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"Ventanal Secreto" por Chaotic Kittie

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Notas del capitulo:

Marcial, ha vuelto a los recuerdos terminando por plasmar este maravilloso amor, algo que prometió, al fin puede cumplirlo después de tanto tiempo.

 

Ventanal Secreto

 

 

Dos:
Secreto

Apareciendo distante
Arremetes en el corazón humano
Inundas cada lugar
Alojas de por vida
En almas puras
Llenas de un único existir.

 

            Es hora de plastificar todo este recuerdo, aquel que marco una etapa diferente en mi vida, que me acompaño durante tanto tiempo e incluso en este momento produce una infinidad de emociones implícitas.

            Coloco las manos en mi pecho comprobando que mi corazón, hoy, late con la misma fuerza que en aquellos idos tiempos de antaño, en donde todo a mi alrededor era de una magia incontenible, momentos a flor de piel rodeados por un sabor exquisito.

            Aquel día, en que la primavera se difuminaba con total esplendor, tomé mi bolso dirigiéndome a clases, como a diario, no observe el calendario, mi primer día de instituto había llegado, comprendiendo que un millar de experiencias nuevas llegarían hasta mi rápidamente.

            El reloj de almas no pasaba en vano, todo se deformaba, ya no era el mismo inocentón, la vida me había enseñado bastante pese a mis quince años de edad, recuerdo con total claridad, el tres de septiembre, fue la primera vez que deje pasar aquella particular escena que me acompañaba desde los trece años.

            ¡Si!
           
            Dos años ya, habían pasado aún con ese secreto entre nosotros, me incluyo porque sentía tanto como ellos al momento en que se unían en esos besos llenos de dulzura, de pasión inadvertidas, miradas coquetas que llevaban a un desenfreno total, de esas escenas que solo ves en telenovelas obtusas en donde el protagonista siempre es feliz; todo ello movía mi propio mundo subalterno haciéndolo girar.

            El habito de inmiscuirme en aquel pequeño lugar seguía latente, aquel amor seguía existiendo, esa curiosidad se había transformado en deleite, esa ingenuidad en reflexión. Ese amor que se profesaba, lo transmitían, haciendo que aquel corazón mío latiera con fuerza en cada arranque, en cada encuentro, en cada situación de aquellos personajes. Creo que en aquellos momentos ese sentimiento lo sentí tan mío.

            Largas horas pasaban por esos lunes de especial intensidad, aquella tarde sonreía como nunca, el tiempo marcaba las cinco de la tarde, entonces fije mi vista en un calendario que estaba puesto en mi casillero; no lo pude creer, me puse tan pálido como el papel y sin dar explicaciones, corrí como nunca.

            La gente pasaba a mi alrededor de forma borrosa mientras mi bolso chocaba sonando de forma estridente, nada importaba, solo necesitaba llegar; para verlos, para sentirlos, para admirarlos. Divisé la puerta de aquel barrio, aún con esos colores vivos adornando cada rincón, los mismos vecinos ya no tan sonrientes pero con esas ganas transfiriéndose por todos lados.

            Nadie vio mi llegada, así que observando hacia los lados, gateé por ese pasadizo de infante, que solo pocos conocían, siendo yo, el único que lo usaba; la ventana seguía abierta pero ningún ruido salía de aquella habitación que se había convertido en mi propio altar de admiración. Poco a poco, mis ojos se fueron haciendo paso por los cortinajes, el sofá mullido fue lo primero que vi,  deslicé mi mirada por cada rincón, no había nada.

            ¿Había llegado tarde?

            No podía ser, mi reloj de pulsera de divertidos colores, marcaba cerca de las seis; normalmente “Raúl” se quedaba hasta más tarde, porque justo ese día habían decidido acabar tan pronto, me sentí desgraciado, despistado, me faltaba algo.  Entre tanto, mis ojos volvían a posarse en el ruido que hacían unos pasos lentos, observe a ese chico rubio, con esas expresiones aniñadas marcadas, podría pensar que más de cuatro años no me sobrepasaba. Su cabello seguía tan largo, tan brillante como siempre, su mirada dulce se marcaba en la puerta, echando su cuerpo en el sillón, se quedo pasmado, sin mover un músculo, yo al igual que él, estaba pasmado, pero observando su figura triste.

