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Sânge por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

La historia se repite una y otra vez... como una interminable y macabra puesta en escena de la Pasión...

2° Mircea

 

¿Había pasado de verdad o solo lo había visto en un espejo? Cesó el abrazo de aquella mujer y ella cayó, sin golpearse, con  los ojos nublándosele lentamente. Pero antes de caer en el abrazo de la oscuridad una intensa pincelada de rojo recorrió como un rayo el horizonte, trazando una línea sobre la piedra del muro. Y luego otra. Y otra. Y más manchas, como si un pintor loco, furioso, lanzara sus pinturas sin ton ni son.

-Mater Benedicta.

El judío suspiró aliviado. Exprimió un paño y lo puso sobre la frente de su paciente. Se acercó de inmediato con un sustancioso caldo de gallina.

-Come niña.

-¡Mater Benedicta! - gritó histérica al recordar como mater Benedicta se había desplomado sobre el crucifijo.

-Calma, calma... - el judío la sujetó contra la cama.

Lídice se percibió de que traía puesto un suave y abrigador brial. Al levantar el brazo para ver el color se percibió también de lo agotada que estaba.

-Come niña.

Lídice apretó con fuerza los labios: no pensaba ingerir nada ofrecido por un judío, por un envenenador.

Ahí venían, las dificultades. Iba a ser difícil salvar a esa inculta campesina, que tomaría todos sus remedios por pócimas.

-Necesitas comer; perdiste mucha sangre...

¡Así que fue real! Lídice intento huir, pero apenas pudo caer de la cama, arrastrando consigo los cortinajes al suelo. Fastidiado, el médico la volvió a acostar. Dejo el caldo a su alcance, partió la apetitosa hogaza de trigo candeal y salió de la habitación. Cuando el hambre acuciara, comería sola.

Se fue a ver a su otra paciente.

 

***

 

La Dómina no dejaba de sangrar, pero había mejorado mucho. Ya de nuevo recibía solicitantes e inspiraba temor. Las heridas sanan muy lentamente en la carne de un muerto viviente. Ibrahim estaba asombrado, pues, hasta donde él sabía, no deberían sanar. La sangre de diecinueve vírgenes, bebida hasta la última gota, dio resultados más saludables que su remedio a base de oro, lo cual no tenía ningún fundamento científico.

La sangre que manaba de la herida seguía siendo negra, espesa, como si se transmutara en el interior de la vampiresa.

-¿Más de tus inútiles emplastos de telaraña?

El médico hizo una humilde reverencia. Tocar el cuerpo de esa hembra lo excitaba. Era perfecta. Poseía unas tetas grandes, pesadas, como de lactante, pero su vientre era liso y sus caderas como un orbe de donde podría surgir una llamarada de deseo apenas ella las moviera.

-¿Cómo está ella?

-La niña despertó.

Sânge cerró los ojos aliviada, y se dejo curar por aquel inútil que solo le causaba dolor con sus primitivos tratamientos.

Despierta. Así que estaba despierta. Esa deliciosa niña. Su sangre y solo su sangre la habían curado. Todas las otras fueron solo un refuerzo, como una comida sustanciosa. Aquella arrebatadora fragancia la hizo levantarse del trono, pues estando al alcance de su mano tenía que poseerla. Se intoxicó con su perfume, con su sabor... cada sorbo bebido era pura vida circulando por sus venas muertas. Cuando hubo bebido la mitad se dijo que debía detenerse, pero no pudo.

Su fuerza de voluntad se doblaba ante el simple encanto de una doncella. Bebió más, diciéndose a cada trago que ese seria el último... acarició el frasco de tan exquisito néctar. Su cuerpo era firme, virginal, bajo las horrorosas ropas de monja que llevaba. Se las desgarró. Tocó su seno desnudo, piel contra piel, sintió latir aquel corazón cada vez más débil, con menos y menos que bombear hasta que llegó al punto crítico.

