Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tengamos un hijo por HuMi-ChaN

[Reviews - 292]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ya había pasado un mes.

Cuando, por fin un mes entero se había visto concluido, Naruto y Sasuke fueron arrastrados de nuevo al hospital, sólo para recibir más noticias de recordatorio: Las conferencias darían comienzo en dos días.

Sasuke no tenía ganas de ir. Naruto definitivamente no quería ir. Y es que no consideraba que tener un bebé debiera implicar tantos problemas; sin embargo, sus deseos de llevar una vida tranquila tenían un obstáculo. Se llamaba 'Sakura' y los seguiría por cielo, mar y tierra para "casi asesinarlos" si no asistían a las benditas conferencias.

Desde el principio supusieron que aquello no sería lo más cómodo del mundo, y sabían que Sakura lo hacía "por su bien". No obstante, jamás pensaron que aquel lugar estaría tan lleno de personas.

Tan lleno de mujeres, sus enormes barrigas y sus maridos llenos de pánico (que se empeñaban en no mostrar).

Naruto no tenía si no un poco más de dos meses, su estómago no era precisamente grande, así que difería entre la 'multitud'.

Además –con toda su ingenuidad- ellos esperaban que aquel "asunto" aún se mantuviera en privado. Si nadie llegara a enterarse, pues mejor (aunque ya toda la aldea lo supiera).

Así que no esperaron que Sakura los expondría ante tantas personas de una vez, son previo aviso y sin escrúpulos.

+--+


Si Sasuke no hubiese comprendido a todos aquellos hombres, habría sido más que mejor. Pero le fue inevitable comprenderlos.

Entró en pánico.

Naruto, pese a que se sintió colapsar y de verdad, de verdad quiso salir corriendo, respiró profundo, sonrió a la fuerza y, con el cuerpo tenso, tomó de la mano al Uchiha he ingresó en aquella sala llena de mujeres recostadas en pequeños tapetes cuyos esposos sostenían sus cabezas mientras una mujer al frente se preparaba para dar instrucciones, que los miraban un tanto mucho más que extraño.

Si Naruto no tratara de sonreír como si "nada fuera de lo normal pasara", todo se vendría abajo.

Ahora ellos eran una 'pareja exhibicionista'… no existía una sola alma en la aldea de Konoha que no supiera quiénes eran Uzumaki Naruto y Uchiha Sasuke. No había forma de pasar desapercibidos.

Sasuke jamás terminaría de impresionarse cuando de Naruto se trataba. No sólo no había salido huyendo, sino que se había adaptado con suma rapidez. Ya sociabilizaba incluso.

Las mujeres eran demasiado extrañas para siquiera hacer el intento de entenderlas.

Para empezar, la mujer que dirigía la "clase" era amable en extremo; había dos clases de mujeres sobre los tapetes: las que mantenían una calma aterradora, y las que estaban sumidas en una histeria aún más aterradora. Fuese como fuese, todas ellas tenían algo en común: Eran más curiosas que los niños pequeños.

Lo que ellos no entendían era que no había forma de no ser curioso en aquella situación. Normalmente los hombres suelen mantenerse al margen de las situaciones, era sólo eso.

La clase contaba con un intermedio de treinta minutos, donde, de la forma más natural, la mujer les dijo

– Pueden ir a comer, nos veremos en media hora. –como si todas aquellas mujeres tan sólo estuviesen esperando para ello. Una cantidad proporcional a la mitad, lo hacía.

Al pueblo que fueres, hacer lo que vieres. Naruto también quería alimento.

Así pues, una cantidad extravagante de futuros padres se dirigió a la cafetería del hospital mientras aquellas mujeres conversaban de temas incomprensibles.

Como Naruto no quería quedarse solo, además de que el Uchiha seguro no le llevaría lo que quería comer, decidió acompañarlo. Cosa que a ninguno de aquellos "padres primerizos" les extrañó. Hubiese sido mucho menos normal no verles juntos.

Cuando regresaron de la cafetería aún tenían diez minutos de sobra.


+--+


Se encontraban ambos sentados en pequeñas y no muy cómodas sillas de hospital, conversando de nada, tratando de evitar lo inusual de su situación como se les venía haciendo costumbre; entonces en Naruto nació una duda. La mente del rubio era peligrosa cuando se le ocurría tener dudas.