            ¿Qué había pasado?

            ¿Raziel le estaba esperando aún?

            ¿En donde estaba Raúl?

            Los minutos se marcaban siendo escuchados en el titilar del tiempo en aquel cuarto azulejo; el silencio nos acompañaba a ambos, apresaba nuestros corazones expectantes, haciendo que ninguno de los dos dejase la esperanza de lado.

            Fui el primero en suspirar teniendo cuidado de no ser escuchado, a pesar del silencio, a pesar de ese aura sepulcral, él muñeco que traspasaba mis sueños seguía allí, por eso le admiraba, por esa fuerza de voluntad, por ese calido sentir, por esa única forma de amar, tan original de él.

            A pesar de ello, ese día perdí la esperanza…

            Sabía que Raúl no vendría aquel día, quería decírselo a ese chico tan frágil, confortarlo de ese dolor que causaría aquel desencuentro, de aquella pena que nos embargaba a ambos, a cada hora que pasaba, pero él seguía allí, esperando.

            Mis pasos pesados tronaron con el subir de las escaleras, aquellos chirridos hacían que mi mente lo escuchara con ecos, así como mi corazón latía con menos intensidad el sol comenzó a esconderse, la primavera ya no se veía tan hermosa como aquella mañana, pero ese aire aún así lo hacía parecer mágico, entonces cuando divise por ultima vez el umbral de mi querido barrio, ese abrigo negro me hizo dar la vuelta.

            El estaba allí, erguido caminando hacia su destino, con una sonrisa entre los labios, mi corazón salto con fuerza, una, dos, tres veces, acompañado de mi pulso en las nubes, aquel día me sentí poco soñador, pesimista, aprendí que el ser paciente te lleva muy lejos, incluso a la felicidad, saber enfrentar con calma cada suceso, te hace sabio, conciente, especial.

            No volví al ventanal, aquel día les deje solos, no me sentía a la altura de aquel amor, imaginándome la sonrisa dulzona entre los labios de Raziel, cerré la puerta de mi hogar, tintineando en mis ojos aquella esperanza recién despertada.

            Desde aquel día, nunca lo olvide, seguí yendo a esas citas secretas, aunque la gente ya no se preguntaba que hacia por allí esa figura imponente de caballero prominente, solo observaban, se habían acostumbrado a su presencia, sin chistar, como ninguna vez había visto, ningún rumor se formo, absolutamente ninguna historia sobre ese amor se dijo, era prohibido el hablar de aquellos personajes, creo en este momento, que si alguien hubiera despertado alguna calumnia sería gravemente castigado.

            ¿Quién podría juzgarlos?

            Nadie, ni el propio señor de los cielos, porque aquella imagen era pureza, magnificencia, transparencia en cada uno de sus actos.

            El invierno tardío se hizo presente, los fríos vientos que calaban los huesos, la espesa lluvia que humedecía al alma, el manjar húmedo que llamaba a la ropa abrigadora, a los encuentros de los Lunes, a buscar el calor en la otra alma.

            Ese día mi atención se desboco por completo, me arrodille en el alerón, con extremo cuidado para no resbalarme con la heladas de aquellos días, ellos seguían presentando el mismo cariño, pese al tiempo que pasaba, no había nada igual, mucho tiempo, incluso ahora he buscado una relación como aquella pero nada llena mis expectativas, a veces creo que realmente he idealizado demasiado  a mis queridos personajes.

            Raziel le rodeó con sus brazos delgados, blancos como la misma nieve que caía fuera, comparándose tan solo con el cabello blanquecino de ese hombre de rasgos marcados, sus ojos se encontraron una vez más en aquella penumbra.

            “Raziel, te amo tanto…”

            Susurro por lo bajo, mientras los cabellos dorados se extendían sin cesar sobre el suelo, entre que él los acariciaba con cuidado, inspiró su aroma, saboreo su cuerpo, penetró su alma.

