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un nuevo cuento de hadas por Fallon Kristerson

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Capítulo 12: Su Alteza real, el rey de Hyotei… ¿se casa?

¿¡WTF!

-¿¡QUÉ COSA!

-¿¡Pues qué más! ¡Nuestra boda!

-¡Agh! ¿Cómo se atreve? –chilló molesto el príncipe mientras caminaba de un lado de su habitación al otro.

Desde la cama, Yuushi lo observaba entretenido. Ciertamnete él tampoco se había enterado hasta que Gakuto llegó molesto a dejar salir sus berrinches con él, pero sin duda ya había sospechado que algo por el estilo se traía el rey.

-Digo, ¡estamos en la Edad Media! ¿Dos hombres casándose? ¡O sea NO! –continuó el príncipe con sus protestas, al tiempo que Yuushi solo esbozó una sonrisa.

Ese niño era todo un caso, no por nada le había robado el corazón.

Era obvio que Gakuto no se oponía a la boda de su hermano, de hecho le agradaba la idea de que estuviese con Jiroh y con con cualquier otra duquesa o princesa que solo se acercaba ante el brillo de la corona. Pero aún as, le ofendía el ser el último, sin contar al dragón, en ser informado de aquel gran evento. ¿Qué cuándo se casarían? ¡Pues la próxima semana! Para Gakuto eso era imperdonable.

-Ya tranquilízate por favor –dijo por fin Yuushi al notar que el príncipe haría cualquier cosa para desahogarse-. Tómalo como una grata sorpresa...

-¡Grata sorpresa ni que ocho cuartos! –chilló ofendido el principito acercándose peligrosamente al dragón-. A ti ciertamente no te interesa mucho, por eso lo dices con tanta calma.

Ante aquella acusación, Yuushi no pudo más que sonreír de lado. Sin duda Gakuto tenía razón, a él no le interesaba qué rey se casaba con qué princesa, pero aún así le hizo mucha gracia la enojada expresión del menor. Estiró una mano y lo atrajo hacia la cama, tumbándolo a su lado, para acto seguido encerrarlo entre sus brazos. Gakuto, quien aún estaba muy molesto, de inmediato se puso a patalear, recordándole a Yuushi a un pequeño pajarito rebelde que trataba de librarse de las garras de un gato montés hambriento.

-No, no me interesa mucho el que tu hermano se case y no te lo haya dicho–confesó-, pero me interesa que no hagas ninguna tontería de la que no te pueda sacar.

Apenas había dicho eso, Gakuto se quedó estatico y se sonrojó hasta las orejas.

-No hables como si fueras mi niñera –murmuró bajando la mirada y evitando cruzarla con la del dragón.

-No soy tu niñera –corroboró Yuushi y lo abrazó esta vez por la cintura.

Gakuto frunció el ceño. Yuushi tenía razón, no era su niñera. Pero... ¿Entonces qué eran ellos dos? ¿Acaso no...?

-¿Sucede algo, -preguntó preocupado el de cabellos azules al notar que, de un momento al otro, el adolescente se había vuelto serio-, cerecita?

-¿Uh? –preguntó Gakuto al oír el molesto sobrenombre y alzó la mirada-. ¿Qué pasa?

-Eso mimos te estaba preguntando yo –rió Yuushi mientras que lo abrazaba aún más fuerte-. ¿En qué pensabas?

Agarrándose del brazo del dragón, Gakuto meneó la cabeza y luego la apoyó en el hombro de su pesadilla. Unos minutos transcurrieron así, en silencio, hasta que el príncipe comenzó a incomodarse. Se incorporó rápidamente y luego volteó a ver al dragón, a quien encontró con los ojos cerrados.

-¿Estás durmiendo? –preguntó despacio y en voz baja.

-No –respondió la bestia abriéndo sus ojos y sonriéndole de manera cariñosa, cosa que invocó otro notorio sonrojo en la cara de Gakuto-. ¿Quieres hacer algo?

Aquello solo logró intensificar aún más el color escarlata que se pintó en el rostro del menor, quien rápidamente apartó la mirada farfullando un "bestia pervertida". Viendo que quería salirse de la cama, Yuushi se incorporó también, pero solo para volver a atrapar al gatito que se le había escapado y tirarse de nuevo, junto con Gakuto, sobre la cama. Una fuerte protesta se hizo oír por parte del menor, quien se removía como podía, tratando de librarse del agarre del dragón. Así permanecieron un buen rato, hasta que Gakuto se cansó y se dejó hacer, corresponiendo furiosamente el beso que Yuushi colocó sobre sus labios. Dejando que la lengua del dragón entrase a su boca, Gakuto reprimió la necesidad de gemir, aferrándose a la ropa del más grande.

