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Amado elfo por Shiochang

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Amado elfoAmado elfo
¡El amo debe vivir!

Quatre y Dúo miraron a los hombres que cruzaban el río y decidieron callar que
el amo estaba entre esta vida y la otra, ellos debían continuar adelante, vencer
a Oz en su propio territorio y regresar a casa triunfantes para al fin darle paz
a los cuatro reinos, no podían devolverse sólo porque uno de sus líderes estaba
en los linderos de la vida. Trowa notó sus miradas y regresó junto a Heero que
descansaba sobre el regazo de Dúo.

- ¿Está bien? - les preguntó preocupado.

Dúo sólo bajó la mirada, no sabía mentir así que le dejaría esa labor a su
hermano.

- El amo sólo está agotado - dijo decidido Quatre - le dijimos que aún no estaba
repuesto, que se agotaría si hacía el conjuro, pero ya vé, es muy testarudo y se
agotó nuevamente.

- Le diré a Zech...

- Tomen ustedes el mando - le dijo Dúo sin mirarlo - estoy convencido que el amo
confía plenamente en ustedes para vencer a Oz y mantener a los cuatro reinos a
salvo.

- Pero ¿quien mandará sus huestes?

- El Duque Wufei - le dijo Dúo - ya el amo recobrará sus fuerzas e irá a ponerse
a la cabeza de sus tropas, por el momento, avancen sin preocupaciones y venzan a
Oz.

- Pero...

- Marche, príncipe Trowa - le pidió Quatre - y regrese con bien.

- Está bien, Quatre, regresaré victorioso - se dio media vuelta pero antes de
marcharse le acarició suavemente la mejilla y se acercó a él - y no llores más,
no te vienen las lágrimas.

Dúo lo miró marcharse y miró a su sonrojado hermano ¿El príncipe Trowa lo había
tocado y Shinigami no le había hecho nada? Era de lo más extraño ¿Acaso su
hermano acababa de desviar su cariño hacia aquel hombre olvidando que amaba y se
había entregado al príncipe Heero? Debía ser así, de otra manera, aquella
caricia lo habría mandado muy lejos.

- Debemos llevar al amo de regreso al castillo - le dijo Quatre aún más rojo al
ver la manera en que su mellizo lo miraba - allí podremos cuidarlo mejor.

- No te entiendo, anoche llorabas y ahora quieres a ese hombre.

- El príncipe Trowa ha sido muy bueno conmigo - replicó.

- Está comprometido con lady Catherin y se van a casar muy pronto.

- ¡No digas eso, él me ama! - sus ojos se llenaron de lágrimas - él llenará mi
vida como el amo llenará la tuya.

- Yo no puedo ver el futuro, Quatre, eso lo sabes, pero si veo el pasado y sé
que él sufre porque te ama, pero lo estás poniendo en un terrible dilema, él
está comprometido con Lady Catherin hace mucho tiempo, es una decisión de sus
padres, algo que él no puede revertir, no es libre como el amo para elegir a
quien le entrega el corazón y si tú le das esperanzas, sólo lo vas a destruir
por dentro.

- Basta, Dúo - le rogó - ayudemos al amo y después nos preocuparemos de lo que
nos depara el destino - miró hacia el río donde los hombres terminaban de armar
el puente - sólo espero que regrese con bien.

- Yo sólo espero que el amo se recupere pronto - lo tomó por los hombros - sólo
él vencerá por completo al enemigo.

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Cuatro días marcharon las tropas de los cuatro reinos por cerros y quebradas,
por bosques y descampados, antes de encontrar el primer obstáculo a su llegada a
la capital enemiga. Era una enorme fortaleza de piedra rodeada por profundos
pozos llenos hasta el borde de agua y la única manera de llegar al otro lado era
bajando el puente.

- ¿Qué hacemos? Es casi imposible llegar a los muros sin cruzar el pozo y ni
siquiera podemos saber cuan profundo es sin acercamos y poner en peligro
nuestras tropas - dijo Zech.

- Hay una forma - dijo Trowa mirando la artillería - sólo debemos elevar un poco
el ángulo de disparo de nuestros cañones.

- ¿Y cómo? - preguntó Wufei mirando a los artilleros.