Hacía algún par de años, Kurenai-sensei había estado embarazada y, todo aquel tiempo, Shikamaru se había encargado de todo. En una de las conversaciones divagarías, el Nara le había dicho que los bebés se movían aunque estuviesen dentro del estómago de la mujer. Ciertamente aquella había sido la plática más larga que Shikamaru había mantenido con alguien además de Chouji en toda su vida y la palabra "problemático" había sido pronunciada más veces de las que pudo acumular en un año. Pues había que tener en cuenta que, aun por aquel tiempo, el hijo del cuarto Hokage no tenía completamente en claro el origen de los bebés.

Naruto no estaba lo "suficientemente embarazada" todavía como para comprobar aquello, pero, por primera vez en su vida la respuesta a sus dudas le quedaba más que cerca. Ya se había calmado, la conferencia era divertida e interesante y la mujer que la dirigía estaba totalmente salida. Una chica de unos veinte años estaba sentada a su lado, lo suficientemente cerca para entrar en el campo de visión de la rubia.

–Oye… ¿puedo tocarla? –su cara denotaba curiosidad impaciente y la chica le miró un poco sorprendida.

– ¿Qué estás haciendo, imbécil?

– Es que quiero tocarla. Shikamaru dijo que se movía, pero no quedé convencido y…

– Eso no implica que puedes ir por ahí tocando el estómago de los demás, idiota.

– ¡Hey! No me insultes, ella no ha dicho nada aun.

Era tan sencillo que comenzaran una discusión por nada, que la chica no pudo más que reír.

– No, está bien, puedes tocarla. –Le sonrío, poniéndose de frente a él, aun en su asiento, sosteniendo su enorme estómago por la parte baja con sus manos, y le pareció en extremo lindo ver el rostro brillante de alegría de la chica Uzumaki, y la indignación del Uchiha ante su pequeña y discreta derrota. – No se mueve todo el tiempo, pero si prestas atención y tienes paciencia puedes sentirlo en algún momento.

Tras un par de minutos se movió. Fue leve y casi imperceptible, pero se movió.; y, contrario a cualquier cosa que se pudiese imaginar respecto a un Uzumaki, Naruto no armó un alboroto. Consideraría en sus notas mentales no desconfiar de Shikamaru jamás.
se quedó completamente inmóvil, con su mano sobre aquel descomunalmente grande vientre, con una expresión brillante, desconcertada e indescifrable. Era una sensación extraordinaria; aquel bebé estaba vivo, se movía y podía sentir. Lo sentía a él y su fascinación por aquel hecho que parecía tan pequeño pero significaba tanto en realidad.

Por primera vez tuvo contacto con lo que tener un bebé significaba de verdad.

– ¿Naruto? –Sasuke trataba de llamarlo sin perder los estribos, pero el rubio estaba completamente ido.

– ¿Puedo ir a verlo cuando haya nacido? ¿Me dejarás? Tengo algo importante que decirle.

– ¿A mi bebé?

– Sí. –sonrió, en una mueca cercana al llanto provocado en una situación de felicidad desbordante.

– ¿No sería mejor que se lo dijeras ahora?

– No, prefiero que sea cuando estemos iguales, yo pueda sentirlo mejor a él, y podamos vernos. ¿Me dejarás? Prometo no causarte muchas molestias. –Era casi una súplica.

Aquella mujer, a la que Naruto veía por primera vez, a la cual nunca le había dirigido la palabra con anterioridad, le sonrió con complicidad, como si de un minuto a otro se hubiesen convertido en amigas realmente íntimas.

– Claro. Creo que él se pondrá feliz de que seas tú una de las primeras personas que vea. Después de todo, no cualquiera tiene el privilegio de que, al nacer, le reciba el héroe de la aldea.

Se volvieron a sonreír, en una mueca tonta que ni Sasuke ni el esposo de la chica lograron comprender.
Las mujeres eran demasiado extrañas. Aún más cuando están embarazadas.


+--+


Existen grandes y trágicas historias de amor. Sakura amaba especialmente aquellas que la hacían llorar. Aquellas en que su corazón se sentía explotar y las lágrimas afloraban sin que ella pudiese detenerlas. Especialmente aquellas en que el amor nace en una situación de muerte; cuando el amor se desarrolla, crece, florece y se termina en el fallecimiento humano, pero perdura en el corazón; Sakura tenía una fijación casi adictiva con esas, pese a lo mucho que la hacían sufrir.

