Joshua sostenía el tallo de la planta con firmeza mientras le cortaba. Listo esto guardó el trozo en la bolsa junto las demás cosas que había recolectado, metiéndola en el su bolsillo de su pantalón cargo. Salió del invernadero a escondidas y caminó tranquilo, procurando ser discreto; aunque al ser sábado temprano en la mañana los fisgones aún dormían.
A lo lejos notó un par de orejitas sobresalir. Se quedó estático viendo que efectivamente era el lindo conejito Neville, de seguro iba a desayunar. Una sonrisa boba se formó en su rostro viendo como avanzaba dando brinquitos, tan tierno. Si corría lo alcanzaría y tal vez podrían desayunar juntos. Sus planes se vinieron abajo al darse cuenta que, como siempre, detrás de Neville venía Nott. Bufó molesto a causa del chico que, cual perro seguía a Neville por todos lados. Por favor, estaba claro que el Neville necesitaba cuidados y un largo etcétera, pero el pelinegro no lo dejaba ni a sol ni a sombra, era exasperante.
Al parecer Nott tenía un radar integrado, ya que volteó a verlo sin siquiera desviar su mirada a otra parte, advirtiéndole muda y amablemente que no se acercara. Suprimió la urgente necesidad de enseñarle el dedo medio sustituyendo el gesto por un nada sofisticado rodar de ojos. Se mantuvo en su lugar mientras les veía entrar al Gran Comedor. No valía la pena una confrontación directa con el Nott, al menos por el momento. Suspiró. Muy pronto le ensañaría al perro quien era el dueño y él solito se dejaría poner la correa. Rió bajito solo de imaginarse la escena.
No entraría al comedor, no tenía hambre, al menos no de ese tipo. Vagó un rato por los corredores mientras abrían las puertas principales del colegio y le permitían salir, pensando en todo lo que estaba soportando. Para él ir lentamente con alguien era prácticamente desconocido. Desde siempre todo se le daba a manos llenas, y desde que tuvo la suficiente edad como para “tontear” con cualquiera que aspirara a ser su pareja había aprovechado todo lo que tuvieron que ofrecer sus prospectos. No que se quejara o se arrepintiera de todo lo que había hecho, el simplemente recibía las bondades sin remordimientos. En uno de los pasillos se encontró a la chica morena de ojos zarcos de Ravenclaw ¿Cuál era su nombre? ¿Cassandra? ¿Casidy? ¿Clementine? Bueno, no importaba, ella era el perfecto ejemplo del tema. La chica estaba tan desesperada por entrar en su gracia que prácticamente se le había ofrecido sobre el colchón con las piernas abiertas. Ella le sonrió mostrando todos sus dientes, Joshua solo rodó los ojos interiormente ante el obvio desastre en tema de seducción. Señaló a la chica, luego señaló su cuerpo y cabeceó en dirección a uno de los tantos salones vacíos de Hogwarts, que había descubierto, quedando entre ellos dos el significado explícito del gesto, que la chica obedeció sin dudar yendo primero.
La puerta del cuarto se azotó golpeándole la cabeza cuando fue atacado por un beso voraz al entrar. La chica presionaba su cuerpo en contra de la musculatura del americano como si quisiera que se fundieran sus cuerpos, sin importarle a la tonta que alguien pasará y pudiera verlos. No que le importará al rubio. Por él cualquiera podría entrar y unirse a la fiesta, aunque la falta de decoro podría provocarle la expulsión (como ya le había ocurrido antes) interfiriendo con sus planes, así que con le dio una patada cerrándola.
No desperdició el tiempo. Sin más besos, ni promesas o complicaciones tomó a la chica de la cintura, le dio la vuelta, alzó su falda, bajó sus bragas, la recostó en la primera superficie plana que hayo, ágilmente sacó su miembro del pantalón y después de un rápido hechizo de protección para sí, la penetró. Joshua tomó sus caderas, empujando su pene dentro de la chica, sus ojos estaban cerrados mientras su mentón tocaba su pecho, dejándose ir, ignorando la sensación de vacío que venía al tener sexo de desfogue. Necesitaba alejar la sensación de soledad que amenazaba hundirlo en la desesperación, así que empujó más duro para sustituir una sensación por otra. Fricción versus desgarramiento.
