Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Secretos de un alumno y un profesor… por Masterred

[Reviews - 136]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! Disculpen la tardanza! He estado muy ocupada con el tema de inscribirme en la universidad =P

Gracias a todas por sus reviews!!! Las amooo =D

 

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

No pasó demasiado tiempo sin que los dos profesores empezaran a escuchar rumores sobre la magnífica fiesta que se estaba organizando.

 

Era el chisme favorito entre las mujeres del pueblo: todo el mundo comentaba sobre el baile, el despliegue de trajes y máscaras. Sólo pasaron un par de días para que las personas más importantes del pueblo empezaran a recibir las invitaciones y con las invitaciones llegaron los encargues de trabajo para los pobrecitos sastres que debían coser pilas y pilas de disfraces y trajes en tiempo récord…

 

Las jovencitas y señoras esposas de los nobles se pasaron varios días preparando sus vestidos y eligiendo sus mejores joyas para la fiesta. Horas y horas probándose diferentes peinados delante del espejo, cambiándose una y otra vez porque nada parecía lo suficientemente bueno como para semejante evento…

 

Ante tanto comentario y chisme, la pregunta obvia era inevitable:

 

_ Miyagui… _dijo Hiroki una tarde_ ¿Qué se supone que vamos a ponernos para ir al baile…?

 

_ Tú déjalo en mis manos, Hiroki… _le respondió Miyagui, hamacándose en su silla_ Ya lo tengo todo resuelto…

 

Miyagui, que ya tenía las invitaciones en su poder, se mecía relajado y sonriente. En cambio Hiroki estaba cada vez más nervioso a medida que pasaban los días…

 

Tenía un mal presentimiento de ésa fiesta, y no podía quitárselo de la cabeza.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

 

 

Por fin llegó el día de la fiesta, para alegría de Miyagui y para acabar de destrozar los nervios de Hiroki…

 

_ ¡Quédate quieto! ¡No te muevas! _protestó Miyagui mientras intentaba vestir al castaño con la complicada ropa que había adquirido para que se disfrazasen.

 

_ ¡Déjame en paz, yo puedo solo con esto! _Hiroki lo empujó_ Acaba de vestirte tú también o llegaremos tarde…

 

El pelinegro se apartó y cogió la parte de arriba de su disfraz;

 

_ Ahhh veo que al fin se te está pegando algo de entusiasmo… _bromeó mientras se ponía el saco.

 

_ ¡Ni hablar! ¡Estoy aterrado! _se quejó Hiroki mientras se abrochaba los finos pantalones color verde hoja. Se acomodó la camisa blanca dentro de éstos_ Esto no acabará bien, Miyagui…

 

_ Con ese optimismo todo en la vida acabaría mal… _resopló el otro profesor_ ¿No puedes simplemente imaginar que nos colamos en una fiesta…?

 

_ ¡No! _gruñó el castaño_ ¡¿Cómo diablos va esto?!

 

_ Es un chaleco, Hiroki… Veamos, extiende tus brazos… _Miyagui le colocó el chaleco verde a juego con los pantalones.

 

Hiroki comenzó a abrochárselo, frunciendo el seño:

 

_ ¿Por qué yo tengo que ir vestido de árbol y tú puedes ir con ése traje tan discreto…? _se quejó.

 

_ Por última vez Hiroki, no pareces un árbol… _Miyagui tomó un cinturón dorado y se lo colocó en la cintura_ Éste disfraz te va perfectamente, el tono de verde te favorece…

 

_ ¿Y qué tono de verde es éste? ¿Verde vómito? _dijo Hiroki alzando los brazos para que el cinturón quedara bien ajustado.

 

_ ¡Ya basta de ser tan grosero! _se carcajeó Miyagui_ Recuerda que somos nobles que se preparan para ir a una fiesta elegantísima…

 

_ Dirás para “colarse” en una fiesta elegantísima… _el castaño se colocó los guantes y los zapatos_ ¿De dónde has sacado todas éstas cosas?

 

_ Las alquilé a muy buen precio… _Miyagui apareció con una peluca rubia de cabello lacio natural en brazos_ ¿Te gusta?

 

_ ¿Es una peluca? ¿No piensas ponerte eso en la cabeza o sí?

 

_ No es para mí… _Miyagui se la probó a Hiroki_ ¡Te queda perfecta!

 

_ ¡No, por favor Miyagui! _Hiroki se apartó los pelos rubios de los ojos_ ¡No quiero usar una peluca!