Haciéndose violencia despegó sus colmillos, la arrojó, para no matarla. Necesitaba volver a beber de ella, seguir aspirando su perfume. Se lanzó sobre las aterradas victimas, mordiendo a una y a otra, vengándose porque los muros decorados de Voronets habían mantenido fuera de su alcance a aquella dulce criatura. En las laicas volvía a ver a aquella maldita preñada cuya sangre tanto le había costado.

La bestia en su interior se sació de sangre. Desperdiciándola, haciendo alarde. Bebió hasta quedar ahíta y se bañó en la que no pudo beber. Se quedó dormida sobre un montón de cadáveres.

Su primer pensamiento al despertar fue para la pequeña. Antes de hacerse lavar por sus deliciosas esclavas egipcias fue a verla. Pálida. ¿Cómo se verían esas mejillas con un toque de rosa? La maquilló con sus pinturas. La peinó como si fuera su esclava. La destapó para contemplar su hermoso cuerpo desnudo. Adolescente. Unos quince años, máximo dieciséis. Curvas suaves, no voluptuosas, como correspondía a su carácter. La nariz era demasiado grande para ser hermosa, pero la boca hablaba de ser una fresa madura, una de esas a las que puedes meter la lengua por la aterciopelada abertura que se les ha formado en el centro.

Sânge conservaba intactos sus recuerdos de cuando era una niña inocente. Acarició con sus dedos fríos la mejilla de la niña. Sus cabellos eran negros también, y sus ojos. Grandes y dulces. Modosita. Dócil en la vida y en la cama. Condenada por los suyos a ser madre de cuantos críos pudiera, poseída por un animal que nada sabría de la femineidad, de cómo hacerla gozar.

-Sobrevive - habló a su mente, como si fuera una vampiresa- sobrevive y te daré otra vida.

Besó aquellos labios. ¿Lo imaginaba o sabían a fresa? Penetró con su lengua por el huequito, haciéndolo mas grande. Saboreó aquella cavidad calida, resbalosa.

-Sobrevive - repitió - y te haré conocer el verdadero paraíso.

 

***

 

Las ramas arañaban el rostro del hombre, pero este ni siquiera percibía el dolor. Tampoco la fatiga, en su frenética carrera, a sus años...

La vida de su hija peligraba, de su única hija... ¡la tan deseada! Se había alistado en la cuarta cruzada solo para poder desenvainar la espada contra los húngaros. ¡Malditos húngaros! Ellos habían violado a su madre y se la habían llevado como esclava, dejándolo por muerto.

Pero la gitana que lo encontró y lo curó se dio cuenta de que su línea de la vida no terminaba. Presa de temor lo dejó en cuanto estuvo sano. El niño se internó en el bosque, buscando una loba que lo criara, como a Rómulo, como a Remo... Pero las únicas que le dieron comida fueron las monjas de Humor.

Se enlistó en la cruzada, pues un veneciano fue a explicarles que antes de partir a Tierra Santa saldarían cuentas con  los húngaros. Después de aquel veneciano, vinieron otros, soldados, y los entrenaron. Y cuando llegó el día de hartarse con sangre húngara Mircea descubrió que aún quedaba mucha furia en su interior. Que una matanza no bastaba para vengar a su madre, a la madre de su madre, a la madre de la madre de su madre... generaciones de sangre oprimida bullían en él, habiendo encontrado su vengador.

Al darse cuenta de su valía los venecianos le reclutaron para los suyos. Llegaron a Constantinopla, no obstante que ya nadie quería ir ya a Tierra Santa a que sus pecados le fueran perdonados, antes bien querían cometer más. El dux Dandolo estaba excomulgado y con el los suyos, fieles mercenarios que como dijera Virgilio en la antigüedad, nada tenían que perder.

Los Balcanes se extendían frente a ellos, como se extendieron frente a Trajano, puestos para que el más fuerte los tomara. Y Mircea era fuerte, ellos mismos lo habían hecho así.