Las paredes retumbaban por el sonido de piel chocando. La chica gemía quejumbrosamente fuerte mientras levantaba más su culo para recibirle mejor; él por el contrario callaba, no quería darle una idea equivocada a la chica.
Unos cuantos embates más y ambos llegaron al orgasmo, la morena explayándolo ruidosamente, mientras que él simplemente se estremeció al vaciarse. Se apartó del cuerpo desparpajado de ella, limpiándose y acomodándose la ropa. Ella aún permanecía en la nube post orgásmica cuando Joshua se dirigía a la salida, satisfecho momentáneamente.
-¿Te vas?-preguntó tontamente la chica, irguiéndose de su posición, tomando al vuelo la muñeca del rubio -¿Sabes? Deberíamos ir juntos a Hogsmeade, ya sabes, ver otros lugares. De seguro no conoces bien el pueblo, seré tu guía.- Terminó la frase con una gran sonrisa.
Joshua suspiró hastiado, era hora de aclarar unos puntos -¿Qué te hace pensar que quiero salir contigo?- volteó solamente su rostro, con cara de enojada confusión.
-Pero…- La sonrisa de la ravenclaw decayó de golpe, el agarre en la muñeca del rubio se volvió un tanto doloroso.
-En ningún momento te dije que estábamos o fuéramos a salir.
-¡Pero estamos durmiendo juntos!- chilló escandalizada.
-No te confundas- encogimiento de hombros por parte del rubio –estábamos cogiendo, y nada más.
La chica boqueó cual pez fuera del agua, su indignación a flor de piel - ¡Bastardo!- gritó furiosa, golpeando a Joshua con sus pequeños puños. Tal acción le tomo tan desprevenido que no alcanzó a cubrirse, dándole de lleno en el rostro un golpe por demás fuerte, volteándolo por la fuerza y dejando una marca montañosa sobre su pómulo a causa de los nudillos.
Ira recorrió cada centímetro de su ser. En un completo cambio de aburrida indiferencia a furia desbordada. Los ojos mutaron de azules acero a un grisáceo lleno de mil tormentas eléctricas. –No vuelvas a hacer eso, zorra-Gruñó desde lo bajo de su ser, su mano voló rauda al cuello de la chica, apretando su cuello, los nudillos volviéndose blancos por la fuerza.
Horror brillo en la faz de la revenclaw, sus ojos saliendo de sus orbitas – T-tus oj-ojos,-gimió -ellos…cambian.
Joshua reaccionó. Agitó un poco su cabeza para espabilar la neblina en la que se había sumergido. Había sido atrapado. Horror.
Tenía que hacer lo que más odiaba en el mundo.
Soltó a la chica, dándole un necesario respiro, pero su mano no se alejó. Rapaz la tomó de las sienes con su mano, cubriendo sus ojos. La recostó de nuevo, sin que la chica opusiera resistencia, ejerciendo eso. Subió a horcajadas sobre ella, inclinándose, cubriendo el pequeño cuerpo femenino con el suyo. El cuerpo bajo él temblaba de terror, no solo podía sentirlo por su piel, latía por sus venas a un ritmo caótico. No pudo evitar disfrutarlo.
Y en parte por eso se odiaba.
Su rostro estaba paralelo al de la morena, su aliento se fundía con el de su ahora víctima. Acortó el espacio que los separaba para besarla; allí comenzó. Delgadas volutas salieron lentamente de la chica, ingresando al cuerpo de Joshua; fueron tomando mayor densidad y velocidad a un ritmo vertiginoso.
Allí estaba de nuevo, el gritó mudo de terror proveniente del cuerpo exiguo que recorrió sus vertebras. Joshua se obligó a parar, justo a tiempo al parecer. Mordió la yema de su dedo índice, provocando una leve herida sangrante, con este marcó tres signos diferentes, uno en los labios, otro en la frente y otro a la altura del corazón de la ravenclaw. Apartó la mano que la sujetaba y pudo ver que el brillo había abandonado los ojos zarcos para resurgir poco después como si no hubieran cambiado.
