CAPITULO 8: REVELANDO VERDADES
Con mis brazos alrededor de su cuello y cerrando mis ojos, me dejé llevar por la maravillosa sensación de su tacto. Su beso me dejaba sin fuerzas a medida que mi cuerpo se encendía por el apasionado contacto. No podía pensar en nada, mi mente se puso en blanco y solo daba paso a la cálida sensación de su boca.
Con cada roce que me daban sus labios me hacía temblar al revivir esta olvidada sensación de querer ser abrazado por la persona amada. Suavemente deslizó sus labios a lo largo de mi garganta en un delicioso y lento recorrido a través de mi piel que ardía con cada toque de su lengua y me hacía temblar al tiempo que se me escapaban gemidos por la inevitable pasión.
Por su inesperada presencia en la sala de música y a su repentino acercamiento, en ese momento me encontraba acorralado entre las teclas del piano y de su cuerpo. El contacto con su calor corporal junto con la sensación de no tener escapatoria hacia arder en mí aún más los deseos que había dejado enterrados en lo más profundo de mi interior, y comenzando a liberarse sin poder detenerlos.
-Ah! –gemí al tiempo de que posaba mis manos hacia los costados para no caerme, aterrizando fuertemente sobre las teclas del piano que retumbaron junto con mi extasiada voz, haciendo aún más intensa la emoción.
No dejaba escapar mi cuello volviéndolo prisionero de sus labios, mientras su astuta mano derecha se deshacía de los botones de mi blanca camisa de una forma tan sutil, que solo pude darme cuenta que la tenía desabrochada cuando comenzó a deslizar su dedo anular desde mi pecho hasta donde lo detenía mi cinturón y viceversa, en un lento recorrido por mi tibia piel bajo el mando de su frío toque.
Su viaje a través de mi piel despertaba la excitación en mi cuerpo, dando paso al despertar de mi parte inferior que rogaba cada vez más ser tocado. Atrapó una vez más mis pequeños labios y sin dejar de besarme me tomó por la cintura apegándome hacia él, deslizando sus manos a cada lado de mis caderas, recorriendo lo largo de mi cinturón de manera lenta y sensual, encontrándose al frente de mi vientre. Encontró la hebilla de mi correa y comenzó a desabrocharlo con un rápido movimiento, pero dando paso a la provocación.
Termino su tarea en unos pocos segundos y abrió mi cinturón sin dificultades. En seguida, desabrochó el botón de mis pantalones, bajó la cremallera de ellos y coló su mano por debajo de mi ropa interior haciendo que se me escaparan gemidos por sus sensuales movimientos.
Se separó de mi boca, y con su lengua viajó desde mis labios, pasando por mi mentón, recorriendo mi cuello, bajando por mi pecho y vientre, hasta llegar a mi parte inferior en un exquisito camino que me estremeció por la deliciosa sensación.
Se arrodilló frente a mí y con su mano me bajó los boxer, lo suficiente para sacar mi miembro, darle un suave beso en la punta y comenzar a lamerlo lentamente.
Con los ojos cerrados comencé a disfrutar del contacto que me proporcionaba su lengua con mi ya despierta erección.
- Ah!...Sasuke…- jadeaba mientras mis piernas temblaban por la debilidad que sentía y trataba de afirmarme con mis manos sobre las teclas del piano para no caer de rodillas, que se escuchaban en un sonido desigual y se mezclaban con mis gemidos.
Se introdujo por completo mi miembro en su boca, haciendo que mi cuerpo se tensara y mis labios exclamaran por el éxtasis que estaba experimentando.
- No…Sasuke…voy a…- Me miró por una fracción de segundo sin apartarse de su labor y acelerando su ritmo. Un estremecimiento me recorrió a lo largo de la espalda junto con un fuego que se hacía más intenso, y sin poder reprimir más el placer, me vine en su boca, y dejé escapar sin reservas mi blanca semilla que él bebió por completo como si fuera el más exquisito líquido.
Se limpió la comisura de los labios con su dedo pulgar y lamió con la punta de su lengua lo que había en él.
Con la respiración entrecortada miraba sus movimientos, afirmándome en el piano para no perder el equilibrio.
Se puso de pie lentamente, sin apartar sus ojos de los míos. Posó su mano derecha sobre mi mejilla con una dulce caricia y con un suave movimiento me abrazó de forma tierna y cálida.
- Eres tan hermoso mi amado Naruto - dijo en un susurro en mi oído que me hizo estremecer.