- Recuerda a los pontoneros, sólo debemos crear una base móvil para los cañones
lo bastante alta como para atacar la zona superior de las torres y murallones,
luego bajaremos el alza y procuraremos agujerear los muros mientras los
pontoneros construyen otro puente provisorio para que la infantería y la
caballería penetre al fuerte mientras ellos y los arqueros disparan para
protegerlos.

- Me parece buena idea, pero debemos evitar que ellos se den cuenta de lo que
planeamos.

- Llevaré a los Húsares de Yui a revisar los alrededores a ver si hay otra forma
de acceso al fuerte sin ponernos al alcance de sus hombres a fin de distraerlos
el tiempo suficiente y ordenaré una andanada de disparos de los cañones para que
no escuchen el trabajo de los pontoneros.

- Adelante, Wufei, haz lo que dices y que encuentres alguna debilidad en el
enemigo que nos sirva para penetrar sus defensas.

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Dúo ya no hallaba que conjuro usar para mantener a su amo con vida, sus fuerzas
y su magia se agotaban sin lograr hacer más que traerlo sólo por instantes a la
conciencia, bajar a ratos la fiebre que parecía devorarlo o calmar a ratos sus
pesadillas.

Quatre estaba casi en las mismas condiciones, por más esfuerzos que hacía con su
magia, no conseguía lograr más que su hermano, el amo no recobraba la conciencia
y cada vez que el conjuro terminaba de actuar parecía empeorar en vez de
mejorar.

Pero ninguno quería darse por vencido, no querían fallar, no podían, no iban a
mostrar ninguna debilidad, pese a que los dos estaban al límite de sus fuerzas,
y hacían denodados esfuerzos para no echarse a llorar como bebés.

Noin los había obligado a dormir, comer e incluso alejarse por cortos períodos
de tiempo de la cama de Heero, pero a ella le parecía que los elfos comenzaban a
perder su brillo y la esperanza y le preocupaba cómo afectaría aquello a su
magia y la retención de la vida de su amo amado, que no parecía tener ninguna
mejoría, así como aún no tenían noticias de las huestes que habían partido a
atacar a Oz.

- Señorita Noin - le dijo Quatre - no se angustie por nosotros, tan pronto el
amo se recupere, nuestras fuerzas volverán con nosotros, se lo aseguro - le
sonrió cansado.

- Pues espero que sea pronto, aún no hay noticias de nuestros guerreros y
comienzo a preocuparme por Miliardo.

- No se preocupe por ellos - le dijo Dúo cansado - aún no entran en combate,
pero ya han encontrado la manera que necesitan para vencer el primer obstáculo.

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Aquel mundo era muy oscuro y frío, nunca antes había sentido nada igual en su
vida, parecía que le helaba el alma, pero sabía que debía seguir avanzando,
allí, muy lejos se veía una dorada luz que lo guiaba, aquella luz emitía un
tenue calorcillo y un agradable aroma que lo llamaba, que llenaba sus sentidos.
De pronto vio una suave y delicada luz a su lado.

- No desvíes tu camino, príncipe Yui - le dijo una dulce voz femenina - avanza
mirando siempre hacia el frente y encontrarás el verdadero camino de regreso.

- ¿Dónde estoy?

- Si te desvías nunca verás el jardín del paraíso y tu alma le pertenecerá, como
todas las almas de los elfos muertos por Oz, a Shinigami.

- ¿En dónde estoy? - volvió a insistir mirando a la mujer.

- En el camino de la muerte - le dijo la mujer señalando aquella oscuridad -
pero Shinigami no puede hacer nada contra ti, tu corazón esta protegido por los
elfos que te aman, que lloran tu regreso en cada conjuro que hacen.

- Pero si llego al jardín del paraíso ¿no desprotegeré mi corazón?

- En el jardín del paraíso no existe más magia que la del amor de Dios, pero
tendrás que enfrentar el juicio por tus acciones antes de saber cual es tu
verdadero destino.

- Si yo muero...

- Quatre y Dúo morirán también - afirmó antes de desaparecer.

Mientras se alejaba, Heero la pudo ver bien. Era una mujer delicada, de largos
cabellos trenzados del mismo color de los de Dúo y bellos ojos violeta.
Comprendió su preocupación entonces, sus pequeños elfos eran sus hijos y por eso
lo ayudaba.

Decidido, volvió a avanzar rumbo a aquella luz, pero se tropezó con algo, frente
a él había dos luces idénticas, dos pasillos distintos y no sabía cuál lo
llevaría su destino.