- Duerme.- murmuró Joshua, y la chica obedeció. Culpable, aseó y reacomodó las ropas de ella, dejándola descansar. Para ella el suceso nunca había ocurrido, es más, sería como una alucinación, para él sería una carga, igual que antes. Aunque al menos esta vez pudo detenerse a tiempo con su respectivo bonus integrado. Habría estado en graves problemas si no se hubiera contenido esta vez. Frustrado, abandonó la habitación, a ella no le pasaría nada por quedarse sola, únicamente sentiría un gran dolor de cabeza, y si alguien la encontraba pensarían que estaba K.O. por una resaca. O eso esperaba.
Las puertas de Hogwarts estaban abiertas, dejando salir a cualquiera que tuviera permiso de ir a Hogsmeade. Y gracias a Merlín que sus padres no habían sido tan mezquinos para negarle al menos ese consuelo.
¿Por qué todos sus problemas surgían a raíz de su familia? Él no la había pedido, es más, si alguien se hubiera ofrecido a pagarle por cambiar de puesto él le hubiera pagado al contrario para que se quedara con ellos. Claro que en parte disfrutaba el poder que esta le otorgaba, pero ese mismo poder le había jodido la existencia. Sobre todo cuando su abuelo convirtió su primera experiencia con éste en un trauma. Las palabras que su abuelo le había susurrado en aquella vez aun revoloteaban en su mente, igual que las imágenes ¿Y así pedían que estuviera cuerdo? A la mierda.
Tan joven como era Joshua, sus “habilidades” se le escapaban de las manos, por mucho empeño que pusiera para controlarlas. Con algunos era tan fácil salir su ser y darle rienda suelta y ni se percataban de nada, imbéciles. Todos llenos de bajos deseos disfrazados de mullidos y lindos anhelos.
Suspiró. Estaba harto. A su corta edad en serio había visto más mierda del ser humano que muchos ancianos. Él no tenía esperanzas y por lo tanto él no la ofrecía para con nadie.
Hasta que conoció a Neville.
Sí le hubieran dicho que en el estúpido internado británico se enamoraría se hubiera reído en la cara del pobre incauto. Bien lo decían, hasta los más grandes caen un día ¿Y cómo no hacerlo con Neville? Con su inocente belleza le inspiraba un profundo deseo, casi quería ponerlo en una caja de cristal en donde nadie, ni siquiera él, pudiera dañarlo.
Y esa era una muy buena razón para contenerse con Neville. Que su ser saliera de control y lastimarlo. No lo podría soportar. La sola idea de provocarle algún dañoso realmente le asustaba. Definitivamente él no era así.
Joshua rascó su nuca con un dejo de desaliento. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, caminando desganado en el camino al pueblo.
La vida apestaba. Al menos la suya, seguro.
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Theodore avanzaba, lentamente, pero lo hacía. Todo porque Neville revoloteaba de un escaparate a otro, viendo sorprendido cada una de las cosas que le llamaban la atención. Para agravar el asunto, no era solo Neville quien lo retrasaba con semejante actitud, Lovegood y Weasley chica se reunieron a la marcha exasperándolo por completo. De Nev lo entendía y toleraba, inclusive le había sacado una sonrisa, pero ¿y esas dos? como sí nunca hubieran ido al pueblo. Exasperante.
Mentira. Era el hecho de que esas dos se les unieran al comienzo del paseo por el pueblo era lo que tenía tan molesto. Cursi como sonaba, él quería un pequeño y real momento a solas con Neville, pues en el colegio todos estaban al pendiente de ellos. Reconsideró esa suposición, no, no era exageración, realmente todo el colegio estaba de metiche.
El trío de alegres niños lo pasó, dejándolo atrás.
-Lovegood, Weasley, no era necesario que nos acompañaran todo este tiempo, seguro tienen más cosas que hacer.- Dijo casualmente cuando tropezó con ellos cuando se pararon abruptamente cuando algo brillante les llamó la atención.
-Creí que querías que te dijera donde había comprado mi jackalope.-respondió Luna, mirándole fijamente con sus ojos soñadores.
