Pareja:Harry/Draco
Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling. Sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.
CapÃtulo 23.
Para Kingsley fue toda una sorpresa ver llegar a su oficina a una pálida y nerviosa Hermione, acompañada del jefe de Aurores. De inmediato comprendió que algo serio sucedÃa. Lo primero que le vino a la mente fue que el secuestrador habÃa actuado nuevamente, pero casi al instante lo descartó, pues si fuera de ese modo Harry estarÃa acompañándolos.
—¿Jefe, qué sucede? —preguntó el hombre mientras se levantaba de su sillón.
—Ministro debemos hablar de un asunto muy serio —respondió Larkin.
—Espero que no se trate de otro secuestro —dijo Kingsley.
—De eso se trata justamente —apuntó el Auror.
—¿Por qué estás aquà Hermione, a caso algún Weasley fue secuestrado? ¿Y dónde está Harry?
—Es justamente lo que hemos venido a explicarle Ministro —repuso Larkin —. El secuestrado esta vez ha sido uno de nuestros Auores.
—No me diga que Harry…
—No se trata de Potter, sino de Draco Malfoy.
Kingsley apenas pudo ocultar la sorpresa que tal noticia le provocaba.
—¡Malfoy! ¿Pero, no se suponÃa que esto era contra la gente cercana a Harry? —razonó Kingsley.
Larkin y Hermione intercambiaron una mirada.
—Harry y Draco tienen una relación —explicó Hermione.
Kingsley apenas pudo disimular el asombro que tal noticia le causaba.
—Pero Harry está casado —dijo Kingsley con tono asombrado.
—Ya no —dijo Hermione —, hace unos dÃas Ginny dejó a Harry para siempre.
Kingsley solo asintió, no se creÃa con derecho a indagar los motivos para tal rompimiento.
—¿Y están seguros de que Draco Malfoy ha sido secuestrado? —quiso saber Kingsley.
Larkin sacó de su bolsillo la nota que habÃa enviado el secuestrador y se la entregó. Kingsley la leyó con rostro preocupado, luego levantó la mirada hacia el jefe de Aurors.
—Imagino que Harry ya estará intentando rastrear el paradero de Draco Malfoy.
—No —respondió Larkin —, Potter en este momento esta en una celda de custodia.
—¿Cómo? —preguntó Kingsley, creyendo haber oÃdo mal.
—Puse a Potter bajo custodia, no creÃa que fuera conveniente que tomara parte en este asunto cuando el secuestrado es el Auror Malfoy —explicó Larkin.
—¿Pero jefe Larkin, por qué tomó una medida as�
—Lo hice por la seguridad de Potter. Él no debe involucrarse en este asunto.
—Pero eso es absurdo, es el trabajo de Potter, independientemente de que el secuestrado sea Malfoy, y que tenga una relación con él.
—Es justamente ese el problema Ministro —dijo Larkin —.Ya conocemos la identidad del secuestrador.
—¿Quién es?
—Lucius Malfoy. Fue él quien secuestró a Teddy Lupin, su objetivo siempre ha sido el Auror Potter —dijo el jefe mientras Kingsley le devolvÃa el anónimo que habÃa llegado apenas una hora atrás.
Kingsley pareció meditar unos segundos. Miró incrédulo al Jefe de Aurores.
—¿Está realmente seguro que esto es obra de Lucius Malfoy? ¿Para qué ese hombre querrÃa secuestrar a su propio hijo?
—Fue él quien atacó a Potter aquella noche frente a la casa de la señora Tonk.
—No tengo ninguna duda de que Lucius Malfoy es capaz de esto y más, pero jefe necesitamos pruebas irrefutables para arrestarlo. Si Malfoy se enteró de la relación de Harry con su hijo es probable que debido a eso atacara a Harry esa noche, pero necesitamos pruebas irrefutables para arrestarlo.
—Me temo que los canales formales debemos olvidarlos, tratándose de Lucius Malfoy. El asunto es más grave de lo que usted se imagina señor Ministro.
Kingsley parpadeó asombrado.
—No entiendo, Jefe.
—Hace año y medio sucedieron cosas que están directamente relacionadas con los secuestros; y el objetivo de todo esto siempre ha sido Potter, por eso tomé la decisión de dejarlo en custodia, debemos mantenerlo alejado de esto, nosotros debemos dar con el paradero de Draco Malfoy.
