuidas a lo largo y ancho del salón: espadas, dagas, sables, mazas, picas, etc.
-Los caballeros no usan armas – dijo Hades con suavidad – los espectros lo hacen cuando la batalla está al límite, no antes. Es una defensa oculta que tenemos para cualquier eventualidad.
Hades tomó una espada liviana, de brillante hoja y empuñadura de plata y esmeraldas. Después tomó dos dagas, una de oro y otra de plata con mango de marfil labrado con antiguas escrituras griegas. Sin decir palabra se las entregó a Shun que las recibió comprendiendo.
-Son tuyas… nada más que tuyas. Giudecca es prácticamente inexpugnable pero si alguien llega a entrar por asalto… úsalas. Y si por algún motivo yo quedo fuera de combate las tropas seguirán tus órdenes y tú les repartirás las armas que hay aquí.
-Entonces… ya decidiste ayudar a Saori, verdad.
Hades sonrió un poco.
-Sí, ya lo decidí. Pero quiero a Hyoga lejos de aquí y por eso insistiré antes de aceptar.
-No te pasará nada, cierto.
-Claro que no. Nada va a pasarme – Hades besó con suavidad a su consorte, transmitiéndole tranquilidad y sosiego.
Cuando rompieron el beso, Shun notó un arma, olvidada en un rincón y cubierta de polvo pese a que las otras estaban relucientes. Un puñal de mango negro, con joyas transparentes. Se arrodilló frente a ella pero antes de tomarla, Hades la apartó.
-No – el tono fue imperativo y sorprendió al más joven, quien volteó a mirarlo.
-¿De quién era? – preguntó Shun, consciente de que esa arma debía traerle recuerdos.
Hades pensó por un momento en la estupefacción de Perséfone cuando la había llevado allí en los primeros tiempos de su boda. Se había fascinado con cada arma y le había pedido ese puñal cuando él pensaba darle un finísimo estilete de plata. Perséfone con su mirada fresca y juvenil, criatura rastrera y baja. Le había dado orden a Radamanthis de quitarle el puñal antes de sacarla del Inframundo.
-¿En qué piensas? – Shun lo miró inquieto.
-Perséfone – Hades soltó ese nombre y Shun se sorprendió.
-¿Quién era Perséfone? – preguntó después.
-Perséfone, mi primera esposa. La hija de Deméter.
Shun abrió enormemente sus ojos esmeraldas, sorprendido por esa respuesta. Hades no le había dicho nunca nada acerca de Perséfone.
-Debí decírtelo antes, pero para mí no es importante hablar acerca de ella – argumentó Hades como excusándose de no haberle dicho – ella intentó envenenarme y por eso se terminó todo entre nosotros.
-Pero… las bodas de Himeneo… no se desatan.
-Himeneo no ofició la boda, lo hizo Lune. ¡Y menos mal que lo hizo él! Fue muy fácil deshacer esa boda cuando Perséfone me traicionó.
Shun contempló de nuevo el arma y comprendió el porqué de su abandono frente a las otras. Se levantó con cierta prisa, un poco incómodo por lo que había escuchado pero aún con una duda.
-¿Dónde está?
-No lo sé. En algún lugar del Inframundo sé que está, pero Radamanthis fue el encargado de encerrarla y desconozco la ubicación. Espero que no te enojes por no habértelo dicho antes, sólo no hubo un momento propicio y no lo consideré importante.
-Claro que no me enojo – Shun sonrió, aunque Hades notó que lo hacía con menos brillo que antes.
Se acercó a su consorte y atrapándolo de la cintura lo besó con infinita lentitud.
-Jamás amé a Perséfone tanto como te amo a ti – susurró en sus oídos, mientras lo besaba de nuevo – por eso traje a Himeneo… porque no quiero que esto termine nunca – Hades sintió la flojedad del más joven cuando sus manos comenzaron a acariciar su cuerpo – porque no quiero que nadie nos separe – Hades lo fue recostando contra el suelo de piedra besándolo cada vez más intensamente – y porque sólo yo puedo besarte y tenerte… tanto como tú me tienes a mí.
Shun gimió de placer ante los besos del mayor que se desparramaban por su cuello, mientras las palabras de Hades entraban en sus oídos una tras otra. Palabras que las caricias y los besos le estaban demostrando a cada paso.
Cerró sus ojos y se aferró a Hades cuando sintió la invasión de su cuerpo, con el mayor moviéndose en un vaivén rítmico y enloquecedor, llenándolo de placer hasta que ambos terminaron jadeantes uno sobre el otro. Hades lo besó durante un rato hasta que finalmente se levantó y se acomodó la ropa, levantando también a su niño bonito, cuya túnica blanca tenía un tono gris bastante marcado por el polvo del piso.
-Te amo – Shun lo besó y lo abrazó con fuerza mientras sus ojos encontraron las armas que acababan de regalarle.
* * *
Saori había escuchado las explicaciones de Hyoga con bastante molestia y le había dado una severa reprimenda hasta que Camus de Acuario, intervino en defensa de su discípulo. El resultado final de la larga charla fue que Hyoga partiría de inmediato con Camus para entrenar en la lejana Siberia. Si Hades rechazaba la alianza regresarían al Santuario y si la aceptaba se encontrarían los días antes del eclipse para hacer los preparativos del combate.
Cuando la muchacha dejó solos a Camus y a Hyoga, el rubio se volvió a su maestro clavando sus ojos azules en los de él.
-Gracias, maestro Camus. Puedo preguntarle… ¿por qué me defendió? Y ¿por qué va conmigo a Siberia en vez de irme yo solo?
-Lo primero porque ya has sufrido bastante maltrato por ese tema. Lo segundo porque necesitas alejarte de aquí, tanto por lo que dijo Hades como por ti mismo, pero tampoco encerrarte en ti mismo será la solución. Y tercero – Camus se acercó a su discípulo hasta que sus rostros estuvieron a unos centímetros de distancia – porque quiero ir contigo – la voz de Camus fue muy baja y acariciante, haciendo que Hyoga se estremeciera de pies a cabeza por la idea que llegó a su mente. ¿Acaso Camus estaba interesado en él? – Apronta tus cosas, partiremos lo más pronto posible.
El caballero de Acuario salió de la habitación con una leve sonrisa en su cara, que causó sorpresa en unos cuantos de sus compañeros.
* * *
Hades había sido informado por Radamanthis de que Hyoga y Camus habían abandonado el Inframundo escoltados por Aiacos al día siguiente de la reunión con Saori. Se sintió satisfecho consigo mismo y después de dejar pasar un rato más hizo llamar a Atena a su despacho.
La joven, vistiendo un traje blanco con rosado como los que solía usar siempre ingresó a su despacho escoltada por Minos. A Hades le pareció ver un leve carmín en las mejillas de la joven, pero desechó la idea al cabo de un momento.
-Dijo Minos que querías hablarme – habló la muchacha con voz calma.
-Me enteré de que el Cisne partió con el caballero de Acuario.
-Irán a Siberia a entrenar para la batalla.
-Perfecto. Mis espectros comenzarán a organizarse mañana mismo.
-Entonces… - la voz de Saori se animó.
-Considera que tenemos una alianza, Saori. Hasta el desenlace de la batalla cuentas conmigo como aliado y después de ella, espero sigamos manteniendo la neutralidad anterior.
-¡Muchas gracias! Enviaré uno de mis caballeros a notificarle a Poseidón.
-Si me lo permiten, quiero ir yo al Templo Marino – la voz que acababa de entrar los hizo girar a ambos para enfrentarla. Tanto Saori como Hades vieron parado frente a ellos a un más que sonriente Shun.

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