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Sólo una Oportunidad por Kmmy Lee

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Notas del capitulo:

¡Hola, gente bella!

Lo sé, son siglos desde la última vez que estuve aquí. Más de un año desde que actualicé, por lo que, de seguro, ya no queda nadie ahí, interesado en continuar leyendo este fic que, con total sinceridad, es el que más amo.

Me han pasado muchas, pero muchas cosas en estos últimos meses. Cambié demasiado, a decir verdad. Y claro, sufrí un bloqueo inspiracional horrendo, del cual aún me siento presa, pero que he logrado disipar de a poco.

Y bueno, aquí les dejo el capítulo 12 de “Sólo Una Oportunidad”, a ver si aún hay alguien ahí, que quiera leerlo u.u

Por fin, sabremos por qué Mello se fue esa noche y abandonó a su suerte a Matt, sin siquiera saber que tenía un hijo. Aunque, todavía, quedan muchas cosas por explicar.

De todo corazón, espero les guste… Créanme que me esforcé para escribirlo, lo que no quita que lo halla disfrutado *u*

A leer ^^

Capítulo 12: Cada Vez Más Cerca.

Cuando las manecillas del reloj marcaron las siete de la tarde y tres minutos, un lujoso y estilizado automóvil negro brillante aparcó frente a la residencia Yagami, bajo la efímera mirada del sol que ya se perdía en el orizonte.

De un salto, cerrando desmedidamente fuerte la puerta tras de si, Keith abandonó el vehículo, viéndose como todo un mini galán, enfundado en jeans oscuros, camisa manga larga en tonos degradados de azul, chaqueta semi formal color gris y zapatillas negras de estilo casual.

- Keith, ¿qué hemos hablado sobre los portazos?- Le increpó Light en tono serio, apagando las luces y retirando la llave del contacto, bajando también y cerrando con suavidad su puerta.

- Que son indebidos, de mala educación y pueden ocasionar daños si los doy en propiedad ajena.- Respondió el pequeño, su voz denotando los monótonos matices de una canción que se ha cantado las veces suficientes como para comenzar a irritar.

- ¿Entonces?- Continuó el castaño, asegurando con llave el auto, tras Matt haber bajado ya.

- ¡Nunca más, papá!- Enfatizó entre risas el rubiecito, observando a su padre con traviesa malicia y corriendo divertido hacia la entrada de la casa.

- Es increíble…- Suspiró el castaño, mirando a su pelirrojo esposo con forzada resignación.

Éste tan sólo se limitó a sonreír, pasándole un brazo por alrededor de los hombros e instándole a seguir al incansable diablillo que tenían por hijo, el cual ya había sido invitado a entrar, en medio de fuertes abrazos y sonoros besos por parte de su tía.

- ¡Si sigues creciendo así de rápido, no me daré ni cuenta cuando ya estés casado y con hijos!- Espetó sonriente Sayu, sin poderse resistir a apretar las sonrosadas mejillas de su sobrinito.

- Exagerada…- Carraspeó Light por lo bajo, una vez él y Matt hubieron entrado a la estancia también.

- ¡Que asco, yo nunca haré eso!- Objetó el pequeño ojiazul, alejándose de ella como impulsado por un shock eléctrico, sacándole la lengua a modo de burla.

- Eso mismo decía mi presumido, ególatra y narcisista, aunque amado hermanito aquí presente…- Se rió la castaña, disfrutando la expresión de pocos amigos que se había trazado en las  apuestas facciones de Light.- Hasta que un pelirrojo adorable de nombre Mail, también aquí presente, lo hizo ahogarse con sus propias palabras.

- Que simpática tú… Musitó el hijo mayor de la familia Yagami, entrecerrando con irritación sus ojos miel.

- ¿Y tu galán?- Intervino Matt, presintiendo que, de no hacerlo, esos dos armarían ahí mismo la tercera guerra mundial.

- ¡En la sala!- Declaró ella, dibujando en su rostro una enamorada sonrisa, tomando de la mano a Keith y caminando con él hacia el lugar mencionado, haciéndoles una seña a los otros dos para que le siguieran.

- ¡Light, Matt!- Sachiko Yagami les interceptó cuando pasaban frente al pie de la escalera, regalándoles un maternal abrazo a ambos.- Cuánto tiempo sin verlos… ¡Ya ni a visitarnos vienen!

- Sí, lo sabemos. Es que…

- ¡Nana!- Keith cortó de golpe la frase de su padre, envolviendo en un abrazo a la matriarca de la casa con una efusividad adorable y bastante poco usual.

- ¡Mi pequeño travieso, mira cuanto has crecido!- Le revolvió con cariño el cabello, sonriéndole dulce.- Estás cada día más guapo, de seguro ya hay un montón de muchachitas asechándote.

- No, no…- Negó enérgico con la cabeza, trazando en su angelical rostro una mueca despectiva.- Son todas unas gritonas, odiosas e inmaduras.