            Aunque ese te amo, me sonó completamente doloroso, necesitado…

            ¿Una despedida?

            No realmente estaba alucinando, aunque creo que Raziel sintió lo mismo en aquellos momentos.

            “Te amaré por siempre, mi amado Raúl”

            Así respondió, con esa calma que embaucaba a cualquiera, con ese amor indescifrable, con esa mirada inocentona adornada por esa sonrisa de tono carmín.

            Aquel día volví más tarde de lo normal con un extraño pensamiento, con un latir diferente, había un mal presentimiento en mi interior, me dirán loco, pero sabía que algo estaba a punto de llevarse a cabo.

            Sin más los días fueron pasando hasta llegar la próxima semana.

            Ese día se cumplían tres años desde la primera vez que acompañaba a sus pasos, lo sentí como un aniversario ¿Quizás?, ahora que lo escribo suena de forma extraña, pero para mí era algo sumamente delicado, es un sentimiento que cuido con recelo, a pesar de todo el tiempo que ha pasado.

            Al igual que ese periodo en el que había olvidado uno de los días, esperamos ambos expectantes a que ese hombre que se robaba nuestra atención apareciera, para hacernos felices, pero llego la noche sin que aparezca, mi corazón estaba pesado, a pesar de ello trate de infundir confianza, como si pudiera traspasarle mis ganas a ese chico que se encontraba esperando en aquel living.

            Nada paso…

            Ese fue el primer lunes, después desde los  tres años, que Raúl no llego, por primera vez vi las lágrimas de aquel ángel desecho en el interior, sus esperanzas se habían esfumado hacia unos segundos. Ese martes de madrugada me quedé en el ventanal, acompañándolo en su pena desde lejos.

            No me moví de allí incluso ante los gritos de mi madre, estaba paralizado esperando a que tocaran esa puerta, para que pudiera ver ese amor único, que me hacia soñar despierto, que avivaba mis sentidos, que hacia volar mi imaginación a campos indescifrables, a mundos diferentes.

            Entonces, la puerta sonó con un leve golpecillo, él se paró rápidamente mientras limpiaba las lágrimas torpemente con su manga, abrió la portilla mientras yo me acomodaba esperando a aquel hombre que intimidaba todo de mí, apareciera.

            No le vi, no había llegado, aquel hombre de ojos misteriosos, de elegante vestir, de severas expresiones, no llegó. Observe pasar a otra persona con semblante aún más serio, me fijé en la expresión de Raziel, estaba tan sorprendido como Yo.

            “Raziel, debo hablar con usted”

            En esa boca ese nombre sonaba tan normal, como cualquier otro,  estaba molesto había otro hombre, acaso aquel chico había cambiado los brazos de Raúl, para estar con este hombre, debo admitir que fui muy injusto al pensar esas barbaridades.

            El chico hizo un pequeño ademán invitándole a tomar asiento; entonces caí en cuenta que le trataba con demasiada formalidad para ser alguien conocido.

            “Muy bien”

            El hombre suspiro aflojándose la corbata.

            “Si, ¿Dígame?”

            Esa voz amable, llena de calma volvía a hundir mi ser, en un trasfondo colorido, era tan fácil relajarse con aquel chico, quizás entendía a ese hombre que por las tardes aparecía, plasmando su amor en aquella figura.

            “Bueno, Raúl…”

            Al escuchar su nombre los dos volteamos a mirarlo perplejos, llenos de dudas, y nuestros corazones volvieron  a unirse en un latir incesante.

            “Raúl ha muerto”

            Sentí todo girar en cámara lenta moviendo mi cabeza al compás, posé mis ojos en Raziel mientras sentía como mi corazón se hacia trizas.

            Se preguntaran porque tanta pena en mí, siendo que solo era un espectador, es que si lo hubieran vivido, si lo hubieran visto con sus ojos, entenderían el pesar que causó en mí, la empatía que sentía por cada uno de ellos, haciendo que mi ser se conectase con el alma del rubio.