 

_ La necesitas, Hiroki. Mi cabello corto se parece al cabello de cualquier otro hombre, pero tu pelo es… cómo decirlo… difícil de olvidar… ¿Me entiendes?

 

_ Sí, entiendo… _se resignó Hiroki. Después de todo no quería que nadie lo reconociera_ Pero hazme una coleta con algo, no quiero tener el pelo en la cara todo el tiempo…

 

Miyagui le ató el cabello detrás de la nuca con un lazo. Luego le colocó el antifaz verde con plumas del mismo color y el sombrero. También él se colocó un antifaz violeta oscuro con plumas doradas.

 

Se pararon delante del espejo:

 

_ ¿No nos vemos estupendos? _celebró Miyagui mirando su reflejo.

 

Hiroki contempló su atuendo verde hoja, el chaleco a tono con bellísimos bordados en dorado, el cabello rubio hasta la mitad de la espalda, el cinturón que evidenciaba su delgada cintura y el antifaz –bordado también con hilos dorados- con plumas.

 

Suspiró fastidiado:

 

_ Nos vemos como unos pobres estúpidos… _gruñó.

 

_ Tienes la boca más sucia que un pirata, ¿sabes…? _resopló Miyagui_ Nos vemos como verdaderos nobles, elegantes y refinados… Lo que pasa es que no lo quieres admitir…

 

_ Miyagui, creí que nos vestiríamos un poco más discretos…

 

_ Deja de fruncir así el seño, relájate un poco… _Miyagui le dio un golpecito_ Créeme, estaremos perfectamente camuflados apenas entremos allí…

 

_ ¿Y qué sigue ahora? _Hiroki lo miró por encima del hombro mientras Miyagui abría una ventana y alargaba la mano hacia el rosal_ ¿Transformarás una calabaza en carroza y a unos ratones en caballos…?

 

_ Ahhhh ya lo verás… _Miyagui cortó una rosa roja para su ojal_ Ahora viene la mejor parte…

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* 

 

 

 

Los dos profesores salieron afuera, donde los esperaba un carruaje que si bien no era de lo mejor, serviría muy bien para ir y volver de la fiesta:

 

_ ¿De verdad alquilaste todo esto…? _preguntó Hiroki boquiabierto.

 

_ Así es… _Miyagui le tomó la mano e hizo una graciosa reverencia_ Sube, Hiroki. El castillo del Rey nos espera…

 

Hiroki sonrió sólo un poco mientras subía al carruaje;

 

_ Te vez ridículo… _le recordó.

 

 

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

 

 

El salón de baile era un ascua de luz y colorido. A un lado del salón los músicos tocaban una deliciosa melodía y bailaban las parejas al compás de la música.

 

Hiroki y Miyagui descendieron las escalinatas del salón lentamente, maravillados con el despliegue de increíbles disfraces y vestidos, y con los lujos del palacio. 

 

El castaño –que era temporalmente rubio- pronto comprendió que los disfraces de los dos estaban perfectamente a tono entre todas las vestimentas, la seda de los vestidos, las joyas, los antifaces y las máscaras de todos los colores, tamaños y formas…

 

_ ¡Vaya…! Puedo ver mi reflejo en el piso… _comentó Miyagui mirándose en el lustroso piso de mármol.

 

_ Cuántos lujos… _Hiroki miraba con ojos muy abiertos la araña del techo y los cientos de cristales que la adornaban.

 

El susto inicial de pasar por la entrada como si nada frente a los guardias aún le duraba un poco; a pesar de que pasaron sin ningún problema una vez que presentaron la invitación.

 

Estaba demasiado ansioso… Cuando un camarero pasó junto a él con una bandeja ofreciendo copas de champagne a los invitados tomó una con expresión desesperada;

 

_ Gracias al cielo… _murmuró antes de acabarse el contenido de un sorbo.

 

_ ¡Hiroki basta ya! ¿Relájate, sí? O te dará un infarto delante de todos… _le advirtió_ Vamos a quedarnos por aquí hasta que vea a Shinobu…

 

Se quedaron parados como dos muñecos junto a la mesa de los bocadillos un buen rato. Hiroki seguía tomando copas de champagne y Miyagui miraba a las parejas danzar con expresión distraída… hasta que distinguió a Shinobu entre la gente.

