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Secretos de un alumno y un profesor… por Masterred

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*-*-*-*-*-*
Cuando entró en la habitación, ésta estaba totalmente oscura. La forma de los objetos se recortaba con un poco de luz de luna que entraba por la ventana y le daba justo en la cara a Nowaki.
Avanzó hacia él y a cada paso que daba se quitaba una prenda: primero se quitó la vieja levita color marrón, luego los zapatos y finalmente los pantalones. Apartó las sábanas y se metió en la amplia cama.
Apoyado sobre un codo, se tomó su tiempo para observar al más alto. Nowaki dormía boca arriba, con una mano sobre el pecho y la otra junto a su rostro. La luz de la luna le daba justo en la cara pero no parecía molestarle en lo más mínimo ya que dormía profundamente.
Hiroki acarició su rostro; tocó un mechón de cabello que caía sobre la frente, sus dedos se pasearon por su mejilla y el mentón.
Qué apuesto era… era difícil reconocer que el niño que había sido su pequeño y dulce alumno se hubiese transformado de repente en ése hombre tan grande… y atractivo.
En eso pensaba cuando advirtió que el ojiazul estaba despertando. Los ojos se le abrieron, perezosos, y se sobresaltó un poco al sentir una mano ajena sobre el rostro.
Hiroki pensó en decir algo al instante que lo calmara pero las palabras no salieron de su boca; además no fue necesario puesto que Nowaki lo reconoció aún antes de que se asomara un poco a la luz y pudiese ver su cara…
_ ¿Hiro-san…? _dijo y se despertó al instante. Acarició la mano que aún tenía en la mejilla y se incorporó_ ¿Qué hace aquí…?
_ No podía dormir… _respondió rápidamente. Cuando el ojiazul entrelazó los dedos de sus manos se le formó un nudo en la garganta y regresaron las ganas de llorar.
No dijo nada más por unos momentos, no quería que Nowaki lo viera llorando…
Ambos se quedaron en silencio unos segundos, Nowaki observándolo y él mismo tratando de no llorar. El más alto estiró su mano libre y le rozó el cabello;
_ Qué le ocurre… ¿Es por lo que hablé con usted hoy…? _preguntó_ Perdón por haberme comportado de forma tan impulsiva… Pero todo lo que le dije es cierto, Hiro-san…
El castaño negó con la cabeza y se inclinó. Nowaki llevó ambas manos hasta su rostro y acunó su cara:
_ Nowaki… _suspiró.
Cuando reparó en que sus caras estaban muy cerca otra vez, no se inquietó ni buscó apartarse. Sólo inclinó la cabeza hacia él buscando sus labios y esperó que volviera a besarlo.
Sabía que si se dejaba llevar y se entregaba a Nowaki ésa noche pagaría un precio muy caro: el precio de abrir una herida que no cerraría nunca y recordarlo por siempre…
Pero ya no importaba. Si iba a dejar a Nowaki por lo menos quería estar con él una sola vez, amarlo y despedirse para siempre.
El ojiazul lo estrechó contra él y no vaciló en responder a su tentador ofrecimiento. Lo besó con avidez, abrazó su cintura y suspiró, feliz, cuando los brazos del castaño le rodearon los hombros.
Hiroki se encargó de empujarlo para que volviera a recostarse y se subió sobre él. El ojiazul advirtió que no llevaba nada más que su camisa con muchos volados y la ropa interior:
_ Hiro-san… _comenzó a decir.
_ Shhh… No digas nada… _Hiroki se sentó sobre él_ …sta noche vuelvo a ser tu profesor… _susurró.
Nowaki acarició el cabello castaño y lacio que tanto le gustaba:
_ Gracias por venir, profesor… _susurró con una sonrisa y sus ojos azules brillaron_ Quería verlo…
Volvió a sentarse y aferró la cintura del castaño. Cuando sus bocas se unieron en un beso tierno, Hiroki lo abrazó con todas sus fuerzas. Sus dedos se enroscaron en el cabello oscuro y abundante;
_ Nowaki… _gimió en su oreja_ Tócame… Bésame… Hazlo, por favor…
Nowaki desprendió uno por uno los botones de la camisa y la abrió. La prenda se deslizó con el roce de una pluma por los hombros de Hiroki, descubriendo la piel dorada y cálida, ansiosa por sus besos.
