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Sólo una Oportunidad por Kmmy Lee

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Notas del capitulo:

No sé si quede alguien por ahí queriendo leer un nuevo capítulo de este fic, pero la verdad es que no me siento tranquila dejándolo así. Alguna vez dije que terminaría la historia aunque pasaran años y aquí estoy... a pesar de todo, a pesar del infinito tiempo transcurrido y a pesar del giro radical que ha dado mi vida. Tengo ya varios capis escritos, de hecho ahora mismo estoy abocada a escribir el final, así que si aún a alguien le interesa seguir leyendo el fic... hágamelo saber que, de verdad, me hará muy feliz saberlo. Sé que no me lo merezco por la larga ausencia y que quizás ya no haya nadie esperando actualización, pero les juro que sí o sí este año "Sólo una Oportunidad" llegará a su fin de una vez por todas.

Capítulo 19: ¿Culpable?

Las semanas pasaron y finalmente Keith fue dado de alta. Con estrictas indicaciones del pediatra, entre las que estaba reposo absoluto por lo menos cinco días y cero desgaste físico durante un mes, el hermoso pequeño fue autorizado para irse a casa. Justo coincidió que Mello lo había ido a visitar esa mañana, por lo que junto a Matt prepararon todo para llevárselo de allí. Tras realizar los trámites pertinentes, se dirigieron hacia el estacionamiento del hospital, con Keith cómodamente arrullado en brazos de su padre.

Fue así que Mihael lo depositó con sumo cuidado en el asiento trasero del automóvil, ajustando el cinturón de seguridad a su cuerpo y abrochándolo muy bien. El niño en tanto se quejaba tiernamente del asqueroso desayuno que le habían llevado esa mañana, algo a lo que el rubio no podía más que sonreír embelesado instándolo a seguir hablando con una dulzura impresionante. Mail por su parte guardaba en el maletero los dos bolsos con las pertenencias usadas durante esas semanas en el hospital, conversando al mismo tiempo por teléfono con Light de un modo tan forzadamente tranquilo que hacía pensar al ojiazul que seguramente estaban discutiendo.

- ¿Quieres calmarte?- Lo oyó decir en voz baja, intentando mantener la serenidad en su tono al hablar.- Estás pasando el límite, Light.

Del otro lado de la línea algo sumamente inapropiado debió decir el castaño, ya que el pelirrojo resopló más que harto y se limitó a cortar furioso la llamada, cerrando el maletero con más fuerza de lo usual. Esto sin duda sorprendió en sobremanera al rubio, ya que según recordaba era muy difícil lograr que Matt perdiera la calma fácilmente. Pero cuando estuvo a punto de preguntarle qué sucedía, Keith llamó su atención posando una manito en su brazo y mirándolo con ojitos escrutadores.

- ¿Irás a verme, papá?- Inquirió haciendo un encantador mohín, justo cuando el oji-verde abría la puerta del conductor y daba contacto al vehículo para bajar las ventanillas.

- Claro que sí, campeón.- Le sonrió el aludido, revolviendo en gesto paternal sus cabellos.- Sabes que estaré ahí siempre que quieras verme.

El pequeño ojiazul dibujó una enorme sonrisa de felicidad en su rostro, recibiendo de manos de su padre biológico una pequeña mochila cuyo contenido era un mini arsenal de regalos que éste le había llevado en sus innumerables visitas. Su libro favorito, dos barras de chocolate que sabía le gustaban mucho y un teléfono celular, el cual serviría para mantenerlos siempre en contacto. Se despidieron con un cálido abrazo y un beso casto en la frente del menor por parte de Miahel, tras lo cual cerró finalmente la puerta del auto y se giró a ver a Mail, quien yacía en silencio mirándolos con una leve sonrisa trazada en sus labios.

- ¿Todo bien?- Cuestionó el rubio, notando obvia tensión en el semblante de su ex novio.

- Sí… todo bien.- Se limitó a responderle él, suavizando su expresión.- ¿Cómo estás tú?