 

El pequeño príncipe –engalado con un precioso traje color oro- jugaba a esconderse entre los grandes cortinados, cuando notó que Miyagui lo miraba se llevó un dedo a los labios y le hizo otro gesto más para que lo siguiera sin levantar las sospechas de algún observador casual… 

 

_ ¡Ahí está Shinobu! _exclamó Miyagui_ Iré a buscarlo, tu espérame aquí…

 

Hiroki terminó de tragar el pastelillo que estaba comiendo:

 

_ ¡Espera! _le advirtió Hiroki al verlo alejarse_ ¡No olvides lo que me prometiste! ¡Que sea rápido!

 

Pero Miyagui ya se alejaba veloz entre la gente. En un segundo desapareció.

 

Ya conozco a éste idiota…” pensó Hiroki “Seguro me dejará plantado aquí el tiempo que le de la gana… Mejor será que lo vigile de cerca…”

 

Hiroki trató de ir tras él pero como si una coreografía previamente tramada se estuviese llevando a cabo, los bailarines le cerraban el paso cada vez que intentaba pasar o se tropezaba con la cola de algún vestido.

 

Cuando quiso darse cuenta lo había perdido totalmente. Miyagui y el pequeño príncipe se habían esfumado como por arte de magia…

 

_ ¡Maldición…! _se quejó en voz alta.

 

Empezó a caminar por los pasillos más alejados del salón, seguro de que los dos enamorados se habían alejado por allí. Mientras caminaba creyó distinguir una melodía diferente a la que las parejas estaban bailando en el salón.

 

Caminó más lejos de la música principal y agudizó el oído. Si, en efecto. Alguien estaba tocando música en alguna parte…

 

La melodía era encantadora… Ansioso por oír más de cerca, siguió la música por los pasillos ya sin pensar en el idiota de Miyagui ni en el príncipe Shinobu.

 

Cuando se encontró ya más cerca descubrió que era música de piano. Había una habitación iluminada en uno de los pasillos…

 

Se acercó y se quedó de piedra al descubrir quién era el músico que tocaba…

 

_ Nowaki… _el nombre salió de sus labios como un suspiro que lo dejó sin aliento.

 

Era el mismísimo Nowaki el que estaba allí en el cuarto de los instrumentos, tocando el piano con sus largos y elegantes dedos, rodeado de mujeres hermosas que lo oían embelesadas formando un coro de suspiros.

 

A Hiroki le temblaron las piernas, y se hubiera quedado allí parado como un idiota de no ser porque una alarma en su cerebro se encendió, advirtiéndole que debía de esconderse.

 

Todo jadeante y tembloroso, se ocultó detrás de una columna;

 

_ Nowaki, Nowaki… _seguía repitiendo como si estuviese embrujado.

 

Cuando al fin se sosegó pudo reunir coraje para asomarse y observarlo. Era él, en efecto. Sus ojos azules resplandecían mientras tocaba la música, y un elegante antifaz plateado descansaba sobre la tapa del piano.

 

El profesor contempló sus manos, su bella sonrisa; y al oírlo tocar acudieron a su mente tantos recuerdos…

 

Volvió a ocultarse detrás de la columna, y las lágrimas escapaban por debajo del antifaz para empezar a resbalar por sus mejillas. Sonrió mientras buscaba un pañuelo de uno de sus bolsillos.

 

Los siguientes minutos el permaneció allí, oculto detrás de la columna de mármol, escuchando todas las canciones. Sonreía cada vez que reconocía alguna melodía  de las que él le había enseñado a tocar de niño… y más lágrimas caían por su rostro…

 

Cuando oyó que la tapa del piano se cerraba dio un brinco. Nowaki ya había cumplido con los pedidos de las damas que lo rodeaban y no tenía más canciones en su repertorio como para seguir tocando…

 

Hiroki se asomó un poco y lo vio colocarse el antifaz y ponerse de pie. Debía actuar con rapidez: se acomodó el antifaz –aún húmedo por las lágrimas- en su lugar, guardó el pañuelo y se alejó de allí a paso rápido.

 

“Nowaki no debe saber que estoy aquí…” pensó al alejarse. Oía las voces de las damas a su espalda. “El no debe verme… Tengo que encontrar a Miyagui y pedirle que nos vayamos…”.

 

Pronto llegó al salón de nuevo y se detuvo antes de volver a pasar entre las parejas que bailaban, meditando sobre en dónde debería empezar a buscar a Miyagui. ¿Estarían en una habitación oculta en algún lado? ¿O en los jardines del castillo paseando de la mano y diciéndose las clásicas cursilerías de enamorados?

 

Pensó en Nowaki, que de seguro aún estaría allí rodeado de un montón de admiradoras. Aún no podía creer que lo había vuelto a ver… ¿Pero dónde estaba su esposa? ¿Acaso había ido solo al baile…?

