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USAGI CHAN por Whisperyuki

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Notas del capitulo:

¡Por fin! Después de escribir y reescribir el capítulo aqui traigo uno nuevo.

Había sido una noche plácidamente tranquila, aún con lo que había pasado en las horas anteriores entre Theodore y Neville.

Llevaba perdido en observar los dulces rasgos dormidos de Neville buen tiempo. Bueno, perdido era un eufemismo, él no lo sentía así. Se sentó en la cama, con sus manos apoyadas tras suyo y miro afuera. Ya el sol había salido y tanteaba que eran como las nueve o diez de la mañana. Un traqueteo al otro lado de la cortina levantada  al lado de la cama lo sobresaltó.

-Buenos días muchacho. Ya me estaba temiendo tener que despertarte.- Esa fue la enfermera, que sostenía una bandeja con instrumental y apareció frente a él.

-Buen día Madame Pomfrey, disculpe las molestias que le cause.- Theodore se recompuse inmediatamente, se levantó y acomodó lo mejor que pudo su persona.

 La mujer respondió con un bufido disgustado- En todo caso, fue Albus quien insistió que durmieras aquí con el señor Longbottom.- Su semblante se suavizó un poco al ver al durmiente–Muchacho, lo que sea que estés haciendo para ayudarlo, es mejor que lo hagas pronto. Esto es solo la punta del iceberg.- Madame se dio la vuelta y continuó con sus labores.

Un dolor hondo se clavó en Theodore. Tenía que hacerlo.

-Madame…

-¿Sí?

-¿Puede cuidar a Neville mientras regreso?

La mujer, sin siquiera voltear, dio un asentimiento. Bendita. No quería testigos de su lamentable estado anímico.

Theodore alisó el cobertor para que Neville no tuviera frío. Sus dedos se desviaron al momento que pasaron por el rostro del castaño, para acomodarle el revuelto cabello. Con una última caricia en la mejilla se apartó. Resuelto, salió de la enfermería.

Ya en las mazmorras, primero se dirigió al laboratorio. Allí, el caldero lucía imponente. Cauteloso, se acercó a mirar el resultado de su obra.

Lo había logrado.

En el fondo del caldero, después del proceso pertinente brillaba la pócima turquesa cristalina.

Pero esto no lo tenía feliz.

Rápidamente y con cuidado, vertió la mezcla en un vial que selló muy bien, dejándolo con cuidado en el porta viales.  Limpió el laboratorio, dejándolo impecable. Le dio una triste mirada. Aquí habían pasado muchas horas juntos, a pesar de la reticencia al principio de Neville, el lugar se había convertido en su lugar especial.

Quería alargar el tiempo, pero no era prudente ni serviría de nada, seguiría teniendo el corazón roto y la salud de Neville podría empeorar. Sus ojos picaron, eran buenos recuerdos los suyos, que serían borrados como efecto secundario de la pócima. Era jodidamente doloroso ¿Qué pasaba si no existían los recuerdos? ¿Era como si no hubieran ocurrido los hechos? Bueno, él los tendría, pero, no era lo mismo.

Se miró detenidamente en el reflejo del vidrio de uno de los estantes, su imagen daba pena ajena. Esta no era la imagen que quería darle a Neville, ni como la última de su frugal amor-amistad (de su parte), ni como la primera del retorno de su vida normal,  así que fue a su habitación  a arreglarse. Pero antes, guardó la pócima en un cajón con llave y al salir, viendo a un lado y al otro, lanzó un hechizo que bloqueaba la puerta, uno que le había enseñado su padre. No estaba orgulloso de hacerlo, pero su precaución era justificada.

A paso firme  llego a la casa de Slytherin, que estaba desierta, lo normal para un día de escuela  y pasó directamente a su cuarto. Se desnudó despacio, consciente o inconscientemente posponiendo lo inevitable y entró a bañarse.  Dejó que el agua de la ducha se llevara sus penas y despejara su mente. Tal vez, con el trabajo necesario, y con ayuda de su extraña nueva amiga (Ginny) podría acercarse a Neville y entablar una amistad, y quién sabe, una relación más formal. Sonrió tristemente, no costaba nada soñar.

