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Noche de Amantes por Kitta

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Notas del capitulo:

Kitta: Bueno, a pesar que no tenía pensado hacerle una continuación a este One Shot, he decidido subir un capítulo más.

Helio: Esta canción la escuché los otros días y ese es el por qué de mi tardío posteo. Mientras la escuchaba se me ocurrió esta continuación que si bien no se si superará la primera, pero por lo menos tiene como la misma dirección.

Eleo: Espero que les guste. Sayonara :) 

Querida

 

Sesshoumaru se encontraba junto a su hermano en el jardín de su casa. Lo miraba con ternura y le sonría suavemente. Sus manos se encontraban embarradas por la tierra y el agua. Su pelo, recogido en una alta cola, ondeaba suavemente al compás del cálido viento. El verano azotaba Japón y allí, en Tokio, hacía un magnífico día. El sol refulgía en lo alto del cielo y posaba sus rayos en el sublime rostro de Inuyasha dándole a Sesshoumaru una vista maravillosa. Su hermano sonreía feliz y en sus ojos se podía ver la joven vida que poseía. Esos ojos dorados denotaban una gran energía y una felicidad inconcebible. Inuyasha metió en el pozo que estaba haciendo una pequeña semilla previamente remojada y luego de taparlo le dio un sutil beso en los labios a su hermano. Había sido tan fugaz que Sesshoumaru apenas se había dado cuenta de lo que su hermano había hecho, debido a eso, y a pesar de estar con las manos sucias, lo sujetó por la nuca y acercándolo a él, le dio un beso en la boca mucho más intenso que el que le había dado su hermano. Al separarse, luego de quedarse sin aire, se podía ver en las facciones de Inuyasha el rojo vivo del rubor. Aquello lo ponía nervioso porque no quería que sus padres se enterasen de la relación que mantenía con su hermano. Todas muestras de vida. Pequeñas cosas que Sesshoumaru ya no vería más, pues después de todo, hacía muchos años que su hermano se había ido de su lado para jamás volver.

 

Mira como está de alto ese árbol
que plantamos tiempo atrás,
recuerdo que feliz estaba,
mientras tú me asegurabas: "crecerá"
Era apenas una rama tierna,
frágil, tan pequeña como tú
Ella fue creciendo fuerte,
y hoy está de pie viviendo, más no tú


Sesshoumaru fue a visitar a sus padres. No solía hacerlo muy a menudo. Ellos eran una de las causas por la cual su hermano ya no estaba a su lado. No quería culparlos. Quería poder sacar de su corazón ese rencor que sentía hacia ellos. Sabía que aquel odio era inútil, inservible y que sólo eran una muestra de lo débil y culpable que él se sentía por todo lo sucedido. Sin embargo, por más que lo intentara siempre regresaba a lo mismo. ¿Por qué no habían podido simplemente aceptarlo? Por negar la naturaleza de su hermano ahora él estaba muerto. Y no sólo Inuyasha. ¡También Sesshoumaru se encontraba muerto! ¿De qué había servido? ¿Consiguieron descendencia? ¿Lograron que sus hijos se “encaminaran”? ¡No! Solo lograron matarlos a los dos. Sesshoumaru nunca les perdonaría eso. Habían arruinado su vida. Le habían quitado su razón de existir. No podía evitar culparlos por ello por más que quisiese. Pero de todos modos, a él eso no le importaba cada vez que iba a visitarlos. No iba por ellos. Iba por ese árbol. Aquél que Inuyasha dijo que sería la representación de su amor. Aquél, que según Inuyasha, crecería con fuerza mientras ellos siguiesen amándose con pasión. No importaba lo que se dijesen los unos a los otros, el árbol lo decía todo por ellos dos y no podía mentir.

 

Sesshoumaru terminó de comer y luego de un prolongado silencio que siempre se volvía incómodo entre ellos pues a pesar de los años el dolor de la muerte de Inuyasha siempre estaba presente, se levantó de la mesa con un seco y grave “con permiso” y se alejó de aquellos dos hacia el jardín trasero en donde aún permanecía de pie ese árbol. La Acacia se mostraba erguida frente a uno de sus creadores. Su forma redondeada en la parte de la copa era de un verde un tanto oscuro, con flores redondas, pequeñas y amarillas y con grandes hojas disparejas. Aquel árbol ya había soportado una gran variedad de infortunios y aún así seguía en pie. Cuando apenas era una rama, el viento la había golpeado con furia utilizando todas sus fuerzas para lograr derribarla. Sin embargo, a pesar de las heridas que se mostraban al ver sus ramas torcidas y con cortes longitudinales, aquel árbol seguía manteniéndose en pie. El rudo invierno de Japón también había intentado acabar con aquel, aún pequeño, arbolito. No obstante, ahí estaba, después de tantos años mostrándose altanero ante ese insignificante ser que se encontraba destrozado. Las lágrimas recorrían su rostro en un silencioso llanto que había comenzado hacía mucho y que jamás finalizaría. Se acercó con lentitud, se sentó suavemente en el pequeño tronco del árbol, y cerró sus ojos para recordar lo que aquél árbol y él habían vivido junto a Inuyasha.   