- Dales tiempo y quizás te convenzan.- Sonrió Sachiko, mirando entonces a su hijo y yerno, quienes se hallaban de pie frente a ellos, observando la escena entre enternecidas risas.- ¿Conocieron ya a nuestros invitados? Soichiro está con ellos en la sala.

- ¿Invitados?- Se sorprendió Light, frunciendo el ceño.- ¿A caso hay alguien más a parte de ése… Tipo?

- Light.- Matt le reprendió en tono serio, aunque imperceptible a oídos que no fueran los de él, percatándose del evidente insulto que estuvo a punto de soltar.

- Vengan, los presentaré.- La mayor encauzó sus pasos hacia la sala de estar, no quedándoles más opción que seguirla.

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- Ya casi acabo, aguanta sólo un poco más.

Cerró con fuerza sus ojos, sintiéndose morir ante el insufrible daño que aquella aguja ejercía en su cuerpo, al adentrarse entre ardientes punzadas más allá de lo que permitía su piel. Era consciente de las lágrimas de impotencia que recorrían sus mejillas, sabiéndose aún atrapado en aquel abismo de dolor y oscuros momentos, único culpable de que su vida se hubiese convertido en un nocivo infierno de preguntas sin responder.

Contaba los segundos para que todo terminara ya, anhelando con su alma que fuera la última vez que se viera en la obligación de pisar ese maldito lugar. Pues eran ya ocho años desde el día en que descubrió lo que le ocurría; ocho años desde el día en que su mundo se convirtió en un frágil castillo de arena y se derrumbó con crueldad a sus pies, aniquilando sus sueños sin reparo alguno.

Y ya seis años habían transcurrido… Seis años sin volverles a ver.

- ¡Tienes que encontrarlos, no pudo habérselos tragado la tierra, maldición!- Gritó en una mezcla de furia y frustración, respirando con dificultad, a causa del infame nudo que se había formado en su pecho.

- He rastreado minuciosamente todas las posibles vías de acceso que pudo utilizar para salir de la ciudad, pero es inútil…- Su hermano le hizo frente a esa gélida mirada, tratando de hacerle ver la realidad.- No importa cuánto busques, no hallarás ninguna pista de ellos en el país.

- ¡Me valen una puta mierda tus conjeturas, Elle!- Sentía su sangre hirviendo en furia, su voz hecha una réplica exacta de sus aturdidas emociones, sus ojos azules irradiando conmoción absoluta.- ¡Tengo que encontrarlos, Matt merece un a explicación!

El pelinegro suspiró, entornando su mirada en gesto resignado.

- Búscalos tú mismo, entonces.

Así lo hizo. Investigó todo posible rastro que pudiera ayudarle a ubicar su paradero. Pasó meses descartando lugares, siguiendo pistas. Sin embargo, cada vez que se sentía cerca de hallarles, se tropezaba con su ausencia como único resultado de su exhaustiva búsqueda,,, exterminando sus esperanzas sin un mínimo de compasión.

Aunque no quisiera admitirlo, sus intentos habían sido en vano, pues su pelirrojo de ojos esmeralda y su pequeño hijo, reflejo exacto de sí mismo, se habían ido de su vida para ya no regresar.

Fue ahí cuando todo empezó de nuevo. Su alma se sumió en una depresión abismal, destrozando todo enlace coherente con la realidad. Su mundo se redujo a las cuatro paredes de su habitación, siendo su cuerpo nada más que uninserbible saco de carne y huesos, demasiado débil para ser verdad. Sus defensas bajaron, su mente colapsó. Y la razón por la cual se fue de la ciudad aquella noche, sin dar explicación alguna a Matt, se manifestó por segunda vez, más brutal y fulminante que nunca.

- Todo está bien, ¿verdad?- Inquirió Elle, mostrando, como pocas veces, visible preocupación en su tono de voz.

Frente a él, un hombre de cabellos canos, anteojos de montura redonda y expresión estoica, paseaba su mirada con analítico detenimiento sobre unos cuantos papeles que yacían en sus manos.

- Tanto el recuento sanguíneo completo, como la aspiración y biopsia que tomamos de tu médula ósea, junto a la punción lumbar, el conteo de leucocitos y la tomografía computarizada, arrojaron el mismo resultado…- Observó con encubierta tristeza a su joven paciente, quien se hallaba sentado junto a su pelinegro hermano.- Estamos en presencia de leucemia linfocítica crónica, otra vez.

Mello, quien denotaba palidez extrema en su piel, marcadas ojeras bajo sus ojos azules,  alarmante delgadez en su cuerpo y total ausencia de emoción en su rostro, tan sólo se limitó a mirar inexpresivo al médico, consciente sólo del inmenso cansancio que le impedía mantenerse presente en aquella realidad, tan conocida y odiada, tan infame e infernal.