Sabiéndose solo, salió con una toalla alrededor de su cintura y sacándose el cabello con una toalla más pequeña.

-Aún es tiempo Nott.

Un escalofrío recorrió su columna. Theodore se negó a encarar a Bradbury en semejante estado de desnudez, así que se apresuró a vestirse. Ni bien había terminado de ponerse los calzoncillos y el  pantalón fue abruptamente girado por los hombros, encarando al rubio.

-Al parecer no me escuchaste. Es tiempo Nott.-Siseó Joshua, clavando sus dedos en los pálidos hombros.

-No es tiempo de nada, Bradbury. Haz lo que quieras, no voy a dejar a Neville a tu antojo.

Dicho esto por Theodore, el rubio, furioso, le aventó a la cama con ira, botando en ella el pelinegro. Antes de incorporarse, el rubio se echó rapaz sobre él, sujetándole los brazos a los costados de la cara y sentándose sobre las caderas.

-No sé si eres testarudo o estúpido.-Gruñó Joshua, acercando peligrosamente su rostro al de Theodore. Sus ojos refulgiendo un extraño brillo.

Theodore sintió temor por primera vez, esa mirada no era normal. Por instinto, aun sabiendo  que era una pelea perdida tomando en cuenta el físico del americano, forcejeó para liberarse, ganando que el agarre fuera más doloroso y ser inevitablemente inmovilizado.

Joshua saboreaba el momento. Quería ver retorcerse a Nott por cómo le hacía sentir. Lo iba a humillar, le iba a hacer rogar por su vida.

Le mandaría directamente a la locura.

En un fluido movimiento atrapo ambas manos en un solo agarre arriba de la cabeza pelinegra, con la mano libre le tomó de las sienes cubriendo los ojos negros, dejándolo  salir el ser que vivía escondido en él, al acecho siempre. En su frente  salieron un par de cuernos como carnero, unas alas de piel cual murciélago brotaron de sus omóplatos, expandiéndose libres.

Suaves siseos en una lengua indescifrable salieron de los labios de Joshua. Comenzó a mover su cuerpo al compás de los murmullos, refregándose en el cuerpo pequeño del otro. Del cuerpo del rubio salían volutas que penetraban en la piel de Theodore, volviéndola de un tono rojizo iridiscente. La respiración de ambos se volvió pesada y la lucha que aun presentaba el pelinegro se volvió completamente nula. Sonrió morbosamente  al ver las reacciones del pelinegro. Su delgado cuerpo buscaba el tacto de su cuerpo musculoso cuando paraba de frotarse. Su pecho subía y bajaba en forma arrítmica y de su boca salían finos jadeos llenos de necesidad.

Joshua nunca pensó que tendría que tener sexo con el pelinegro, pero sí de esta manera tenía que quebrarlo, así lo haría. Después de pensarlo bien, no le servía de nada encerrarlo en prisión, por mucho que su abogado inflara los cargos (inexistentes) en algún momento saldría libre. Era mejor un manicomio, delirando por lo que nunca podría tener. A un súcubo dándole placer exquisito.

 Era el momento, lo supo cuando los jadeos y la respiración se volvieron incontrolables. Soltó las manos del pelinegro. Estás rápidamente corrieron a sostenerle de la nuca, jalándolo a un beso arrebatador.

De repente, todo paró. Para gran consternación de Joshua, que estaba tirado en el piso, completamente perdido viendo al pelinegro que lo miraba rabioso desde lo alto de la cama.

-Tú…tú…- Joshua balbuceaba incrédulo del giro de la situación.

-¡Tú imbécil! ¡¿Qué pretendías?!  ¡¿Violarme?!

 -Yo, no…-El rubio se levantó, sin perder de vista al Theodore, como si con solo mirarle pudiera comprender la situación.