- ¡Keith me llama papá!- Exclamó sonriendo pletórico Mello, robándole una risa llena de ternura a Matt.- Créeme… estoy increíble.

- Me alegro mucho por ti.- Admitió el oji-esmeralda, no pudiendo evitar que a sus labios les rehuyera una risa suave, enternecida.

Azul y verde sus ojos se cruzaron en una mirada intensa, causando que una sensación cálida y reconfortante llenara sus pechos, mientras un sentimiento de suma paz les acariciaba el alma, robándoles una genuina sonrisa.

Keith los observaba a través de la ventanilla, denotando mucha curiosidad en su mirada. Muy a pesar de su corta edad y de lo complejos que le resultaban aún ciertos sentimientos, era capaz de notar que algo difícil de catalogar para él, pero que sin lugar a dudas era muy especial, envolvía a sus padres cada vez que se tenían cerca.

- Sabes que cuentas conmigo para todo, ¿cierto?- Soltó de pronto el oji-azul, regalándole una caricia fugaz a sus cabellos rojizos.- Sin importar qué, cómo o cuándo… estoy disponible para ti siempre, Matt.

Fue inevitable que un rubor más que notorio coloreara las mejillas del pelirrojo, obligándolo a bajar la mirada para intentar ocultarlo. Los latidos de su corazón se dispararon y una sensación de vértigo impresionante le atacó el estómago, haciendo que tuviera que morderse los labios para impedirse a sí mismo dejarse llevar por el mar titánico de sensaciones que el sólo hecho de tener a Mello así de cerca le provocaba.

- Lo sé…- Asintió sonriendo con dulzura, soltando el aire en un suspiro largo e inaudible.

Le siguió un silencio abrumador, donde no pudieron evitar mirarse con los sentimientos aflorando con intensidad en sus pupilas. Hasta que Mail rompió abruptamente el contacto visual, subiendo al auto y tomando su lugar en el asiento del conductor.

- Cuídate, Mello.- Se despidió con una sonrisa tímida y un rubor leve, aunque evidente en sus mejillas, retrocediendo para salir finalmente del estacionamiento.

El rubio se quedó ahí, sintiéndose feliz y abrumado a una misma vez. Saber que poco a poco su relación con Mat iba pasando de un rotundo nada a un posible algo le otorgaba a su ser una esperanza inmensa, haciéndolo desear con el alma no separarse de él en ningún momento. Sus ganas de abrazarlo al tenerlo cerca se volvían cada vez más difíciles de contener, así como el impulso irrefrenable de unir sus labios en un beso que pudiera demostrarle cuánto aún, y pese a todo, lo amaba. Ansiaba más que nunca recuperarlo, volver a ganarse su corazón, pero no sabía cómo exactamente hacerlo. Era consciente de la desafortunada huella dejada por todos esos años transcurridos, así como de los cambios irreversibles que a día de hoy marcaban sus vidas. Pero eran tantas sus ganas, tanto el deseo de estar junto al pelirrojo otra vez, que se creía capaz de hacer lo que fuera, enfrentar cualquier obstáculo, con tal de lograrlo. Y ahora que Keith estaba al tanto de la verdad, ahora que al fin se habían reconocido abiertamente como padre e hijo, sentía que por fin el universo conspiraba a su favor.

Sin embargo…

- ¡Matt!

Lo siguió velozmente, notándolo demasiado pálido y demacrado. Se había encerrado en el baño y desde afuera podía oírlo devolviendo lo poco que había desayunado, provocándole una sensación horrible en el corazón. Y cuando lo vio salir del cubículo, con los ojos llorosos y la piel casi tan blanca como el papel, se atrevió a abordarlo con aquella pregunta que desde muchos días atrás no paraba de taladrarle la mente.

 - ¿Qué tienes, Mail?

El mencionado suspiró exhausto, apoyándose en el lavamanos y abriendo la llave de agua helada para enjuagarse la boca y mojarse el rostro. El espejo los reflejaba apenas a centímetros de distancia, Mello con expresión ceñuda y Matt con la mirada algo perdida.

