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Sânge por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

I see it from your eyes; the sweetest demise.  The flame of you life, so sweet sacrifice: the rapture of the lust.


Lo veo en tus ojos; la renuncia más dulce.  La llama de tu vida, que sacrificio tan dulce: el rapto de la lujuria. – For my pain, Rapture of the lust, fragmento.


¡Comienza el clímax!

15° Rapture of the lust.

 

I see it from your eyes; the sweetest demise.  The flame of you life, so sweet sacrifice: the rapture of the lust.

Lo veo en tus ojos; la renuncia más dulce.  La llama de tu vida, que sacrificio tan dulce: el rapto de la lujuria. – For my pain, Rapture of the lust, fragmento.

 

Mircea regresó a media noche. Regresó sólo, pues había dejado a su guardia personal escoltando a Vlad: si los señores feudales veían al príncipe de Valaquia avanzar armado rumbo al corazón de Moldavia podían malinterpretarlo. O pretender que lo malinterpretaban; mejor que sus hombres de confianza lo acompañaran.

No hubo modo de disuadirlo: quería responder personalmente a la princesa. Mircea no se opuso demasiado: si se casaban pronto, ocuparían el resto del otoño y el invierno en preparativos para la guerra y apenas la estación bélica llegara, se lanzarían al ataque contra el Sultán. Y si comenzaban con victorias, hallarían mas aliados. Quizá hasta el Papa de Roma.

Se adelantó a Vlad no solo porque su ritmo de marcha era muy lento para él, sino también para avisar a Sânge de su venida y tener tiempo de prepararse, de tener lista la siguiente jugada de ajedrez. La incómoda sensación de un mal presagio lo acompañó durante todo el viaje, ida y vuelta. Era algo oscuro e incierto, flotando sobre su cabeza como la cimitarra sobre los condenados por el Sultán.

Era algo que no lo había abandonado desde la noche en que Sânge dejó ir a Lídice y a Benedicta.

-Menos mal que me adelanté. – exclamó al abrir la puerta del dormitorio de su hija y hallarla retozando con la monjita.

-¡Pater! – exclamó ella jubilosa, yendo a su encuentro sin que le importara el pronunciado escote de su vestido.

Sus formas se trasparentaban a través de la vaporosa tela al abrazar al guerrero cubierto de hierro. No respondió a su abrazo.

-Vlad está a una jornada de aquí.

-¿Qué? – Sânge parpadeó consternada.

-Se tomó en serio tu propuesta de matrimonio y viene con intensión de casarse.

Lídice subió la sabana con sus puños juntos hasta la boca.

-Dracu! – maldijo Sânge.

-Nadie espera que seamos morales pero hay que guardar las apariencias. Mándala con algún terrateniente por lo menos en lo que te casas.

-Me casaré pater, pero con ella.

-¿Y Vlad? – replicó fuerte Mircea.

Sânge se encogió de hombros.

-Te declarará la guerra.

-Que lo haga. Somos fuertes.

-No tanto Sânge. – la cogió del brazo - ¡Mírame! No puedes ofrecer una alianza a un príncipe vecino y luego escupirle en la cara.

Sânge sabía que era verdad. Cuando ladeaba la cabeza y se llevaba el índice a la boca Mircea se daba cuenta de lo inexperta que aún era.

-No le pedí que viniera.

-Le ofreciste su mano. El tipo te ama, Sânge, ¡por Dios! Viene a ponerse a tus pies con todos sus ejércitos y tesoros con tal de que lo dejes follarte.

El rostro de Sânge se alzo rápido, como un latigazo.

-Que folle a su madre. – exclamó, altiva. – Le daremos una gran bienvenida y luego atravesaré su corazón antes de prenderle fuego. Y me adueñaré de sus ejércitos y tesoros sin necesidad de humillarme.

-Obras mal, hija. Vlad siempre ha sido un amigo leal.

Sânge resopló.

-Tú me enseñaste Mircea, es política, nada personal.

-No, no lo es. Aún no sabes separar ambas cosas. Si pensaras como princesa no cometerías esta locura por una mujer.

Sânge dejó caer su  mano hasta rozar solo con sus dedos los de Mircea.

-¿Por qué, si no por una mujer, vale la pena cometer locuras? La guerra de Troya fue por amor… ¿a qué se debe esa sonrisita, pater? – terminó molesta.

-A que tú solías despreciar la poesía.

-Ven pater… - Sânge lo abrazó, voluptuosa – ven y prueba cuan delicioso es mi amor… - le cogió el rostro y lo hizo mirar en dirección a Lídice, que asustada como un conejillo presenciaba todo sin comprender.