—ExplÃqueme Jefe que cosas sucedieron hace año y medio —pidió Kingsley.
Larkin después de intercambiar una mirada con Hermione, procedió a iniciar el relato de todo lo sucedido con el caso de las pociones ilegales en las que comenzó a trabajar Harry luego de incorporarse al cuerpo de Aurores. En menos de una hora Kingsley ya estaba enterado de todo, incluyendo los detalles más escabrosos de ese asunto. Larkin no omitió nada. Confesó sin emoción que habÃa tomado la justicia en sus manos con ese miserable que habÃa atacado a Harry, y que ahora estaba seguro que todo aquello habÃa sido planeado por Lucius Malfoy, pues era el cerebro tras el tráfico de Pociones.
Tampoco omitió Larkin, el tema del intento de suicidio de Harry cuando estaba en su casa recuperándose de las lesiones fÃsicas que le habÃa dejado aquel cobarde ataque.
Kingsley estaba tan impactado, pero también a la vez visiblemente dolido al imaginar por todo lo que debió pasar Harry.
—Jefe Larkin, jamás hubiese imaginado algo asÃ. La pena para el delito de violación es el beso del Dementor, usted debió cumplir con la ley y entregar a ese sujeto para ser juzgado —dijo Kingsley.
—Ministro —intervino Hermione que habÃa permanecido en silencio durante todo el relato de Larkin —, usted no puede imaginar siquiera el estado en que estaba Harry, y no me refiero solo a la parte fÃsica. Su estado emocional lo llevó a intentar suicidarse, para él fue terrible lo vivido.
—Yo lo imagino Hermione…
—No Ministro, la imaginación no basta. Harry no merecÃa algo asÃ, después de todo lo que ya habÃa sufrido; yo en el lugar del Jefe Larkin habrÃa actuado igual con aquel miserable, puedo entenderlo, fue un momento de rabia más que justificada.
Kingsley guardó silencio un momento.
—¿Asà que ese bastardo de Lucius Malfoy planeó el ataque contra Harry, y ahora está usando a su hijo como carnada para atraerlo?
—Asà es Ministro. Por eso puse a Potter en custodia. No tengo ningún problema en responder ante el Wizengamot por lo que hice, pero no voy a permitir por nada del mundo que Potter se encuentre con Lucius Malfoy. Ese bastardo solo desea destruir a Harry, planea decirle lo sucedido.
—No podemos permitir algo asà Ministro —apuntó Hermione —. La verdad destruirÃa a Harry, pero además arruinarÃa su relación con Draco. Ellos jamás podrÃan estar juntos si llegaran a saber la verdad de lo que hizo Lucius.
—Harry hizo mucho por el mundo mágico, es justo que nosotros hagamos algo por él ahora. Pueden contar con mi discreción total, por mà Harry jamás sabrá la verdad.
—Se lo agradezco Ministro. Yo… en cuanto todo esto se solucione y Lucius Malfoy reciba lo que se merece… renunciaré al cargo —dijo Larkin.
—Hablaremos de eso después, Jefe Larkin —dijo Kingsley —. Si Lucius secuestró a su hijo eso significa que desea llegar hasta Harry.
—Asà es —dijo Hermione —, la idea de que Draco esté enamorado de Harry debe tenerlo completamente desquiciado.
—Eso debió ser un golpe duro para el miserable ese —respondió Kingsley.
—SÃ, por eso atacó a Harry aquella noche —dijo la muchacha castaña.
—Creo que hizo bien en dejar a Harry fuera de esto. El problema es que Lucius debe estar esperando a que sea Harry quien vaya por Draco.
—SÃ, es lo que espera —concordó Larkin.
Para Lucius el azar no existÃa, solo el destino definÃa la existencia de un mago. Y por supuesto estaba convencido de que su destino era lograr lo que antes nadie habÃa conseguido, acabar para siempre con Harry Potter. Y él tenÃa en sus manos las armas necesarias para lograrlo. El idiota Auror se habÃa enamorado de su hijo, y aunque le repugnaba la idea de que Draco amara a ese mestizo utilizarÃa aquello para dar el golpe final, ese que estaba esperando desde hacÃa más de un año.
