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Sólo una Oportunidad por Kmmy Lee

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Notas del capitulo:

Qué tal, mis bellezas^^

Al fin dejándome ver por aquí, con actualización del fic que más amo ;) Sé que dije que intentaría tardarme menos en subir el capi, pero... lo de siempre; la universidad me quita demasiado tiempo, así como inspiración; además, cada vez que trataba de escribir un poco, surgía algo que me lo impedía y, créanme, eso es jodidamente frustrante u.u

Sin embargo, y haciendo uso de mi estrategia de escribir siempre que pudiera, aunque fuera un par de párrafos, logré terminar el capítulo quince, lo que me hace inmensamente feliz :'D Debo decir que es, hasta ahora, el capi más largo del fic. Y, para mí, es sin lugar a dudas mi favorito ^^ Sabremos qué sucedió con Keith, además de presenciar un reencuentro que nos tenía esperando hace demasiado tiempo ya. A ver qué les parece y si les gusta tanto como a mí *-*

Capi dedicado para mis queridas Kazumi y Cheeky (quienes son excelentes autoras de esta página también), cuyos reviews y apoyo incondicional lograron que hallara la inspiración necesaria para escribir *-* Las quiero un montón, preciosas; gracias por siempre estar ahí ♥

 Y, como dije, espero todos disfruten de este capi, a ver si se merece algún review ^^

¡A leer!

Capítulo 15: Todo Por Ti.

Abatido, se dejó caer de rodillas en el asfalto, junto al frágil e inmóvil cuerpo de su pequeño hijo. A su alrededor, vueltas no más que ecos lejanos y confusos, varias voces se dejaban oír; en su mente repitiéndose una y otra vez la escena recién ocurrida, su ser entero negándose a asumirlo como una realidad. Y es que, con sus preciosos ojitos cerrados y su angelical rostro infantil bañado en sangre, Keith no parecía dar señal alguna de vida, una horrenda herida marcando la nívea piel de su frente, su bracito izquierdo doblado en un ángulo demasiado espantoso y anormal.

- ¡Dios mío, por favor, que alguien llame a una ambulancia!- Apenas fue consciente del histérico grito que profirió aquella  desconocida mujer, percatándose, de pronto, como una constante y salina humedad resbalaba por sus mejillas.

- No… ¡NO!- Gimió, aún en el limbo del shock y la desesperación, un cúmulo de personas entrometidas arremolinándose a su alrededor.- Keith…- Le llamó, su voz volviéndose no más que un suave, suplicante y trémulo susurro.- Hijo… por favor… no…- Un lastimero sollozo le rehuyó los labios, su visión borrosa a causa del incontrolable llanto que le aquejaba.- Reacciona, campeón… abre tus ojitos… no me hagas esto… no ahora…- Sujetó entre las suyas la manito derecha de su niño, el mundo cayéndosele a los pies al notar contra la yema de su índice latidos irregulares, casi imperceptibles.

El responsable del accidente yacía en shock, situado al lado de su vehículo gris, balbuceando palabras casi ininteligibles  a través del auricular de su móvil, intentando lograr que una ambulancia se hiciera presente en el lugar lo más rápido posible.

- Dios mío… Keith…- Sayu, aturdida, no hacía más que observar la escena, demasiado shockeada como para reaccionar; sus ojos castaños abiertos en estupefacción, su rostro perdiendo a cada segundo un poco más de color.

No obstante Touta, junto a Beyond y Emily, se apresuraron a llegar hasta donde Mello se encontraba, sin ser demasiado conscientes aún de la magnitud de lo recién sucedido; la adrenalina viajando yameante por sus venas, ayudándoles a actuar sin mayores preámbulos ni cuestionamientos.

- Necesitamos que reacciones, pero ya, Mihael.- Emily le increpó, agachándose a su altura y alzándole el rostro para que le mirara, intentando bloquear en su mente el significado que tenía ver a su sobrino en aquel estado tan horrendo y preocupante.