            El grito ahogado se escuchó a lo lejos, como si estuviera en un desierto lejano escuchando un mar que no existía, me paré en el alerón, necesitaba entrar a abrazarlo, a confortarlo, a apoyarlo en esta loca agonía de injusticia.

            ¿Qué le diría entonces?

            No podía entrar, comencé a debatir conmigo mismo, el corazón en mi interior ya no latía, observé cada acto del hombre serio, sin ninguna expresión en particular, más que respeto hacía los sentimientos de Raziel, le dejó llorar por un rato para luego entregarle una pequeña carta.

            La recibió confundido, mientras yo veía como la lagrimas ahora salían silenciosas, mis puños me cortaban la circulación, así seguía mi travesía en el interior; el leía algo parecido a una carta llena de rayados incesantes.

            Entonces miró hacía a la ventana, camino hasta ella, la abrió en su totalidad y me abrazó; atrapándome entre sus brazos, sin poder reaccionar al segundo, entonces le correspondí al abrazo sin saber que hacer, llorando juntos en esa pena que se extendía por nuestro ser.

            “Lo lamento”

            Susurré acariciándole sus cabellos mientras escondía mi cara en su pecho, la pared de la ventana era lo único que nos separaba, pero pareciese que nuestras almas eran una sola.

            “Lo sé…”

            Respondió aún con el sabor salado a su alrededor, mientras esa esencia dulzona embaucaba mi olfato.

            ¿Se pude llegar a ese nivel de entendimiento?... Exactamente no puedo decir mucho pero si me consultaran esa duda, afirmaré sin  siquiera pensarlo.

            Aquel día fue el más doloroso de todos, el final de mis personajes no fue feliz, ni siquiera fue justo, pero a pesar de todo ello Raziel se despidió de su gran amor con una sonrisa, recordando cada minuto de su extremo amor secreto, de su silencio, al funeral fue poca gente; aún así asistí.

            Se preguntarán porque el me abrazo aquel día en el que pasábamos una pena entendible solo por los dos, pues en la carta de Raúl, había una pequeña nota que contaba como cada tarde yo me paseaba en aquel alerón observándolos, el siempre lo supo, aún así nunca lo dijo, hasta ese momento en que nuestras almas se unieron,  la vida no era justa pero a pesar de todo ello encontraremos gente que lucha por seguir adelante. Tal como Raziel, que pese a todo, recuerda con la misma intensidad cada sabor, cada momento, cada minuto, en aquellos días lunes, en los que disfruto junto a la persona que más amaba, a quien profesaría su amor, por toda la vida, por toda la eternidad.

            Esperando cada aniversario en aquel cementerio nos encontramos, alivianando nuestro pesar con una sonrisa de apoyo, trascurriendo , moviendo, alucinando porque en otra vida su amor pueda gritarse al mundo, para que una vez más pueda ser el espectador de el sentimiento más puro, más transparente, más sincero de todos.

            Sabiendo que entenderán cada una de mis palabras, puedo despedirme de ustedes tranquilo, al fin he hecho una de mis promesas realidad, porque me convertí en escritor con este objetivo, darle a conocer al mundo que el amor es sublime, a pesar de lo que pueda pasar, no muere.

 

Deseo de todo corazón que aquellas dos almas, se encuentren, se adoren, se amen nuevamente
Hasta que el cielo encuentre justo cada uno de sus actos.



Para las dos personas que hicieron de mi mundo
Un mágico existir.
Raúl y Raziel”.

 

Notas finales:

Este es el final de la Historia, espero les agrade n_n me gusto mucho hacerlo, la verdad es que lo disfruté de sobremanera, lo iba a terminar ayer pero la verdad el sentimiento de asesinar a alguien no ayudaba en esta bella historia; así que bueno si les gustaría que colocque un extra con la carta de Raúl, pues diganmelo y lo haré.

¡Gracias por su compañia! Creo que me quedé un poco triste con el final D: En fín ¡¡saludos!!.


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