Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fragmentos del corazón por PrincessofDark

[Reviews - 259]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: ¡¡Perdón por no contestar los reviews, pero hoy tengo problemas con la página y sólo me dejó responder uno... creo!! Mañana mismo los responderé. ¡Les agradezco mucho el habérmelos dejado!
Dedicado a todos los que leen y a todos los que comentan. Ojala les guste el capítulo y me lo hagan saber. SALUDOS
-Bienvenido a Giudecca, Shun. Podrás quedarte aquí todo el tiempo que lo desees y que lo necesites – fueron las palabras de Hades, parado a su lado.
Shun asintió suavemente, las lágrimas se habían secado pero sus ojos reflejaban una abrumante tristeza. Tomó aire durante un minuto tenso antes de poder responder.
-Muchas gracias. Espero no causarte problemas.
-Ninguna, te lo aseguro. Considérate un invitado de honor aquí… una manera escasa de compensarte por todo lo que te hice.
Hades empezó a caminar y Shun no hizo otra que seguirlo hasta que las puertas de Giudecca estuvieron frente a ellos. Al instante, éstas se abrieron y Shun se encontró con el amplio vestíbulo del palacio.
Todo estaba pintado en tonos de negro, grises, con leves toques de blanco, rojo oscuro o amarillo. Los muebles de sólida madera marcaban presencia en todo el vestíbulo hasta llegar a una enorme estancia ricamente adornada y con sillones tapizados con sobria elegancia.
Los ojos de Shun se perdieron analizando la magnífica reconstrucción que se había hecho del castillo. Hades lo dejó observar todo durante unos minutos antes de hablar.
-Te llevaré a tu habitación. Ya es muy tarde y debes descansar.
-Gracias.
Hades comenzó a caminar delante de Shun, subiendo las empinadas escaleras rumbo al primer piso y posteriormente rumbo al segundo. Shun se encontró en un amplio pasillo, con unas cuantas puertas cerradas. Hades avanzó hasta la tercera y la abrió en pocos segundos, haciéndose a un lado para que el joven pasara.
-¿Te gusta? Puedo darte otra si quieres – contestó Hades.
-Sí, me gusta. Es muy amplia y cómoda – respondió Shun analizando el lugar.
La habitación era espaciosa, aunque nuevamente los colores oscuros predominaban. En el centro de la estancia una inmensa cama con dosel dominaba la habitación, junto a una mesa de luz y dos cómodas de ébano.
-Te dejaré descansar. Cualquier cosa que desees sólo tienes que tocar la campanilla y alguien vendrá.
Hades se retiró del cuarto y Shun al sentirse solo no evitó que unas breves lágrimas cayeran nuevamente.
-Debo ser fuerte… Hades tiene razón, yo no merecía lo que pasó y no puedo darles el gusto de demostrar que me importan.
Shun se acercó a uno de los armarios y los abrió buscando alguna prenda para dormir. Lo que encontró fue un pijama gris oscuro de raso, el cual tomó y se colocó antes de dirigirse a la cama y acostarse.
La cama le parecía inmensa aunque era muy cómoda, con una manta de terciopelo púrpura oscuro para brindarle calor. Se quedó allí un buen rato, acostumbrándose a la habitación e intentando no pensar hasta que el sueño lo invadió y finalmente cerró sus ojos.
* * *
Cuando Hyoga bajó a desayunar eran casi las ocho de la mañana. Pensaba comer algo y salir en busca de Shun por más que Ikki se le opusiera. Para su asombro, cuando llegó al comedor notó que no había nadie allí, excepto Tatsumi.
-¿Dónde están todos? – preguntó al pelado.
-Salieron muy temprano a buscar a Shun – informó Tatsumi.
-Yo también me voy – Hyoga salió de la Mansión en apenas unos instantes, intentando a través de su cosmos localizar al joven de cabellos verdes.
La primera conclusión a la que llegó es que Shun había disminuido tanto su cosmos que era imposible localizarlo. Después se asustó ante la idea de que hubiera abandonado Tokio. Sin embargo, su mente se preguntó a donde podría haber ido Shun sin dinero, sin ropa y sin un lugar para quedarse, no hallando una respuesta que lo convenciera.
Buscó a Shun por toda la ciudad, hasta llegar el atardecer. Con su llegada decidió regresar a la Mansión por si había novedades.
Apenas abrió la puerta sintió unos cosmos conocidos que al verlo posaron sus ojos con cierta frialdad.
Los caballeros dorados estaban el salón de la mansión Kido, con gesto levemente cansado. Seguramente, Saori los había llamado para que buscaran también a Shun, pero con el mismo resultado negativo.
Hyoga avanzó al salón para enfrentar a los caballeros, sabiendo que Saori debía haberlos puesto en conocimiento de los motivos que llevaron a Shun a fugarse así de la Mansión. Antes de que pudiera decir algo, su maestro Camus de Acuario tomó la palabra.