Hiroki suspiró de placer cuando al fin sintió la boca del más alto besarle el cuello, los hombros, el pecho. La lengua de Nowaki trazaba pequeños círculos sobre la piel dorada, la tibia humedad de su boca dejaba un camino brillante a la luz de la luna.
Al fin se detuvo sobre uno de los rozados pezones y lo acarició suavemente con los labios. El castaño se mordió los labios y cerró los ojos con fuerza, mientras el tierno botoncito se endurecía y enroscó los dedos en los mechones de la nuca de Nowaki, tratando de acercarlo con desesperación hacia él.
Nowaki sonrió, complacido ante la señal de que estaba haciendo las cosas bien, y procedió a complacerlo lamiendo y succionando el pezón hasta hacerlo estremecerse de puro placer. Sus manos vagaron por la cintura, acarició los muslos desnudos y de inmediato sintió una punzada de excitación en el vientre…
Recordó las veces en que había soñado con hacerle el amor, pasar la noche entera entre sus brazos, pensando en cómo serían sus gemidos. Era casi increíble tenerlo allí ahora… y que fuese la realidad…
_ ¿En qué piensas…? _le preguntó Hiroki al advertir su expresión ausente.
Nowaki lo observó un momento antes de responder: el castaño estaba sonrojado, algunos mechones de pelo se habían adherido a su rostro a causa del sudor que hacía brillar su piel dorada…
_ Pensaba… _dijo mientras apartaba el cabello de su cara con los dedos_ En que sería terrible si esto fuese sólo un sueño…
Hiroki sonrió:
_ No es ningún sueño… _le aseguró antes de besarlo. De un tirón abrió la parte de arriba de la pijama de Nowaki y se la quitó. Se apretó contra él, sintió los músculos y los anchos hombros con las yemas de los dedos. Bajó por su abdomen, pasando por el pecho, los abdominales…
_ Ah… Hiro-san… _Nowaki profirió un gemido ronco cuando los dedos del castaño llegaron debajo de su ombligo.
_ Shhh… _Hiroki le besó el cuello con besos húmedos y tentadores, que no hicieron otra cosa que desesperar más al ojiazul_ Ya te dije que por ésta noche vuelves a ser mi alumno… _susurró.
Lo acarició con lentitud, sobre la tela del pijama. Podía sentir la urgencia en el cuerpo de Nowaki, y cómo se estremecía. Sonrió satisfecho cuando lo vio aferrar las sabanas y estrujarlas:
_ Hiro-san lo siento, pero no puedo más… _lo rodeó la cintura con un brazo y lo besó apasionadamente hasta quitarle el aliento_ Te necesito tanto que no quiero esperar más…
Los dos rodaron por la cama, abrazados, hasta que Nowaki quedó sobre él.
Sus grandes manos comenzaron a vagar por la cintura del profesor. Quitó la única prenda que lo cubría y la deslizó con deleite por sus largas y esbeltas piernas.
Hiroki, con el cabello alborotado contra las almohadas y su pecho que subía y bajaba agitadamente, le pareció un sueño hermoso. Una ilusión tan perfecta, tan sensual, con su dorada desnudez y el suave rubor en su cara…
_ Quiero conocer cada parte de su cuerpo, profesor… _susurró en su oído.
El castaño no prestó especial importancia a la frase, hasta que Nowaki comenzó a descender con lentitud por su cuerpo, acercándose a ése lugar de su anatomía.
Nowaki le besó el estómago, describió un círculo con la lengua en su ombligo, los mechones de cabello oscuro rozaron la suave piel por debajo de éste…
_ Nowaki… _Hiroki se incorporó sobre sus codos al sentirlo ubicarse entre sus piernas_ Para… No es… N-necesario…
El profesor comenzaba a tartamudear las palabras a medida que el ojiazul hacía caso omiso de sus palabras y le hacía sentir su cálida respiración en la parte interior de los muslos. Cuando le separó suavemente las piernas y su boca descendió para complacerlo las protestas de Hiroki se transformaron en sollozos de placer.