Desde aquel instante, todo se volvió intolerable. Regresaron las visitas diarias al hospital, los insoportables dolores atacando sin piedad su cuerpo. Regresaron las agujas, los exámenes fatigantes y el incendio que se desataba en sus venas cada vez que la quimioterapia le era administrada. Reviviendo esa horrible experiencia como un deya bu, agotando cada vez más su energía… Destrozándole la vida de nuevo.

Y pese a que creyó que la enfermedad le ganaba,, la angelical imagen de su hijo actuaba como incentivo a seguir dando la pelea, anhelándole todos los días.

- Muy bien, ahora descansa un poco.- La voz de su doctor le sacó de sus pensamientos.

La maldita punción lumbar había acabado, dándole fin al terrible dolor que le producía.

Relajó su cuerpo, intentando bloquear su mente a pensamiento alguno que no fueran Matt y Keith. Porque, a pesar de que era casi imposible volver a encontrarlos, algo en él le decía que no debía rendirse aún. No sabía por qué, pero sentía que, después de tantos años, quizás podría hallar en su camino una nueva oportunidad que le permitiera arreglar las cosas con su amado.

Sólo necesitaba los resultados de aquel examen para retomar el rumbo de su vida y comenzar de nuevo su incansable búsqueda, esta vez más que decidido a encontrarlos.

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- Light, Matt, les presento a Touta Matsuda, mi prometido. Amor, ellos son mi hermano y su esposo.

Un joven pelinegro de vestimenta formal y aire distraído les sonrió afable, estrechando sus manos en ademán cortés.

- Un gusto.- Saludó, recibiendo una sonrisa de vuelta por parte de Matt, junto a una mirada seria por parte de Light.- Sayu me ha hablado mucho de ambos.

- Y él…- La castaña atrajo al niño hacia ella, besando con ternura su rubia cabecita.- Es Keith, mi sobrinito hermoso.

- Hola, pequeño.- Le revolvió los cabellos de forma distraída, ante una mueca enfadada como respuesta de parte del ojiazul.

- Y él…- Continuó la Yagami menor, señalando hacia el sofá, donde alguien más se hallaba sentado, un tanto al margen de la conversación.- Es el mejor amigo de Touta.

Un escalofrío congelante se deslizó a través de cada átomo en Mail, al reconocer en ése chico a alguien demasiado familiar. Esa contextura delgada, esa tez pálida y esos ojos grandes, profundos e intensos…

- Un placer.- Saludó él, estrechando primero la mano del pelirrojo, dirigiéndole una penetrante mirada que nadie más fue capaz de percibir.- Mi nombre es Beyond… Beyond Birthday.

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- Felicidades, Mihael.- El doctor Holmes sonrió satisfecho, quitándose sus anteojos de montura redonda.- Todos los estudios que te practicamos arrojaron que no hay ni un solo fragmento de células cancerosas en tu sangre.

- Eso quiere decir que…- Sus ojos se iluminaron, en sus labios dibujándose una sonrisa pletórica, ausente ya por demasiado tiempo.

- Exacto.- Asintió el mayor.- Logramos erradicar la leucemia por completo.

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- ¿¿Estás bien?- Preguntó Light a su esposo, una vez sus padres los hubieron invitado a pasar al comedor.- Te ves pálido.

- No es nada.- Mintió Matt, evadiendo sus ojos.- Debió ser una baja de presión o algo así.

- Una baja de presión que, curiosamente, nunca tienes y que te da justo cuando te presentan al amigo de ese sujeto. Sí, bastante insignificante.- El castaño tiñó su voz de indignación, sintiéndose frustrado al entender que, como siempre, el pelirrojo se reusaba a ser sincero con él.

- No fue nada.- Insistió Mail, suspirando cansado y caminando hacia el comedor, dando el tema por zanjado, muy a pesar de Light, quien no tubo más remedio que seguirle.

Sin embargo, estaba muy lejos de ser así. Pues, cuando el ojiverde vio a Beyond, por un horrendo momento creyó que se trataba en verdad del hermano mayor de Mello, ya que el parecido entre ambos era espeluznante. Pese a esto, se calmó al saber que era no más que una coincidencia increíble, seguro de que Elle estaba lo demasiado lejos de allí como para preocuparse por él.

Una vez todos se hallaron sentados a la mesa, con una serie de exquisiteces para degustar esparcidas por toda su superficie, la cena dio inicio en medio de una amena conversación.

Y encubiertos, un par de orbes rojizos se dedicaron sólo a observar detenidamente cada movimiento que hacía cierto niño de ojos azules y cabello dorado con destellos cobrizos, sus labios curvándose hacia arriba en una sonrisa triunfal.

Los encontré…

Notas finales:

Ojalá siga alguien ahí todavía y me lo haga saber a través de un review :$  Saben que son mi alimento para continuar escribiendo y doblegar a mi inspiración.


De todo corazón espero les halla gustado, a ver si merece que me regalen alguna opinión, sujerensia o cualquier cosa que deseen añadir ^^


De antemano, mil gracias por leer ♥


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