Éste le devolvió un ausente y desconcertado vistazo, cayendo en cuenta que su hermano y Matsuda también estaban allí; el primero inspeccionando con ojo crítico al niño, al tiempo que el segundo se manteniía un tanto al marjen, pero atento si es que le llegaban a necesitar.

- Tómalo en brazos, Mello.- Decidió Beyond, sombreando de absoluta seriedad sus embelesantes orbes marrón rojizo, al ver la gravedad en las lesiones que presentaba el rubiecito.- Sostén su cabeza con fuerza, pero con muchísimo cuidado, procurando inmovilizar muy bien su cuello. Será mejor que nosotros mismos lo llevemos al hospital, porque si seguimos esperando a que esta tropa de imbéciles ineptos actúe…- Soltó un hastiado bufido, ayudando a su hermano a ponerse de pie.- Podría ser demasiado tarde.  

- Tienes razón…- Asintió Mihael, sacando fuerzas desde lo más hondo en su ser y alzando con suma delicadeza el frágil y golpeado cuerpecito de su hijo, poniendo especial cuidado en sostener su cabeza; acunándolo contra su pecho en un aferre increíblemente dulce y paternal, intentando traspasarle calor, y hasta su vida de ser posible, en aquel abrazo colmado de tantas emociones.

- Iremos detrás de ustedes.- Les avisó Touta, anotando en una agenda de bolsillo la patente del automóvil, al tiempo que su novia recobraba un poco de lucidez luego del pasmo inicial, procediendo a marcar en su teléfono un número en particular, sin saber, a ciencia cierta, cómo comunicar algo que a penas estaba asumiendo.

- Matt…

Y Mello, tras oír lejano aquel nombre, no pudo más que ahogar un extenuado suspiro, en su mente y corazón aglomerándose pensamientos y sentimientos demasiado intensos, nocivos y punzantes.

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Aún en su habitación, Matt intentaba lograr que la información recién proporcionada por una de sus más cercanas amigas pudiese calzar adecuadamente en su cerebro. Ya que para Linda, quien se encontraba llevando a cabo su residencia como obstetra en el Hospital Central de Canto, haciendo gala de su basto conocimiento en medicina general, era claro que el chico que yacía retratado en las fotografías que el pelirrojo mismo le había enviado tan sólo minutos atrás, presentaba signos físicos indiscutibles de una enfermedad en demasía  alarmante.

- La extrema palidez en la piel, más ese característico hundimiento en los ojos, aunado a semejante pérdida de peso, son señales evidentes de algún tipo de anemia demasiado avanzada o…- Recordó como hacía una breve pausa en sus palabras, lo que Matt interpretó como una apropiada manera de ordenarse y decir lo que sabía de la forma más sutil posible.- Puede ser, también, algún tipo de cáncer… probablemente a la sangre.

Más, antes siquiera que pudiese continuar asimilando lo recién dicho por su amiga, su teléfono celular vibró con insistencia en el velador junto a él, sacándole con brusquedad de su ensimismamiento.

- Hola, Sayu.-Saludó, tras verificar en la pantalla del aparato la proveniencia de aquel repentino llamado.- ¿Sucede algo?

- Matt…- Apenas musitó la muchacha, oyéndose aterrorizada.- Atropellaron… a Keith…

Y si alguna vez creyó haber sido protagonista de horribles momentos, en aquel mismo segundo comprendió que todo lo ocurrido en su vida hasta ese instante, no eran más que pésimas e insufribles jugarretas de su cruel destino. Pues, al oír de labios de Sayu, en un tono tan entrecortado y lloroso, aquella frase tan desmoronante y mortal, Mail Jeevas fue testigo omnipresente de como su mundo dejaba de girar, estallando despiadadamente frente a sus ojos y destrozándose a sus pies en miles de muy pequeños e insignificantes pedazos.