- Uno te llevará a Dios, a la vida; el otro es de Shinigami, de la muerte. Si te
equivocas, tu alma y la de los elfos que aún viven, le pertenecerán a Shinigami.

- ¿Cómo sé cual es el camino correcto y cual no? - le dijo a la voz que le
hablaba.

- Déjate guiar por tu corazón, Heero, sólo eso te ayudará.

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Dúo no quería rendirse, pero su cuerpo exigía descanso después de cuatro largos
días en vela, días en que no se había apartado de su amado amo, igual que
Quatre, aunque este último había dormido a ratos. Se acomodó a un costado de él
y cerró los ojos, no se estaba rindiendo, se dijo, sólo estaba reponiendo
fuerzas para regresar a la lucha con fuerzas renovadas.

Quatre decidió cuidar a su hermano mientras dormía, sabía que había agotado sus
fuerzas intentando llegar hasta el alma de su amo, pero era difícil, en especial
por los caminos que recorría, la única manera que había de llegar a él era
poniendo su alma en la ruta de la muerte y eso no se lo iba a decir a su
hermano, era muy capaz de hacerlo, tanto así amaba al joven que lo había
salvado. Se sentó del otro lado del amo y acarició su frente.

- Supongo que si yo supiera que usted correspondería con creces mi amor, yo
haría lo mismo por usted, pero sé que ama intensamente a Dúo, que el cariño que
me tiene le confunde y lo hace desear mi felicidad también y que por eso me
permite seguir a su lado, pero yo no puedo dejar que las cosas sigan así. ¿Sabe,
amo? Creo que le daré a mi corazón la oportunidad de enamorarse de alguien más,
alguien que si pueda ser sólo mío, que me quiera sólo a mí. Pero a usted no lo
voy a abandonar, jamás. Primero quiero verlo casado con Dúo.

Un suave sonido fue la respuesta que recibió del príncipe, no sabía que
significaba aquello, pero parecía ser una buena señal, el amo de seguro
mejoraría y le ganaría esta vez la batalla a la muerte.

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Wufei miraba asombrado aquella zona tras la fortaleza, había una ancha franja de
terreno no excavado, si atacaran por allí los pontoneros no tendrían necesidad
de construir un puente, sólo serían necesarias las plataformas para levantar los
cañones. Volvió grupas y ordenó a sus hombres volver al campamento lo más rápido
posible manteniéndose ocultos tras los árboles para que no se dieran cuenta de
su descubrimiento.

Los centinelas de Trowa los vieron regresar y avisaron a sus superiores, por lo
que ya los esperaban cuando llegaron de regreso.

- ¿Qué pasó, Wufei? - le dijo Zech ya que Trowa aún vigilaba la fabricación de
las plataformas por parte de los pontoneros.

- Atrás, del otro lado del bosque, estos tontos no construyeron fosa, de seguro
no lo creyeron necesario por la presencia de los árboles que lo ocultan - le
informó - claro que el muro es más alto y seguramente más grueso, pero ello nos
ahorraría el exponer a los pontoneros en la fabricación de un puente para
tomarnos el fuerte ¿no cree?

- Entonces, debemos movilizar la artillería hasta esa zona, emplazarla
adecuadamente e iniciar el ataque por aquel sector.

- Puede que sea una trampa - dijo Trowa sumándose a la reunión - pero nos
ahorraría tiempo y trabajo.

- ¿Qué mandan?

- Derribemos ese sector del muro - decidió Zech.

- Mis pontoneros estarán trabajando hasta el anochecer - señaló Trowa - así que
movilizaremos los cañones esta noche y de madrugada iniciaremos la batalla.

- Bien, organizaré la infantería para que, caído el muro, entre a la fortaleza y
se adueñe de ella - declaró Wufei y se alejó a cumplir su cometido.

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Heero seguía caminando hacia la luz, siempre de frente como le había dicho la
mujer, había escogido el pasillo correcto al parecer, porque el calorcillo le
había envuelto el cuerpo, incluso ahora llegaba a sus sentidos el dulce aroma de
Dúo, casi como si él lo estuviera abrazando, llamando a su alma para que
regresara junto a él.

Pero nuevamente vio frente a él dos pasillos, en uno escuchó un llanto, un
llanto doloroso, angustiado, que lo llamaba y le exigía consuelo ¿Era acaso la
voz de Quatre? No estaba seguro, pero le dolía mucho escucharlo, quiso acercarse
y averiguar quien era el que lloraba pero escuchó una voz que le advertía:

- Shinigami quiere tu alma y hará lo que sea para obtenerla.

