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The Swan Prince por Cassandra_de_Piscis

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Notas del capitulo:

Advertencias:

-Lemon.

Al tiempo que Shura y los demás llegaban a la orilla del lago, la parvada de cisnes descendía con suavidad a las aguas cristalinas. En el horizonte el sol estaba a punto de ponerse, el tono rojizo intenso del atardecer daba paso a un tono púrpura y las primeras estrellas aparecían en el firmamento.

El grupo de jóvenes descendieron de sus monturas, embelezados con el espectáculo de las blancas aves. Las cuales nadaban juntas hacia la orilla del lago dejando tras de ellas suaves ondas en la superficie. 

-¿Es una tiara dorada lo que trae el cisne que encabeza la formación?– Angelo preguntó incrédulo.

-Eso parece… – Milo dudaba de lo que sus ojos estaban mirando.

-Pero eso es absurdo, los animales no usan esas cosas…

-Hermano, si no es una tiara, entonces es una protuberancia muy extraña la que le salió al pájaro ese en la cabeza. 

Todos rieron ante el comentario de Kanon a excepción de Shura quien se había mantenido al margen de la conversación y se había alejado un poco hacia el lago, de tal forma que el agua mojaba su finas botas.
Miraba fijamente al bello cisne, que efectivamente llevaba una pequeña corona áurea, y en un momento las miradas del humano y el ave se encontraron. El príncipe quedó sorprendido con los ojos del cisne, esa mirada no podía pertenecer a un animal.

-Nos llevaremos algunos de estos “patitos” como trofeo esta noche… – DeathMask preparó su arco y apuntó con una flecha a las hermosas aves.

Como en acto reflejo el perfecto cisne nado colocándose al frente, como si pretendiera proteger con su cuerpo a los demás cisnes.

Justo cuando Angelo iba a disparar, un búho negro y enorme comenzó a volar en círculos alrededor de los 4 amigos de príncipe. Un rayo rojizo salió de sus verdes ojos impactando en las armas que Angelo sostenía.

-¡Ahhhh! – DM tuvo que soltar el arco y la flecha - ¡Están ardiendo, me han quemado las manos!

Shura reaccionó con el grito y volteó para ver que le pasaba a sus amigos. Al mismo, el tiempo el búho se dirigió hacia los cisnes, que asustados remontaron el vuelo hacia el otro lado del lago.

-¿¡Angelo estás bien?! ¿¡Todos están bien?! – El príncipe caminó hacia sus amigos y los miraba uno a uno con preocupación.

-Si estoy bien.

-¡¿Que demonios fue eso!? – Milo se acercó para revisar las manos de DM.

-Deberíamos regresar al castillo, este lugar es raro y peligroso.

-Si, Kanon y yo hemos escuchado historias extrañas sobre esta área del bosque…

-¡No! Si quieren ustedes regresen, yo iré al otro lado – Shura no esperó una respuesta por parte de sus compañeros de caza, corrió hacia su caballo y salió a todo galope tratando de alcanzar la otra punta del lago, que se encontraba oculta tras una saliente rocosa.

Los gritos de sus amigos pidiéndole que esperara se escuchaban cada vez más lejanos. Abriéndose paso con su espada entre, arbustos y otro tipo de extraña vegetación, el príncipe avanzó con determinación, impulsando a su montura cuando esta se negaba por miedo o desconfianza a seguir adelante.

Por fin Shura pudo llegar al otro lado y guardó en su vaina la espada. Era un lugar inhóspito, a diferencia de la otra orilla del algo, poca vegetación crecía en los alrededores y el viento soplaba con mayor intensidad. La saliente rocosa que se veía desde el otro lado ocultaba lo que parecían las ruinas de una torre.

La parvada de cisnes blancos estaba en la orilla y comenzaban a salir del agua en perfecto orden, lo cual era un comportamiento extraño en las aves.
El príncipe desmontó y se quedó muy quieto observando. Los últimos rayos de sol iluminaron como fuego el horizonte, dando paso a la oscuridad de la noche. Solo una creciente luna y las estrellas brindaban un poco de luz.