Tenía veintiséis años cuando se encontró señor de un feudo en las cercanías de Jassy. Dueño de la tierra que había sido de su madre y de todos sus vecinos. Ahí se entregó a una vida disoluta, pues ni la sangre de todos los húngaros podría devolverle lo que perdió. Ya era un viejo de cuarenta años cuando se casó con Ioanna.

Cuando la comadrona le entregó a su hija, todavía cubierta de sangre, algo por fin despertó en Mircea. Aletargada desde los tiempos en que dormía en el regazo de su madre, la ternura no había vuelto a fluir. Pero al sentir el peso de esa pequeña en la que su madre, la madre de su madre y la madre de la madre de su madre volvían a vivir se desbordó.

Por primera vez le preocupó estar excomulgado, pues, sin un matrimonio eclesiástico con Ioanna su hija seria una bastarda. Y aquella hija había nacido para ser una señora.

Todos los que en la comarca le consideraban un endemoniado se quedaron estupefactos al conocer que había donado una huerta entera al monasterio de Humor, como primer paso para obtener el perdón de Roma. A Ioanna y a su hija les fue permitida la entrada en la catedral de Jassy, y la niña tendría unos siete años cuando su padre fue perdonado.

La bautizaron en la misma ceremonia de matrimonio de sus padres, y el viejo Domine que había guerreado (después de tanto tiempo era ya casi una leyenda) con los venecianos alimentaba con migas de pan a las palomas para que su hija correteara entre ellas.

Pero si Dios perdona los pecados no perdona tan fácilmente las culpas. Cada gota que los médicos sangraban a su hija le dolía a Mircea como si se la sacaran de los ojos. Y cuando el obispo dio la extremaunción a la niña Mircea recordó a la sombra que conociera en el bosque.

Sin tener idea de donde habitaba se adentró, guiado solo por el aroma y el recuerdo. Las nubes que desfilaban frente a la luna pintaban claroscuros en el bosque. La sangre fresca de los arañazos de Mircea atrajo al vampiro.

-¿Tú? - le dijo - ¿Tanto tiempo ha pasado?

-Para los hijos de Eva el tiempo es breve. Para los hijos de la noche no. Quiero que conviertas a mi hija en uno de los tuyos.

El vampiro se quedó sorprendido.

-¿Sabes que es lo que estas pidiendo?

-Solo deseo que mi hija no muera.

El vampiro se conmovió.

-Sea.

Pero cuando llegaron ya era demasiado tarde. El ángel de la muerte ya había cerrado sus alas sobre la hija de Mircea. En el paroxismo de su dolor Mircea mató a Ioanna, a los médicos, al canónigo que había llegado de la catedral para bendecir el cuerpecito.

Su madre, y la madre de su madre, y la madre de la madre de su madre habían vuelto a morir. Su existencia no había servido de nada.

Apreciando su valía, el vampiro lo reclutó para los suyos...

 

Continuará...

 

Notas finales:

Ok: Moldavia, ¿donde culos del mundo esta eso? Les dejo el enlace a un mapa donde a todo color he señalado la ubicacion aproximada de la fortaleza de Sânge asi como de los monasterios decorados. Cabe señalar que el territorio de la Moldavia de aquella epoca, la que menciono en mi relato, actualmente es territorio de Rumania en su mayoria, pues los Balcanes son un sitio en el que las fronteras suben y bajan (o bajaban hasta hace poco) como calzon de puta.

link:http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/balcanes.jpg

Evidentemente, la fortaleza de Sânge es ficticia, pero he querido insinuar que la ciudad de Suceava se originó por la influencia de la corte de Sânge ;)

La corte de Sânge: tiene vampiros y humanos. El judio, por ejemplo, es humano, pero es parte del personal y no del almuerzo.

La epoca en la que ocurre la historia es casi toda a finales del siglo XV, (la actualidad de la historia, con Sânge deseando a Lídice) si bien iran saliendo cosas que sucedieron en siglos anteriores: por ejemplo, la historia de Mircea comienza a finales del siglo XII.

No los abrumo con mas datos por hoy.

Carpe noctem!


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