Heero cerró los ojos un segundo y se calmó, no podía dejar que Shinigami le
ganara, que se robara su alma, se lo debía a sus elfos, a Quatre y a Dúo. Así
que enderezó los hombros y siguió hacia el frente, desapareciendo así el pasillo
falso y los lamentos que fingían ser de Quatre.

- Dúo y Quatre me esperan del otro lado, llegaré a su lado para volver a
besarlos y que olviden la tristeza que ahora tienen - afirmó manteniendo sus
ojos fijos en aquella luz que le recordaba el agradable calor de Dúo...

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Amanecía cuando finalmente la artillería se encontraba emplazada frente a los
muros de la fortaleza, perose encintraba dividida a dos frentes. Eran en total 9
cañones de largo alcance, pero sólo seis de ellos estaban emplazados frente a la
zona que no tenía fosa, los otros tres estaban frente a la entrada principal con
los arqueros preparados para iniciar el ataque tras ellos.

La primera luz del alba trajo consigo la primera andanada sucesiva de cañonazos
en ambos frentes casi simultáneamente haciendo volar pedazos de piedra y de
concreto de los muros. En respuesta, los cañones del fuerte replicaron de la
misma manera, pero las plataformas móviles de los cañones les permitían
retroceder y salirse de las líneas de fuego enemigas y volver a avanzar para una
nueva andanada de disparos que comenzaban a abrir forados en las paredes de
piedra de la fortaleza.

- Aún son muy pequeños para arriesgarnos - dijo Zech - ¡Concentren los disparos
de dos cañones en un mismo punto! - ordenó a los artilleros y el ruido
ensordecedor de los cañones volvió a retumbar en el aire.

La respuesta no se hizo esperar, pero los intentos de Oz eran vanos, casi tan
pronto disparaban los cañones, estos retrocedían y se ponían fuera de su
alcance.

Trowa hizo una mueca maligna y se volvió hacia sus artilleros planeando una
terrible orden:

- ¡Concentren los disparos en el puente levadizo! - se volvió hacia los
pontoneros que habían permanecido construyendo un puente provisorio - ¿Están
listos?

- ¡Si, señor!

- ¡Fuego! - ordenó y las bocas de los tres cañones atronaron contra al puerta de
madera que cayó irremediablemente - ¡Atrás!

Una lluvia de flechas quiso llegar hasta ellos, pero ni los cañones les
lograronn hacer daño mientras preparaban una nueva andanada de disparos
certeros.

Zech vio que los forados eran lo bastante grandes para iniciar el asalto y se
volvió hacia los artilleros.

- ¡Elevar el alza de disparo! - vio como las bocas de los cañones subían el
ángulo de disparo - ¡Fuego!

Ahora las andanadas se repitieron sobre la parte alta de los muros y los
defensores debieron escapar para no caer bajo el fuego nutrido de los cañones.

- ¡Al ataque! - gritó Wufei montado sobre su caballo y de inmediato la
infantería se lanzó al ataque penetrando el fuerte por los forados que dejaron
los disparos de los cañones.

Las bocas de los cañones se silenciaron casi simultáneamente y se inició en
ambos frentes una lucha terribel y sangrienta quedando el enemigo metido entre
dos fuegos. Resistieron todo lo que pudieron, pero finalmente cayeron todos y el
fuerte fue rendido a las tropas de la alianza y la bandera del reino Yui flameó
sobre una alta torre, desafiante.

El resto de los soldados entró en el fuerte y los pontoneros repararon el puente
levadizo y el muro posterior por donde habían entrado las huestes de Yui y
Piscraft, mientras un soldado de caballería regresaba al castillo Yui a informar
de su primera victoria a la pricesa Noin.

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Al fin había llegado a la luz, por un momento fue cegado por su intensidad, pero
cuando al fin puso adaptar sus ojos a ella, se asombró de ver aquel hermoso
jardín, todo era tan hermoso y pacífico. Una brisa suave y perfumada movía las
ramas de los árboles que tenían flores y frutas de diversas formas y colores,
ellas parecían bailar junto con la dulce melodía de las hermosas aves que
cantaban una hermosa sinfonía que adormecía sus sentidos y calmaba su alma. Un
poco más allá un pequeño arroyuelo cantaba paseándose hasta llegar a un extenso
lago de aguas plateadas y cristalinas en que nadaban hermosos peces de todos
tipos y tamaños. A la distancia, pastaban siervos de grandes cornamentas, ovejas
de deslumbrante blancura, corretaban esponjosos conejos y retozaban en el pasto
mansos leones y otras fieras depredadoras.