- No es nada.- Le dijo, viéndose tan débil y sonando tan decaído, que el otro simplemente ya no pudo más.

Cortó en tres pasos la distancia que los separaba y lo sujetó por la cintura, volteándolo hacia él para que sus ojos hicieran contacto visual. Obviamente Mail trató de oponerse, pero se sentía tan cansado y superado por el caos emocional que lo abordaba en esos días, que le fue imposible negarse y terminó apresado en una especie de abrazo, sintiendo el calor tan reconfortante que expedía el cuerpo de Mihael..

- ¿Qué tienes?- Volvió a preguntarle, usando un tono de voz tan preocupado como dulce.

Los rodeó un silencio largo, más no incómodo. Por alguna razón, y pese a la tensión que atraía dicha pregunta, el tenerse así de cerca, prácticamente abrazados, los sumía en una tranquilidad impresionante.

- Creo que este no es el mejor lugar para hablar.- Espetó el oji-esmeralda, removiéndose entre los brazos de su ex novio hasta zafarse finalmente de su agarre.- Vamos fuera.

A Mihael no le quedó más remedio que seguirle el paso hasta las afueras del hospital, directo a aquel hermoso y florido jardín que infundía una calma tan deliciosa, casi como si no fuera realmente parte de allí. Se sentaron nuevamente en una de las tres bancas de cemento repartidas por el lugar, justo a la sombra de un frondoso árbol. La brisa primaveral les acarició el rostro al son de las ramas moviéndose a un ritmo acompasado, brindánndole a Mail el valor suficiente para confesarse de una vez.

- Estoy… hm… e-esperando un bebé… de Light…

Fue ahí que a Mello se le cayó el mundo, tal como un castillo de arena arrasado ferozmente por la inclemencia del mar. La frase revotó incesantemente en su cabeza, destruyendo en un segundo cada esperanza e ilusión. No obstante su cerebro pareció incapaz de procesar tan repentina y dolorosa información, impulsándole a estrechar nuevamente contra sí el cuerpo de Matt, casi como si con ese sólo aferre las consecuencias de lo dicho pudieran evitarse.

De manera inesperada éste igualmente lo abrazó, permitiéndose a sí mismo dejarse llevar por lo que clamaba desesperado su corazón. Necesitaba sentirlo cerca, muy cerca; necesitaba sentirse reconfortado… por él. Y aunque tenía más que claro que sus palabras no harían más que agrandar la brecha emocional entre los dos, ansiaba con el alma que ocurriera todo lo contrario. Su ser entero clamaba por recuperar lo que tan abrupta y cruelmente se le había arrevatado, dejándolo en un estado de rebeldía contra su realidad tan grande que le fue imposible seguir reteniendo por más tiempo el llanto.

- No es justo…- Continuó hablando, escondiendo el rostro en el pecho del oji-azul y poco a poco empapándole de lágrimas la chaqueta.- Porque no importa cuántas veces crea que por fin todo mejorará… siempre algo pasa que lo arruina.- Levantó el rostro, viendo la confusión y el dolor vívido en las pupilas de Mello.- Y no, no me refiero al bebé…- Endureció la expresión, separándose del rubio sin previo aviso y mirándole con un resentimiento tan repentino y palpable que el otro se quedó en shock.- Me refiero a que eres un perfecto idiota, Mihael.

- ¿Q-Qué…?

- ¿Alguna vez pensaste en que quizás sí habríamos podido salir adelante juntos a pesar de tu enfermedad?- Lo enfrentó al fin, empujándolo lejos de él con un ademán repentino, aunque suave.- ¡¿Alguna vez consideraste la posibilidad de que me dolería más estar sin ti en lugar de contigo sin importar el cómo?! ¡¿Pensaste alguna vez en que me matarías en vida si te ibas, grandísimo imbécil?!

Ahí estaba. Al fin, y después de días, Matt había procesado lo sucedido. Al fin su corazón se revelaba, después de tanto tiempo siendo forzado a callar. Al fin gritaba, al fin lloraba, al fin se permitía lanzar fuera todo el sufrimiento contenido por años.