Quedé petrificado y mi cuerpo rígido al oír una vez más esas palabras. Lo aparté de mí con el brazo extendido poniéndolo como distancia entre ambos. Lo miré fijamente, asustado y despertando por fin del ensimismamiento en el que me encontraba.
¡No podía ser posible! En un momento de confusión y de anhelo había confundido a este niño con mi amado. Me dolía y me partía el corazón lo que acababa de ocurrir ¿Qué estuve a punto de hacer al tratar de revivir sus recuerdos y sus caricias?
- Tú no eres Sasuke- dije asustado y con el corazón acelerado al haberme dado cuenta de mi error.
- Claro que soy Sasuke….ese es mi nombre- dijo con un tono como si fuera divertido lo que decía.
- Tú no eres tu padre- dije seriamente- ¡deja de comportarte como si me conocieras!
- Por supuesto que te conozco Naruto… te he conocido desde siempre- dijo con una sonrisa extraña, como de resignación- Sé todo sobre ti.
- ¿Qué quieres decir?- pregunté ante sus confusas palabras.
- Pero tendré paciencia- dijo haciendo caso omiso a mi pregunta.
Depositó un rápido y breve beso sobre mis labios, y dando media vuelta se dirigió hacia la puerta del salón de música y cuando estuvo a punto de salir se volvió con la mitad de su cuerpo añadiendo seriamente:
- Después de todo… tengo todo el tiempo del mundo ahora que te he encontrado.
Cerró la puerta tras de sí dejándome inmóvil, impactado y con la cremallera de mis pantalones abierta. Me dejé caer pesadamente sobre el suelo, quedando sentado como si fuera un muñeco de trapo mientras con las manos abiertas me tapaba el rostro y parte del pelo y tomándolo fuertemente comencé a llorar por la cantidad de emociones que no era capaz de soportar.
Me sentía culpable por traicionar mis sentimientos por Sasuke, me sentía confundido por este niño y su comportamiento, me sentía preocupado por no saber sus propósitos, me sentía triste al querer revivir mi amor por alguien que ya no estaba conmigo y eso producía un vacío incapaz de llenarlo.
Él no era Sasuke, pero entonces ¿Por qué usaba las mismas palabras que me había dicho su padre en el pasado? ¿Cómo podía saberlas este joven? ¿Qué había querido decir con sus últimas palabras?... No lo sabía, y eso me hacía sentir peor.
Después de haber llorado lo suficiente para desahogarme salí del salón de música y fui al baño a lavarme la cara para estar más presentable durante el día. Hice clases en una tormenta interior donde no me era posible ver ninguna luz. Pero justo cuando no veía escapatoria me acordé de alguien que podía ayudarme a entender mejor las cosas, y que aún me debía una conversación.
Dejé en último periodo a cargo de mi amigo Gaara, que aceptó con la condición de que aceptara comer el almuerzo al otro día con él.
Salí corriendo por los pasillos a todo lo que daban mis piernas. No quería mirar atrás, solo podía pensar en llegar lo más pronto posible hacía donde me dirigía. Mi corazón latía deprisa ante la cantidad de emociones en choque, pero la determinación de apoderaba de mí al querer saber la verdad de todo lo que estaba pasando… Es así como mi instinto me llevó una vez más hasta la mansión Uchiha.
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Llegué al despacho de Itachi en el preciso momento en que una criada le dejaba el té de la tarde encima de la mesita de centro, por lo que se encontraba sentado en uno de los sillones revolviéndolo con la cucharita, y mientras lo hacía me examinaba con sus fríos ojos negros.
Tomó la taza entre sus manos y dándole un sorbo lo volvió a dejar sobre la mesa, entrelazó los dedos de sus manos, apoyando los codos sobre los muslos y mirándome de forma inquisidora me dijo:
- Mi sobrino otra vez ¿verdad?... ¿Trató de besarte nuevamente?- dijo un poco divertido con lo que me preguntaba.
- Esta vez intentó hacerme el amor- dije molesto
- Está avanzando más lejos de lo que pensé- dijo seriamente.
- Quiero que me digas la verdad acerca del comportamiento del hijo de Sasuke- dije con determinación.
- ¿Qué es lo que quieres saber?- dijo tranquilamente.
- ¿Fuiste tú quien le contó a tu sobrino sobre la relación que tuve con su padre?- pregunté decidido a saber la razón de la conducta del niño.
- No…- sonrió de una forma como si hubiera recordado algo- Mi hermano lo hizo.
- No te burles de mí – dije molesto.