 

Miró por encima del hombro con expresión distraída… y el corazón le dio un vuelco.

 

Nowaki iba en dirección hacia él a paso rápido…

 

Todas las alarmas en su cabeza se encendieron. “¡Corre, corre!” le gritó una voz en su interior. “¡Nowaki te ha descubierto, sabe quién eres, te ha reconocido…! ¡Corre!”

 

Hiroki comenzó a correr. Se zambulló entre las parejas de bailarines y trató de desaparecer. Cruzó toda la pista de baile a paso rápido, con el corazón en la boca.

 

Se volvió a mirar. Nowaki aún lo seguía, lo miraba fijamente. Ya estaba muy cerca de él…

 

Su próximo intento de escabullirse se vio frustrado cuando se llevó por delante a uno de los camareros, que sostenía una bandeja con canapés;

 

_ ¡Lo siento! ¡Lo lamento! _exclamó y se dio la vuelta para escabullirse pero chocó contra el pecho de su perseguidor.

 

_ ¡Cuidado! _Nowaki lo atrapó entre sus brazos_ ¿Se encuentra usted bien?

 

Nowaki le sonreía amistosamente. Hiroki aún temblaba un poco y el corazón le latía en las sienes. Asintió con la cabeza como pudo.

 

“Es todo, me ha reconocido…” pensó mientras lo miraba con ojos muy abiertos.

 

_ Que bueno, lo estaba buscando… _Nowaki apartó sus manos de él y buscó en uno de sus bolsillos_ Me parece que se le ha caído esto…

 

Extendió la mano hacia él y Hiroki reconoció su pañuelo, que había usado minutos atrás para secarse las lágrimas. En un acto reflejo se palpó el bolsillo del chaleco y comprobó que efectivamente el pañuelo se le había caído.

 

Con una mano temblorosa tomó el pañuelo que el ojiazul le ofrecía. Intentó decir “gracias”, pero tenía los labios como sellados, no podía hablar del susto…

 

¿Entonces Nowaki sólo lo había seguido para devolverle su pañuelo…? ¡Qué tremendo susto!

 

Hizo una breve reverencia con la cabeza, a modo de agradecimiento, y guardó el pañuelo en el bolsillo:

 

 _ Por cierto, soy Kusama Nowaki… _se presentó el ojiazul sin abandonar siquiera un segundo su amable sonrisa. Estrechó las manos enguantadas de Hiroki entre las suyas.

 

El castaño comprendió que Nowaki no tenía idea de quién era realmente, el disfraz había resultado muy efectivo…

 

Si hablo… ¿Reconocerá mi voz?” pensó.

 

Miró el rostro sonriente del más alto, que a su vez observaba el suyo aguardando una respuesta.

 

Mejor no se arriesgaría…

 

Sin decir una palabra zafó sus manos de las de Nowaki y dio media vuelta para alejarse sin siquiera volverse a mirarlo; el más alto acabaría creyendo que era un grosero y se alejaría de él dándole la oportunidad de ir por Miyagui.

 

No había dado ni cinco pasos cuando se dio cuenta de que Nowaki estaba otra vez caminando junto a él:

 

_ ¿No me dirá su nombre al menos…? _le preguntó demostrando que aún de adulto conservaba la insistencia de un niño pequeño.

 

Hiroki apretó el paso, con la esperanza de que se diera cuenta de que no lo quería cerca de él. “¡Maldición! ¡¿Se puede saber por qué me sigue?!” pensó, mortificado.

 

Pero el más alto no desistió de sus intenciones, aceleró el paso él también;

 

_ ¿Puedo hacerle compañía un momento? _le pidió con su mejor sonrisa conciliadora.

 

“Pues si querías compañía podrías haberte quedado tocando el piano para tus admiradoras, idiota…” pensó enseguida el profesor. Empezaba a enojarse. Si Nowaki no lo había reconocido, ¿entonces para qué rayos lo seguía? ¡Que lo dejara en paz de una vez!

 

El profesor iba a tomar el camino que llevaba a los jardines del palacio, cuando Nowaki le aferró un brazo y lo hizo volverse hacia él:

 

_ Siento ser tan insistente con usted… _se disculpó_ Pero estoy preocupado, porque hace un rato estaba llorando… ¿No es verdad?

