- ¿Eso vas a poner en tu nuevo aviso? - me decía Haruno sujetando su mochila sobre el hombro. …ramos amigos desde preescolar y él fue quien me dio la idea, cuando me obligó a hacer malabares para conseguirle una cita con su kouhai de segundo, el lindísimo y popular Suzu.
La cuestión es que todo salió tan bien que mi fama saltó a las estrellas entre los solitarios chicos de instituto. De hecho todas las parejas que se podían ver aquí y allá, las había unido yo. Fueron semanas titánicas de osos, estrellas, declaraciones, cartas, aviones de papel y 101 maneras románticas e inolvidables de repetir, tartamudear, gritar y cantar : "Sal conmigo". Cada proyecto nuevo me esclavizaba y no paraba hasta concluirlo exitosamente.
No lo hice por nada.
Como Celestino había abierto una cuenta corriente que iba engordando a medida que los pedidos se hacían más exigentes.
Así que se podría decir casi, casi que era un mercenario del amor.
- ¿Vas a pegar el afiche en el módulo del gimnasio para el festival? - preguntó Haruno mirando a izquierda y derecha.
- ¡Claro! Vendrá mucha gente. Haruno, eres un genio...
- ¡Ahí está Suzu!... rayos, ¿me veo bien? - dijo completamente alborotado.
- Perfecto, pero cierra la boca que la baba esta a punto de salirte en hilito y eso es lo mas antirromántico que hay.
- Hoy cumplimos un mes. Vamos a la pista de patinaje, luego a ver una película y...
- No olvides el atardecer desde el mirador...
- Cierto... oye, Natsume... nunca te di las gracias por lo que hiciste por mí.
- Tío, no te pongas sensible conmigo... tu novio está a punto de llegar, así que ¡a por él!
- No estoy bromeando, sino fuera por ti estaría mirando a Suzu escondido en un matorral con binoculares, sería un idiota penoso y tartamudeante sin posibilidades... no sé cómo diablos me diste tantos ánimos hasta que me declaré.
Cielos, Haruno hablaba apasionadamente y eso me incomodaba porque durante algún tiempo pensé que... que al estar desde la infancia juntos y conocernos tanto...
Tonterías... él estaba contento y a punto de bailar. ¿quién puede comportarse egoístamente cuando se trata de un amigo?
Suzu llegó hasta nosotros con los ojos que le brillaban de contento.
- Miegata-san - me saludó inclinando la cabeza.
- Buenas tardes - le dije moviendo la mano.
- Haruno - senpai...
El chico estaba flotando. Esa palabrería del destino realmente los envolvía. Me despedí de ambos que se fueron conversando bajo las filas de cerezo, les había dado muy fuerte y por lo que podía ver lucía como amor del bueno. Si seguían así iban a terminar casados.
"Haruno..."
Con las manos tras la cabeza y la mochila colgando de un solo dedo, empecé a caminar solo.
Iba a aventurar un pensamiento, cuando fui zamaqueado hasta que el mundo se hizo doble o triple en mis ojos.
- ¡Miegata sensei! ¿¡Usted es Miegata sensei!? ¿Es el Celestino?
Hice algunas aspas de molino con la mano para que me dejase respirar.
- Oh, gomen... gomen....
Llevaba el uniforme del instituto privado que quedaba en la zona más rica de la ciudad. Tanto él como la chica que traía arrastrando se veían de buena familia y eran muy atractivos. …l era alto, muy blanco, con ojos almendrados y cabello dorado, ella un poco más baja, hermosa, de cabellos marrón oscuro como las princesas y ojos tan grandes de color negro que tenía la luna negra de la noche gitana.
- Lo estábamos buscando, Miegata-sensei...
Ella le jalaba de la camisa, estaba avergonzada y movía la cabeza rogándole que no siguiera.
- Pero, Fumika, sino lo hacemos vas a pasar toda la vida huyendo... soy tu amigo... ¿confías en mí?
Ella asintió débilmente.
- ... entonces déjame hacer lo correcto. ¿Podemos conversar en un lugar a solas?
Dije que sí y caminamos juntos en silencio hacia la pastelería del parque.
- Esto es un poco penoso para ella - empezó el chico. - Su nombre es Fumika Noumi, el mío, Kouji Ohtsuka, somos del instituto Brighten de Silver Hill, y hasta nuestro centro han llegado rumores acerca del justiciero del amor conocido como "Celestino", mejor dicho Miegata-sensei...
