Seguchi Touma se encuentra en su oficina tratando de discernir que hacer.
Celos, esa palabra tan pequeña pero que han herido hondo en su corazón (también en su orgullo)¿En qué demonios estaba pensando cuando llamo a su primo para ese grupo? Todo lo que el queria era solo escuchar a Suguru tocar solo para él y ahora lo tenia que compartir no solo con los miembros de Bad Luck sino también con una horda de fanáticas.
Aún recordaba perfectamente el abrazo de alegría que compartieron Nakano san y Suguru chan en ese programa de TV barato celebrando poder cantar una misera canción. Tuvo que aguantarse las ganas de correr y separarlos y en cambio plantar su sonrisa # 4. No le llamo la atención a ninguno de los dos por dar semejante “espectáculo” pues era un gesto de camaradería entre miembros de una banda además de que primito aún resentía ser el miembro nuevo del grupo y con esto se afianzaba su posición dentro de este.
Pero ahora lo que le tenía la sangre hirviendo de rabia eran las millonarias ventas de Bad Luck ok, en si no eran las ventas de los discos lo que lo tenían así; está bien, lo admitía, en parte si era que el grupo empezara a levantar expectativas de superar a Nittle Grasper y por ende sobrepasar su esfuerzo y triunfo lo que le picaba su orgullo, ya estaba trabajando en ello, ni muerto dejaría que el pelirrosa lo superara. Pero eso no era lo principal, era todo lo que desencadeno esto.
El día en el que le confirmaron el éxito de Bad Luck se disponía a tomar el ascensor con su taza de café, espero pacientemente que la puerta se abriera y los vio: Shuichi san estaba prácticamente encima de su primo en un abrazo de oso, restregando su moflete en la suave mejilla de Suguru, apartándose alegando tener que informarle Yuki san.
Una venita salto levemente en su sien ante esto pero lo que provoco que esta saltara visiblemente y estrujara el asa de su taza en clara señal de irritación fue el brazo de un eufórico Nakano rodeando los hombros de su pequeño primo riendo felices.
Al notar su presencia se separaron pero no disimularon alegría, le saludaron y se alejaron juntos en una charla animada.
Ese día no pudo trabajar en paz, rumiaba cada dos por tres cual sería la relación de estos dos, su cerebro se devanaba sopesando posibilidades y tan concentrado estaba que no se dio cuenta de que ya era muy tarde.
Iba caminado rumbo al estacionamiento para retirarse a su casa cuando uno de los intendentes apareció con una montaña de paquetes que lo detuvo.
-Disculpe Seguchi san, este va dirigido a su primo pero no tenemos su dirección confirmada para entregárselos ¿Podría darme su dirección?
Sorprendido tomo una veloz decisión-Súbalos a la cajuela del auto, yo los entregare-
-Como ordene señor-
De eso ya tres días. Las cartas de amor y los paquetes aun permanecían en el maletero; nunca pensó que su cándido primo levantaría tantas pasiones. Su deseo era no entregarlos jamás pero este se entrecruzo con otro al ver la mirada triste de su primo.
En la mañana del tercer día el iba feliz por los pasillos, paso por el del baño y la figura de adolescente hizo que se detuviera para averiguar porque el semblante tan serio de Suguru.
-Suguru kun ¿Qué te pasa?- pregunto buscando la mirada del niño que renuente la desviaba.
-Nada Seguchi san-
-Sabes que puedes confiar en mí- tomo el mentón de Suguru para mirarlo a los ojos.
-Es que…-lo miro con sus ojitos tristes-Shindo san y Nakano san han recibido un montón de regalos de sus admiradoras pero yo no he recibido nada ¿Acaso no les gusta mi trabajo a los fans? Confeso avergonzado por la actitud tan infantil.
Golpe a su conciencia, él era el culpable de su desdicha. Se retiro después de darle ánimos tratando de decidir compartir a su primo con las locas fanáticas.
Suspiro cansado, había tomado una decisión, pidió a la secretaria llamar a su primo.
-¿Me llamabas Seguchi san?- Suguru dijo al transpasar la puerta.
-Sí. Verás, hable con el intendente y me acaba de confirmar que tiene este para ti- saco una bolsa con los regalos que había confiscado, no así las cartas- Al parecer no ´pudieron entregarlos pues tu dirección permanece como confidencial para tu seguridad, te piden una disculpa-
La sonrisa dichosa de su primo valía la pena tener que morir de celos, aunque no estaba de más hablar con Nakano san para ponerle limites y seguir revisando los paquetes de Suguru por sí las dudas.