-Así es.
-¿Entonces?
-¿Entonces?- a qué demonios se refería la ravenclaw.
-Estamos acompañándote por eso, tonto.- respondió la pelirroja, metiendo su cuchara.
Contó hasta diez. No había escuchado eso, no. Mantuvo su semblante sereno y respondió –Había acordado con Lovegood donde y a qué hora nos veríamos.
-¿Y?
¿Y? ¿Y? ¿No era obvio? A eso se le llamaba educación. Theodore miró un tanto desconcertado a Ginny. Dioses, definitivamente la bravuconería venía de familia.
-No tiene caso si nos encontramos en el camino, así que ¿para qué esperar? Además Neville nos invitó cuando nos encontramos.
Tuche. Eso no lo había visto, así que se quedó mudo. Una rabieta se formó dentro de él, pero nada más.
Ginny le miró fijamente. Los castaños ojos mirándolo con detenimiento, estudiándole. Una conocedora sonrisa se formó en los femeninos labios, y por primera vez, Ginny le miró con real simpatía. Acortó la distancia que los separaba para darle unos leves palmaditas en el brazo con camaradería -Lo hubieras dicho antes.- Dijo, mordiéndose una risilla, para luego ponerse seria –Y aunque reconozca tus sentimientos no quiere decir que lo apruebe, no totalmente. Te estaré vigilando.
-Bruja- pensó Theo, y no en el buen sentido, mientras sus mejillas se coloreaban de un frágil rosa, ganándose las miradas curiosas de Neville y Luna, que de vez en vez volteaban a mirarlos ¿Era tan obvio o era el tan mencionado sexto sentido femenino? Debía ser más cuidadoso.
Unas ancianas pasaron, señalándolo y cuchicheando. Sabía perfectamente cuál era el hilo de la plática, así que las ignoró, no así Ginny quien las fulminó con la mirada y las llamó groseras, hecho que provocó el escándalo en las mujeres, alejándose ofendidas.
Extraña, definitivamente la pelirroja era extraña.
-Chicos – llamó Lovegood- miren, es el vendedor.
Dejando de lado la extraña y bizarra plática, ambos dirigieron sus miradas a donde la rubia señalaba. A unos treinta o menos metros estaba un hombre de aspecto desgarbado y maltrecho. Theo se preguntó como la ravenclaw no vio que el hombre portaba el letrero de ”timo” a grandes letras.
La chica hizo amago de acercarse, deteniéndola el slytherin –Espera-dijo- si te acercas puede que huya.
-Pero…-replicó Luna.
-Escucha, el hombre puede reaccionar de muchas maneras, es mejor ser cautelosos.
-Pues creo que Ginny se te adelantó.
Nott volteó tan rápido que pudo oír zumbar el aire- Demonios.-Efectivamente, la pelirroja se acercaba peligrosamente al hombre. -¡Cuida a Neville!-gritó mientras corría para alcanzar a Weasley y evitar un desastre.
Solo unos pocos metros lo separaban. Lo que debió ser un sondeo discreto se había convertido en una confrontación entre Weasley y el hombre. Theo vio las señales: las miradas furtivas alrededor por el hombre, los pasos discretos hacia atrás. Ginny también debió notarlo pues estiró su mano, aferrándose a una manga. El pelinegro, asustado, alcanzó a tomar la orilla de la chaqueta de la chica cuando su cuerpo se sacudió en el característico tubo compresor.
-¡NO!
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Luna y Neville vieron con incertidumbre la escena, sin saber descifrar muy bien lo que acababa de ocurrir. Neville particularmente estaba asustado ¿A dónde habían ido sus amigos? Gruesos lagrimones se estaban formando en sus ojos, amenazando con caer. ¿Qué podía hacer? Apretó con fuerza la mano de Luna, buscando consuelo.
-Ellos estarán bien.- Decretó Luna.
Neville quería creer eso. Temía por los dos, pero algo en su corazón se oprimía con más fuerza al pensar en su amigo de lentes.
-¿Nev?
Volteó al reconocer la voz, aliviado.
-Josh.