Theo no podía creer lo que estaba mirando ¡Bradbury era un súcubo! El miedo que sintió se renovó, siendo sustituido por furia. ¡Qué diablos había pretendido! Su temperamento, generalmente templado, subió a los cielos cual lava. Prestó se bajó de la cama y se irguió cual largo era, encarando al rubio idiota. Solo alcanzó a abrir la boca cuando el tipo de nuevo le asaltó en un beso, haciendo que luchara con aumentadas energías el pelinegro. No podía darse por vencido, sino, no solo él estaría en peligro, también Neville.

Desasiéndose del agarre, formó un puño con la mano derecha  conectó un golpe en la mejilla de Joshua, que se tambaleó levemente, pero con más ahínco atacó.

-¡Para!-Gritó Theodore en un respiro. Consternado, vio con los ojos muy abiertos como el rubio de quedaba estático con la orden, bailando en sus pies, viéndose tremendamente culpable y confuso.

-¡Por qué!- Gritó Joshua, haciendo una rabieta cual niño de cinco años. Su cuerpo volviendo a ser normal.

-¿Perdón?- O sea, eso era lo que él quería saber. Quien debería dar razones no era él.

-¡Que está pasando!

-Espera, tu idiota…- Theo no comprendía nada de nada. Joshua, le interrumpió, gritando incoherencias, luego su rostro mutó en comprensión,  dio la vuelta y salió cual diva azotando la puerta, no sin lanzarle una mirada llena de cosas mezcladas. Se quedó de pie, a un lado de su cama, cruzando los brazos cubriendo su pecho y temblando de frío. Sinceramente no tenía ni las fuerzas ni las ganas para entender lo ocurrido.

Espabilándose, acabó de vestirse. Temor corriendo en sus venas. Debía ir con Neville, no tenía tiempo que perder.

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Joshua salió corriendo de la casa, olvidando que iba medio desnudo. Su mente hecha todo un lío. Un calor insoportable le hacía sentirse en brasas ardientes, un deseo irreprimible le consumía. En su mente, las efigies de dos personas danzaban intermitente, en un barullo de colores psicodélicos.

Todo su ser gritaba que regresara sobre sus pasos y abrazara el pelinegro, la otra, que corriera directamente a la enfermería y confirmara su otra suposición.

Confuso, quedó de pie, en medio del pasillo.

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Theodore odiaba con toda el alma que le miraran como si fuera un demente, no es que le importara, pero realmente le enervaba que, al parecer, la gente no tuviera nada mejor que hacer que preguntarse el por qué se veía así.

Después de haber ido por la pócima al laboratorio, prácticamente voló a la enfermería, patinando en la puerta hasta detenerse un poco más allá. Nervioso, con sus manos temblando, abrió la puerta. Suspiró con alivio al ver solo a Neville sentado en la cama terminando de comer, quien curioso volteó a ver quién entraba y le recibió con una gran sonrisa.

Poner un pie delante de otro nunca había sido tan pesado para Theodore. Sus pasos, aun cortos y vacilantes, le llevaron a la cama. Aun cuando las fuerzas le estaban fallando, permaneció de pie. Aspiró profundo y habló- Neville, necesito que tomes esta poción.

 

Los grandes e inocentes ojos castaños lo miraron fijamente. Con una sonrisa, Neville tomó el vial que le ofrecía Theodore y sin reparo lo llevo a sus labios, dispuesto a complacer a su amigo.

-Espera…-Theo cubrió la boquilla del vial con su mano temblorosa, era ahora o nunca- Neville, quiero decirte… quiero decirte que me gustas.

Neville sonrió- Tu también me gustas Theo.

-No Neville, a mí me gustas no solo como amigo, sino como algo más. Te amo.

Neville quedó pasmado. La profundidad de aquellas palabras, aunque en cierta forma comprensible para él, el trasfondo era mucho mayor de lo que creía.