HabÃa preparado cuidadosamente cada detalle pese a que las cosas se habÃan precipitado. Pero como él siempre habÃa tenido la secreta esperanza de algún dÃa poder decirle a Potter que él habÃa sido el primer Malfoy en disfrutar de su cuerpo. Sà porque habÃa sido un deleite humillar al héroe, nunca habÃa pensado que serÃa tan placentero tomar el cuerpo de Potter de aquella forma, nunca se habÃa sentido tan grande como en ese momento, tal vez si tenÃa suerte podÃa repetir la hazaña.
Con un hechizo mantenÃa los cuerpos de Narcisa y Draco de pie, pero sin que llegasen a tocar el suelo, dormÃan.
SabÃa que Potter vendrÃa solo, no permitirÃa que nadie le acompañara. HabÃa dado la orden a su elfo de permitir la entrada de los Aurores a la mansión, naturalmente serÃa el primer lugar donde Potter buscarÃa. Por tal motivo habÃa dejado sobre el escritorio de su despacho un mapa con la ubicación exacta del lugar donde estaba ahora. Todo debÃa acabar en el mismo sitio donde habÃa comenzado hacÃa poco más de un año y medio.
~**~
El grupo de hombres se mantuvo a una distancia prudente de aquella construcción. Estaban seguros que habÃa trampas en torno a la casona ruinosa.
Larkin recorrió con la mirada a sus acompañantes, pero se detuvo especialmente en quien en ese momento tenÃa a apariencia de Harry.
—Señorita Granger, aún está a tiempo de arrepentirse de esto. Podemos buscar otro modo de…
—No, jefe —dijo la muchacha con voz que sonaba grave y masculina —. No hay otra forma, soy la única que puede suplantar a Harry, soy quien más le conoce, además tengo la ventaja de saber todo lo sucedido aquella noche.
—Harry jamás me perdonará si a usted le pasa algo —respondió Larkin.
—Y será igual si le sucede algo malo a Draco, no hay salida jefe, usted lo sabe —respondió Hermione.
—No intente ser heroÃna ni nada por el estilo. Si llegado el momento su vida corre peligro simplemente hulla.
Hermione asintió. No querÃa demostrar que estaba muy asustada, si Lucius Malfoy llegaba a descubrir el engaño, serÃa su fin.
—Malfoy sólo espera la llegada de Harry, esperemos que el factor sorpresa juegue a favor de nosotros —apuntó Kingsley.
—Eso espero también —respondió Larkin —. Bien vamos de una vez.
Se encaminaron a través de la tupida maleza que rodeaba la vieja casona. Al llegar a la puerta comprobaron que estaba abierta. Larkin y Kingsley se aplicaron un hechizo desilusionador y entraron tras Hermione. La chica iba medio temblorosa, rogando porque a Lucius no se le ocurriera que convocara un Patronus, porque si eso sucedÃa de inmediato sabrÃa que al que tenÃa frente a él no era Harry.
~**~
Hermione caminó con paso sigiloso. El Lumus le ayudaba a iluminarse el camino, y habÃa hechizado sus zapatos para no hacer ruido. TemÃa encontrarse cara a cara con Lucius Malfoy de un momento a otro, su mayor dificultad era que estaba asustada, Harry en cambio no lo estarÃa. Trató de pensar en aquellas cosas difÃciles que habÃa enfrentado con Harry y Ron, mientras buscaban los Horrocruxes, esa fue la época en que más peligros debió vivir. Este asunto era algo semejante.
Hizo el camino con la varita bien sujeta. Se encontró con una escalera de piedra que parecÃa bajar hacia un sótano, una débil luz provenÃa de ese lugar. De seguro que ahà era donde tenÃa Lucius a su hijo y esposa. Ya ponÃa el primer pie en el escalón cuando un brazo que no sabÃa de donde apareció le tomó por el cuello, obligándola a retroceder. No habÃa duda que se trataba de ese sicópata de Lucius.
—¿Quién eres? —preguntó la voz en un susurro. Se sintió más aterrada al oÃrla, no era Lucius.
Harry retrocedió con aquel sujeto que iba cubierto por una capucha sin quitar el brazo izquierdo de la garganta mientras con la derecha sostenÃa la varita con fuerza.
Cuando retrocedió hasta una pared, con asombrosa rapidez volteó al sujeto y lo empujó bruscamente contra el muro y le apuntilló la varita en la garganta.