La voz se le extravió, el aire abandonó sus pulmones y el color desapareció de sus mejillas; la frase dicha por la chica repitiéndose como un eco infernal en su mente una y otra vez, apuñalándole el alma sin clemencia alguna.

“Atropellaron… a Keith…”

Sus acciones atravesaron su retina como una película demasiado perturbadora y mal editada, como si no fuese él quien las estuviese ejecutando. Se vio corriendo hacia su auto, encendiendo el motor y acelerando a todo lo que daba, conduciendo a máxima velocidad a través de las concurridas calles de Tokio, estando a punto de ser partícipe de algún accidente en más de una oportunidad. Sin embargo, poco le importaba incluso llegar a lastimarse o lastimar a alguien más, en su anhelante afán de llegar hasta donde se hallara su más grande razón de existencia. Necesitaba ver a su hijo, cerciorarse con sus propios ojos que lo recién dicho por la menor de los Yagami era verdad; necesitaba tenerlo entre sus brazos, sabiéndose capaz de dar su vida si de ello dependía salvarle.

Y es que no cabía en su razonamiento que algo tan fatal hubiese sucedido, consciente de lo responsable que era la castaña cuando se trataba de cuidar a aquél que, pese a no llevar su misma sangre, consideraba su sobrino. No entendía por qué; en qué sircunstancias pudo haber estado el pequeño para ser blanco de un suceso tan horrible. La sola idea de perderle, de que una fuerza externa pudiese arrebatarlo de su lado, hacía que a Matt se le contragiese de desconsuelo y angustia el corazón, el verde esmeralda de sus orbes anegándose en el dolor más ponzoñoso y letal.

Porque Keith debía estar bien, a como diese lugar. Pues, de no ser así, buscaría hasta bajo las piedras al culpable de haber lastimado a su niño de preciosas hebras dorado-rojizo y zafiros profundos como el mismo mar, capaz incluso de matarle por haber osado atentar contra la integridad física del ser más indispensable e importante en su vida.  

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Al atravesar las enormes puertas del Hospital Central de Canto, una llamada de Beyond hecha con anterioridad avisando que se dirigían hasta allá con un caso urgente, les recibió un grupo de expertas enfermeras, junto a dos camilleros. Y, tras explicarles a grandes rasgos lo sucedido, poniendo especial cuidado en detallar las partes más esenciales, depositaron al inconsciente niño en una pulcra y blanca camilla, llevándoselo, sin perder un sólo segundo más, directo al área de emergencias.

Una vez allí, e impidiéndole a Mello cruzar más allá de la puerta, el pediatra de turno se dedicó a examinar al pequeño Keith, su semblante tornándose más y más serio, a medida que iba armando en su cabeza el diagnóstico. Lo que más preocupaba al médico era la ausencia de consciencia que mostraba el menor, así como la profunda herida perforando su frente, aunada a una contusión de mediana gravedad en la parte posterior de su cabeza, más una compleja fractura en su brazo izquierdo.

- Tómenle una radiografía completa para descartar algún otro hueso roto, además de posibles contusiones internas.- Ordenó el doctor, suministrándole una dosis de medicamentos a través de una pequeña intravenosa  recién inyectada en su manito derecha.- Necesitamos suturar esta herida y hacer un escáner de urgencia para desechar una posible lesión cerebral.

Los jóvenes residentes que asistían al doctor acataron de inmediato, comenzando a limpiar y suturar la herida del niño con suma delicadeza, trasladándolo a la sala de rayos instantes después. Y allí, le realizaron un completo análisis a sus huesos para, acto seguido, transportarlo a la sala de escáner, donde el exámen le fue hecho sin mayores dificultades, aún el niño sin mostrar señal alguna de querer despertar.

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- Necesitamos los datos del paciente para poder redactar su ficha de ingreso.- Explicó una de las enfermeras, acercándose hacia donde se encontraban a la espera de alguna noticia.- ¿Quién de ustedes es la madre o el padre del niño?