- M-Matt…

Mello volvió a abrazarlo, pero esta vez sí se enfrentó a una resistencia que le costó contener.

- ¡No!- Se desesperó el oji-esmeralda, revolviéndose para tratar de librarse.- ¡Suéltame!

Mello se dejó ir con él hasta el césped, percibiendo como el pecho se le oprimía de impotencia, al tiempo que un cúmulo de lágrimas le empañaba la mirada.

- No.- Se negó a hacerle caso, abrazándolo aún más fuerte.- No te soltaré, Matt. Nunca más te soltaré… nunca más.

El pelirrojo sollozaba sin importarle verse vulnerable, dejándose vencer sin censura por el caos de sus sentimientos explotando sin consideración. No quería que el rubio lo tocara, pero al mismo tiempo suplicaba internamente que no lo dejara ir. Quería golpearlo, gritarle, abrazarlo y besarlo, todo al mismo tiempo. Se sentía tan horriblemente superado que no podía más que deshacerse en lágrimas entre sus brazos, amándolo y odiándolo con igual intensidad.

- Te odio, Mihael…- Espetó por mera inercia, sonando increíblemente compunjido.

Pero contrario a sus palabras, en vez de apartarlo se aferró a él con fuerza, demostrando con acciones el cambiante estado de sus sentimientos.

- De acuerdo, me odias.- Aceptó el rubio, aferrándolo con ternura.- Pero yo te amo, ¿sí? Te amo y por eso mismo no volveré a dejarte ir.- Le levantó el rostro, enlazando sus miradas.- De aquí en adelante estaré contigo sin importar nada, Matty.

Recibió una sonrisa hermosa como respuesta, la cual le hizo sonreír a él también.

- Eres imposible…- Lo regañó frunciendo el ceño, sonando divertido aún pese al llanto.

- Lo sé.- Rió el oji-azul, secando en gesto tierno sus lágrimas con la yema de los dedos.

Se quedaron así, disfrutando de ese reconfortante abrazo, hasta que la hora de visitas comenzó y el estar junto a Keith pasó a ser lo más importante.

La noticia aún estremecía su mente, generándole una aversión monumental. Porque no era sólo el tener que enfrentarse a que Light y Matt… ¡Su Matt!, habían intimado y de seguro varias veces a lo largo de todo ese tiempo, sino que el sólo pensamiento de que aquello había resultado en la concepción de una nueva vida… le invadía de impotencia el alma. Sentía unas ganas irrefrenables de gritar y después encontrar a Yagami para partirle la cara a golpes, pero al mismo tiempo un instinto de protección inexplicable había nacido en su interior al saber a su pelirrojo tan frágil. Y es que lo notaba diferente; algo en Mail no iba bien y él lo sabía, por lo que ahora lo único verdaderamente importante era protegerlo, aunque no supiera exactamente de qué.

¿Seríá él capaz de entrometerse en la felicidad y el bienestar de un tercero? ¿Podría anteponer sus propios intereses por encima de un pequeño alguien que era absolutamente inocente? ¿Qué haría ahora…?

¿Qué debía hacer?

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Keith observaba a la gente pasar a través de la ventanilla, sonriendo con felicidad al recordar los momentos vividos junto a su papá Mello durante su estadía en el hospital. Sus visitas habían sido constantes desde la vez que se reconocieron abiertamente como padre e hijo, en las cuales se dedicaron a platicar por horas intentando recuperar aunque fuera una ínfima parte del tiempo perdido. Descubrió así que su inmenso amor por el chocolate era mera herencia suya, al igual que su afición a los libros y su traviesa personalidad. Descubrió también que Mihael Keehl era en efecto el hombre que solía aparecer recurrentemente en sus sueños desde que tenía tres años, lo que lo llevó a querer saber cuanto pudiera de él. Y es que a pesar de estar apenas empezando a establecer una relación filial de manera formal, el rubiecito sentía en su corazón que el lazo que los unía era ya inquebrantable.