—¿Te lo preguntare sólo una vez más? ¿Eres cómplice de Malfoy?
—No… —susurró el desconocido.
De un tirón Harry le apartó la capucha y retrocedió impactado al encontrarse con su propio rostro, mirándolo con ojos asustados.
—No puedo creerlo… jefe Larkin, ¿es usted? —preguntó Harry con tono de voz inseguro y asombrado al mismo tiempo.
—No Harry… Soy Hermione —susurró la voz con evidente miedo.
Harry la creyó de inmediato.
—Pruébalo —exigió el Auror.
Hermione hizo un esfuerzo por convocar un Patronus, pero estaba tan asustada que no pudo concentrarse en ningún recuerdo feliz.
—Ya sabes que eso me cuesta un poco… mucho más ahora. Pero soy yo, te lo juro.
—Está bien te haré una pregunta que sólo la verdadera Hermione podrÃa responder, ¿Cuál era el Patronus de Severus Snape?
—Una cierva —respondió la chica rápidamente.
—¡ Hermione! ¿Qué demonios pretendes haciéndote pasar por m� No me digas que intentabas enfrentarte a Lucius en mi lugar, ese es mi trabajo.
—Harry, eres tú el que no debÃa esta aquÃ.
—Hermione es evidente que esto lo planeó Lucius para atraerme, ¿para qué otra cosa iba a secuestrar a su propia esposa e hijo?
—Ya lo sé Harry, pero ese hombre pretende matarte, ya lo intentó una vez.
—Debes marcharte ahora mismo este asunto es entre Lucius y yo. Si te pasara algo Ron no me lo perdonarÃa nunca.
—Sé que puedo servir de ayuda, a lo menos como una distracción para ese loco.
—¿No has pensado que en cuanto te vea podrÃa enviarte un Avada, pensando que eres yo? Ya lo intentó una vez.
—Estoy segura que no es lo que pretende. Ese hombre querrá jugar contigo antes, hacerte sufrir.
—No planeaste esto sola, ¿dónde está el jefe Larkin?
—Buscando otra entrada, y no está solo Kingsley ha venido con él.
—Bueno al menos ellos son más experimentados.
—Me ofendes —dijo la chica con sentimiento.
—Lo siento, no estoy diciendo que seas incapaz, pero Hermione los duelos nunca fueron tu fuerte.
—Es cierto, sobrevivà a la guerra por pura suerte.
—Por favor vete, no quiero tener que preocuparme por Draco, su madre y también de ti.
Hermione meditó un segundo. El plan no habÃa salido como debÃa ser, la presencia de Harry ahà era un gran peligro, no tanto porque pudiera salir herido, sino por que el perverso de Lucius pretendÃa decirle la verdad.
—Esta bien Harry, pero por favor ten mucho cuidado, ese hombre está demente.
—Ya lo sé.
Hermione pretendÃa regresar por el mismo camino por el cual habÃa venido. Harry se la quedó mirando preocupado, temÃa que ella de todos modos quisiera intervenir. Le dirigió un Desmaius y un Levicorpus casi al mismo tiempo. No tenÃa tiempo para ocultar su cuerpo, asà que se dio prisa en bajar por fin la escalera que llevaba hacia un sótano.
~**~
Lucius comenzaba a impacientarse con la tardanza de Harry. No podÃa ser que el idiota no viniese, le habÃa dejado las pistas necesarias para que encontrara el sitio. Decidió que era hora de que Draco y Narcisa despertaran, el espectáculo comenzarÃa muy pronto. Apuntó su varita hacia Narcisa primero, la mujer levantó la cabeza y le miró con aire confuso, pero enseguida recordó lo sucedido. Miró en derredor y vio que tanto Draco como ella flotaban a unos centÃmetros del suelo, el chico rubio aún estaba bajo el efecto del Desmaius.
—¿Qué está pasando Lucius, qué lugar es este? ¿Qué es lo que pretendes hacer?
Lucius miró a su esposa con aire aburrido.
—Demasiadas preguntas, querida.
—Soy tu esposa, no puedes tratarme de este modo, y tampoco a tu hijo.
—Ese no es mi hijo —dijo Lucius con desprecio —, dejó de serlo cuando se enredó con Potter.
—No digas tonterÃas Lucius, él es tu sangre.