Enseguida Mello abrió su boca para hablar, más Sayu se le adelantó, interrumpiéndolo.

- Soy su tía.- Informó, luciendo angustiada.

Tanto Mihael como Emily fruncieron el ceño, no obstante una mirada de Beyond bastó para apaciguarlos. Pues, aunque cuatro de los cinco presentes reunidos entorno a la enfermera tuvieran absoluta certeza que la única y verdadera familia sanguínea del pequeño se reducía a los dos rubios que allí se encontraban, una de ellos no lo sabía aún, por lo que debían mantener un poco de reserva al respecto, al menos hasta que alguien más hiciera acto de presencia en el lugar.

- ¿Nombre del paciente?- Continuó la joven, dirigiendo su total atención a la castaña.

- Keith…- Pronunció ella, cada vez más afligida.- Keith Yagami.

Los azules orbes de Mihael se entornaron con ira, reparando en la horrenda punzada que le atacó cada fibra en su ser, al escuchar como Keith era reconocido abiertamente como hijo de alguien más, consciente que, aún a pesar de ser su padre biológico, en la vida del pequeño no era más que un total desconocido.

- Tranquilo.- Susurró su hermano, aprovechando que la menor de los Yagami se hallaba distraída, respondiendo las preguntas que le hacían.- Todos sabemos que no es así.

Éste asintió, agradeciendo en su fuero interno el que Beyond estuviera ahí, brindándole un poco de aliento y ayudándolo a no dejarse llevar tan abruptamente por sus impulsos. Pues, de haber sido por él, habría apartado lejos a la hermana del bastardo que le quitó su familia a la primera oportunidad que tuvo, gritando a los cuatro vientos que Keith era su hijo… suyo y de Matt; prueba viviente del inmenso amor que, sabía, aún les unía.

Entonces, oyeron pasos apresurados aproximándose hacia ellos. Luego, paralizando los latidos en el corazón de Mello y dejando a Emily casi sin respiración, un alterado pelirrojo de intensos ojos verdes se detuvo justo delante, una expresión de asombro impresionante trazándose en sus juveniles y gráciles facciones.

- Matt…- Pronunció el rubio, perdiéndose inevitablemente en esa mirada tan alucinante.

El aludido tan sólo pudo quedarse atónito, casi en shock al verle ahí, como la más real manifestación de cada sueño, ilusión o esperanza que hubo alvergado en su vida alguna vez. No obstante, e incapaz de procesar aún todo cuanto estaba viviendo en tan poco tiempo, dirigió sus ojos hacia Sayu, evadiendo la sorpresa que le causó ver allí a Emily también.

- ¿Dónde está…?- Inquirió, en voz ttrémula, dejándose llevar enseguida por la inmensa aglomeración de emociones que le atormentaban desde que recibió la fatal noticia.- ¡Por la mierda, Sayu, dime qué demonios le ocurrió a Keith!

- Tranquilo, Matt.- Intervino Emily, intentando verse lo más serena  posible y luchando por no lanzarse sobre su hermano para darle el más anhelante de los abrazos.- Él está…

- ¿Familiares de Keith Yagami?- El pediatra en turno hizo acto de presencia, cortando lo que la rubia estaba diciendo y dirigiéndose, demandante, hasta donde  ellos se hallaban.

Tanto Matt como Mello casi corrieron hasta él, los demás siguiéndoles en silencio.

- Es mi hijo.- Explicó Matt, sintiendo como la opresión en su pecho crecía más y más.

- Nuestro hijo.- Aclaró Mello, logrando que todos le miraran boquiabiertos.- ¿Cómo está?

