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EL SOL, LA LUNA Y UN ECLIPSE II por minamoto

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Notas del capitulo:

Espero que lo disfruten, ahhh y king of fighters no me pertenece solo a su autor

Capitulo 22 Mascarada

 

Kyo bajaba con lentitud por las escaleras, temiendo  que sus pequeños pies lo traicionaran  haciéndolo tropezar, Ukyo que venía a su lado, sintiendo el temor de su Okaachan, apretó su mano brindándole confianza y valor, una vez que terminaron de bajar, Iori les esperaba al pie de las escaleras  vestido con un tuxedo negro, galantemente tomo las manos de Kyo y las beso con ternura siguiendo la charada e hizo una reverencia solemne a Ukyo que lo abrazo con efusividad, ante la mirada incomoda de Souta y la horrorizada mirada de algunos nobles de clase alta del clan Yagami. Kyo estaba enternecido con el detalle hasta que levanto la mirada y pudo ver en primera y segunda fila a sus antiguos compañeros del Japan Team, en el King of fighters, Shingo lucia casi igualito, solo algo en su mirada lo hacía verse más maduro, a su lado Yuki llevaba un hermoso kimono y un elaborado peinado y de la mano de Yuki estaba una niñita que  miraba inquisitivamente a Ukyo. Benimaru seguía estando con Goro, lo único que había cambiado era el peinado, lo llevaba en una distinguida coleta baja con las puntas rizadas, mas allá se encontraban; Blue Mary, Andy, Terry y algunos más, el corazón se le paro en cuanto se dio cuenta que en esa maldita fiesta estaban muchos de los miembros del King of Fighters, a toda la reacción de el castaño, el pelirrojo lo miraba con atención disfrutando secretamente cada condenado gesto, el rostro de Kyo se acababa de poner mortalmente pálido y la primera reacción que tuvo fue, tratar de salir corriendo pero Iori lo tenía tomado de la mano, apretándolo de una forma que comenzaba a ser dolorosa incluso pudo escuchar cada hueso de su mano tronar; los labios de Iori simplemente murmuraron al oído del castaño –Piensa en Ukyo, el cuenta contigo-

Kyo recibió esas palabras como una bofetada, Iori le estaba recordando una vez más como debía comportarse, en su tono había satisfacción y una nota de amenaza, el miedo a perderlo y el inmenso amor que tenia a Ukyo lo impulsaba a comportarse de la forma en que había visto hacer a su madre en las reuniones Kusanagi, Shizu Kusanagi resulto ser una verdadera y dulce ama de casa, lástima que para Saysu no fuese así, el hombre acostumbraba golpearla cuando las cosas no salían como quería, no era muy común que lo hiciera pero si sucedía, por tal razón Kyo creció viendo a una madre sumisa y sin carácter que consentía cualquier forma de maltrato físico a su persona, y en ocasiones a su único hijo, Shizu Kusanagi siempre se miraba disminuida y sin carácter y eso era lo único que Kyo había aprendido de ella, la voz de Iori interrumpió sus tortuosos pensamientos.

-         Familia y amigos, la razón por la cual los convoque es la siguiente…-comenzó a hablar con mucha seriedad el pelirrojo- esta pequeña y dulce cosita es mi otra mitad: Kyoko Mitsunori y este caballerito es mi hijo y sucesor Ukyo Yagami Mitsunori, me tarde un poco en presentarlos pero aquí están, espero que les den una adecuada bienvenida y que disfruten de la cena que mi dulce Kyoko preparó para agasajarlos…

 

Kyo no podía creer  lo que estaba escuchando, su sueño dorado  se estaba cumpliendo, Yagami los estaba presentando ante el clan Yagami y ante los peleadores del King of Fighters como su familia, aunque claro que en su sueño no se hacía llamar Kyoko ni vestía un kimono y mucho menos el amor de su vida le rompía la mano, la cual por cierto le estaba comenzando a punzar y a sentir muy caliente, sería una verdadera tortura quitarse los anillos que Iori le había puesto, inadvertidamente derramo una lagrima que el pelirrojo mayor le seco con ternura, el pelirrojo pensaba que el castaño era un excelente actor y Yuki que lo miraba atentamente pensó que sería de emoción, la realidad era que Kyo lloraba en parte por la tristeza de ver su sueño cumplido y en parte porque Iori aun no soltaba la mano lastimada y la seguía apretando con fuerza constante