—Sà mi sangre, que de forma inconcebible se revuelca feliz con Potter —siseó el hombre con despecho.
—Por favor Lucius, no hagas una tonterÃa de la que después te arrepentirás por siempre.
—Yo nunca me arrepiento del o que hago Cissy, eso ya deberÃas saberlo.
——Nosotros somos tu familia Lucius, no tus enemigos ¡Por MerlÃn! ¿Qué ha pasado contigo?
—Soy el mismo que he sido siempre Cissy, tú has cambiado.
—Y era lo correcto Lucius, pensé que todo lo que sufrimos por causa de ese mestizo loco al que tenÃamos que llamar Amo, te habÃa convertido en un hombre más sensato, pero ahora veo que no.
—Sensato —repitió Lucius con una sonrisa burlona —¿Qué es la sensatez Cissy? ¿Bajar la cabeza ante el Ministerio?
—No se trata de eso, sólo de poder vivir en paz.
—Yo estaba tranquilo ocupándome de lo mÃo Cissy, fue ese Potter quien se atravesó en mi camino.
—¿Ocupándote de qué? ¿De tus negocios ilegales? ¿Mezclándote con delincuentes?
—Potter siempre me causó problemas, y ahora como Auror también lo estaba haciendo, por eso me encargué de ponerle remedio al asunto.
—Eso que dices no tiene ningún sentido. Ya basta Lucius, aún estas a tiempo de…
—Tú no sabes nada querida —interrumpió Lucius con una sonrisa —, pero ahora te enterarás al igual que Potter.
—¿De que voy a enterarme?
—Por lo que veo desperté tu curiosidad. Espera sólo un poco, en cuanto llegué Potter lo sabrás. Ya veremos si Draco sigue amándolo después de saberlo todo.
—¿Qué es todo? ¡Dime!
Lucius sonrió de forma maligna. Le daba igual que su esposa se enterara de la bajeza que habÃa cometido.
—Está bien —dijo el hombre y con un movimiento de varita puso terminó al hechizo que mantenÃa a Narcisa flotando.
La mujer rubia al verse libre del hechizo tan repentinamente cayó al suelo, emitiendo un gemido.
—Lo siento querida, ¿te hiciste daño? —preguntó el hombre con una sonrisa cruel.
—Eres un bastardo, Lucius.
El hombre volvió a sonreÃr, pero esta vez de modo burlón.
—Ese lenguaje es impropio en una dama como tú Cissy. Bueno quieres saberlo todo, pues te lo diré, aunque la mayorÃa ya lo sabes por Draco.
—¿Qué eres un traficante y te mezclas con delincuentes?
—Si lo quieres ver de ese modo —respondió el rubio con un gesto displicente.
—Es asÃ, todo esto que estás haciendo confirma cada palabra dicha por Draco —dijo Narcisa, mientras se levantaba del suelo.
—Sà tu hijo descubrió la verdad, pero existe otra que ignora al igual que Potter, y por supuesto que pretendo revelársela.
—Deja de dar rodeos y habla de una vez, ¿Qué más has hecho?
Lucius sonrió.
—Hace un año y medio Potter me perseguÃa, aunque no sabÃa que se trataba de mà por supuesto. El idiota iba tras quien dirigÃa el tráfico de pociones, y ese era yo. Todo ocurrió en este mismo lugar —dijo Lucius dando una mirada en derredor.
—¿Qué es todo?
—La trampa que le tendà a Potter.
—Tú… ¿De qué hablas no entiendo?
—En este mismo sitio, hace poco más de un año y medio el célebre Auror Potter conoció el dolor y la humillación.
Narcisa miró al hombre incapaz de comprender.
—No te hablaré con detalles querida, te resultarÃan demasiado escabrosos, sólo diré que hice pagar a Potter por todo lo que debà soportar por su causa.
—¿Estás diciendo que lastimaste a Harry? Pero él…
—SÃ, sÃ… estás pensando por qué no me encerró en Azkaban. Bueno es simple, el jefe de los Auror se encargó de no dejar ninguna huella.
—El jefe de los…
—No es lo que estás pensando querida, naturalmente no fue mi cómplice, simplemente hizo aquello para proteger a Potter.
—No entiendo.
—Te está costando un poco de trabajo comprender todo. Bien no querÃa decirte esto, pero en realidad ya da igual. Tomé el cuerpo del Auror Potter por la fuerza aquella noche en que lo atraje hasta aquÃ.