- El golpe fue muy fuerte, la verdad. El niño presentaba una profunda herida en su frente, la cual ya fue atendida, además de una complicada fractura en uno de sus brazos, que fue corregida también, y una contusión medianamente grave en su cabeza.- Comenzó el doctor, un tanto curioso ante el extraño actuar de los jóvenes que tenía delante.- Hemos descartado lesiones cerebrales de cualquier tipo, así como contusiones internas o compromiso de algún órgano vital. Sin embargo, el niño aún no recupera la consciencia y eso nos preocupa, porque no es, en lo absoluto, una buena señal.

- ¿Qué significa eso?- Le cuestionó el pelirrojo, temiendo con el alma a la respuesta.

- Cuando se presentan casos en que hay golpes muy fuertes a la cabeza, el cerebro se defiende de cualquier daño, poniéndonos en una especie de coma voluntario.- Indicó el profesional, recibiendo miradas aterradas por parte del par de chicos que estaban más cerca.- Es bastante probable que, con el fin de evitar alguna lesión de gravedad, el cerebro de su hijo halla optado por dejar conectadas sólo funciones vitales, como mero acto de defensa. Sin embargo, una vez que pase el shock y la contusión que tiene en su cabeza se desinflame, esperamos que aquello se revierta. Por ende, debemos dejarlo en observación unos días, hasta que él mismo decida reaccionar.

Mail bajó la mirada, destrozado; preguntándose, una y otra vez, cómo algo tan horrible podía estarse dando tan de pronto, sin atisbo alguno de compasión. Mientras Mihael, por su parte, enfrentaba determinado los ojos del respetable médico frente a él, negándose a creer que uno de los motores de su vida pudiera quedarse inmerso por siempre entre sueños.

- ¿Podemos verlo?- Preguntó, abatimiento y dolor palpables en su voz al hablar.

- Un par de minutos.- Accedió el hombre, asintiendo con la cabeza.- Sólo dos personas.

La decisión fue evidente; nada más Mello y Matt debían entrar a ver al pequeño, pues nadie, a parte de ambos, sufría de aquella inmensurable manera al recibir tan complejas noticias.

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Caminaban a través de largos, blancos y tristes pasillos, siguiendo al doctor en silencio. Los dos sumidos en sus propios pensamientos, dirigidos, irónicamente, el uno al otro. Matt, dentro de su angustia, sentía que el corazón le estallaría en cualquier momento, sabiéndose junto a la persona que más sentimientos le había despertado en la vida. Y Mello, por otro lado, lo único que anhelaba era estrechar entre sus brazos al chico que caminaba a su lado, consciente que nadie más en el mundo podría comprender su dolor y ayudarle a sobrellevar aquella infernal situación. Sin imaginarlo, ambos querían que el tiempo se detuviera en el instante exacto en que cruzaran esa puerta que ya era visible a lo lejos, ansiando quedarse unidos por siempre, junto al indefenso ángel que era la mayor prueba de su amor.

No obstante, la realidad era por demás diferente a lo que deseaban. Pues, en la vida de Matt, Mello ya no podía… no debía tener cabida alguna, sin importar cuáles hubiesen sido sus razones para abandonarle a su suerte aquella fría noche de enero. O, al menos, era eso lo que el pelirrojo se forzaba a creer, la imagen de cierto castaño de ojos amelados actuando como su mayor impulso para ser realista. Sin embargo, su rubio ex novio podía ver más allá de su careta de indiferencia, por completo seguro que aún tenía una oportunidad, por más ínfima que fuera, para rectificar sus errores y ser feliz junto a sus más grandes razones de existencia.

- Sólo dos minutos.- Sentenció el médico, volviéndose a mirarles.- Pueden pasar.

Ambos asintieron, abriéndose paso a través de la cristalizada puerta, siendo recibidos por un cuarto completamente blanco, los constantes pitidos que emitía el cardiograma, lo único perceptible a sus oídos. Se acercaron hacia la cama que yacía en el centro, donde, envuelto entre sábanas blancas, el cuerpo del pequeño Keith se hallaba acostado de espalda. Se perdieron en la adorable esencia que desprendía el apacible rostro de su hijo, quien tenía sus dorados cabellos esparcidos en la almohada y sus zafiros dulcemente cerrados, dándole un aspecto en extremo tranquilo y angelical.