 

Benimaru miraba a la pareja con indiferencia ocultando apenas su desagrado, hacían ya siete años había visto salir como un lobo a ese idiota de la cava de su ex amigo, destrozando la oportunidad del rubio de llegar a poseer al castaño y ahora el estúpido estaba presentando a su familia, una hermosa castaña con un aire a Kyo y al hijo, un niño adorable y dulce y eso solo confirmaba lo obvio, Kyo solo había sido un capricho, Benimaru creía que la salida tan abrupta de Kyo del clan, había sido porque alguien se había dado cuenta del incidente de la cava y que le había ido con el chisme a Saysu, pero algo lo intrigaba más que nunca y era el delicado rostro tan parecido a Kyo que mostraba Kyoko. La castaña estaba impresionante, el kimono hermosamente ajustado, en los lugares adecuados y con el cabello bellamente recogido en una media cola y si a eso le agregamos el maquillaje ligeramente cargado por ser una cena, realmente lucia como una diosa, le llamaba mucho la atención al rubio el hecho de que a pesar de que llevaba ya mucho tiempo con Goro de pareja, la castaña lo atraía bastante, tanto como para dudar de su sexualidad, tanto que Benimaru no pudo evitar pensar que el parecido entre ambos castaños le trajo agridulces recuerdos de su amigo, a ambos los había terminado disfrutando el pelirrojo y eso lo llevo a pensar nuevamente con odio en el maldito Yagami y a que una idea pasara por su cabeza, al ver como Yagami protegía celosamente a su esposa –venganza-

 

La cena transcurrió serena y sin incidentes excepto que todos miraban a Ukyo y a Kyoko con curiosidad, por su parte Kyo estaba muy nervioso y lleno de miedo claramente podía sentir como si alguien siguiera sus pasos, como si estuviera en un claro de caza y un depredador espiara cada paso y cada mirada que daba y eso lo tenía con los nervios de punta, había buscado entre la gente pero era muy difícil saber quien lo acechaba como a un inocente cervatillo y quien solo te miraba con insana curiosidad así que lo único que atino a hacer  fue lo que vio hacer a su madre durante años, bajar la cabeza y evitar el contacto visual prolongado ya se imaginaba el escándalo que harían los fighters si se enteraran que debajo de ese kimono resultaba estar el ex peleador Kyo Kusanagi, dañaría la imagen de Ukyo y sin contar que sabrían que clase de fenómeno era.

 

Mientras buscaba a su acosador, una persona se paró junto a él, en cuanto el castaño se dio la vuelta se topo con los inquisitivos ojos de Andy Bogard, que lo miraba fijamente

-me pareces muy familiar, me recuerdas a un buen amigo, quizás estas relacionada con él… -le afirmo más que preguntar el ojiazul-

-No sé de qué habla  Sr. Bogard no conozco a esa persona que dice –respondió Kyo sin tratar de mirarlo a los ojos y apretando sus manos aprensivamente-

-escucha Kyoko, te pareces mucho a mi amigo Kyo Kusanagi, quizás seas familia él, quizás no, tal vez tú puedas decirme que paso con mi amigo o a donde se fue -Andy no dejaba de mirarlo buscando una reacción pero la castaña no se quebró, excepto por un nervio que se movió en su rostro, satisfecho por la presión ejercida le hizo una reverencia educada y se retiro, no sin antes reiterarle su apoyo y protección si acaso la necesitaba.

 

Kyo lo vio marcharse mostrando una fachada desinteresada, aparentando una seguridad de la que estaba muy lejos pero por dentro sufriendo una agonía lenta y cruel.