 

Hiroki lo observó unos segundos, sorprendido. El color le subió a las mejillas y tuvo que bajar la mirada. El más alto le tomó el mentón y le levantó el rostro hacia él:

 

_ Entiendo lo que le pasa, es usted muy tímido, ¿no? _sonrió_ No tiene que decirme su nombre si no lo desea, pero déjeme ser su compañía esta noche por favor…

 

El castaño negó rápidamente con la cabeza. Nowaki le insistió;

 

_ ¿Al menos bailaría un rato conmigo…? Le prometo que luego lo dejaré ir…

 

Hiroki suspiró pesadamente. Al parecer era la única manera de librarse de él…

 

Asintió y observó como la sonrisa de Nowaki se volvía más amplia. Dios, cómo amaba esa sonrisa…

 

Nowaki tomó su mano y la besó haciendo una graciosa reverencia. Luego le ofreció su brazo y lo llevó al salón de baile. Estaba feliz de haberlo convencido; no sabía qué era lo que lo atraía de aquel joven tímido y misterioso, pero no quería dejarlo ir a ninguna parte. 

 

Lo que sí podía asegurar es que era muy lindo… y más lindo se veía aún con ese bonito atuendo verde. Sus ojos se pasearon por la delgada cintura, evidenciada por el cinturón dorado. Ansiaba rodear ésa cintura con los brazos en la pista de baile.  

 

Mientras tanto, Hiroki sudaba copiosamente debajo del disfraz, y agradeció al cielo el llevar guantes. Nowaki lo observaba, trataba de disimular, pero lo observaba. ¿Qué estaría pensando? ¿Habría visto algo en alguno de sus gestos que lo hiciera reconocerlo? ¿Acabaría por darse cuenta con quién estaba realmente?

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

 

 

Se ubicaron entre los bailarines del centro. El más alto le aferró la cintura y Hiroki tragó saliva cuando lo acercó a él.  Comenzaron a bailar. El profesor estaba demasiado tenso al principio y seguía sus pasos con torpeza, hasta que la música se cambió por una más lenta permitiéndole apoyar la mejilla contra el pecho de Nowaki. Durante las canciones siguientes imaginó que no habían pasado tantos años separados, que no había pasado nada malo entre ellos, que sólo eran una pareja de baile más en aquella fiesta…

 

“Nowaki está más alto…” pensó el profesor mientras se movían al compás de la música. Cuando quiso darse cuenta tenía los ojos llenos de lágrimas otra vez…

 

“¡Oh, no! ¡Soy un idiota, no puedo ponerme a llorar aquí!” el castaño sin poder evitar que las lágrimas resbalaran por su cara.

 

_ ¿Qué le ocurre?  _Nowaki notó sus lágrimas.

 

Hiroki no le dio tiempo a preguntar nada más, se apartó del más alto y echó a correr.

 

_ ¡Espere! ¡Por favor no se vaya! _Nowaki lo siguió de cerca.

 

Déjame en paz, Nowaki… Déjame que  me valla…” pensó mientras corría y sollozaba “me hace daño estar cerca de ti…”.

 

Por fin llegó hasta una gran ventana que daba a los jardines. Corría una brisa fresca y deliciosa cuando el profesor se desplomó sobre los bordes del pequeño balcón que la ventana tenía, sollozando angustiosamente.

 

Ya comenzaba a pensar que había conseguido librarse del ojiazul, cuando sintió que lo abrazaban por detrás. Los brazos fuertes de Nowaki lo rodearon en un segundo:

 

_ ¿Por qué está tan triste…? _le preguntó mientras apoyaba el mentón sobre el hombro de Hiroki. Aunque sabía que acciones como ésas no se debían tomar con un desconocido, Nowaki no pudo evitar acariciarlo con suavidad.

 

Es que lo había cautivado lo vulnerable que se veía mientras lloraba, y al estrecharlo entre sus brazos descubrió lo frágil que era su cuerpo…

 

De pronto se había despertado en él la necesidad de hacer de hombre protector. Una necesidad que no se apagó ni cuando Hiroki le dio un codazo en las costillas y se apartó de él.

 

Nowaki suspiró. Todo parecía indicar que ése jovencito no le dejaría acercarse a el tan fácilmente. Le ofreció su pañuelo;

 

_ Puede usar mi pañuelo si quiere… El suyo ya está demasiado empapado… _le recordó.

 

Hiroki terminó aceptando el pañuelo. Como pudo se limpió las lágrimas sin quitarse el antifaz. Nowaki se apoyó en el borde junto a él:

 

_ ¿Por qué no quiere decirme lo que le pasa? _se subió al antifaz un poco para descubrir sus ojos azules_ Estoy muy preocupado, no sea cruel conmigo… Por favor…

 

El profesor siguió ignorándolo, lo que sólo contribuyó a aumentar el interés de Nowaki que cortó una flor blanca de la planta que trepaba por el balcón.