Fue entonces cuando algo inimaginable sucedió, las aves formaron un medio círculo rodeando a aquel que era el líder de la parvada. Un halo de luz plateada envolvió a los cisnes, blancas plumas comenzaron a volar por todas partes, y ante los ojos atónitos del joven príncipe se transformaron en bellos jóvenes; siendo el más hermoso de todos aquel quien llevaba con elegancia la tiara dorada.

Shura creía haber caído en un mágico sueño, no podía despegar la mirada del bello joven, que antes había sido un cisne. Su piel tenía una tonalidad rosada, y se adivinaba tan suave, sus blancos ropajes le daban un aire divino. El azul celeste de su largo y ondulado cabello eran el marco perfecto para el rostro angelical que poseía. En su cabeza la dorada tiara resplandecía; se movía con gracia y gallardía. Con amabilidad se acercaba los otros jóvenes, 4 de los cuales eran poco más que niños.

El príncipe de oscuros cabellos caminó dirigiéndose a la orilla del lago intempestivamente, sin pensar. Su caballo relinchó llamando la atención del séquito de jóvenes vestidos de blanco. 

Un pelirrojo y otro de cabellos lilas se colocaron frente al joven de cabellos celestes, adoptando posición de guardia.

-¡Regresa por donde has venido!– el joven de cabellos rojos elevó la voz amenazante.

-¡No permitiremos que te acerques a nuestro príncipe! – el pelilila dio un paso al frente como para enfrentarse a Shura.

El príncipe de cabellos oscuros no emitió respuesta alguna, no podía salir de su asombro y su embelezo, sin duda todos ellos eran los jóvenes más hermosos que hubiera conocido jamás, y además estaba el misterio de su transformación.

-Camus, Mu, está bien, no hay ningún problema – el peliceleste hizo a un lado a ambos jóvenes con amabilidad, adelantándose a ellos – Este joven no nos hará daño, ¿¿verdad que no??

Aclarándose la garganta, el pelioscuro habló.

-No represento peligro alguno para ustedes, soy el príncipe Shura, heredero al trono de este reino. ¿Quién eres tú?

-Mi nombre es Afrodita... y ahora te pido que te vayas y no regreses jamás. 

-No me iré, quiero saber que es todo esto. ¿Ustedes son cisnes que se transforman en humanos o viceversa? ¿ Quien es el responsable de todo?

Afrodita suspiró y bajó su mirada, por la determinación que se reflejaba en los ojos de de Shura, sabía que no se iría sin obtener respuestas.

-Camus, déjenos solos…

-Pero Afrodita…

-Mu, cuida de los más jóvenes en lo que yo los alcanzo.

-Pero si ÉL se da cuenta…

-No correré riesgo, no tardaré.

Con reticencia, Camus y Mu obedecieron, llevándose al resto de los jóvenes con ellos hacia la torre. 

-Afrodita eres el ser más hermoso de este mundo, ¿Qué eres?¿Quién eres? – dijo Shura tomándole la mano al delicado joven.

El peliceleste sorprendido, trató de zafar su mano, pero al mirar en los ojos verdes de Shura, dejó de intentarlo, podía leer en ellos honestidad, valentía. Sabía que el joven príncipe era poseedor de un gran y noble corazón. Afrodita sintió un leve dejo de esperanza.

-Ya te lo dije, me llamo Afrodita, y soy un príncipe, aunque mi reino fue destruido ya hace mucho tiempo; esa torre es lo único que queda de mi castillo y este lago de agua salada se formó con las lágrimas que mi madre la reina y mi pueblo derramaron por mí antes de ser destruidos. Los otros jóvenes y yo estamos bajo un hechizo que nos transforma durante el día en cisnes blancos y sólo al caer la noche podemos recuperar nuestra forma humana.

-Pero, ¿¡quien te hizo esto?! 

Aún tomados de la mano, los dos jóvenes caminaban cerca del lago, en dirección opuesta a la torre.

-Un poderoso hechicero. Sin duda en el bosque justo cuando uno de tus amigos fue atacado, viste a un buho negro de gran tamaño. 

-¿Ese es el hechicero?

-Es la forma que adopta para vigilarnos durante el día, y protegernos de los cazadores. Posee grandes poderes y si lo conozco bien en estos momentos Rothbart está escuchando, escondido en las sombras, a cada palabra que nos decimos. 

-¿Rothbart?

-Si, Hades von Rothbart es su nombre y ahora será mejor que te vayas príncipe.