Si no se lanzara ese discurso con la cara más seria del planeta me habría mandado unas carcajadas bárbaras, pero se trataba de algo importante para los dos.
- ... Fumika es como una hermana para mí... y ella se ha enamorado de alguien de vuestro instituto...
- ¡No sigas, Kouji...!
Le tranquilicé con un gesto.
- Calma... soy muy discreto cuando se trata de un caso. Casualmente soy quien buscan y los rumores son ciertos. Todas las parejas que ven son resultado de mi trabajo.
- ¡Es genial, Miegata-sensei! ¿Lo ves, Fumika?, está garantizado...
- Por una cantidad de dinero...
- Oh... eso no me lo habían dicho...
- No voy a vivir del aire. Y qué son unas cuantas monedas cuando se trata del iluminado camino del amor. No hay que ser mezquinos, además se ve que tenéis los medios.
Por no decir que a mi modo de ver estaban forrados de oro y pensaba destilarlos para ensanchar mi cuenta de banco.
- ¿Y de cuánto estamos hablando? - preguntó el tío guapo con los ojos en una línea. Seguramente era un tacaño, tenía que trabajarlo bien.
- Depende de quién es el chico y de cuanto pienso invertir en una conquista fructífera.
Ella se puso roja y se cubrió los oídos. Para alguien tan tímido seguro que estar revelando esas cosas era como estar ante la Santa Inquisición.
- ... se trata de Matsue Yasue
- ¡Matsue Yasue!
Increíble.
Ese tío era el macarra indomable, el más salvaje y duro del instituto. ¿Cómo una chica tan guapa y delicada como Fumika había llegado a interesarse en ese neardenthal?
- Sé que suena raro - dijo Kouji dando un golpe sobre la mesa - ... pero no puedo ver a Fumika sufrir en silencio. Yo no puedo ayudarla, pero... ¡usted es nuestra salvación!
Me crucé de brazos. Eso sí que iba a estar difícil, pero si podía llegar a unirlos entonces podía matrimoniar a un unicornio con una piedra, así que en aras de seguir mi entrenamiento de trotaconventos, decidí aceptar.
- Hecho...
Pobrecita, con las manitas juntas y una sonrisa no se cansó de agradecerme.
- ¡Muchas gracias Miegata-san!
Kouji me sacudió la mano hasta dislocármela.
- El dinero... - le recordé haciendo nacer esa expresión de viejo avaro.
- Oh, cierto... - escribió una cantidad en un trozo de papel y me la pasó.
Woa... que tronco... me ofrecía cuatro veces lo que esperaba cobrarle.
- Estoy de acuerdo - seguro que el signo de dólar estaba en mis ojos.
- Ahí se va mi mesada... tendré que esperar hasta el otro mes para comprarme esa guitarra eléctrica - suspiró Kouji.
¿Mesada? ¿Era el Emperador Amarillo o qué? ni trabajando diez veranos podría juntar un monto así.
- Y voy a necesitar algo de apoyo, Matsue Yasue será un hueso duro de roer...
- ¡Le apoyaré en todo! - dijo Kouji en pose de héroe.
¿Por qué todo lo decía gritando y como un patriarca medieval?, pero anda que se veía guay cuando hacía esas cosas.
Nos despedimos en la estación, Kouji y Fumika lucían completamente diferentes, felices y aliviados. Para mí el trabajo comenzaba...
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No se imaginan qué cara puse cuando el maestro al día siguiente nos trajo al nuevo alumno trasladado.
- Ohtsuka Kouji - escribió con tiza en el pizarrón.
Las chicas le hicieron barra disputándose por darle la bienvenida.
Matsue Yasue miraba indiferente por la ventana.
Y cuando lo sentaron a mi lado empecé a hacerle señas en voz baja.
- ¡Qué haces aquí!
- Dijiste que necesitabas ayuda... entonces tramité ayer mismo mi traslado...
Maldito radical, me refería a después de clases, cómo diantres consiguió tan rápido el papeleo...
- ¿Le conoces, Natsume? - me preguntó Haruno con curiosidad.
- Es cuestión de trabajo...
- Oh...
- ¿Ese del fondo es Matsure? - señaló Kouji.
- Sí... ¡y deja de señalarlo que toda la clase nos está mirando!
- Gomen, gomen...
Algo me late que el semestre se va a poner alucinante con semejante enredo.