-Hyoga, sabemos todo lo que pasó aquí ayer. No vamos a juzgarte, pero si vamos a expresar nuestra decepción por tu conducta. Conducta que puede haber puesto en riesgo la vida de la persona que supuestamente amas. Lo sucedido, quedó en el pasado, pero ahora, queremos creer que estás verdaderamente arrepentido.
-Lo estoy – susurró Hyoga bajando la mirada.
-Entonces no descansarás hasta hallarlo. Tal y como haremos nosotros y los de bronce. Ikki ya abandonó la ciudad para buscarlo en otras partes del país. Te sugerimos que hagas lo mismo.
-Lo haré de inmediato, maestro Camus.
* * *
Shun durmió profundamente hasta que una voz suave y femenina lo llamó para sacarlo de su sueño.
-Buenos días, joven Shun. Le he traído el desayuno – murmuró la muchacha, dejando una bandeja con abundante alimento sobre la cama.
-Buenos días. ¡No era necesario molestarse! Hubiera bajado a desayunar en un rato.
-El señor Hades consideró que le haría bien permanecer todo el tiempo que quisiera acostado. Si desea otra cosa sólo llame.
-Muchas gracias. ¿Dónde está Hades? – preguntó Shun antes de que la joven abandonara la habitación.
-Salió a primera hora para el palacio de Justicia. Regresará al mediodía.
La joven salió y dejó a solas a Shun que obligándose a si mismo comenzó a desayunar. Tardó un minuto en encontrar una pequeña tarjeta, debajo de uno de los platillos del desayuno. La letra firme de Hades se le reveló con una invitación a almorzar en su compañía en el salón comedor.
Cuando levantaron el desayuno Shun recibió de manos de la misma joven de antes unas cuantas ropas para que eligiera las que quisiera conservar. Ante la avalancha de las mismas decidió tomar un par de túnicas negras, grises y azules, junto con una blanca y una verde esmeralda, esperando no abusar.
-Claro que no, joven Shun. El señor Hades había dispuesto que si no quería elegir le dejara todas – respondió la joven con una sonrisa.
-Disculpa, pero no me has dicho tu nombre – indicó Shun.
-Lo siento. Puedes llamarme Astrea. Estoy a tus órdenes, no lo olvides.
La joven desapareció nuevamente para que Shun pudiera levantarse y vestirse con una rica túnica de color negro, sujeta con dos prendedores de plata con forma de media luna.
Shun se sentó en uno de los sillones de su habitación, sin ánimos de abandonar ese cuarto. La tristeza aún dominaba en su rostro aunque ya no lloraba. Las lágrimas no caían de sus ojos pero si una velada pena se podía ver a través de ellos.
Desde el sillón tenía una vista del inframundo, ese sombrío lugar que ahora le servía de refugio y que en algún momento había sido suyo. No le causaba rechazo ese lugar, al contrario, se sentía tranquilo y a salvo, como si supiera que allí tenía un hogar al cual volver.
No supo cuanto tiempo pasó en esa observación un poco perdida en sus propios sentimientos del exterior. Observación interrumpida por la puerta de su habitación al abrirse.
-No es bueno que estés solo aquí. Podrías haber recorrido el castillo – murmuró Hades acercándose a Shun.
-¡Lo lamento! Es que no tenía ganas de salir a ninguna parte.
-Si quieres puedo pedir el almuerzo aquí – murmuró Hades.
-¡De ninguna manera! Eso es algo que no puedo permitir – Shun se levantó del sillón de un salto y mirando de frente a Hades agregó - ¿Dónde queda el comedor?
Hades sonrió y salió de la habitación seguido por Shun rumbo al comedor. Shun contempló con atención el discreto comedor en el cual almorzaron. Era pequeño aunque ricamente amueblado y la mesa de madera de roble parecía tan firme como su dueño.
-Este es mi comedor privado – señaló Hades invitándolo a sentarse – los espectros y mis jueces comen en otro comedor, ubicado en el primer piso.
-Es un maravilloso lugar.
-Pero como todo aquí es opaco y sombrío.
-Esa es la realidad del inframundo – contestó Shun mirando el plato de comida servido frente a él. Olía delicioso pero no tenía ningún afán por comer.
-Debes alimentarte. Tienes que cuidar tu salud. Además el comer te ayudará a olvidar.
Shun no contestó nada durante unos minutos, hasta que suavemente su voz se alzó.
-¿Crees que podré olvidar?
Hades miró con cierta preocupación a su joven interlocutor antes de asentir una vez.
-Lo harás. Olvidarás porque los dolores se superan a lo largo de la vida. Olvidarás porque tú no tienes culpa en lo sucedido, sino que eres una víctima. Olvidarás porque recibirás la recompensa que espera a los buenos seres humanos. La vida te recompensará cada lágrima que has derramado.
-Gracias. Tus palabras son muy sabias y me dan consuelo. ¡Te lo agradezco! – Shun hizo una breve reverencia.