Las manos del dragón volvieron a colarse una vez más por debajo de la ropa del chico, acariciando su espalda y su delgada cintura. Una vez que les faltó el aire, se separaron para de inmediato volver a besarse. Sin perder tiempo, Yuushi tumbó al prícipe de espaldas en la cama, posicionándose encima de él, besando ahora su cuello. El menor, no pudiendo evitarlo ya más, suspiró en el oído del dragón, susurrándole su nombre.

No había transcurrido demasiado tiempo y el dragón ya lo había desprendido de la mayoría de su ropa, la cual permanecía esparcida por la gran cama. Las manos del menor comenzaron a ocuparse de la camisa del dragón, mas este era mucho más rápido que él. De un tirón se deshizo de su primera prenda, besando luego el pecho de su niño. Este soltó otro gemido y buscó los cabellos azules del mayor, quien sonrió al sentir sus dedos entrelazarse en su cabellera.

-Sin duda lo que te cautivó es mi cabello, ¿no, principito?

Gakuto solo bufó ofendido y trató de darle un pequeño golpe en la cabeza o una patada en sus partes nobles, mas Yuushi lo detuvo con patética facilidad, volviéndolo a besar en los labios, explorando su pequeña boca con deleite, cuando de pronto algo lo hizo detenerse. Se separó bruscamente del príncipe, quien ya estaba totalmente nublado y sin cerebro disponible. Gakuto, al sentir que el dragón se detuvo en su labor, se incorporó molesto, dispuesto a exigirle que continuase, pero en eso se quedó congelado en su, sobra decir que embarazosa y muy sugerente, posición, viendo hacia la persona que había entrado a su habitación.

-¿Hi-Hiyoshi?


Corrió desesperado por los pasillos, su cabello aún totalmente deshecho y su ropa mal colocada, buscando al idiota que se había atrevido a aparecer en su habitación en el peor de los momentos. Para empezar, ¿qué demonios buscaba ahí? ¿No se le pudo haber ocurrido tocar la puerta antes de entrar?

Luego de haberlos mirado con la boca abierto, incapaz de inventarse alguna excusa inteligente, Hiyoshi simplemente se había dado media vuelta y había desaparecido cerrando tras suyo de nuevo la puerta. Yuushi entonces solo se había reído y trató de volver a reanudar lo que había sido interrumpido, mas Gakuto ya no se dejó hacer. Saltó de la cama y se vistió lo más rapido que pudo, siendo simltáneamente desvestido otra vez por el dragón, quien con un "ya déjalo" trataba de tranquilizarlo de nuevo y recuperar la previa atmósfera.

Pero no, Gakuto no podía dejar que Hiyoshi se largase así como sí y diese de sí información de más. Ya todos se enterarían de lo que el príncipe mantenía con el dragón, pero tampoco era que necesitase que todos conoscan los detalles de aquella dichosa relación. No decía que Hiyoshi fuese un bocazas, pero nunca estaba de más asegurarse que nada se le escapase...

Entró corriendo a la sala del trono, donde extrañamente solo se encontraban Jiroh y Shishido. Este último lo miró con el entrecejo fruncido, tratando de adivinar qué sucedía esta vez con el alborotado principito.

-¿Han visto a Hiyoshi? –preguntó gritando el chico, recibiendo miradas de fenómeno por parte de los adultos.

-Ahm, ¿no? –respondió inseguro el noble y el caballero negó con un rápido movimiento de la cabeza.

Sin si quiera decir "gracias" o algo por el estilo, el adolescente siguió corriendo, saliendo de aquel lugar en cuestión de segundos.

-¿Por qué...? –comenzó a preguntar Shishido extrañado, cuando en ese momento apareció el dragón favorito del castillo.

-¿Qué tal? –saludó con una aparentemente amable sonrisa.

Jiroh de inmediato frunció el ceño y siseó:

-¿Qué quieres?

La sonrisa de Yuushi se transformó entonces de amable a divertida y burlona, cosa que irritó a los dos humanos.

-¿Qué te hace creer que quiero algo de ti? –preguntó el dragón de manera mordaz.