Sin embargo, como las cosas venían sucediendo en tanto los días avanzaban y todo lo sumamente extraño se tornaba en normalidad, a Sakura la atacaba una sensación de ironía.

A diferencia de las historias de amor que nacían a la víspera de la muerte, sus amigos se encontraban en una situación completamente contraria.

Sí, ciertamente no podía ser tomada como una historia de amor, pero ellos estaban juntos por la víspera de un nacimiento.

Y sí, ciertamente consideraba las historias de amor trágico como algo real y completamente hermoso, que la hacía llorar, y aunque aquel caso no la hacía sino reír, no podía evitar pensar que la situación entre Naruto y Sasuke era, inevitablemente bella.

Era, en toda la expresión, una comedia rodeada de brisa romántica. Y mientras más pasaba el tiempo, y el embarazo progresaba, ellos estaban más y más unidos. Más de lo que un matrimonio normal lo estaría. Porque, por encima de cualquier otra cosa, ellos mantenían una amistad que había sobrevivido a un sinfín de obstáculos. Una amistad que se había vuelto mucho más sólida que el suelo en que se acentuaba todo el país del fuego. Era inquebrantable.

Sakura sabía que todo aquello estaba ya a más de un paso de lo que queda después de la amistad, pero ni Sasuke ni Naruto estaban enterados.

+--+


Los meses pasaban asquerosamente lentos, y Sasuke sopesaba todos y cada uno de los días en los que tenía que soportar la espera.

Naruto era fuerte, eso ya lo sabía, lo había aceptado –para sí mismo –desde hace bastante tiempo. El Uzumaki tenía una fortaleza sobre humana, y no era gracias al Kyuubi, sino a la vida que había llevado.

Por aquellos días, Sasuke realmente se la envidiaba, pues sus nervios estaban completamente destrozados.

Sabía también que la situación en la que el rubio se encontraba era bastante delicada, compleja e inusual, que debía ser agradecido y blablablá; pero, su situación no podía ser tan mala, lo único que tenía que hacer era pedir algo para recibirlo, y era a fin de cuentas Sasuke el que tenía que dárselo.

El Uchiha sospechaba que Naruto estaba intentando pasarse de listo. Terminaría por matar a alguien si todo aquello continuaba de la misma manera: cambios de humor drásticos e incoherentes; los desmayos imprevistos de las primeras semanas que, definitivamente, lo alarmaban de lo imprevistos que eran. En una ocasión estuvo a punto de caer por un balcón ¡Caer por un balcón! Sólo a Naruto y su idiotez se le ocurría recargarse en un balcón y quedar inconsciente.

El hambre… el hambre era de lo peor. Las cantidades de alimento que Naruto estaba consumiendo eran desorbitantes; a ese paso, toda la aldea se quedaría seca, la gente tendría que desertar por falta de alimentación y Konoha se quedaría desierta. Lo único aceptable era que había extendido sus horizontes en cuanto a alimento se refería, incluso había aprendido a cocinar una gran variedad de platillos y le había enseñado a Sasuke cómo prepararlos, todo con tal de satisfacer sus antojos. Agradecía que el ramen se hubiese quedado al margen, pero comenzaba a odiar el helado.

Perdía la noción del día y la noche, pues en ocasiones (demasiado frecuentes para su gusto), tenía que despertar en la madrugada, ya que Naruto tenía la desfachatez de no tener sueño pero sí una gran cantidad de necesidades; cada una más ilógica que la anterior. Y como el rubio no tenía o podía hacer nada mejor, se la pasaba durmiendo. Era dormir o sufrir, eso decía él; pero Sasuke lo ignoraba pues, con la cantidad de hormonas que estaba produciendo, Naruto se había convertido en la reina del drama y lo único que le apetecía era llorar o reír, sentirse ilusionado o estar frustrado, comer o dormir; eso era todo lo que hacía, ¡ah! Y por supuesto, joderle la existencia con sus exigencias sinsentido.

Ahora habían pasado ya cuatro meses y Naruto no lograba entender el porqué del humor de Sasuke; no era él quien tenía que estar lidiando con medio kilo de peso extra al frente, ni tampoco el que tenía que orinar sentado todo el tiempo; ni al que le habían prohibido el entrenamiento. Tampoco el que tenía hambre y sueño todo el día; o al que ya no le quedaba la ropa que siempre había usado. No era él el que cambiaba de humor repentinamente, o al que le atacaban necesidades incomprensibles a horas inexplicables. Ni el que tenía gases.