Shura sentía que una furia silenciosa crecía en su interior, ¿¿como alguien se había atrevido a dañar a tan delicado joven?? Se apartó unos pasos, miraba hacia las sombras que proyectaban los riscos y la pobre vegetación a su alrededor. Con decisión desenfundó su espada.

-No me iré Afrodita, ya te lo dije. ¡Obligaré a ese Hades a largarse de aquí, es una amenaza para mi reino!

-¡Shura por favor, él no está interesado en tus tierras o tu gente, si lo ignoras, ni siquiera se darán cuenta que está aquí! ¡¿De verdad crees que podrías vencer a Hades con esa espada!? – Afrodita corrió hacia el pelioscuro sujetando el brazo que portaba la espada.

-¿Qué te hace pensar que no podría? No hay nadie que me iguale en el manejo de la espada, Rothbart no tendrá oportunidad.

-Él sólo destruyó todo mi reino, y aunque traté de defenderlo con todas mis fuerzas, todo fue inútil. – Afrodita dejó escapar un largo suspiro lleno de tristeza – En realidad la desgracia que cayó sobre mi pueblo es mi culpa. 

-¿Tu culpa? – Shura estaba confundido.

-Hades llegó a la corte de mi madre para pedir mi mano en matrimonio, de inmediato me negué, percibía algo malvado en él. Siguió insistiendo una y otra vez, y yo continué negándome; amenazó con destruirnos a todos. Yo mismo encabecé la defensa del reino pero fue inútil, los mató a todos. Tomó como prisioneros a mi madre y a los jóvenes más bellos del reino. Y a mí me forzó a vivir como su consorte.
Mi madre murió al poco tiempo de tristeza, sólo sobreviven aquellos jóvenes que sufrieron la misma nefasta suerte que yo.

-Pero ¡¿por qué Rothbart puso ese hechizo sobre ti?! ¡¿Por qué convertirte en un cisne cada mañana?!

-Para que ningún hombre pueda conocerme…Si alguien llega a amarme sinceramente, con todo su corazón y su alma, entonces Hades perderá sus poderes y morirá. Encaprichado conmigo, selló su destino al mío y es por eso que me cuida tan celosamente. Y también para demostrar que le pertenezco por completo.

-Entonces mi amor por ti lo destruirá- Shura hablaba con el corazón, en ese corto tiempo se había enamorado perdidamente de Afrodita. Su belleza, su triste historia, la forma en que se preocupaba y cuidaba de sus compañeros, habían despertado en el joven príncipe verdadero amor.

-¡No digas eso, solo lograrás que Rothbart te mate! – El peliceleste horrorizado miró hacia todos lados, y tomando al príncipe de la mano, corrió con el a toda prisa hasta ocultarse detrás de la torre.

Esa noche, sorpresa tras sorpresa habían dejado a Shura desconcertado, pues atrás de la ruinosa construcción se encontraba un hermoso y pequeño jardín, un remanso de paz y belleza en contraste con la desolación a su alrededor. Solo en ese lugar algunos árboles, arbustos y sobre todo rosales se mostraban en todo su esplendor.

Por primera vez en todo su encuentro Afrodita pareció relajarse y acercándose lentamente se abrazó con fuerza a Shura.

-No vuelvas a pronunciar esas palabras, Hades es mucho más fuerte que tú…

-Nada ni nadie es más fuerte de lo que siento por ti – no había rastro de duda en la voz del príncipe de ojos verdes, estaba firmemente convencido de su amor por el bello Afrodita – Desde ese momento en que nos miramos en el lago, antes del anochecer, aunque tenías la forma de un cisne, tus ojos me mostraron quien eras y supe que no podría amar a nadie más en toda mi vida. ¡¡Se que nos acabamos de conocer, pero estoy seguro que nadie podría amarte tanto como yo te amo!!

Con delicadeza, Shura tomó entre sus manos el rostro del peliceleste, acercó su rostro y depositó un dulce beso en los rosados labios del príncipe cisne.
Al principio Afrodita no reaccionó presa del temor y la incredulidad, toda esperanza había desaparecido de su alma. Pero ahora, aquí estaba este bello príncipe quien clamaba amarlo con honestidad. Abandonándose a sus sentimientos correspondió el beso.