-¿Por qué tuviste que enamorarte de esta monjita?

Era ella la que le daba mal augurio.

-Sólo tú hubieras podido evitarlo, paaater. – sus labios rozaron su oído mientras pronunciaba, alargando mucho la a. – Mircea.

Los dedos de Sânge desataban los cordones de la coraza. Lídice observaba con los ojos bien abiertos. ¿Era normal eso? La intuición le decía que no. El hierro resonó al caer en el suelo. Sânge metió las manos bajo el jubón de Mircea y le ayudó a quitárselo. Llevó las manos al cordón que sujetaba sus calzas pero Mircea apartó su mano. Con el rostro bajo Sânge se dirigió a la cama.

Caminó despacio, moviendo pronunciadamente de un lado a otro las caderas. Se puso a gatas sobre la cama, con las piernas separadas, sabiendo que su culo se mostraba soberbio así. Miró traviesa a Lídice al tiempo que le jalaba la sabana. Vestía una prenda tan descarada como la de su amante.

Se montó sobre ella y la recorrió con una mano, desde el pecho hasta el muslo, y ahí cogió las naguas, levantándolas hasta la cintura.

-No, Mircea está ahí. – susurró nerviosa.

-Lo sé. – movió el culo – Es un hombre experimentado… gozarás mucho con él.

-¡Sânge! – exclamó.

-Calma palomilla… ¿no eras tú la que deseaba ser desvirgada? Quien mejor que mi padre.

La respiración de Lídice se intensificó. Sí, deseaba ser desvirgada, pero por Sânge, no por Mircea.

-Me da miedo. – dijo a Sânge, que recorría su escote con sus labios.

-No es tan terrible… mejor ahora, pues cuando te conviertes en vampiro, las heridas tardan más en sanar. – la besó al tiempo que rasgaba violentamente su vestido por la mitad.

Se recostó al lado, lánguida, con la falda bien subida y los pechos casi saliéndosele del escote.

-Paaater – llamó exponiendo la desnudez de la muchacha – ven y prueba estos pechos suculentos y dime si no vale la pena una guerra por ellos. – los acariciaba, redondos, erguidos. Terminó jalando un pezón. – Prueba su vagina jugosa y después dime lo que quieras.

Lídice se atrevió a mirar. No lo hubiera hecho, el cuerpo del hombre resultaba más imponente desnudo que vestido. Su pecho no tenía nada que ver con los de los Cristos crucificados. Su pecho rebozaba poder, vitalidad, y no sabía lo que le despertaba pero no era compasión. Los músculos de su vientre lucían duros como el acero y algo de pelo canoso rodeaba la gran cosa que se erguía entre sus piernas.

Aquella cosa que se le figuró un arriete. Un arma de destrucción que la fascinaba. Mircea se paró junto a la cama, al lado de Sânge, mirándolas con lujuria. Sânge, que besaba su cuello, le susurró que abriera las piernas y la masturbó. Fue placentero pero breve. Sânge se arrodilló y se bajó los tirantes del vestido, mostrando sus globos generosos y pesados. Se balancearon cuando se inclinó a lamer el órgano de Mircea, sujetándolo por la base. Lamió la parte de abajo y la de arriba; cuando consideró que estaba bastante ensalivado lo frotó con su mano, como si puliera un arma.

Lo hacía con fuerza, casi con rabia. Cuando levantó la mirada esta era desafiante. Sus pechos se sacudían por la fuerza con que masturbaba, mordió su carnoso labio inferior. Mircea no decía nada. Permanecía impasible, como si todo el fuera de hierro y no solo su miembro. Ardía de lujuria por la esplendida hembra que ahora de nuevo lo felaba: ¡que labios, que pechos, que cabellera! Espesa y sedosa, sus dedos se deslizaban fácilmente a través de ella.

¡Qué hembra, Dios mío, que hembra! Imposible no desearla, aunque fuera tu hija. La monstruosidad de su pecado le hacía temer que Dios encontrase un modo de castigarlo en la tierra, ya que no iría al infierno.

¡Jódete Dios! Apretó su nuca para meter más su miembro en su boca. Deliciosa, y que bien sabia hacerlo. Miró a la chiquilla desnuda, que los miraba con los ojos grandes como platos. Los ojos, lo más bonito que tenia, pues era muy flaca para su gusto.

Sânge separó sus labios con un sonido de succión. Se volvió hacia Lídice, enfebrecida; la hociqueó desde el cuello hasta el pubis, sus roces eran más mordiscos que besos. Clavó la lengua en su vagina y luego por toda la hendidura, comiendo voraz aquello que no podía poseer como hubiese deseado.

