16. Capítulo extra: Verdades a la luz (capítulo de Luna. Dedicado a Shinrabanshou)
Dos hombres estaban inmersos en un mundo de placeres. Recorriendo cada esquina de sus cuerpos. Jadeando, enroscando sus lenguas, probando el sabor más intimo del otro… El agua corría por su piel, y se mezclaba con la saliva que iban dejando los húmedos lametones. El menor soltó un grito de dolor, seguido por un gemido de placer al ser su interior invadido por el miembro de su amante. Esa sensación de sentirse lleno, de ser deseado con tanta lujuria le excitaba de sobremanera, su respiración iba al ritmo de las estampidas que le desgarraban por dentro. Satisfaciendo los deseos más indecentes del mayor, quien se deleitaba con los gritos y gemidos de su querido rubio, sentía su estrechez y el calor abrasador de su cuerpo, el sabor de su piel y de su boca embriagaba y nublaba la mente, haciendo que el agua ardiente que presenciaba la escena de sexo, se volviera helada al tacto en comparación de unos cuerpos deseosos y calientes.
-A-aah! ¡Sí! ¡Ah! ¡Me vengo!
En ese momento el moreno agarró su miembro erguido y apretó y dedo en la punta
-A-aaah!! ¿Qué haces? ¡¡Ah!! De-dejame correrme… ¡Ah!POR FAVOR...
-No antes de que me lo digas otra vez. –Aumentó el ritmo de las estampidas y succionó el cuello del otro con fuerza. Corriéndose dentro al tiempo que por el baño resonaba la voz desesperada de su amante:
- ¡¡Te amo Kurogane!!
~¿Acaso… no lo oyes?... Este co…~
Cogí el móvil fastidiada, apartándome del portátil. A veces de verdad me gustaría no oír el teléfono, el tono de llamada fue muy acertado.
-¿Sí?
-Luna. A ti te gusta leer y escribir historias de gays ¿verdad?
-¿Shinka? ¿Me llamas a estas alturas de la noche para preguntarme eso? ¿Estás bien de la cabeza?
-De sobras. Encima que quiero ayudarte… Menuda manera de tratar a la gente. ¡Y se supone que eres mi mejor amiga!
-¿Has visto qué hora es?
-¡Tsk! Pero si no estabas durmiendo igualmente, que estamos en vacaciones. Me apuesto a que estabas escribiendo otra de tus marranadas gays.
-Nooo~ -Miré de reojo el portátil abierto por la pagina de world con una líneas bien lemon. - ¿Qué te hace pensar eso?
-¡Bah! Que te conozco. Oye, ¿qué tal si te cuento una historia que puede que te sirva?
-¿Tiene que ver con comida?
-¡No!
-Entonces vale.
-¡Allá voy! Sabes que he estado viviendo con mi tío y su amante desde que murieron mis padres, siendo yo un bebe, ¿no? Ellos me criaron como a su propia hija.
-Así es.
-Pues bien. De pequeña el tito Vladimir me daba algo de miedo. Era muy serio. Pero con sñeg me llevaba muy bien. De hecho es como una madre para mí.
-Ugu… aunque si no me equivoco en realidad se llama Konstantin
- Sí, pero ya sabes que en casa siempre le llamábamos Sñeg. Antes creía que era porque su piel es muy blanca (N.A: recuerdo que sñeg significa nieve) pero ahora se explica el porqué.
- ¿Ah sí?
-Pues bien. Una vez, de pequeñita, le pedí que me leyera el cuento de Sñegurochka, la niña de nieve. Siempre me contaba los cuentos que quería antes de dormir. ¿Pero sabes que me dijo aquella vez?
-Ilumíname
- “Todavía no estás preparada para escuchar ese cuento. Prometo contártela cuando crezcas. La verdadera historia del cuento de hadas”
-Misterioso
-Sí. Pero removiendo mi cuarto encontré mi libro de cuentos y le pregunté porque dijo eso en aquel entonces. Y va y me dice “Has crecido mucho, Shinka. Ya eres toda una lady. Ya va siendo hora de que conozcas la verdadera historia de Sñegurochka”
-¿Y te la explicó?
-¡Sí! Yo he flipado, estate atenta…
Bostecé disimuladamente escuchando una historia que conocía muy bien. Fui a la cocina, me preparé un bocadillo, me lo zampé, y me tumbé en la cama.
-Y entonces le dijo que tenía que pagar algo más. Que el riesgo no era para nada el precio que se correspondiera con el deseo. Solo era una pequeña parte de pre-pago. ¿Me estás escuchando, Luna?
-Sí, sí –Traté de disimular mi estado casi sonámbulo. – Y cuál era el pecio que tenía que pagar Kurogane?
- Los recuerdos de aquel mundo que los unió. La aventura vivida, los recuerdos que él y su amado compartían, su unión… eran tan importantes para él que sirvieron como pago. Cuándo se iban de nuestro mundo el recuerdo de la existencia de este fue borrado. De las mentes de todos. ¿No crees que es triste?
-¿El qué?
-Que no recuerden lo mucho que se amaban.
-No seas tonta.
-¿Qué?
-Lo que perdieron fueron sus recuerdos, no sus sentimientos. Te aseguro que al final todo salió mejor de lo que te crees.
-¿Cómo puedes estar tan segura de eso?
Yo solo suspiré. No le expliqué que todo lo que me contó anteriormente fue producto de mi propia imaginación. Tampoco que ella misma, y toda su familia no son reales, que viven dentro de mi mente. No, no le dije nada de eso, me guardé el secreto como lo haría un dios bondadoso. Simplemente me despedí de ella y colgué. Acto seguido acabé de escribir un par de líneas en el portátil y me fui a dormir.
Dos cuerpos estaban tumbados uno al lado del otro en una ancha cama de sábanas azuladas. Todavía mojados después de una acalorada ducha disfrutaban del frescor de la madrugada escuchando el latido de sus corazones. Al principio iban muy disparejos, y cuando por fin consiguieron sincronizarlos(N:A: ¿eso se puede hacer?) el rubio se rió por lo bajo.
-¿Qué te hace tanta gracia?
-Nada. Simplemente me acordé de cómo empezamos con todo esto.
-Yo sigo pensando que fue muy sospechoso. Tampoco bebimos tanto, y por si fuera poco tenía esa rara sensación de atracción hacía ti todavía entes de emborracharnos.
-¿A pesar de haberme rechazado de mala manera en el mundo anterior?
-A pesar de eso.
-Bueno, eso es el pasado. Y lo que cuenta es el presente, ¿no? – Fye se sentó en la cama y miró a su querido a los ojos. El guerrero sonrió y lo atrajo hacía sí con el brazo derecho, mientras que con el izquierdo, resplandeciente con un brillo metálico bajo la luz de la luna, les echaba una ligera manta por encima.
- Todavía te ves extraño diciendo eso.
-Sí, hasta yo me sorprendo de cuanto cambié desde que me lo dijiste por primera vez aquello, en el país de Lacrount.
-Pero en verdad no me creíste en aquel entonces.
-No, pensaba que sólo era un objeto sexual para ti. Lo siento. Pero ya sabes que con mi pasado…
-Lo sé, y lo comprendo, tranquilo. Pero hay que ver lo me que ha costado convencerte de la certeza de mis palabras.
- Ne, Kuro… Dímelo otra vez –Susurró el mago el rozar suavemente la superficie metálica del brazo izquierdo del moreno.
-Te amo, Fye.