-Aunque sea el señor de la muerte y haya cometido muchísimos errores, también puedo intentar enmendar los mismos para generar calma y seguridad. Cuando desperté al romperse el sello, consideré que era necesario vengarme de Atena por todo el tiempo encerrado que pasé dentro de esa ánfora. No imaginé que mi cuerpo mortal se rebelara con tanta firmeza frente a mi posesión. Aunque eso me permitió rever mi postura y aceptar la necesidad de un equilibrio.
Shun escuchó con atención las palabras de Hades, sin hacer ningún comentario hasta que finalizó. Le sorprendieron las palabras del Dios de la Muerte, reconociendo en ellas un cambio en su personalidad para bien.
-Yo creo que todas las personas pueden cambiar para bien y también para mal – los cristales verdes reflejaron cierto dolor que Hades internamente no soportaba ver.
-Pensemos en positivo, Shun. ¿Sí? Después del almuerzo tengo que regresar al Palacio de Justicia con Minos, si quieres podrías acompañarme.
Shun asintió una vez antes de hablar nuevamente.
-Tienes que decirme cuales son mis obligaciones aquí. Quiero decir en qué puedo ayudarte, de qué forma.
-No estás aquí para trabajar, Shun. Estás aquí como un invitado y como tal no es necesario que hagas nada. Sólo recuperarte pronto para que tu sonrisa deje de ser triste.
Hades se arrepintió un poco de haber dicho eso, pero de inmediato desechó ese arrepentimiento. Haber visto a Shun después de tanto tiempo había removido en él algunos sentimientos, que sin embargo, permanecerían callados mientras ese pequeño peliverde estuviera triste.
-Aún así, me parece que puedo ayudarte en algo. No como una obligación, sino para poder hacer algo por ti.
-Ya veré en lo que puedas ayudarme, déjame pensar un poco y te contesto – responde finalmente Hades.
Shun no agregó más nada durante el resto del almuerzo. Aunque después del mismo salió en compañía de Hades rumbo al Palacio de Justicia. En ese lugar Minos los recibió con un gesto de sorpresa al ver a Shun allí, pero antes de que pudiera comentar algo Hades le informó.
-Shun pasará un tiempo en el Inframundo. Que ningún caballero de Atena se entere de que está aquí.
-Sí, señor. Hola, Andrómeda – murmuró Minos saludándolo.
-Andrómeda no… aquí es Shun – respondió Hades.
-Hola, Andrómeda - corrigió de inmediato el juez.
-Hola, Minos – Shun saludó con una sonrisa antes de ingresar al enorme salón en compañía de Hades y Minos.
* * *
La búsqueda de Shun duró más de una semana aunque Ikki y Hyoga no aceptaron dejar de buscarlo y continuarían haciéndolo después de que los dorados regresaran al Santuario.
En esa semana todos llegaron a la conclusión de que Shun no quería ser encontrado. Finalmente, Saori los reunió a todos en la biblioteca de la Mansión Kido.
-Tengo la creencia de que Shun está bien, pero que no quiere que lo encontremos. Es inútil seguirlo buscando. Cuando él considere que tiene que regresar, regresará. Lo hará cuando esté listo y debemos respetar sus tiempos.
Los caballeros dorados compartieron su punto de vista y decidieron regresar al Santuario. Sin embargo, Ikki y Hyoga abandonaron cada uno por su lado la mansión Kido para continuar buscando a Shun. Los dos atenazados por la culpa, en especial el cisne, porque él sabía que era el mayor responsable de toda la situación.
Sin embargo, y al mismo tiempo que los dos caballeros de bronce no dejaban de buscarlo el destino de Shun, estaba cambiando poco a poco. Cambiaba porque el Inframundo pasó a ser con el correr de las semanas parte de su vida y porque la presencia de Hades combatía la soledad que sentía por momentos o los dolores que sufría al recordar. Lo que comenzó como una ayuda se convirtió en una sólida amistad, pese a las diferencias entre ambos.
Lentamente, Shun se acostumbró a los ritmos de Giudecca y a sentir la compañía de Hades a su alrededor. Cuando las semanas se convirtieron en meses, Shun disfrutaba todos los momentos en que estaba con Hades: leer juntos en la enorme biblioteca de Giudecca, pasear por los Elíseos, acompañarlo al Tribunal de Justicia, aprender a llamar a Cerbero y a tratarlo, entrenar juntos para no perder el ritmo, etc.
Sin embargo, su relación durante esos meses era puramente amistosa, Hades jamás se había acercado a Shun para buscar seducirlo y el pequeño peliverde no se atrevía a abrir su corazón de nuevo.
Fue por esas fechas, casi cuatro meses después de lo sucedido en la Mansión que el cumpleaños de Shun llegó, el número diecisiete para el joven caballero. Esa mañana al despertarse, Shun no se encontró como a diario con Astrea sino con Hades que con una sonrisa lo saludó.
-¡Feliz cumpleaños, Shun! Espero que hayas dormido porque esta noche habrá una fiesta.
-¿Fiesta? – preguntó Shun curioso.
-Claro que sí. Celebraremos tu cumpleaños.
Y Hades antes de que Shun pudiera negarse ya lo había dejado a solas en la habitación.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).