Fue lo único que Shura necesitó para envolverlo en su brazos y profundizar el beso, exploró esa boca anhelante de amor, saboreó esos labios con sabor a dulce ambrosía.
Ambos jóvenes se arrodillaron, recorriendo con caricias sus cuerpos, descubriéndolos. Afrodita se recostó y la frescura del verde pasto lo envolvió, su cuerpo vibraba cual si fuera una rosa que se abre por las mañanas a sentir los rayos del sol. Para él Shura era su sol, su esperanza, y aquel que después de años de soledad le había robado el corazón.

Pronto desnudos se encontraban lo jóvenes amantes. La piel del peliceleste era tan blanca que parecía brillar en la oscura noche, era tersa y delicosa, Shura nunca había visto nada igual. 
El cuerpo del ojiverde era perfecto, cada músculo trabajado a conciencia, su pecho fuerte, sus brazos poderosos, Afrodita sentía que nada podría dañarlo bajo la protección de su adorado príncipe.
Besos, caricias, dulces gemidos, palabras de deseo y amor, se sucedieron uno tras otro y cuando sus cuerpos ardientes estuvieron listos, Shura penetró a Afrodita con sumo cuidado, no quería lastimarlo, inició sus embestidas con un ritmo sutil, permitiendo que su bello amante se acostumbrara y sus cuerpos de acoplaran como si fueran uno solo.
Afrodita se dejó hacer, disfrutó cada instante, cada movimiento. Sus brazos y piernas se entrelazaban para tratar de fundirse uno en el otro; cada sonido que brotaba de sus gargantas, era una armoniosa melodía. 
Muchas veces Hades lo había forzado, era su derecho según sus propias palabras; pero era la primera vez en muchísimos años que volvía a hacer el amor.

El ritmo de esa danza instintiva se intensificó, hasta que llegó el momento del climax cuando todo parece detenerse y solo el desbocado palpitar de los corazones amantes continúa y el sonido de un par de gargantas que buscan liberar el sentimiento contenido se escuchan. Shura y Afrodita habían dejado de ser dos individuos para transformarse en un solo ser.
Permanecieron abrazados por un tiempo, recuperando el aliento, pero la noche llegaba a su fin, así que Shura se levantó y vistió, para después ayudar a su amado a vestirse también. Ambos amantes salieron del idílico jardín, pero antes, Afrodita cortó una rosa blanca entregándosela a su príncipe.

-Te amo Afrodita. Siempre lo haré…

-Yo también te amo Shura, y pase lo que pase no dudes de mi amor por ti.

-Mañana por la noche, en el castillo de mi familia, habrá un baile en mi honor, cumplo 21 años y he de elegir con quien casarme - el pelioscuro tomo con ambas manos las de su amado – Por favor Afrodita, debes asistir, y así te elegiré como mi esposo…

-Shura, yo… 

-Promete que irás al castillo, cásate conmigo y así nunca más tendrás que temerle y ceder a los deseos de Hades.

-Hades nunca me dejará ir…

-¡Yo mismo vendré por ti entonces!

-¡No! Debes irte, la mañana se aproxima, Rothbart aparecerá y te matará…

-¡Promete que asistirás mañana, o si no, no me iré! ¡Prefiero que Hades me mate esta noche a tener que vivir toda una vida sin ti!

-Lo…lo prometo… - Afrodita susurró dubitativo, haría cualquier cosa con tal de poner a salvo a Shura, incluso mentir.

Un enorme buho negro llegó volando en ese instante, pasó entre los dos amantes, separándolos y haciéndolos caer. El ave aterrizó a unos metros y una intensa luz roja cegó a Shura y plumas negras comenzaron a volar por todos lados. Cuando el príncipe aclaró su vista descubrió a un hombre muy alto, de presencia imponente, cabellos negro azabache y unos penetrantes ojos verdes, con una desconcertante y perturbadora mirada llena de calma; Afrodita, se encontraba arrodillado a sus pies.

-Así que quieres llevarte lo que me pertenece por derecho.

-¡Ningún derecho! Usted mantiene prisionero a Afrodita y no permitiré que esta situación continúe - Con un silbido llamó a su caballo y de una de las alforzas sacó la ballesta que su madre le había regalado, la cargó con una flecha y apunto al pecho de Hades.