Mail notaba la felicidad en la carita de su hijo, lo que le hacía sonreír a él también. Y es que a pesar del sinfín de complicaciones en su vida que había acarreado el que Keith y Mello empezaran a forjar su relación padre-hijo, en su corazón sabía que aquello era lo correcto y algo que desde un inicio supo que, de darse, no podría ni querría evitar. Sin importar cuánto doliera su pasado turbulento con el oji-azul o cuán furioso estuviera Light con la situación, el pelirrojo no estaba dispuesto a permitir que nada ni nadie interviniera o tratara de opacar ese lazo tan bonito que apenas comenzaba a formarse.

Al detenerse en un semáforo una punzada en su sien le recordó lo débil que había estado sintiéndose esas últimas semanas, haciéndolo cerrar con fuerza los ojos para intentar mitigar tan agudo dolor. Entonces su celular sonó y en la pantalla el nombre de su castaño esposo apareció parpadeante, obligándolo a contestar de mala gana, tratando de mantener la calma para no insultarlo por lo que le dijo en su anterior conversación.

- Dime.- Contestó con hartazgo, utilizando el manos libres para seguir conduciendo.

- ¿Ya están en casa?- Indagó Light, denotando obvio fastidio y suma seriedad en su voz.

- Aún no.

- Ah, claro. seguramente estabas demasiado entretenido con ese imbécil como para pensar en que tu hijo necesita descansar.

Light hablaba con veneno. Sonaba despectivo, furioso y decepcionado. No medía sus palabras, aunque a decir verdad  tampoco pretendía hacerlo. Se expresaba en base a la serie de emociones negativas que le provocaba saber que Mihael Keehl estaba así de cerca de su familia, descargándose sin miramiento alguno con Mail quien, a su ver, era el único culpable de esa insufrible situación. Saber que el pequeño ya conocía la verdad le hervía la sangre, causándole una punzada tan grande en el pecho que bloqueaba el curso normal de sus pensamientos, haciéndolo actuar como el peor y más irracional de los cretinos. En su mente no era admisible que ahora, y después de haberle prometido que jamás lo permitiría, su pelirrojo esposo estuviese tan de acuerdo con la magistral idiotez que significaba ese supuesto vínculo que su hijo estaba estableciendo con quien, a su parecer, no debía ser más que un desconocido en su vida. Keehl no tenía por qué estar así de implicado emocionalmente con Keith; el simple hecho de saber que mantenían contacto le revolvía desagradablemente las entrañas. Y Mail sabía, él mismo se había encargado de advertírselo, que no se quedaría de brazos cruzados viendo como ése infeliz le arrebataba lo que por derecho era suyo. Light mismo se encargaría de echar abajo aquel estúpido y patético intento de relación paternal, sin importar que tuviese hasta que matar para lograrlo.

El ojiverde aguantó soltarle un insulto, sintiéndose ofendido ydolido a partes iguales. Light se comportaba cada vez peor y ciertamente aquello ya empezaba a hartarle, despertándole unas ganas irrefrenables de mandarlo al diablo sin miramiento alguno. Ni siquiera había tenido oportunidad de contarle sobre el nuevo bebé, pues cada vez que intentaba mantener una conversación civilizada con él, terminaban discutiendo horriblemente gracias a su insufrible capacidad de sacar cada frase suya de contexto.

- Eres un idiota.- Escupió finalmente, cortando la llamada y gruñendo exasperado.

Giró el volante en una desviación que se salía del inicial curso en su camino, conduciendo esta vez directo a casa de su hermana. Días atrás Emily le había mandado por mensaje la ubicación actual de donde vivía, pidiéndole que no dudara en ir si lo necesitaba. Y como ahora lo último que quería era encontrarse frente a frente con Light, pues sabía que de hacerlo se armaría una más de sus insoportables peleas sin sentido, no dudó en dirigirse hasta allí esperando calmar un poco su enojo antes de volver al departamento que compartían.

- ¿Quieres ver a tía Emily, Keith?- Le inquirió a su hijo, sonriéndole a través del retrovisor. Lo último que pretendía era que sintiera la asfixiante tensión en él, por lo que hacía todo lo que estuviera en sus manos para demostrarle que todo estaba bien.