 

Más tarde Ukyo caminaba por entre las personas buscando a su Okaachan, su hora de dormir había pasado hacia mucho y necesitaba con desesperación a Kyo, desde que estaban en la isla, ocasional y secretamente el castaño aun lo arrullaba, aunque eso no lo sabía nadie y  además de que hacían semanas que no se veían y ese pequeño detalle los unía más. El niño caminaba buscando a su padre cuando vio a esas dos mujeres que había visto cuando pequeño, aquella vez que fue a Osaka a dejarle flores a Kyle y se sintió tan incomodo que se hizo el desentendido aunque no le funciono mucho porque Yuri se acerco inmediatamente y le paso un brazo por la espalda cortándole la oportunidad de huir y también se acercaron Athena, Mai y Shizuru  también lo rodearon.

 

-         Hola pequeño Ukyo, me pareces muy familiar…-comento al descuido Yuri-

-         Hay Yuri, claro que te parece familiar es el hijo de Yagami y es igualito a él –apunto Shizuru-

-         Nooooo, yo ya lo había visto antes de hoy, pero no me puedo acordar de donde…-dijo Yuri-

-         Naaaaa, ¿donde pudiste haber visto al pequeño Ukyo? Si estaba fuera de Osaka –agrego Mai-

 

Ante la pregunta de Mai, Yuri se quedo en silencio pensando y viendo esto, las demás siguieron comentando acerca del vestido de Kyoko o sus joyas, entre otras cosas. Momento que Ukyo aprovecho para escabullirse, las charlas femeninas siempre le habían ocasionado fastidio, mientras su mirada vagaba por el salón buscando a su papi, una duda fue instalándose en su cabecita, ¿Por qué no se parecía en nada a Kyo y en todo a Iori?, desde que vivía Kyle, la gente creía que el pelirrojo era su padre de sangre, la única cosa que lo calmaba era que manejaba el mismo fuego que su Okaachan, sin embargo esa semillita ya había sido plantada, aunque el pequeño ahogo esa duda justo en el momento en que ambas miradas se encontraron, Kyo no parecía muy feliz que digamos hasta el momento en que vio a su pelirrojo hijito y le extendió los brazos indicándole que se acercara, Ukyo acelero el paso y salto a los brazos de su Okaachan ocasionando una mirada fastidiada de Souta y otra de terror de parte de otros miembros del clan Yagami. Mientras Kyoko cargaba a su niño sin importar que le ensuciara y arrugara el costoso kimono o aunque de la mano herida le salieran punzadas de dolor, juntos subieron las escaleras ante la mirada inquisitiva de Iori.

 

-¿así que esa es la causa de que el niño sea un desastre? –dijo Souta con una mueca de desagrado brillando en su rostro

Yua que estaba a su lado, tratando de suavizar la expresión de Souta, comento -Se ve que realmente ama a ese niño, la expresión le cambio totalmente, algo en ella no me gusta.

-         Pero mujer, que no vez que eso ocasiona los arrebatos de Ukyo, debió enseñarle el protocolo, la forma adecuada de comportarse –rebatió Souta sereno aunque en sus ojos se podía ver el fuego de su malestar

-         ¿Cariño, podemos volver a casa? Me siento un poco mal, ven busquemos a Iori para despedirnos

 

La mirada de Souta se enterneció al ver a su fulgurante mujer frotarse las sienes, e inmediatamente cedió.

-         Está bien Yua, vayamos a despedirnos para que descansemos y después terminaremos nuestra charla

Yua sonrió con delicadeza, sabiendo que Souta la había comprendido perfectamente, tendrían esa conversación en privado, lejos de los oídos indiscretos

 

Cerca de ahí, Benimaru vio a Kyoko alejarse y se excuso con Goro y Andy, tenía que ir al servicio –según les dijo el rubio y aprovecho que Iori estaba distraído despidiéndose de sus padres para notar que Benimaru subía las escaleras-

 

Arriba el rubio camino por un enorme pasillo cuando escucho una suave voz entonar una canción que le pareció conocida (Duerme del mago de Oz) y discretamente se asomo por la puerta, para ver a Kyoko bañada por la luz de la luna acurrucando en sus brazos al hijo del pelirrojo maldito, en cuanto vio que la joven se levantaba, se escurrió hacia afuera y camino por el pasillo como si estuviera desorientado.