 

Se la ofreció al castaño;

 

_ Sonará algo atrevido de mi parte, pero no puedo dejar de mirarlo… Se ve muy lindo a la luz de la luna… _comentó. Hiroki se puso rojo otra vez_ Es usted adorable, nunca he visto a alguien que se sonroje tan a menudo… _sonrió.

 

Cuando intentó prenderle la flor en el pelo a Hiroki, éste se apartó con un gesto brusco por miedo a que se diera cuenta de que llevaba una peluca.

 

Y otra cosa, ¿por qué Nowaki buscaba decirle cumplidos a la luz de la luna? ¿No se suponía que estaba casado?

 

Le devolvió el pañuelo al ojiazul. Observó el jardín, con todo su coro de grillos y luciérnagas volando frente a él, y vio que tenía un interesante laberinto hecho de arbustos. Tramando un nuevo plan de escape, le señaló algo a lo lejos a Nowaki:

 

_ ¿Qué ocurre? _Nowaki miró hacia donde Hiroki apuntaba. Había un reloj en una de las torres del castillo_ ¿El reloj?

 

Hiroki asintió, y se despidió con un además de la mano.

 

_ ¡No se vaya…! _le suplicó el ojiazul_ No es tan tarde, por favor quédese un poco más…

 

El profesor negó con la cabeza. Se puso de puntillas y dejó un beso en la mejilla del más alto.

 

“Adiós, Nowaki…” pensó con tristeza. Luego, haciendo uso de una agilidad que nadie sabía que tenía, saltó el balcón y empezó a correr por el césped húmedo, levantando gotas de rocío que empaparon el borde de sus pantalones.

 

Nowaki tardó un poco en reaccionar. Se tocó la mejilla en donde el joven misterioso lo había besado. Unos segundos después el también saltó el balcón y corrió detrás de él en dirección al laberinto.

 

Hiroki miró por encima de su hombro y comprobó que Nowaki iba tras él, así que entró en el laberinto y pronto se había perdido entre los arbustos despistando al fin a su perseguidor….

 

Recordó –sonriendo con picardía- que de niño Nowaki nunca había sabido apañárselas muy bien en los laberintos. Era fácil despistarlo en lugares como ésos…

 

El castaño salió del laberinto en pocos minutos, mientras que él más alto aún permanecía dentro, llamándolo. Sintió una punzada de culpa por dejar atrás a Nowaki, pero se obligó a alejarse pensando que ya no estaba abandonando a un niño en un laberinto, estaba intentando escapar de un hombre adulto…

 

Cuando ya estuvo lo suficientemente lejos del laberinto se sintió agotado por tanto gasto de energía. Deseaba desesperadamente un vaso con agua, y estaba acalorado por ésa maldita peluca rubia. Todo esto estaba maldiciendo en su mente cuando distinguió un par de figuras a lo lejos:

 

_ ¡Miyagui! _lo reconoció y corrió hacia él.

 

_ ¡Hiroki! _Miyagui parecía sorprendido de que lo encontraran.

 

El castaño llegó hasta él, se quitó el sombrero y el antifaz para verlo mejor;

 

_ ¿¡Eres idiota o qué?! _le reclamó_ ¿¡En dónde te habías metido?!

 

_ Hiroki… _comenzó a decir con calma_ Puedo explicarte…

 

_ ¡Pensabas dejarme ahí parado toda la noche! ¡No puedo creer que no respetaras nuestra promesa luego de que decidí venir contigo!

 

_ Es que todo ocurrió demasiado rápido… Verás, Shinobu y yo…

 

_ ¡Y no tienes idea de los problemas que estuve a punto de tener por venir hasta aquí…! _terminó dispuesto a contarle sobre su peligroso encuentro con Nowaki_ Acabo de encontrarme con… con…

 

No terminó la frase porque reparó en lo que había detrás de Miyagui: un par de caballos listos para usarse, con sillas y todo, y también estaban cargados con algunas bolsas que delataban un viaje. Shinobu estaba sobre uno de los caballos, y ya no tenía puesto su impecable traje de príncipe sino que estaba cambiado de forma muy discreta.

 

_ Miyagui… ¿Q-qué es todo esto…? _preguntó con un hilo de voz, temiendo ya la respuesta.