- No lo hago, mi hermano fue quien le contó todo sobre ti Naruto…- luego de una larga pausa añadió- No de manera directa claro.
- ¿A qué te refieres?
- ¿Sabias que Sasuke escribía diarios de vida?
Su pregunta me causo un poco de conmoción. Yo mismo tenía en mí poder uno de ellos, ya que fue él mismo quién lo había dejado en mis manos una noche antes de su muerte. Pero quise disimular que no lo sabía, haciéndome el desentendido.
- No- respondí con todo el dominio de mí mismo.
Suspiró y dijo:
- Conservaba cuadernos personales donde escribía lo que él consideraba más importante: sobre la familia, y su vida en general pero…
- ¿Pero…?- dije alentándolo a proseguir.
- Hay uno de ellos que es especial, y en muchos sentidos el más atesorado por mi hermano, ya que fue el último que escribió.
- ¿Cuál?
- El tuyo
- ¿¡Qué!? – pregunté extrañado y alarmado.
Suspiró pesadamente inclinándose hacia atrás, relajando la postura de sus brazos sobre sus piernas, y mirándome desde esa posición me dijo:
- El último diario que escribió solo habla de ti: de cómo te conoció, te conquistó, las frases que te decía. Tus gustos, tus gestos, todo…Todo lo que mi hermano sabía sobre ti esta redactado en ese cuaderno.
- No puede ser…- dije mirando hacia el suelo recorriéndolo con la mirada.
- Pero lo es- dijo seriamente.
- ¡Devuélvemelo! – grité con exigencia.
- No esta en mi poder – dijo calmadamente.
- ¿Dónde está ese diario ahora? – pregunté ansioso
- Con mi sobrino- dijo de manera natural.- Como verás, el cree que el diario le pertenece por derecho propio… al igual que tú.
- ¿De qué estás hablando?
- Cree que tú le perteneces al ser Uchiha Sasuke.
- No entiendo- dije al no querer admitir lo que escuchaba.
- Haber…tú eres Uzumaki Naruto el amante Uchiha Sasuke. Como él se llama igual que mi hermano, adoptó tanto su personalidad como todo lo que le pertenecía. En su mente cree que tú eres suyo… SU amante.
- ¿Cómo dices?- dije incrédulo, incapaz de creer semejante barbaridad.
- Mi sobrino cree que eres suyo…completamente suyo.
- Eso es enfermo… ¡no tiene sentido!- grité molesto y confundido.
- Pero lo es…y temo que no se detendrá.
Quede estupefacto, incapaz de mover un solo músculo. Finalmente sabía la verdad respecto a este joven y la razón de su comportamiento: quería ser como su padre, y creyendo serlo…cree que yo soy su amante.
¿Por qué me tenía que pasar esto a mí? Y lo peor era que…estaba entrando a la fuerza en mi vida, pero ¿sería capaz de detenerlo?
Itachi se paró desde donde estaba sentado y camino lentamente hasta estar a unos centímetros frente a mí. Me rodeo suavemente con sus brazos, mientras yo estaba rígido y con los pensamientos perdidos. Acariciando mi pelo con una de sus manos me dijo:
- No temas… no dejaré que nada malo te pase Naruto. Me tienes a mí.
Y separándose un poco de mí, posó su mano sobre mi mejilla levantando un poco mi rostro y me beso suavemente mientras me dejaba sorprendido al tiempo que me perdía en sus ojos negros.
De pronto sentí un fuerte sonido, alguien había entrado a la habitación dando un gran portazo. Me di vuelta solo para ver de pie al hijo de Sasuke que nos miraba con rabia en sus ojos y acercándose hasta nosotros a grandes pasos.
Me asusté al verlo con esa expresión en su rostro mientras la sangre se me helaba en la venas a medida que se acercaba hasta donde estábamos nosotros.
No pude reaccionar y solo pude mirar sus acciones al tiempo que me tomaba de un brazo apartándome del lado de Itachi mientras con uno de los suyos me rodeaba
- Nadie más que yo tiene permiso de tocarlo…Naruto es mío- dijo furioso y con una actitud que daba miedo.
Tío y sobrino se miraron directamente a los ojos con un brillo desafiante en ellos, durante unos segundos que me parecieron interminables, de manera seria, fría y con un aura a su alrededor que daba escalofríos.
No podía reaccionar ante lo que sucedía en ese momento. Mis pensamientos se congelaron en el fondo de mi cabeza y solo podía permanecer en silencio ante la atmósfera atemorizante en la que me encontraba: Los dos últimos Uchiha mirándose a muerte.