 

Versión Kyo

Acababa de acostar a Ukyo cuando me pareció escuchar algo afuera de de la habitación así que me apresure a salir, para toparme con Benimaru, a pesar de los años está casi igualito. Incluso en sus técnicas de ligue, claro que siempre se fingía extraviado para atraer a la presa, fuese hombre o mujer, Benimaru no discriminaba ni por error

 

-Kyoko san, que bueno que la veo, me he perdido, su casa es enorme –gimió el rubio de forma teatral

 

Kyo no se la creyó y le miro con desconfianza –si gusta llamamos a mi pareja para que lo ayude a salir de este “laberinto”

 

-no es necesario Kyoko san se que usted me ayudara a salir, una dama tan linda como usted podría convertirse en mi faro y guiarme por el buen camino –mientras hablaba el rubio tomaba y apretaba la mano lesionada de Kyo

-esa también me la sabia, hacerse el homosexual reprimido para follar con cuanta atolondrada cayera, pero me estaba apretando y tan fuerte que un quejido salió de mis labios.

-¿Kyoko san está usted bien? Pregunto el rubio con preocupación.

 

Kyo lo vio con ironía y pensó: todo lo bien que se puede estar con la mano rota.

 

Mientras le tomaba la mano, Kyoko gimió de dolor y eso me puso en alerta, al darme cuenta que la mano de Kyoko estaba lastimada rápidamente trate de convencerla para acudir a un médico, pero ella intentaba retirar la mano ocasionando que forcejeáramos mas…

 

Iori acababa de despedirse de sus padres cuando noto la ausencia de Kyoko, se acababa de ir y ya necesitaba volver a verlo, acariciar con la mirada cada parte de piel visible y saber que en cuanto los invitados se fueran, podría tener acceso a esa suave y cremosa piel de forma tan intima y deliciosa, en ese momento recordó que los había visto subir juntos se imagino que Ukyo ya debía de estar en la cama, se sentía tan orgulloso del niño, esta noche lo había visto caminar por las salas adueñándose de cada sitio por donde pasaba caminando en forma grácil pero lleno de energía, a su violeta mirada no escapaba nada, inquisitivo, imponente y una vez que terminase de pulir su instinto depredador, sería un tiburón implacable justo como hubiese querido que fuera su hijo. Por otro lado Kyo se veía realmente nervioso e incomodo, tan tenso que se rompería y eso era en verdad un hermoso regalo, tan dulce como amargo toda una agonía verlo sufrir pero al mismo tiempo resultaba delicioso saber que ese pequeño idiota estaba recibiendo una cucharada de su propio chocolate y lo haría pagar hasta la última lagrima que había llorado al creer que jamás volvería a verlos, y pensando en ello se dispuso a subir las escaleras, estando arriba podría poseerlo para saciar ese eterno deseo que lo consumía con solo posar los ojos en esa delicada figura.

 

Había creído que utilizar al castaño hasta saciarse sería muy fácil, sin embargo no estaba resultando tan sencillo, solo bastaba un vistazo fugaz a la piel oculta, un gesto o percibir su aroma acanelado y ya se encontraba erecto y listo para tomarlo, cada noche era una total tortura, lo poseía de mil y un formas creyendo que esa noche si saciaría esa enorme lujuria que lo consumía, pero al terminar lo único que quería era acurrucarlo contra su cuerpo y protegerlo de cualquier peligro por irreal que fuera, acariciar ese perfumado y delicioso cabello, la espalda o la delicada curva de su delicioso trasero, deseaba doblegarlo y dominarlo para después hundirse entre sus brazos y sumirse en un sueño tranquilo, entonces cuando ya estaba a punto de caer en el dulce embrujo, se retiraba al recordar lo único que lo atormentaba ese último baile en Ámsterdam, el daño que le había causado verlo de forma tan vulgar era inmenso y pronto se lo iba a cobrar…

 