 

Miyagui se miró los pies:

 

_ Hiroki, lo siento… _dijo_ Pero creo que volverás a casa solo esta noche. Voy a fugarme con Shinobu…

 

Por un momento Hiroki pensó que no estaba oyendo bien;

 

_ ¿Qué? ¡No! ¡No puedes hacerlo, Miyagui! _exclamó tirando el sombrero y el antifaz a un lado_ ¡Te meterás en muchísimos problemas!

 

_ Hiroki, sé que es precipitado pero…

 

_ ¡¿Precipitado?! ¡Precipitado un demonio! ¡Esto es una locura! _Hiroki le tomó el rostro entre las manos y lo miró a los ojos_ Miyagui, ¿qué te ha pasado? ¡Tú no eres así!

 

_ Estoy enamorado, Hiroki… _fue toda su respuesta_ No puedo dejar pasar ésta oportunidad, si no me voy ahora con Shinobu no me iré nunca…

 

Hiroki lo soltó y se cubrió la cara con las manos. Miyagui continuó:

 

_ Shinobu tiene mucho dinero ahorrado, podemos irnos a donde queramos, ya le dejó una carta a sus padres diciéndoles que estará bien… _contó_ Hiroki, yo ya no puedo seguir con la vida de siempre, en ése trabajo que no nos lleva a ninguna parte, la vida me ofrece algo mejor junto a la persona que amo…

 

_ ¿Éste era tu plan original? _le preguntó Hiroki_ ¿Irte sin avisarme ni nada…?

 

_ No. Se nos ha ocurrido aquí mismo, en la fiesta… _le aclaró_ No quise buscarte para despedirte porque no sabía qué pensarías de esto…

 

Hiroki lo miró a los ojos, luego miró a Shinobu que a su vez lo miraba a él, aguardando una respuesta. Suspiró, con todo el dolor en su corazón;

 

_ Miyagui, eres mi único amigo y sigo creyendo que es una locura…  _dijo.

 

Miyagui iba a protestar, pero Hiroki lo atajó levantando una mano:

 

_ Pero, eres un hombre adulto y si crees que haces lo correcto… No puedo ser egoísta en una cuestión como ésta… _se encogió de hombros y lo miró a los ojos_ De verdad quiero que seas feliz, Miyagui…

 

Miyagui le sonrió, agradecido:

 

_ Gracias, Hiroki… _se acercó y lo abrazó tan fuerte que la peluca rubia se desprendió y cayó al piso_  Gracias por todo…

 

Hiroki también lo abrazó y permanecieron así unos momentos;

 

_ Voy a extrañarte, idiota… _confesó_ Estaré muy solo en la escuela sin ti…

 

_ ¡Ah, sí! Respecto a eso hay algo que debo decirte…

 

_ Miyagui, vámonos… _lo llamó Shinobu.

 

Miyagui se apartó del castaño:

 

_ Hasta pronto, Hiroki… _se despidió por última vez_ Quizá algún día nos encontremos de nuevo, la vida es larga y tiene muchas vueltas…

 

_ Es posible… _el castaño le sonrió un poco_ Adiós…

 

Hiroki los observó alejarse, agitando la mano para despedirse. Se limpió las lágrimas.

 

Debía ser fuerte, había dejado ir a Miyagui por una buena razón. Le deseaba toda la suerte del mundo a su amigo… 

 

Recogió la peluca y el sombrero. Ahora ya no tenía más motivos para permanecer allí. Se volvió para regresar al castillo; y pronto deseó no haberlo hecho.

 

Nowaki estaba detrás de él, observándolo con ojos muy abiertos…

 

El castaño sintió que la sangre se helaba en sus venas, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. “¿Cómo es posible…?” pensó mientras una gota de sudor corría por su cuello.

 

Se quedaron allí parados, mirándose, esperando a que alguno de los dos realizase un movimiento o dijera algo.

 

Nowaki fue el primero en dar un paso hacia él:

 

_ ¿Hiro-san…? _preguntó con voz trémula. A la luz de la luna, la piel del más alto tenía el color de la nieve_ ¿De verdad eres tú…?