_ Nowaki… Mmm… Nowaki… N-no… _en vano trató de luchar contra el descontrol que le provocaban las osadas caricias de su alumno. Movido por la timidez intentó apartarse pero Nowaki le aferró las caderas y lo mantuvo en su lugar, continuando con su atrevida exploración pasando su lengua por todas sus partes más sensibles.
Finalmente no pudo contenerse más y el castaño se dejó caer sobre la cama, rindiéndose por completo ante esa boca que sólo le daba un exquisito placer.
Arqueó la espalda, se mordió los labios, susurraba y gemía…
Cuando estaba a punto de correrse, Nowaki soltó su cadera para acariciar sus glúteos y apartar la suave carne, descubriendo la rosada entrada. Concentró allí sus caricias, lamiendo juguetonamente y sin detenerse, haciendo que Hiroki se retorciera y aferrara las sábanas:
_ ¡Ahh! ¡Nowaki…! ¡Mmmm, no pares! _gimió alzando las caderas desesperadamente.
Su cabeza cayó de costado cuando el orgasmo lo sacudió, haciendo que todo su cuerpo temblara. Jadeó un momento intentando recuperarse, mientras los lacios mechones de pelo castaño le caían sobre la cara.
Nowaki los apartó uno por uno al inclinarse sobre él, y encontró al castaño con los ojos cerrados:
_ ¿Se encuentra bien, profesor…? _preguntó juguetonamente.
Hiroki asintió con los ojos aún cerrados;
_ ¿Dónde… dónde aprendiste a hacer eso…? _jadeó.
_ En las novelas románticas que le robé a Aikawa… _lo dijo con tanta despreocupación que Hiroki se rió y abrió los ojos para mirarlo.
Como aún tenía las manos a los costados de la cabeza no le fue difícil acariciar las mejillas del más alto. Acercó su rostro a él y lo besó dulcemente:
_ Profesor… Mi Hiro-san… _susurró Nowaki contra su boca_ Lo quiero tanto…
_ Y yo te quiero a ti… _Hiroki lo observó con su nariz pegada a la de él_ Mi alumno… Mi dulce Nowaki…
Ambos se recostaron sobre los almohadones, abrazados. La luna teñía de plata los cuerpos bañados en sudor;
_ Estás temblando… _observó el castaño.
_ Estoy algo nervioso por ésta parte… _confesó el más alto_ No quiero lastimarlo…
_ No lo harás… _le tomó la mano_ Deja que te ayude…
Comenzó a guiar la mano de Nowaki hacia el sur de su cuerpo. Separó las piernas a lo largo del cuerpo del más alto y cuando su mano estuvo ubicada correctamente empujó su dedo con el de él hasta que estuvo dentro.
Se pasó la lengua por los labios. Tocarse con la ayuda de Nowaki le resultaba especialmente sensual y delicioso…
Cuando Nowaki introdujo un segundo dedo el castaño retiró su mano y le rodeó los hombros:
_ Aprendes rápido… _ronroneó en su oído. Movió las caderas un poco, suspirando placenteramente ante el suave movimiento de los dedos.
Estaba sorprendido por la facilidad con la que su cuerpo se amoldaba a la intrusión. Gimió un poco cuando sintió otra vez que Nowaki hurgaba dentro de él, apretó los hombros del más alto y echó la cabeza hacia atrás, volviendo a suspirar.
Esa fue la señal para que Nowaki comenzara a mover su mano, introduciendo un tercer dedo. Antes de que el profesor se diera cuenta ya estaba acompañando los movimientos de Nowaki con las caderas, gimiendo su nombre:
_ Nowaki… Ahhh, sí… Sígue… _Nowaki arqueó los dedos y encontró su punto débil_ Mmmm… No pares, tócame más… A-ah, sí… Justo ahí…
Hiroki buscó su boca para besarlo hambrientamente. Quería más, mucho más;
_ Nowaki ya estoy listo… Ya puedes… _dijo entre gemidos.