No acababa de subir cuando lo que vio lo dejo atónito, frente él, estaba Benimaru sujetando la mano de Kyo con una intensidad que pocas veces había visto en el rubio, y la cosa no ayudaba porque Kyo lo miraba sonrojado y tímido, mostrando una expresión tan dulce que lo lleno de celos, el pelirrojo tuvo que contenerse para no asesinar al rubio bobito y arrebatarle a su pareja, pero logro contenerse para saludarlo diplomáticamente y disfrutar como del rostro de Kyo huía el color para dejarlo totalmente pálido

 

-         Sr Nikaido, ¿se ha perdido? Pregunto Yagami con un tono glacial que le helo la sangre a Kyo pero que a Benimaru no le afecto o al menos no permitió se viera que lo afectaba

-         Un poco Yagami, pero tu hermosa esposa me estaba dando las indicaciones para poder retirarme -Respondió el rubio con un ligero retintín de sarcasmo –señora mía, me retiro y le agradezco su compañía, por favor acuda a un médico para resolver sus problemas- hablo mirando fijamente a Kyoko para terminar mirando con rencor a Iori –y lo que necesite, sabe que cuenta conmigo-

 

Iori se quedo con las ganas de golpear al rubio pomposo y presumido para verlo marcharse y sujetar con brusquedad a Kyoko y susurrarle al oído una palabra llena de rencor, “ramera”, Kyo al escuchar la palabra, sintió su sangre arder y se separo con rabia del agarre del pelirrojo, para mirarlo a los ojos y decirle con odio –jamás me vuelvas a llamar de esa forma, al único que me eh entregado es a ti y Benimaru simplemente me estaba fastidiando- Iori lo volvió a tomar pero esta vez de la mano lastimada, sin reparar en ese detalle y lo agito con rabia –no mientas, te vi sonrojarte como toda una putita, te felicito, uno más que cae en tus redes, quizás el si te pueda rescatar de mis garras…

 

Justo en ese momento, Miki que estaba viendo toda la escenita oculta entre las sombras interrumpió antes de que Iori golpeara a Kyoko y arruinase su reputación ante cualquiera que escuchase la pelea

 

-         Iori, donde estabas, tengo rato buscándote, ya es algo tarde y los invitados se están comenzando a marchar

-         Miki querida, me acompañas a despedirlos, aquí mi mujercita esta algo indispuesta para bajar

 

Miki miro a la castaña con la sonrisa de un tiburón a punto de cenar a su presa y la castaña al comprender que había perdido ese round, le lanzo una mirada airada y bruscamente se metió a la habitación de Ukyo con una mueca de disgusto en el rostro, dejando a la peli plateada triunfante y feliz

 

En la recamara Kyo lloraba lleno de rabia, Iori lo había humillado esta noche hasta la saciedad, encima esa maldita Miki había resultado una mujer tan bella como perversa, por primera vez la había visto después del incidente en la isla en el que se había hecho pasar por la prometida de Iori y era obvio que la peli plateada estaba impresionante, con un vestido rojo que dejaba al descubierto sus perfectos y redondos senos, y un recogido sumamente sexy, había visto en su mirada la determinación de borrarlo del mapa, habría que andarse con pies de plomo con Miki Takeda y estaba el detalle de la mano rota, le dolía más cada vez y la fiebre le estaba subiendo a niveles alarmantes dejándolo más débil que nunca, obligándolo a dormir en medio de sollozos adoloridos

 

Vestido de Miki

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Miki por su parte estaba sumamente complacida, estaba claro que Kyo estaba sufriendo un verdadero calvario y apenas comenzaba, pero lo mejor de todo esto era el hecho de que Kyo ya había demostrado lo débil y poca cosa que era así que lo primero era enfocarse en Ukyo, el niño ya había revelado ser un rival poderoso, que tenia a Iori alrededor de su meñique. Con solo una mirada o acción, Yagami acudía a pasar tiempo con el pelirrojito y con facilidad, el cantante intolerante y agrio se transformaba en el padre paciente y amoroso en cuanto veía al niño, por ahora dejaría tranquilo a Kyo, un par de meses sin manipulaciones ni lavados mentales contra Iori y el pelirrojo seria más paciente y menos vengativo, al menos el castaño tendría ese tiempo para guardar en el corazón la familia que jamás tendría, porque Miki Takeda iba a destruir a Kyo Mitsunori hasta sus cimientos, dicho esto se ajusto el  vertiginoso escote y se fue a alcanzar al cantante.