- Hola, campeón.- Susurró Mello, posándose a su lado y utilizando un tono de voz increíblemente tierno y paternal, mientras Matt acariciaba con devoción sus lacias hebras.

Lo observaron por incontables segundos, el anhelo, la añoranza y el amor incondicional desbordándose dentro de sus corazones; ambos inmersos dentro de una burbuja demasiado cálida y extasiante, el deseo por detener el tiempo en ese preciso instante cobrando más y más fuerza, a medida que andaban las manecillas del reloj.

- Tú eres fuerte, hijo.- Musitó Mail, tomando entre las suyas una de sus manitos y depositando en esta un suave beso.- Sé que despertarás y en cuestión de nada estarás haciendo travesuras otra vez.- Sonrió con dulzura, contagiándole el gesto también a Mihael.- Sabes que…- Azul y verde se encontraron en un acuerdo tácito, la mano de Keehl llendo a parar sobre aquella que acariciaba con ternura una de las del pequeño, causando en ambos un estremecimiento involuntario, al encontrarse sus dedos en un delicado roce.- Te estaremos esperando…

Instantes después, abandonaron la habitación, sintiendo que un pedazo de ellos mismos se les quedaba dentro.

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El sutil toque de una brisa primaveral acarició sus mejillas, haciendo danzar las ramas de los árboles a su alrededor. Les parecía extraordinario que, en total contraste con la fachada al interior, el exterior del Hospital contase con aquel jardín tan verde y florido. Transmitía tanta paz el estar allí, sentados sobre una oportuna banca de cemento, apreciando el suave cantar de los pájaros y el viento deslizándose sigiloso entre los dos.

Las miradas de ambos se hallaban fijas en un punto indescifrable, sin saber, a ciencia cierta, cómo comenzar una conversación que, sabían, no les estaba permitido continuar evadiendo. No obstante, sin que Mello se lo viera venir, fue Matt quien tomó la palabra.

- ¿Por qué no me lo dijiste?- Su voz se oyó acorde a su sentir; en demasía extenuada.

-¿Qué?- Inquirió Mello, sus penetrantes zafiros atrapándole en una significativa mirada.

Las esmeraldas de Matt le miraron también, el entendimiento brillando en sus pupilas.

- ¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo?- Lo enfrentó, sin dejar de observarle.

El rubio sintió como una mano invisible le golpeaba el rostro, aturdiéndolo. Incapaz de encontrarle lógica a lo expuesto por Matt, incapaz de explicarse cómo había llegado a tal conclusión, sin que él siquiera mencionara palabra alguna al respecto.

- ¿Acaso tú… ya lo sabías?- Le fue imposible evitar preguntar, aún sintiéndose aturdido.

- No, pero acabas de confirmarlo.- Admitió el oji-esmeralda, suspirando cansado e intentando, por todos los medios, regular el discontinuo curso de su respiración.- ¿Por qué nunca me lo dijiste?

- No quería que sufrieras por mi culpa.- Admitió el oji-azul, recibiendo un irónico suspiro como respuesta, impulsándole a continuar explicando aquello que, durante años, tanto había anhelado poder explicar.- Estaba muriendo, Matt… todos los malditos días de mi vida moría un poco más por culpa de esa maldita enfermedad. No quería que tú murieras conmigo, ¿entiendes? Sabía que si te lo decía te causaría un dolor inmenso, porque los doctores especulaban que existía una posibilidad en un millón de que sobreviviera. Créeme que jamás quise lastimarte, de ninguna manera…- Se mordió con fuerza los labios, reprimiendo el gemido de pura frustración e impotencia que pugnaba por escapar de su garganta.- Lo único que deseaba era que me recordaras lleno de vida, amándote como siempre he hecho, y no como el patético zombie en el que me convertí. Es por eso que me fui, dejándote nuestra primera noche juntos como mi último recuerdo…- Fue imposible evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas, al tiempo mismo en que las verdes esmeraldas de Mail se cristalizaban también.- Juro que jamás contemplé ni mínimamente la posibilidad de hacerte daño, porque era precisamente eso lo que quería evitar.