El más alto retiró su mano y reemplazó sus dedos con su miembro, empujando suavemente;
_ Ahhh… Hiro-san… _apoyó los codos a los costados del profesor. Estaba tan caliente y delicioso_ E-eres increíble…
Cuando terminó de entrar en él, Hiroki ya suspiraba sin cesar. El castaño movió las caderas para sentirlo, frotándose contra su pecho.
_ Hazme tuyo, Nowaki… _gimió mientras sus piernas le rodeaban.
Y Nowaki obedeció todas y cada una de sus súplicas, haciéndole el amor hasta muy altas horas de la noche, embriagado en un completo éxtasis de placer. Estar así con su persona amada era morir una y mil veces… Llegar al paraíso y permanecer allí un largo rato…
Luego de muchas horas de amarse, los dos jóvenes sintieron por fin que ese fuego que los consumía se apagaba y se desplomaron satisfechos sobre las sábanas mientras el sueño los invadía.
Nowaki cerró los ojos con su cara oculta en el pecho de Hiroki. Sentía los latidos de su corazón resonando ahí dentro. Sonrió;
_ Lo quiero, Hiro-san… _susurró.
Hiroki sólo le acarició el cabello húmedo, ensortijando los mechones con sus dedos.
A medida que descendía de las nubes del placer, lo rodeaba la dura realidad. La realidad era que debía irse…
Una lágrima se deslizó silenciosamente por su mejilla y se fundió con las blancas sábanas.
“Nowaki… …sta será la última vez que te tendré así…” pensó mientras lo estrechaba contra su pecho. Oyó el ritmo de su respiración y supo que se había dormido.
“Lo siento…”
*-*-*-*-*-*
El sol se asomó en el horizonte cuando Hiroki bajó la escalinata del salón principal.
En la puerta lo esperaba Tsumori:
_ ¿Ya está listo? _le preguntó.
_ Sí…
_ ¿Nowaki no lo ha oído, verdad?
_ No. Está dormido… _el castaño se miró los pies.
_ Todas sus maletas están ya en el carruaje… _anunció_ He puesto a su disposición uno de mis mejores cocheros. Lo llevará adonde guste…
_ Gracias…
Hiroki sacó la carta de uno de sus bolsillos y la enrolló. Para sujetarla se quitó el anillo que llevaba en su mano, ése que Nowaki le había obsequiado cuando era pequeño, y lo colocó alrededor del papel;
_ ¿Puedes darle esto cuando yo ya esté lejos…? _le pidió al rubio, extendiendo el brazo hacia él.
_ Yo se la daré… Tiene mi palabra… _Tsumori tomó la carta y la guardó en uno de sus bolsillos_ Adiós, Profesor Kamijou…
*-*-*-*-*-*
El encargado de conducir el transporte le abrió la puerta a Hiroki y éste subió con una pequeña maleta en la mano.
Cuando la puerta se cerró se atrevió a mirar hacia la casa. …se lugar había sido su hogar durante muchos años… y ahora no sabía ni siquiera adónde ir.
Lo consolaba la idea de que había echo lo correcto, y era una idea a la que tendría que aferrarse durante el resto de su vida.
Pero si había echo lo correcto…
“Entonces, ¿por qué me pesa tanto el corazón…?” fue su pensamiento cuando el carruaje empezó a moverse.
*-*-*-*-*-*
Tsumori observó al castaño subir al carruaje y alejarse desde una ventana.
Sacó la carta de su bolsillo y luego de arrugarla la arrojó al fuego de la chimenea.
Sin embargo conservó el anillo, le serviría más adelante…
El rubio hizo un gesto con la cabeza y tres hombres salieron de la oscuridad por un costado de la habitación. Iban cubiertos con oscuras capas y tenían un aspecto peligroso;
_ Lo quiero muerto… _anunció Tsumori sin quitar la mirada de la ventana_ No quiero correr riesgos si decide volver; desháganse de él…
Los tres hombres salieron de la habitación uno por uno, dispuestos a cumplir las órdenes de su amo…

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