Tampoco era a él al que lo pateaban desde el interior.

–Me pateó –sus ojos se abrieron desmesuradamente y su expresión se iluminó. Lo había sentido, y comenzó a gritar –. ¡Sasuke! ¡Sasuke, ven aquí rápido!

– Qué, Naruto, ¿¡qué?

–Dame tu mano –y sonreía como idiota

–¿Para qué rayos quieres mi… –antes de que siquiera pudiese terminar la pregunta, Naruto tomó bruscamente su mano, jalándolo hacia él y colocándosela sobre el enorme vientre –Qué demo… –y se quedó atónito.

–Se movió. –y volvió a sonreír. Era una conmoción inmensa.

Sasuke no pudo articular palabra, se quedó ahí, mirando la barriga de Naruto, sintiendo cómo aquello se movía; como haciéndole saber que sí tenía vida.


+--+


Dicen que el pasado nos hace ser lo que somos. Esa es la única razón para que el pasado tenga importancia; sin embargo, ellos se habían olvidado de los detalles de su infierno porque, aun cuando gracias a ellos eran lo que actualmente eran, no eran necesarios.

Basta agradecer, no necesitas saber a qué le estás dando las gracias.

Las conferencias habían terminado tomando un ritmo casi cómico. Las madres tenían que saber más cosas de las que cualquiera de ellos se pudiera imaginar: cambiar pañales, preparar la leche, arreglar el agua para la bañera, comprar artículos necesarios, hacerle eructar (lo que había resultado con la vergonzosa liberación de gases de Naruto), contar cuentos, aliviar cólicos; el alimento, medicinas, vacunas; la ropa, cobijas, juegos, juguetes; las horas de sueño que se perderían y las que tendrían que cuidar que el bebé durmiera.

Por alguna razón todo eso parecía volverse menos complicado cuando lo veías en grupo, aunque no por ello dejaría de ser difícil. Una vez tras las puertas de su casa, una vez que cruzaran la salida del hospital, se encontrarían solos de nuevo.

No era fácil tener un bebé.

No era fácil tener que cuidar de un bebé. No era fácil tratar con una mujer embarazada; y sí, Sasuke podía llegar a ser terriblemente atento, comprensivo y protector; tanto que resultaba aún más aterrador que alguna de las tantas veces en que casi se matan el uno al otro. Y Naruto podía sobrepasar los límites de lo insoportable, y era aún más aterrador que Madara controlando el Kyuubi.

Y todo aquello junto se elevaba a un novel inhóspito de repulsión para aquellos quienes huyen fervientemente de cualquier complicación. Sin embargo, de forma problemática, Ino logró con indirectas que Shikamaru planeara algo bastante problemático pero que creía necesario: un baby shower.

+--+

Los preparativos para un baby shower son algo complicado en su nivel. Lo son aún más si es un grupo de chicos los que se vieron arrastrados a realizarlo.

Dado que la cantidad de amistades del rubio era algo prominente, y de haberlos invitado a todos incluso las ranas estarían ahí, hubo que pensarse seriamente quién estaría o no presente. Aun cuando tuvieron que enviarse invitaciones a Suna con cuatro días de anticipación.

Las amistades del Uchiha eran escasas, y aun cuando no había inconveniente respecto a la cantidad, no era como si estas en realidad fuesen muy deseadas… momentos felices. Había que recordar a Naruto y su gran capacidad de perdón y que, con todo y esta, estando como estaba, se molestaría si los "amigos" de Sasuke no estaban presentes en algo de lo que ni siquiera sabía su existencia (porque era una sorpresa).

Lo más problemático de todo fueron los juegos; Shikamaru, Choji, Neji, Kiba y Shino agradecieron hasta la saciedad que Ino y Sakura decidieran hacerse cargo de ello, después de dos días con el cerebro seco y las manos llenas de pegamento y adornitos. No así Lee, que estaba tan entusiasmado por participar en todo, que él se hubiese bastado solo para terminar los planes, si sus ideas no fueran tan extrañas y las chicas se lo hubiesen permitido.

Se hicieron carteles, gafetes, disfraces, platillos especiales, frutas con forma de canastas para bebé y el bebé de fruta también; recuerdos, juguetes y se escogió música, pero todo en diminutivo, porque no se podía hacer un baby shower si no había juguetitos, regalitos, dulcecitos, y todo era tan pequeño y adorable que los chicos no sabían si reír, llorar, vomitar o tener una retrospectiva y ponerse a jugar.