-Nev,-se permitió usar el diminutivo- esto te ayudara a mejorar-señaló el vial con la mirada-. Vas a notar unos cambios.-Suspiró cansino.-Hay tantas cosas que quiero decirte, pero todo se reduce a que te amo. No sé qué va a pasar de ahora en adelante, tal vez lo olvides todo, pero al menos, permíteme permanecer a tu lado.

Neville asintió, en un rápido impulso, abrazo a Theodore, que lo abrazo con fuerza, inhalando su olor.

Con renuencia, Theo se desasió del abrazo- Bebe.

El castañito asintió, haciendo botar las orejas.

Como iba a extrañar esas cosas.

Sin más preámbulos, Neville bebió la poción de un solo trago, haciendo muecas al tragar. Sus ojos empezaron a revolotear en sueño, quedando al poco dormido. Theodore se tomó la molestia de acomodarlo lo mejor posible en la cama. Le tomó de la mano, se sentó en una silla cercana y espero.

La puerta se abrió, no necesito voltear para reconocer los pasos de Weasley y Lovegood, no le interesaba el cómo se habían enterado.

-Hola.-Saludaron al unísono.

-Hola.

Silencio, uno bastante incómodo a decir verdad.

Ambas permanecieron en la habitación, con el consentimiento de Madame, que convino que Neville debía ver caras conocidas al momento de despertar. Al pelinegro le molestó no ser incluido en “conocido”.

Nott torció su boca cuando las suaves orejas fueron disminuyendo de tamaño y casi gime de decepción cuando estas desaparecieron tras horas de espera. De repente, Neville abrió los ojos de golpe, levantándose y jalando aire como si fuera un pez fuera del agua. Las chicas gritaron pidiendo ayuda a la enfermera y el pelinegro se concentró en Neville.

-Tranquilo-musitó, mientras pasaba una mano reconfortante por la espalda de Neville.

La mirada de terror y confusión que le dio el castaño fue una puñalada en su corazón. Que Neville manoteara para soltarse de su agarre fue el acabose.  Dios pasos trémulos hacia atrás, para luego girar y salir a paso rápido de la enfermería.

Vacilante y sin conciencia fue por los pasillos hasta llegar a la Casa, pensando. ¿Había sido cobarde? Tal vez, pero había tomado toda su fuerza de voluntad decir esas sencillas palabras. Palabras que se había llevado el recuerdo.

Eran la nada.

Algo dentro de sí se quebró ante el entendimiento de esto. Cayó de culo al piso, frente a la entrada,  tomó las rodillas contra a su pecho y empezó a mecerse en un frenético vaivén. No podía, o quería, pararlo. Luchó contra sí, tratando de frenar el llanto que carcomía sus ojos.

-¿Nott?

Theodore no registró a conciencia la voz que le llamó. No le importaba, nada importaba. Fuertes brazos lo rodearon, levantándolo del piso. Un pecho contra su rostro y una calidez emanante de aquel le  brindaron un consuelo no pedido, pero agradecido. Solo por esta vez se dejaría reconfortar, aun cuando este solo fuera pasajero. Se dejó llevar por la inconciencia,  acurrucado contra el pecho de aquella persona.

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Joshua había regresado más calmado, y con una idea de lo que iba a hacer, a la Casa para encontrarse a un histérico Theodore. Algo dentro de él se removió al verlo allí, tan perdido, tan confuso. Así se sentía Joshua la mayoría del tiempo. Lentamente, con precaución se acercó, un instinto primario le exigía acercarse y consolarlo. Se sorprendió cuando este no protestó cuando lo tomó entre sus brazos, más aún cuando este se durmió en nada de tiempo. Con cuidado le llevó a la habitación de ambos. Miró  de una a otra cama, decidió dejarlo con ligereza en la cama del pelinegro, pero se acostó junto con él a un lado. Tenía sueño.

Ya trataría con  las consecuencias después.

Notas finales:

Gracias x su infinita paciencia, nos vemos.


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