-Oh, no sé –exclamó Jiroh de manera teatral, para luego volver a su anterior expresión de hostilidad-. ¿Tal vez el que seas una bestia del infierno?

Yuushi solo se encogió de hombros ante aquella ofensa que ahora ya no llegaba a pír por parte del príncipe.

-Bestia del infierno, ¿eh? –murmuró para sí y volvió a reírse por lo bajo, cosa que irritó aún más al noble rubio.

-¡Agh, animal tenías que ser! –bufó.

No, Jiroh aún no le perdonaba lo que le había hecho a su cuñadito, a pesar de que "oficialmente" Yuushi no le había hecho "nada" a Gakuto. Pero, oh, Jiroh no era ningún idiota.

-Y por cierto, no te quiero ver en mi boda –siseó mordazmente.

Yuushi alzó una ceja, sonriéndole a Jiroh de manera desafiante.

-¿Ah no? –musitó fingiendo sorpresa-. ¿Entonces tampoco quieres que vaya Gaku? Porque no creo que quiera asistir si no me tiene cerca...

Sin agregar nada más, el dragón siguió de largo, persiguiendo el rastro que había dejado Gakuto. Jiroh abrió estupefacto la boca, mas no logró decir nada.

-¿Qué quería decir con eso? –preguntó confundido Shishido, interrogando al rubio con la mirada, mas Jiroh no supo responder.


-¡HIYOSHI!

La estridente voz del príncipe viajó a lo largo de todo el pasillo, asustando a medio castillo. El noble se giró asustado, más por la voz en sí, que porque el príncipe lo hubiese encontrado. De hecho, ni si quiera estaba escondiéndose del chico, pensó que este seguiría ocupado con el dragón.

Pero de un segundo al otro, Gakuto estaba parado enfrente de él y lo había tomado de la muñeca, jalándolo hasta la siguiente puerta, en donde se metió con él.

-¿P-príncipe? –balbuceó confundido Wakashi ante semejante acción, la cual, vista desde el ángulo equivocado, podía ser totalmente malinterpretada.

Gakuto sin embargo, tan ingenuo como solo puede ser él, no se percató de que habían tenía un público considerable.

-Escuhca –dijo sin miramientos-, sea lo que sea que hayas visto, espero que cierres la boca.

Hiyoshi asintió un poco confundido, ¿pero qué le quedaba?, era su príncipe después de todo, por más que sonase raro.

-Ah y, más qe nada –agregó Gakuto ya volviéndose otra vez hacia la puerta-: Mi hermano, sobre todas las personas, no debe oír nada por parte tuya.

Estiró la mano hacia la puerta y la abrió, mas cuando iba a poner un pies fuera de la habitación, casi chocó contra alguien.

-¿Pero qué...? –farfulló aturdido mas luego vio de quién se trataba y sonrió sin darse cuenta-. ¡Yuushi!

-Esta es la última vez que te me escapas –bromeó el dragón tomándolo de la muñeca y jalándolo consigo.

Gakuto soltó una risita, olvidándose completamente de Hiyoshi, quien con una gran gota tras la cabeza al estilo anime los observaba alejarse.


-¡¿Lo vas a permitir! –exclamó molesto cierto noble, golpeando el escritorio de Atobe con ambas manos.

Atobe simplemente alzó la mirada y encarcó una ceja.

-¿Qué cosa? –preguntó-. ¿Lo del dragón? Pues, no hay mucho que pueda hacer, tecnicamente Gakuto le pertence...

-¡Eso no significa nada! –replicó Jiroh molesto-. De hecho, no sé ni cómo pude permitir que le regalaras a Gakuto.

-Yo tampoco –respondió Keigo-. Pero hasta ahora ha resultado que no es tan malo como aprecía, ¿no?

Jiroh negó.

-No me parece, Gakuto o ha hecho más tonterías de lo normal, o has estado demasiado estresado...

-Pudo ser peor –lo interrumpió Keigo y tenía razón-. Así que no me queda más que por ahora quedarme al margen de todo...

-¡Es tu hermano! –chilló exhasperado Jiroh, arrepintiéndose de inmediato.

Atobe lo miró, mudo, y luego se volvió otra vez a los papeles sobre su mesa. Jiroh se llevó una mano a la boca, bajando la mirada.

-L-lo siento, Keigo...


Notas finales:

N.A: gracias a todos mis lectores, comenten o no! ^3^


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