No así Naruto, que al llegar y verlo todo, después de gritar por la sorpresa, se echó a reír a carcajadas.

La cara perpleja y confundida de Sasuke no ayudaba mucho.

+--+

Era pegajoso, frío y se paseaba alrededor de, como él lo veía ahora, su enorme estómago.

Sakura había insistido en que, ahora que estaban seguros completamente de que el bulto viviente (como Sasuke lo llamaba) dentro del vientre de Naruto, realmente estaba viviente, Sakura lo había arrastrado de nuevo hasta el hospital para poder hacerle un eco-no-sé-qué. Quería saber el sexo del bebé.

Así que ahora lo tenía recostado sobre una cama de hospital en una habitación cerrada, con Sasuke sentado y aburrido a un lado , con el estómago descubierto desde el vientre hasta el principio de los pechos, con una sustancia extraña y desagradable sobre la piel y frotando por encima un aparato de metal, feo y muy frío. Si a Sakura le importaba que se estuviera quejando, realmente era muy buena en eso de no demostrarlo.

Después de un rato dejó de mover el aparato sobre él y se quedó mirando fijamente a la pantalla sin decir nada.

Naruto iba a empezar a quejarse porque el maldito aparato seguía en contacto con su piel tibia cuando notó que Sasuke había dejado su puesto para también acercarse al monitor.

—Son dos. —Soltó Sakura d epronto.

—¿Estás segura?

—Tú mismo lo estás viendo, Sasuke.

Ambos miraron a Naruto, que se había quedado completamente quieto y callado mirando la pantalla mientras sostenía la mano de Sakura aún cerca de su vientre.

—…¿Son gemelos?

Era el séptimo mes de embarazo, Sakura debió intentar ver el sexo del bebé desde hacía un par de meses, pero con ese bebé no podía estar segura de nada, por eso había decidido esperar y darles unos meses de paz.

Ahora sólo se aseguraba a sí misma que no podía estar segura de nada. Si bien estaba consciente de que el vientre era más grande de lo normal, no quería que sus sospechas fueran ciertas. Naruto era un hombre, dos bebés durante el parto podían presentar un verdadero problema. Tampoco estaba cien por ciento segura de que el jutsu resistiría hasta el final. Y eso la preocupaba.

Suspiró profundo, de la forma menos ruidosa que pudo pero aun así captando la atención de sus acompañantes.

Se soltó del suave agarre que Naruto ejercía sobre su mano y volvió a suspirar pausado y bajito antes de hablar. —Bien… ahora que sabemos que son dos —ni Sasuke ni la futura madre habían salido por completo de su shock, lo sabía porque nadie había roto el silencio. Frunció el ceño y trato de sonreír — ¿Quieres saber qué son? —El rubio la miró sin entender, era obvio que eran bebés —. Que si quieres saber si son niños o niñas, tonto.

—¿Podemos? —el azabache no dijo nada todavía, pero por la forma en que la miró, era obvio que también estaba sorprendido. Y tenía curiosidad.

—Claro que podemos —sonrió —. Es cuestión que dejes de lloriquear y me dejes trabajar.

Volvió a colocar el frío aparato sobre su vientre y ajustó la imagen en la pantalla. —Este de aquí… —señaló una parte más clara de la imagen que se movía, de la cual Naruto no alcanzaba a diferenciar mucho más que un bulto que representaba la cabeza —es niño. —Pero el rubio confiaba en ella, así que le creía.

Ambos bultos blancos estaban demasiado cerca el uno del otro y el Uzumaki francamente no entendía cómo su amiga era capaz de saber dónde empezaba uno y terminaba el otro. —Esta es niña. Parecen estar bastante sanos. La mayor parte del tiempo están muy calmados, pero si sientes que patean de más, seguramente están peleando.

—¿Se pueden pelear estando ahí dentro? —la voz de Sasuke se dejó oír por fin.

—Siendo sus hijos, no veo por qué te sorprende —se burló un poco y el mayor la miró mal —. Pueden hacer muchas cosas ahí dentro, Sasuke. Se pueden pelear, abrazar, empujar, patear e incluso se pueden besar. Pero son cosas de bebés, tú déjalos en paz.

Después de terminar y que Naruto se volviera a vestir, la chica los corrió del hospital y suspiró de nuevo.

Esperaba que todo pudiera continuar tan bien como lo parecía hasta ahora.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).