Se apartó bruscamente.

-Ya está lista.

Mircea se colocó entre las piernas de Lídice. Ella buscó asustada a Sânge. La vampiresa pasó una mano sobre sus clavículas y la besó. Capturó su lengua para que no gritara. Mircea se hundió atinadamente en su vagina, empujando fuerte hasta rasgar el delicado tejido. Lídice se estremeció debajo suyo y las lágrimas escaparon de sus ojos cerrados. Su lengua buscó frenética el contacto con la de Sânge.

Mircea pujó. Cogió los muslos que Lídice mantenía desguanzados y los elevó, apoyándolos en sus caderas y las movió, no muy rápido pues la estrechez de la muchacha no se lo permitía. Deliciosamente apretada que estaba. Sus pechitos se habían sonrojado y Sânge se los acariciaba. Y si desviaba la mirada podía ver el trasero de Sânge, absurdamente velado de la cintura hacia abajo. Se inclinó para arrancar la prenda y ella dejó de besar a Lídice para sonreírle. Mircea la besó mientras le acariciaba los pechitos a Lídice. Ella de inmediato percibió la diferencia del toque: Mircea se los estrujaba, sus palmas estaban rasposas.

Dejó de besar a Sânge para besarla a ella: también su beso era diferente, más tosco y posesivo. Invadía mas que invitaba, besaba su cuello succionándolo; sentía el roce de sus colmillos y de su nariz aquilina. Bajó hasta sus pechos y chupó sus pezones. Los juntó con sus manos y alternó a chupar uno y otro, hambriento. Sânge acariciaba su espalda, abajo y más abajo, hasta apretar su trasero, duro por la fuerza con que penetraba a Lídice.

Finalmente jaló a Mircea por sus cortos cabellos y lo obligó a enderezarse, dominándolo con su mirada mientras colocaba las rodillas a los lados del rostro de Lídice. Una densa gota de fluido cayó cerca de su ojo haciéndola cerrarlo y ladearse. Pero de inmediato Sânge bajó su cadera hasta dejar su vulva hinchada al alcanze de la boca de Lídice. Sin necesidad de estirar el cuello la muchacha se dio a la tarea de lamerla. Aquello si le gustaba, no así el dolorcillo que aún sentía cada que Mircea arremetía con su arma dentro de ella.

Sânge atrajo a Mircea de la nuca para besarlo de nuevo. Y él cogió entre sus manos los pechos, masajeándolos, cargándolos. Su lengua danzaba erótica con la de ella ya en su boca, ya en la propia. Poco a poco se coordinó y volvió a penetrar rápidamente a Lídice. Al acercarse al clímax dejo de besar a Sânge para ver como gozaba, como ella misma se masajeaba los senos y meneaba las caderas sobre el rostro de Lídice: podía ver como la lengua de la muchacha recorría el rosado sexo de su hija, y eso lo excitaba. Asiéndola fuertemente de las caderas terminó llenándola con su simiente.

Al retirar su pene manchado el líquido, mezcla de semen, sangre y fluidos de ella, escurrió de la horadada vagina de Lídice. Sânge se inclinó para lamerlos, saboreándolos como saboreaba las caricias en su sexo. Cuando hubo comido hasta la última gota se incorporó.

Jaló a Mircea para que se recostara a la izquierda de ella, abrazando a Lídice a su derecha. Sin decir nada la miraba besarse con su amada. Acarició su silueta, estaba de espaldas hacia él. Pasó repetidas veces sobre la curva deliciosa que formaba su cintura con su cadera, delicadamente, pues la cicatriz aun estaba tierna. La miró dormir un rato, enternecido, y entonces acarició su mejilla.

-Pater… - balbuceó ella cuando le besó el hombro.

Se levantó, se vistió y se fue por algo que beber. A través de los cristales emplomados de las ventanas comenzaba a clarear.

 

Continuara…

 

Notas finales:

Comienza el clímax, señoritas y señoritos! El proximo capitulo es la apoteosis, una cosa magnifica (jajaja, que falta de modestia) bueno, a mi me ha gustado un monton y me siento muy orgullosa.

Busquen el video de Rapture of the lust en youtube, que actualizo desde la compu del trabajo y tengo bloqueado el tube (y el fb, y el tuiter, y las descargas... ¬¬)

Mi mas sincera gratitud a quienes, con tanta paciencia, han seguido este relato desde hace mas de un año, una gran disculpa por los largos periodos sin actualizar pero en verdad, mi vida ha sido un relajo...

Gracias de nuevo, y ojala se animaran a decirme que opinan :)

Kiitos, Nezal.


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