Al mirarlo te recuerdo, más lo pienso
y no comprendo porque así
Es que los ángeles del cielo
te llevaron de mi lado, sin volver
Si toda vida fue tu vida,
si eras luz que encendía mi existir,
ya todos son recuerdos tristes
que tan sólo borrarías tú aquí

Sus padres habían podado el árbol y lo habían mantenido fuera del peligro de cualquier plaga, hongo o situación que pudiese matarlo, protegiéndolo celosamente como su hijo lo había hecho anteriormente. Ellos sabían que para Inuyasha aquel árbol significó mucho, sin embargo, no sabían por qué. Si lo hubiesen sabido seguramente lo habrían quitado de raíz. Sin saberlo, ellos habían mantenido vivo el amor de Inuyasha, y al parecer lo habían propagado, pues cerca de aquel árbol adulto, se estaba comenzando a levantar otros de la misma especie. Sesshoumaru abrió sus ojos lentamente y continuó con su llanto silencioso, miró sus estiradas piernas y vio como una flor del árbol se encontraba posada en ellas. Era tan amarilla como el sol pero mucho más preciosa que él. Al tomarla entre sus manos vio como su pantalón había quedado manchado de aquel color tan brillante y observaba lentamente como sus manos también se coloreaban de ese color. Inuyasha había elegido maravillosamente ese árbol. Era resistente como su amor, seguía en pie a pesar de las adversidades como su amor, creció con fuerza como su amor, y sobre todo, era venenoso… como su amor.  


Querida, te extraño y no sé vivir
sin ti a mi lado, yo quiero morir
Era apenas una rama tierna,
frágil, tan pequeña como tú
Ella fue creciendo fuerte,
y hoy está de pie viviendo, más no tú


Sesshoumaru suspiró apesadumbrado y se levantó con dificultad del suelo. Apretó con fuerza la flor destrozándola y se giró para largarse de aquél horrendo lugar. Ir allí no hacía más que recordarle el hecho de que no tenía a Inuyasha y que aquél árbol que se suponía, debía representar su amor, no lo hacía en verdad. Debería haberse podrido el día en que Inuyasha lo abandonó dejándolo sólo para siempre, aún así, ese asqueroso árbol seguía echándole en cara que su querido Inuyasha lo había amado más a él que a Sesshoumaru. Levantó su rostro y se encontró con sus padres mirándolo desde el ventanal que daba al jardín. Volvió a suspirar cerrando sus ojos y se acercó a ellos decididamente. Quizá era tiempo de hablar. Después de todo, ya habían pasado muchos años desde aquel suceso y ellos no avanzaban en nada. Sesshoumaru los visitaba, pero seguramente ellos se daban cuenta que no era exactamente para pasar un tiempo con sus padres sino para descansar debajo del árbol.


Al mirarlo te recuerdo, más lo pienso
y no comprendo porque así
Es que los ángeles del cielo
te llevaron de mi lado, sin volver


Luego de cruzar unas forzadas palabras con sus padres, Sesshoumaru se retiró de la casa para volver a su lúgubre habitación. Al simple tacto las sábanas se encontraban frías, y pensando “ya calentarán” se introdujo en ellas para dormir una vez más. Aún así, el sabía que sólo se mentía a sí mismo. No importaba cuanto calor hiciese fuera o dentro de la habitación, no interesaba cuan transpirado despertase, jamás conseguiría recuperar el calor que había perdido el día que perdió a Inuyasha. Aquel accidente le había arrebatado todo a Sesshoumaru y él había intentado suicidarse en varias ocasiones, pero el terror a la muerte lo superaba y estúpidamente se había arrepentido al instante de intentar matarse a sí mismo. Se había sentido tan cobarde en todas esas situaciones que no había salido de su casa en semanas. Su mente le recriminaba todo y se preguntaba constantemente qué hubiese querido Inuyasha, pero responder a esa pregunta no le había ayudado en nada pues cada vez que encontraba una respuesta satisfactoria inmediatamente se decía a sí mismo que eso era lo que él quería y no lo que Inuyasha hubiese deseado, por lo cual siempre se encontraba en la misma situación. ¿Morir o Vivir? ¿Qué era lo que Inuyasha quería para él? Si quería que viviese, ¿Para qué había muerto? ¿Por qué lo había abandonado? ¿Por qué le había dicho que ya no lo amaba?, y si quería que muriese, ¿No era más fácil arrebatarle la vida de un tirón? ¿Por qué lo mataba tan lentamente? ¿Era acaso una condena? Un tiro salido de un arma sujetada por Inuyasha hubiese sido suficiente para aceptar su muerte sin miramientos.  