- Durante un tiempo no se oyó más que el resonar del viento entre los árboles, ambos luchando por normalizar sus emociones. Las palabras recién dichas por Mello revoloteando aún entre los pensamientos de Matt, removiendo sentimientos que, ingenuamente, creía enterrados.

- Si algo Keith heredó de ti, es la perseverancia.- Comentó, trazando en sus labios una sonrisa cómplice.- Como siempre, mandaste cualquier especulación al diablo y les cerraste la boca, ¿no?- Amplió aún más su sonrisa, su voz rayando en la dulzura.- Sobreviviste, después de todo.

- Sí, sobreviví, y fue gracias a ti.- Le sonrió de vuelta, un suave rubor coloreándole las mejillas.- Tú eres y has sido siempre mi mayor fuerza. Y, ahora, lo es también nuestro hijo.- Sin verlo venir, Jeevas advirtió como el rubio aferraba sus manos con delicadeza, arrodillándose frente a él, sus ojos anegados en un llanto que jamás pensó verle mostrar alguna vez.- Perdóname, Matty… perdóname, por favor…

Sintiendo como un ansia repentina e impresionante  se adueñaba de sí mismo, correspondió al aferre de sus manos, entrelazando sus dedos con los de Mihael. Acto seguido, y motivado por un impulso que no pudo ni quiso evitar, se arrodilló también, quedando ambos a la misma altura. No supo en qué momento las lágrimas empezaron a resbalar sin control por sus mejillas, liberando sentimientos contenidos ya por demasiado tiempo. Sólo fue consciente cuando los brazos del rubio se enredaron entorno a su cuerpo en un abrazo colmado de anhelo y añoranza, los suyos no quedándose atrás al estrecharle hacia él con igual e incluso más necesidad.

Y lloraron.

Confortados en el acogedor abrazo que el otro les brindaba, se permitieron llorar como jamás lo habían hecho. Sacándose de adentro tanto dolor, tanta rabia, tanta impotencia; liberándose de tantas emociones negativas y sentimientos perjudiciales. Lloraron, abrazándose con fuerza, temiendo que si se soltaban aquel tan íntimo y especial momento pudiese desvanecerse.  Se comprendieron, se perdonaron; obteniendo, después de tantos años, la cura para sus corazones dolidos; el universo confabulándose, al fin, en su afán por volverlos a unir.

Se separaron apenas unos centímetros, dedicándose la más afectuosa de las miradas. Sin embargo, cuando sus labios se hallaron a tan sólo milímetros de tocarse, una airada voz les interrumpió, helándoles la sangre y reventando su burbuja en cuestión de segundos.

- ¿Qué mierda significa esto, Mail?

Frente a ellos, un altivo castaño de almendrados ojos miel, les fulminaba con la mirada.

- Light…

Notas finales:

Vale, eso ha sido~

¿Hay alguien por ahí que me quiera matar? Es decir... ¿No se suponía que Light se había ido a ver a Elle? Muajaja, como siempre digo: en este fic todo puede pasar, por lo que no den nunca nada por sentado ^u^

De antemano mil gracias a quienes me leen *-*

A ver si se toman un poquito de su tiempo para hacerme saber qué les pareció el capi, a través de un review; créanme que son mi fuente más indispensable de inspiración ^^

Kazu, Cheeky, espero no se acriminen conmigo x'D; ojalá les gustara el capi también ♥

Nos vemos en una próxima actualización... ¡Se les re quiere!


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