-Me estás aplastando, imbécil. Ya quisieras tener tanta suerte para que yo me fijara en ti…- Sonrió de lado y me empujó con facilidad, ya no estaba aplicando fuerza contra su cuerpo. ¿Qué acababa de pasar? Simplemente no podía creerlo; ¿Estaba a punto de ser tan hijo de puta como para besarlo y en cierta manera serle infiel a Dei…? -Eres tan marica, creí que ibas a besarme y yo vomitaría del asco- Y sin más siguió caminando, dejándome atrás con cara de incrédulo. -¿Vas a caminar o te vas a quedar ahí parado como imbécil viéndome caminar?- Se burlaba y yo no reaccionaba, no sabía como debía hacerlo.
-Eres un hijo de puta, Itachi.- Nunca le había insultado, pero sentía que se lo había buscado. De cualquier modo tenía esa sonrisa en mi ostro de que esa confianza había vuelto entre nosotros. Sin embargo, seguía sintiéndome raro por lo que acababa de pasar entre nosotros, si es que realmente pasó algo. O mejor dicho, si es que todo había vuelto a la normalidad.
[…]
-Siempre supimos que eras gay.- La conversación inició con el bello comentario de Konan –Era más que obvio.- Dio un mordisco más a su manzana, y prosiguió: -En los 5 años que llevamos conociéndote, NUNCA nos habías presentado a una novia, ni mencionado una, ni si quiera nos habías dicho si alguna chica te parecía atractiva, y eso que había muchas con curvas persiguiéndote.-
Y así era; tenía muchas “admiradoras secretas” que me enviaban cartas, dulces e incluso flores. Algunas bajo el anonimato me hacía llegar estas “demostraciones de su amor eterno”, y otras sin embargo iban a buscarme para entregarme personalmente el obsequio y confesar sus sentimientos. Pero todas tenían el “ligero” problema de ser demasiado jóvenes o demasiado mayores para mí. Algunas incluso me daban miedo, llegué a pensar que me seguían a todos lados.
Todo eso cambió, claro está, cuando se enteraron por mis “preferencias”. Aunque al inicio todas pensaron que me gustaban “rubias”, y más de una se tiñó el cabello. No dudo que alguna soltara el llanto cuando descubrieron que Deidara es hombre, y que yo soy… ¿Gay? Realmente nunca me consideré así; siempre pensé que era algo más… asexual.
Aunque de cierta manera eso no me importaba tanto en ese momento, seguía pensando en lo que había pasado con Itachi unos días atrás. Él siempre fue algo así como “mi mejor amigo” y era demasiado raro que le surgieran sentimientos de un día para otro. Quizás por eso me agradaba, él era como yo en algún sentido frio y retorcido… quizás por eso nos gusta Deidara… o eso creo.
Suspiré hondo, no encontraba sentido alguno a mis pensamientos sobre Itachi. ¿Por qué seguía pensando en él y lo que pasó hace unos días? Tal vez solo debería dejar de pensar en eso, y pensar más en mi novio…
-¿Y entonces, Sasori?-
-¿Eh?-
-¿Para cuándo?-
-¿Para cuándo qué?-
Konan rodó los ojos, creo que ante mi cara de estupefacción. Todos en la mesa me estaban viendo, y yo voltee a ver rostro por rostro. Algunos tenían cara de sorpresa, pero no más que la mía; otros me venían con sonrisas que yo identificaría como picaronas, y otros evitaban verme a los ojos mientras se sonrojaban. Realmente no entendía qué estaba pasando, de qué me había perdido, o cuánto tiempo estuve sumido en mis pensamientos. Y lo último era algo que me empezaba a pasar con frecuencia.
-¿Para cuándo las vas a perder?-
-¿Qué cosa?- Me estaba poniendo rojo, no tenía ni una jodida idea sobre qué estábamos discutiendo.
-¡Ya veo porqué sigue siendo virgen!- Hidan gritó, riendo a carcajadas, haciendo reír a los demás. Y esa fue la gota que hizo que toda la sangre se me fuera a la cabeza.
-¿De qué están hablando?- Mi pregunta sonó burda, era obvio de qué estábamos hablando.
-Si ya lo hiciste con Deidara.- Itachi entró a la discusión, con media sonrisa en el rostro –Es obvio quien le daría a quien.- Y me guiñó el ojo con perversión.
-¡¿Qué?!- La sorpresa no cabía en mí; primero Itachi me confiesa su amor, intenta besarme, me dice homosexual y ahora ¡esto!
-Sasori es más virgen que las niñitas que le envían flores jajaja- Hidan no podía contener sus comentarios.
Yo había perdido el color por completo. Mi primera vez será con un hombre, y nada en este mundo me aseguraba que yo fuera el activo.
[…]
Y ahí estaba yo, preguntándome si realmente era “importante” perder la virginidad ahora, con Deidara; un hombre, y con tan poco tiempo de relación y a penas poco más de conocernos. ¿No se supone que eso lo haces con alguien que amas? ¿No soy muy joven aun para andar pensando hacer esas cosas? No creo estar preparado para hacerlo; y menos cuando me dijeron que yo sería “el de abajo”.
Todos estaban de acuerdo en que yo tenía cara de pasivo. La conversación simplemente llegó a la conclusión de que Deidara ya tenía experiencia y que no se dejaría tocar por un inexperto idiota como yo. Pero no planeo dejar que alguien ponga su… en mi….
-¿Qué estás pensando, Sasori?- Suspiré profundo, y dejé que mis pensamientos se disiparan en la amplitud de mi almohada.
No quería hacerlo. No estaba listo. Pero si Deidara ya tenía experiencia eso explicaba porque insistía tanto el otro día… porqué estaba tan deseoso de que lo tocara como a una puta barata…
Me giré en la cama, y mis pensamientos comenzaron a volar hacia otro rumbo. Me daba coraje que alguien antes que yo lo hubiera tocado, que se hubiera entregado antes con alguien, que alguien se hubiera llevado lo que desde siempre había sido mío, algo que no le pertenecía a nadie más, algo que sólo debía ser mío.
Pero yo era tonto e inexperto en ese tema. Incluso si hubiera estado aquí antes pude haberlo lastimado, cualquiera pudo haberlo hecho; pero… ¿Y si su primera vez fue con alguien no-virgen?
Me removí en la cama. Más coraje me daba pensar en eso. ¿Y si Deidara todavía lo amaba? ¿Y si solo está utilizándome para olvidar su antigua relación?
Ya me estaba quedando dormido, a pesar de los atroces pensamientos que merodeaban mi mente. Sin embargo, había omitido por completo algo.
-Sasuke… - Ese grandísimo hijo de…
No pasaron más de un par de segundos desde que ese nombre recorrió mi mente, cuando ya me encontraba con el celular en la mano, texteando. Envié el mensaje y los pocos minutos que pasaron me parecieron eternos. No estaba seguro si Deidara estaría despierto a esa hora, ni siquiera estaba seguro si me contestaría el mensaje… O si volvería a hablarme por mi imprudencia. Un deje de cordura regresó a mi cuerpo. ¿En serio acababa de mandarle eso? ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué estoy siendo tan desconfiado?
El sonido de un mensaje recibido me sacó de mi ensimismamiento inicial, antes de que se tornara más profundo.
-¿A qué viene la pregunta?- Esa no era exactamente una “respuesta” que esperaba, ya no sabía que decirle; así que contesté con lo más inteligente que pensé en ese momento: Volví a repetir mi pregunta, con la esperanza que ahora si contestara.
-¿Eres virgen?-