- Ven aquí, Heero Yui - lo llamó una voz masculina que se le antojó muy dulce y
tierna - ¿te gusta mi jardín?

- Es muy bonito - admitió volténdose hacia quien lo hablaba y caminando hacia él
- pero deseo regresar a casa, me están esperando.

- Heero, primero quiero que me respondas con la verdad de tu corazón - le puso
la mano en el hombro y Heero lo miró a los ojos, era un hombre muy bello, de
cabellos dorados y ojos azules que le escrutaban el alma pero que no le
molestaban, al contrario, le daban paz y una alegría enorme - ¿quién es más
importante para ti? ¿El alegre y extravagante Dúo o el delicado y tierno Quatre?

- Dúo - respondió casi sin pensar.

- Ya has elegido, Heero, y has elegido con el corazón, por lo mismo has dicho la
verdad ante ti mismo y podrás regresar a tu casa a entregar tu amor y a salvar a
los oprimidos por Oz, pero debes hacerlo con justicia, no pagar ojo por ojo, el
odio sólo engendra odio, la violencia trae más violencia, pero el amor te dará
la gloria.

- Señor - suspiró con una paz enorme reinando en su corazón - ¿por qué?

- Heero, eso es algo que tú ya sabes, debes buscarlo dentro de tu corazón. Hasta
entonces, hasta que no tengas tu respuesta, te quedarás aquí, pero tu cuerpo,
que sigue en la tierra, se reestablecerá por completo.

- ¿Dúo y Quatre están bien?

- Están muy angustiados por ti, pero les haré saber que pronto regresarás con
ellos y lograrás tu cometido.

- Gracias, Mi Señor.

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Noin había conseguido sacar a Dúo de la habitación de Heero, lo veía muy pálido
y desmejorado, así que le había exigido que la acompañara para que tomara un
poco de aire, ya que no podía hacer otra cosa por él.

- Viene un mensajero del señor Zech - dijo Dúo mirando a la distancia - han
vencido la primera batalla.

- ¿Estás seguro? - lo miró asombrada.

- Trae buenas noticias - admitió - nuestras huestes tienen pocos heridos y
ningún muerto, el fuerte está bajo la bandera de Yui y preparan un nuevo avance
en los territorios de Oz - sonrió a medias - pero el mensajero le trae un
mensaje personal del señor Zech.

- ¡Qué bueno que todos están a salvo!

- Sólo me gustaría que el amo estuviera recuperado para saberlo - suspiró
cansado - se alegraría mucho, aunque quizás quisiera ir con ellos sin estar
totalmente repuesto.

- ¡DÚO! - gritó Quatre emocionado - ¡LA FIEBRE DEL AMO HA CEDIDO AL FIN! - lo
abrazó - ¡PRONTO VA A DESPERTAR! ¡LE GAN” A SHINIGAMI!

Dúo sonrió realmente feliz, aquella sí que era una buena noticia, mucho mejor
que la victoria sobre Oz, ahora todo se veía más claro, más hermoso, más
intenso.

- Entonces - dijo Noin - ustedes deben descansar, no querrán que los vea en tan
lamentable estado ¿verdad?

Dúo y Quatre se miraron y asintieron, el amo debía verlos siempre bellos, así
que ahora descansarían y comerían por los días que no lo habían hecho por
cuidarlo a él...

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Continuará...

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Bueno, espero que me perdonen por lo que acabo de hacer las admiradoras de
Quatre, pero ya le tengo pareja (Lo siento por Lady Catherin, pero como dijo
Trowa, va a tener que comprender)
En cuanto a la pregunta de Heero, creo que ya saben cual es la respuesta y si
no, bueno, esperen el capítulo siguiente.
Espero que les guste.
Shio Chang.
Antes que se me olvide, quien recita los versos de los otros capítulos es ella,
la mamá de mis lindos elfos, aunque van dedicados a distintas personas y son
sólo para ustedes y Heero (Sí, él los escucha pero he decidido que no comente
nada por el momento)

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