 

Hiroki tragó saliva, sin apartar la vista de él. No tenía sentido negar nada, sin la protección de su disfraz;

 

_ Sí, Nowaki… _le respondió haciendo uso de toda su valentía_ Soy yo…

 

El más alto extendió sus manos mientras se acercaba. Sus dedos largos acariciaron las mejillas del castaño con cautela, como si temiera que éste fuera a desintegrarse de un momento a otro. Luego le acunó el rostro, sin poder creer que de verdad tenía al mismísimo Hiro-san frente a él:

 

_ No puedo creerlo… _murmuró tocándole el cabello. Cuando las sedosas hebras castañas pasaron entre sus dedos, supo por fin que aquello no era un sueño. Era real._ No puedo creerlo… de verdad estás aquí…

 

Hiroki iba a responderle algo pero no tuvo tiempo de hacerlo porque Nowaki lo abrazó con algo de brusquedad y lo pegó a él. El más alto lo estrechó largo rato, Hiroki podía oír su respiración agitada en su oreja y descubrió que su piel estaba helada:

 

_ Nowaki… ¿Qué te ocurre…? _le dio unas palmaditas_ Parece que hubieses visto a un fantasma…

 

Nowaki volvió a tocarle el cabello con una de sus manos. Cerró los ojos mientras apoyaba el mentón sobre el hombro de Hiroki:

 

_ Creí que estabas muerto… _confesó en un susurro tembloroso.

 

_ ¿Cómo…? _Hiroki dio un respingo. ¿Nowaki lo había creído muerto todos ésos años? ¿Por qué…?

 

_ Estoy tan feliz de verte… _Nowaki lo estrechó aún con más fuerza_ Hiro-san, por favor, dime que no estoy soñando…

 

Conmovido, Hiroki también lo abrazó. Nowaki temblaba:

 

_ No estás soñando, Nowaki… _le dijo con una sonrisa_ Estás bien despierto…

 

Permanecieron así, abrazados a la luz de la luna, en silencio. Nowaki lo mecía suavemente entre sus brazos; y Hiroki no quería que ese momento pasara nunca.

 

Finalmente, Nowaki lo apartó un poco para observar su rostro;

 

_ ¿En dónde has estado todos éstos años…? _le preguntó.

 

_ Pues… He estado trabajando como profesor en una escuela… _abrevió_ ¿Por qué pensaste que estaba muerto?

 

Nowaki se miró los pies, apretó los ojos. Hiroki lo sintió estrujar su ropa con manos crispadas:

 

_ Te busqué sin descanso cuando te fuiste… _respondió al fin_ Pero Tsumori me dijo que sus hombres te habían hallado muerto a un lado del camino…

 

_ ¿Cómo? ¿Tsumori…? _Hiroki no podía creer lo que oía_ ¡¿Y tú le creíste?!

 

_ ¡Cómo podía no hacerlo! Él me dio tu anillo, ése que yo te había obsequiado… _le explicó_ Luego aparecieron tus libros, tu ropa… ¡En verdad creí que habías muerto!

 

Hiroki estaba boquiabierto. Cientos de pensamientos pasaban por su mente en ése momento, impidiéndole hablar: ¿Nowaki habría leído la carta que le escribió con tanto amor? ¿Por qué Tsumori solo le había entregado el anillo y por qué le hizo creer que estaba muerto? ¿A quién habían enterrado en su lugar?

 

El castaño quería explicarle cómo fueron las cosas, quería decirle que unos ladrones lo habían secuestrado y llevado todas sus cosas, que llevaba años viviendo sano y salvo en un pequeño pueblo cerca de allí… pero no sabía por dónde comenzar a contarle…

 

_ Nowaki… Yo… _comenzó a decir pero un alboroto a lo lejos lo interrumpió.

 

Los dos miraron por encima del hombro en dirección al salón de baile. La gente comenzaba a dispersarse, el aire se llenó de murmullos. Hiroki creyó distinguir unas cuantas frases: ¡el príncipe Shinobu ha desaparecido! ¡Ha desaparecido!

 

_ Oh, no… _murmuró el castaño y se apartó de Nowaki. Recogió sus cosas a toda prisa_ Lo siento, Nowaki… Debo irme…

 

_ ¿Qué? ¿Por qué Hiro-san? _Nowaki lo observó colocarse la peluca y el sombrero a toda velocidad.

 

_ No puedo explicártelo ahora, pero debo volver ya mismo… _lo miró una fracción de segundo a los ojos, antes de echar a correr_ Adiós, Nowaki…

 

_ ¡Espera! ¡Hiro-san, aguarda! _le gritó el más alto.

 

Pero Hiroki ya corría en dirección a la salida. No se volvió a mirarlo, pero aún lo oía gritar su nombre. Incluso juró que lo había oído decir: “¡Nos volveremos a ver Hiro-san!”.

 

 

 

0/0/0/0/0/0/0/0/0/0/0/0/0

Notas finales:

Dedicado a Kurama_Kun =) Besos amiga!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).