 

Los invitados ya se habían terminado de ir, Miki se había despedido efusivamente dejándole envuelto en una nube de su empalagoso perfume, así que tenía una urgencia de bañarse impresionante sin dudarlo se dirigió hacia sus habitaciones, esperaba que una vez libre de esa peste tomaría posesión de el dulce cuerpo de Kyo, en cuanto entro a la habitación principal y miro la cama vacía, recordó que Kyo se había encerrado en la habitación de Ukyo tal vez aun estaba ahí, afortunadamente había puesto dos camas cuando la había diseñado, en un arranque deseando tener mas hijos, aunque no sabia de donde le había nacido ese desesperado deseo, ahí en la obscuridad en la otra cama estaba Kyo, hecho un ovillo se sujetaba la mano que él le había apretado con fuerza, lo que alcanzaba a verse de su rostro lucia demacrado, el maquillaje con el que se había visto tan deslumbrante  estaba embarrado en la almohada, las lagrimas secas adornaban sus mejillas, que lucían fuertemente arreboladas, el pelirrojo sintió el deseo de acariciar esa suave piel y justo cuando extendió la mano, un sollozo se escucho, al acariciar la piel pudo darse cuenta que Kyo estaba sudando profusamente al enderezarlo un suave gemido surgió de los labios del castaño y eso fue suficiente para que lo acurrucara en sus brazos y lo llevara a la habitación principal, una vez ahí pudo revisarlo cuidadosamente y descubrió que la mano estaba sumamente caliente e hinchada y cada vez que la tocaba el castaño lloriqueaba

Yagami tomo el teléfono y marco al doctor de la familia para que viniera a revisarlo y se negó a separarse del castaño, mientras acariciaba la frente cubierta de sudor. El doctor Yazukichi  estaba acostumbrado a las llamadas de emergencia del clan Yagami y a su desapego, desde quemaduras ligeras hasta miembros cercenados durante “inocentes” entrenamientos así que  le llamo bastante la atención notar la delicadeza y el cuidado con el que Yagami san se movía alrededor de su chico, cuando vio a Kyoko de lejos le pareció una hermosa mujer pero ahora que la miraba mas detenida mente se había dado cuenta que era un hermoso espécimen macho, pequeños detallitos lo delataban, rasgos como las manos, la nariz, el cuello y quizás el pecho sin embargo otros rasgos lo podían confundir la piel tan delicada, en la mano que tenia rota se notaban pequeños desgarres como arañitas rojas, las caderas tan pronunciadas y la cintura tan fina, incluso el chico tenía también una voz bastante suave que se notaba en los gemidos de dolor que lanzaba mientras comprobaba la gravedad de la lesión, la cual por cierto solo necesito antibióticos y un sedante mientras le reacomodaban los huesos, una vez aplicado el tratamiento pudo irse, aunque se prometió volver algún día para tener una pequeña charla con el joven para saber si estaba tomando hormonas para hacer el cambio de hombre a mujer o la razón por la cual tenía esas características tan femeninas, quizás era un hermafrodita pero eso tendría que hablar con el chico

 

Iori pasó la noche junto a Kyo, velando su sueño, un par de veces su pareja se levanto asustado pero el pelirrojo lo tranquilizo con palabras dulces que no supo de donde habían salido

Por una vez en su vida desde hacían meses Kyo durmió tranquilo, sus demonios no lo habían atormentando como todas las noches desde hacían meses.

  

 

La mañana llego a la mansión Yagami, iluminándolo todo, incluso a un sorprendido Kyo que miraba a Iori dormido profundamente con un brazo rodeando posesivamente la cintura de Kyo y acunándolo contra su perfecto y bello cuerpo, el rostro de Iori lucia sereno y suave, nada parecía recordar al tirano que lo había aprisionado hasta casi ahogarlo, la mano ya no le dolía tanto y ahora la llevaba vendada, la felicidad de saber que su pareja lo sostenía lo llevo a una estado de paz que nunca había sentido

 


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