Querida, te extraño y no sé vivir
sin ti a mi lado, yo quiero morir
Era apenas una rama tierna,
frágil, tan pequeña como tú
Ella fue creciendo fuerte,
y hoy está de pie viviendo, más no tú


Sesshoumaru concilió el sueño después de luchar contra el insomnio durante un largo rato. No obstante, en son de venganza, no fue tan agradable lo que Sesshoumaru soñó. Quizá en otro tiempo lo hubiese sido, pero en ese entonces, ya no. ¿Es que acaso ni en los sueños puede dejarlo en paz el triste recuerdo de su hermano? Cada vez que se acostaba pensando en él solía tener ese tipo de pesadillas de las cuales despertaba agitado y más triste de lo que se había dormido. Estaba cansado de ellas, pero al mismo tiempo no quería dejar de verlas. Al menos, tener pesadillas significaba que él seguía vivo y que no olvidaría a su hermano en ningún momento. Aunque recordarlo de ese modo mientras dormía le era un suplicio.

 

Inuyasha correteaba de aquí para allá por todo el jardín de su casa. Con apenas 7 años de edad, era un chiquillo muy hermoso y astuto. Siempre encontraba el modo de que sus padres y sobre todo, su hermano, lo consintieran en todo lo que él quisiese. Una enorme sonrisa se podía apreciar en aquél bello y joven rostro. Sus ojos brillaban al saber la travesura que estaba a punto de hacer. Lentamente e intentando no hacer ruido al pisar las hojas caídas de los árboles, producto del otoño, se acercó a su hermano quien posaba tranquilo bajo su árbol preferido. Con sigilo y procurando no despertarlo se sentó suavemente en las piernas de Sesshoumaru e intentó darle un beso en la boca. Le encantaba despertar a su hermano de ese modo y poder ver en su rostro aquella expresión de desconcierto mezclada con algo de satisfacción que jamás se atrevería a admitir. Sólo faltaban escasos centímetros para llegar a la boca de su tan deseado hermano cuando la oscuridad los absorbió por completo y hundió a Inuyasha en lo profundo de un pozo del cual no podría salir. Sesshoumaru abrió desesperadamente sus ojos para ver como su hermano le era arrebatado de su lado y se lo tragaba una inmensa oscuridad. Comenzó a gritar su nombre una y otra vez mientras él también continuaba cayendo a un precipicio sin fin. Estiró su mano con el afán de encontrar la de su hermano, pero nunca pudo tomarla.

 

Al mirarlo te recuerdo, más lo pienso
y no comprendo porque así

Es que los ángeles del cielo
te llevaron de mi lado, sin volver

 

Sesshoumaru despertó precipitadamente de su gran pesadilla. Si bien era común que tuviese ese tipo de sueños comenzaba a preocuparle el hecho de que ese mismo sueño se repitiese una y otra vez. Seguramente era el hecho de saber que lo había perdido, como si la oscuridad se lo llevara para siempre. Se limpió rápidamente el sudor de la cara y giró su rostro hacia la derecha. Posado en una mesita de luz, al lado de su lámpara y sonriendo abiertamente se encontraba Inuyasha, quien lo miraba desde una fotografía sacada hacía ya mucho tiempo. Cerró sus ojos permitiendo que nuevas lágrimas recorrieran su rostro y se odió a sí mismo por no poder parar aquello. El corazón le latía apresuradamente lastimándole el pecho y su respiración entre cortada le secaba la garganta. Sus ojos estaban adoloridos y rojos, producto del llanto nocturno que perturbaba su sueño.

 

Sesshoumaru giró su rostro nuevamente y miró el techo de su propia cama. Suspiró cerrando suavemente sus ojos intentando consolar su corazón. Ese era el día. El día del accidente. Hoy se conmemoraba el aniversario de muerte de Inuyasha. Otro año sin su amado hermano. Otro año de sufrimiento. Otro año de una horrible y despreciable vida que ya no soportaba. Otro año amando a Inuyasha hasta morir.

 

 

 

 

Ahora si... Owari (Espero xD)

Notas finales:

Kitta: Espero no lo tomen como un inconveniente el hecho de que la canción sea referente a una mujer.. jeje..

Los Otros Song Fic de esta serie son:

Así - ItachixSasuke (Naruto)

Ave de Paso - SasukexNaruto (Naruto)

Penumbras - KiraxL (Death Note)

Porque yo te amo - HieixKurama (Yu Yu Hakusho)

 


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