De la ruinosa torre, Camus y Mu llegaron corriendo a toda prisa, con desesperación el pelirrojo tomó ambos brazos del príncipe al tiempo que el otro joven lo sujetaba por la espalda.

-¡Suéltenme! ¡¿que creen que están haciendo?!

- No dispares… - Mu le imploró en un susurro.

Shura dirigió su mirada hacia Hades, sorprendiéndose al ver que Afrodita se había levantado y ahora estaba parado frente al hechicero con sus brazos extendidos a los lados protegiéndolo como si fuera un escudo.
De los celestes ojos del príncipe cisne brotaron una cristalinas lágrimas, al tiempo que negaba con su cabeza de forma suplicante.

-Shura, escúchame… - Camus trataba de razonar con él – Si hieres de muerte a Hades o en el remoto caso que lograras matarlo antes de liberarnos, el hechizo jamás se romperá y seremos cisnes para siempre. 

-¡Vamos valiente y noble príncipe, dispara! ¡Condénalos para toda la eternidad, jajajaja!

El hechicero dejó súbitamente de reir, extendió su brazo derecho al frente y sus ojos brillaron con un destello rojizo. 

-¡Argggg! -Shura dejó caer la ballesta llevándose una mano al pecho, un intenso y terrible dolor lo obligó a arrodillarse, sentía que su corazón se quemaba. Camus y Mu lo sostuvieron y trataron de ayudarlo.

-¡No, no! ¡Basta mi señor, deténgase, él no representa peligro alguno para usted! – Afrodita veía con horror como la mirada de Shura se iba apagando, se giró y desesperado se agarró de los negros ropajes de Hades – Vamos, mi señor, perdónele la vida, se lo suplico…

-Hmmm, sabes que no puedo negarte nada hermoso – con indiferencia lentamente bajó el brazo, liberando el corazón del príncipe – ¡Llévenselo de aquí!

Los dos jóvenes cisnes obedecieron de inmediato, Camus recogió y guardó la ballesta; y ayudo al pelioscuro a caminar. Mu tomó las riendas del caballo.

-Afrodita… - dijo Shura con un hilo de voz. Las miradas de ambos amantes se encontraron, por última vez. Una llena de tristeza y la otra avergonzada por no haber podido defender a su amor.

Minutos antes del amanecer alcanzaron el otro extremo del lago. El príncipe ya recuperado por completo caminaba cabizbajo.

- Aquí nos despedimos príncipe, fue muy noble lo que trataste de hacer pero…

- No me rendiré – Shura interrumpió las palabras de Mu. – Afrodita prometió acudir esta noche al baile en el castillo.

-Eso es imposible.

-Camus, ustedes pueden ayudarlo, él debe asistir. Allí frente a mis padres, mis amigos y toda la corte, le juraré amor eterno y nos comprometeremos en matrimonio; así el hechizo se romperá y ustedes serán libres al fin.

Los dos jóvenes cisnes se miraron, el pelilila asintió sonriendo sutilmente. Camus camino hacia el lago adentrándose en las aguas. Mu tomó la mano de Shura y le dio y ligero apretón para después correr al lado de su compañero. Sus cuerpos comenzaron a despedir una luz plateada muy intensa y de la nada miles de plumas aparecieron envolviéndolos.

-Esta bien Shura, trataremos de que él vaya, pero no te aseguro nada… - fue lo último que Camus pudo decir antes de transformase por completo en un cisne.

Del otro lado del algo, la transformación de Afrodita se llevó a cabo mientras se encontraba entre los brazos de Hades, quien lo liberó para que emprendiera el vuelo junto a los demás jóvenes que habían salido de la torre.

Camus y Mu, se unieron a la parvada, cuando volaron sobre el lugar donde se encontraban.

-¡Te estaré esperando! – Shura gritó con todas sus fuerzas.

El hermoso cisne con la tiara dorada que guiaba la parvada, miró hacia abajo por una fracción de segundo a ver a su amado príncipe.


Continuará..

Notas finales:

Ya se que muuuy rápido para que Shura y Afrodita se hayan enamorado, pero ya saben, es un cuento de hadas y en ellos el amor surge con una sóla mirada o cosas así. ^_^

Gracias a todos los que han leído este fic.

 


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