- ¡Sí!- Se alegró el pequeño, dando un leve saltito en su asiento y sonriendo pletórico.

No había hecho falta gran estímulo para que Emily y él se hicieran cercanos muy pronto, por lo que la idea de pasar algo de tiempo con ella le parecía un plan de lo más genial y divertido. Especialmente porque era cómplice en sus travesuras y, si se lo pedía, le contaba todo cuanto quisiese saber de su papá Mihael.

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- ¡Agh! ¡Maldita sea!

No contuvo el grito de rabia que le atravesó la garganta, lanzando el celular con fuerza contra la superficie sólida del escritorio. El golpe sordo que hizo el aparato al caer logró atraer la atención de quien lo acompañaba, extrañándole el rictus de máxima furia trazado en su juvenil rostro de facciones gráciles y perfectas..

- ¿Todo bien, Yagami?- Le cuestionó con su tono de voz siempre tan imperturbable, apartando la taza de dulce café de sus finos labios y dedicándole una mirada escrutadora de grandes ojos negros, penetrantes y profundos.

- No.- Contestó el castaño, rodeando el mueble hasta llegar a él.- Nada está bien, Elle.

Sin dudarlo y movido por el ardiente fuego de los celos arrasando la cordura en su interior, sujetó entre sus manos el níveo rostro del nombrado y así, sin mediar más palabra, unió sus labios en un beso boraz, el cual éste a duras penas pudo responder.

En cosa de segundos dicho contacto les resultó insuficiente, haciéndolos desear llegar más lejos. Fue así que Light terminó con la espalda contra la mullida superficie del sofá con que contaba aquella lujosa oficina, siendo asediado por besos tan ardientes y acariciado con una experticia y lujuria tan apasionantes que lo hicieron perder por completo y sin retorno la razón sobre sus acciones. Se llenó de un deseo tan llameante y tan abrasador, que el percibir el calor del cuerpo del azabache sobre su propio cuerpo fue sólo el comienzo de su descontrol.

En su mente daba vueltas incesantes la certeza de que Matt llevaba semanas siéndole infiel con el estúpido de Keehl, siendo cada una de sus actitudes esquivas con él una confirmación, a su parecer, más que evidente de aquello. Por tanto, y ya cansado de sentirse como el ingenuo idiota de la historia al que engañan descaradamente, decidió poner fin a dicha sensación tan desagradable, dejándose llevar sin más por sus instintos.

Y es que desde su primer encuentro con L, quien había sido objeto de su máxima admiración durante años, sintió despertar en su pecho una serie de sentimientos que en esos entonces, para él, resultaban inadmisibles. Sentimientos que día con día fueron intensificándose y a los que se le fueron añadiendo sensaciones abrumadoras siempre que lo tenía cerca, dificultándole horriblemente dominarse a sí mismo cuando se veían. Pero ahora, y cegado por el traicionero influjo de sus celos e inseguridades, no tenía intensión alguna de seguir conteniéndose.

Dejaría fluir las cosas tal como ahora hacía y si el éxtasis de tener a Elle Lawliet sometiéndolo bajo su control terminaba provocando que fuera infiel…

- Serás mío, Light Yagami.

No haría nada por evitarlo.

A fin de cuentas Mail le hacía lo mismo a él, ¿no?

- Ngh… Elle… ah…

Ojo por ojo, mi amor.

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Alguien se esperaba esto?

*Canta un grillo* Okey, resígnate Kmmy. No hay nadie xD

Como dije sé que no merezco ningún review, pero si alguien se da el tiempo de dejarme uno porque el fic le gustó o porque simplemente quiere putearme por semejante giro que se pegó la historia O.O no dude en hacerlo xD Aunque con respeto por favor, ando sensible últimamente jajaja D:

Que raro se siente volver!! Aunque es emocionante sin duda :'D

Gracias por leer, de verdad. Sillegaste hasta aquí, te mereces un paquete de galletitas ^^


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