Narcisa miró al hombre con una mezcla de incredulidad y de horror.
—Sà es justamente lo que estás imaginando, abusé de Potter, lo violé… fue el momento más maravilloso de mi vida.
Narcisa se tambaleó y buscó la pared para sostenerse.
—Larkin habÃa estado siguiendo a Potter esa noche, llegó justo cuando mi cómplice y yo estábamos por marcharnos, por supuesto que me escabullà y Larkin creyó que mi ayudante habÃa violado a su Auror favorito. Lo mató.
Narcisa estaba a cada momento más aterrada con lo que escuchaba, poco a poco se habÃa ido resbalando por el muro y ahora estaba otra vez en el suelo.
Lucius continuó hablando.
—El jefe de los Auror mató a ese idiota sin siquiera hacerle antes una pregunta, asumió que era responsable de que su querido Potter quedara hecho un despojo humano. Asumo que quiso proteger la reputación de su Auror borrándole la memoria, y naturalmente para salvar su propio pellejo, después de todo habÃa usado una Imperdonable de modo ilegal.
Horror. Era el sentimiento que recorrÃa a Narcisa de pies a cabeza. El hombre con el que habÃa compartido su vida y de quien tuviera un hijo era un monstruo. ¿Y era aquello lo que pretendÃa revelarles a Potter y a Draco? Su hijo no soportarÃa la verdad. SerÃa demasiado espantoso saber que su padre habÃa abusado del muchacho que él amaba. Ella tenÃa que evitarlo, no sabÃa como pero no dejarÃa que Draco supiera la verdad.
~**~
Harry sabÃa que se enfrentaba al peor de los escenarios. No necesitaba nada para intuir las pretensiones de Lucius. Matarlo. Pero no podÃa creer que ese loco fuese capaz de lastimar a su propia familia para conseguirlo. Cómo era posible que su relación con Draco le hubiese desquiciado al punto de estar dispuesto a echar su vida por la borda, todo aquello lo llevarÃa directo a Azkaban.
En todo caso muy poco le importaba el destino de Lucius, para él nunca habÃa merecido nada mejor, habÃa tenido demasiada suerte al librarse de Azkaban, tras fingir arrepentimiento por su simpatÃa con Voldemort. Ese hombre no habÃa cambiado ni un ápice y él sentirÃa un tremendo placer de de arrestarlo por haber secuestrado al pequeño Teddy, sólo por eso ya merecÃa una cadena perpetua.
Se sentÃa preparado para enfrentarse a ese loco. Era muy probable que intentarÃa dejarlo indefenso utilizando sus sentimientos por Draco, pero no caerÃa en esa trampa, no le harÃa las cosas fáciles. Con sigilo se fue deslizando por el pasillo a medio iluminar, al final una puerta desvencijada era lo único que habÃa, no creÃa que hubiese otra salida, pero no importaba, como siempre habÃa alternativas para él. Empujó suavemente la puerta.
~**~
Lucius comenzaba a impacientarse por la tardanza de Harry, pero de pronto para su felicidad la puerta de madera se abrÃa suavemente. Aquello le produjo un gran regocijo, era maravilloso experimentar por segunda vez aquella sensación de triunfo. Era tanta su fascinación por estar viviendo ese momento que se olvidó totalmente de Narcisa que habÃa quedado derrumbada en el piso junto al muro.
Harry pisó el umbral y con una sola mirada calibró la situación. Aquella mazmorra no tenÃa salida. Enfrentó con la mirada a Lucius.
—Auror Potter, no se imagina con cuanta ansiedad lo esperaba —susurró Lucius.
—Voy a darte una oportunidad para que te entregues voluntariamente, Malfoy —fue la respuesta de Harry.
Lucius no se arredró ante las palabras de Harry, sonrió con satisfacción.
—Es una oferta muy generosa de tu parte Potter, pero me temo que no puedo ni quiero aceptarla.
—Bien es tu problema si quieres hacer las cosas más difÃciles.
Harry pareció apenas prestarle atención y le dirigió una mirada a Narcisa que estaba en el suelo llorando.
—¿Se encuentra bien señora Malfoy? —preguntó Harry.
La mujer levantó la cabeza y miró a Harry con una expresión que a éste le pareció indefinible.
—Por supuesto que está bien, jamás lastimarÃa a mi esposa, aunque sea una traidora —respondió Lucius con tono frio.
Harry volvió a mirar a la mujer.
—A pesar de que siempre te he considerado un miserable, te reconocÃa el merito de que por lo menos amabas a tu familia y siempre intentarÃas protegerlos de cualquier daño, ¿por qué cambió eso Lucius? Si tu problema soy yo, no era necesario que los involucraras a ellos.
—Tú me has obligado a esto Potter. Mi familia se volvió en mi contra por tu culpa.
—Eso que dices no tiene ningún sentido.
—¿No? Draco, mi hijo, mi único hijo del que siempre me sentà orgulloso se enredó contigo Potter.
—No creo que sea sólo eso, debe haber algo más. Entre Draco y yo no habÃa sucedido nada cuando tú secuestraste a mi ahijado. Asà que deja de responsabilizar a tu hijo por tus delitos.
—Sà en eso debo darte la razón Potter, nuestro asunto se remonta a mucho antes de que mi hijo regresara de Francia.
—Entonces déjalos ir Lucius, no los involucres en algo que sólo nos compete a los dos.
Lucius al escuchar las últimas palabras sonrió ampliamente.
—Los dos —repitió Lucius —, que palabras tan ciertas son esas… no te imaginas siquiera Potter cuan ligado estas a mÃ.
A Harry esas palabras no le sonaron nada bien, él jamás habÃa tenido vÃnculo alguno con Lucius Malfoy, ¿de qué forma podÃa estar ligado a ese loco? De ninguna, absolutamente de ninguna manera pensó Harry, no cabÃa duda de que Lucius estaba completamente desquiciado.
—Yo no estoy ligado a ti de ninguna manera, Malfoy. No tengo nada que ver contigo.
Lucius movió la cabeza en señal de negada resignación.
—Tú y yo estamos unidos Potter, siempre lo estaremos.
Harry no respondió, pensó que era mejor no llevarle la contra a Lucius.
—Hay algo que te une a mà Harry Potter. Tú y yo compartimos un secreto… aunque pensándolo bien ya no es tan secreto pues hay quienes lo saben y te lo han ocultado.
La expresión neutral de Harry varió a una de incomprensión.
—¿De qué hablas?
—Voy a contártelo Harry… para eso te hice venir hasta aquÃ. Pero antes vamos a despertar a mi hijo, él tiene que oÃr esto, porque lo que él cree es la verdad, pues en realidad es una verdad a medias.
—Lucius… —se escuchó la voz de Narcisa —. No hagas esto… por favor, Draco es tu hijo, tu sangre, ya le has hecho mucho daño, acabarás matándolo.
—Él se lo buscó. No debió ponerse en mi contra, mucho menos enredarse con Potter, me traicionó de la peor forma… ahora pagará por su traición.
Harry oÃa este dialogo entre Lucius y Narcisa sin comprender totalmente. Aquellas palabras le sugerÃan que existÃa un secreto entre ellos, un secreto que podÃa lastimar a Draco, y además Lucius deseaba que él presenciara aquello, experimentó una sensación de pánico, era extraño, algo muy malo estaba a punto de suceder, lo percibÃa en la mirada aterrada y suplicante de Narcisa.
—¡Enervate! —pronunció Lucius.
Draco abrió los ojos al instante y miró en derredor. Su mirada angustiada se posó en Harry. No era tan difÃcil para él comprender que pasaba y lo que en definitiva pretendÃa Lucius.
—Bienvenido Draco. Ahora que estás despierto voy a contarle a Harry aquella historia que él ignora.
—No lo hagas —pidió Draco en tono casi de súplica.
—Lo lamento Draco, pero debo decir la verdad. Potter debe saberlo: «la ignorancia no es inocencia, sino pecado» ¿Recuerdas?
Los ojos grises de Draco se inundaron de lágrimas.
—Te lo suplico padre, haré lo que tú quieras…
Draco sintió que su corazón se oprimÃa no sólo de dolor, sino también de miedo.
Lucius por un par de segundos miró a su hijo y pareció dudar de seguir adelante, pero aquel destello de lucidez se desvaneció casi al instante.
La decepción apagó la pequeña luz de esperanza que habÃa iluminado los ojos de Draco sólo un segundo antes.