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Tengamos un hijo por HuMi-ChaN

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Notas del capitulo:

CAPÍTULO FINAL

Aquella mañana cuando Sasuke despertó se estiró en el colchón y parpadeó varias veces antes de darse cuenta que Naruto no estaba en la cama. Y el pánico se fue apoderando de él lentamente.
Bajó apresuradamente a la cocina después de haberse vestido, tan sólo para comprobar que el rubio tampoco estaba ahí. Su casa se sumía en un silencio pesado y abrumador, las paredes ya no le sabían a hogar y seguridad y, cuando cruzó la puerta hacia el exterior estaba ya hecho un manojo de nervios. Su pánico incrementó al ver a tanta gente aun siendo tan temprano.
Se movió por las calles en un estado casi inconsciente yendo de aquí para allá de forma automática, únicamente dejándose guiar por su instinto que esperaba encontrar una cabeza rubia en algún sitio.

Cuando hubo revisado cada rincón de la aldea sin resultados sintió una arcada que le mareó y se sentó dejándose caer en una banca a la mitad del sendero.
Naruto nunca se levantaba temprano, jamás antes que él. Sasuke se había acostumbrado a demasiado rápido a sonreír cada mañana a los suaves ronquidos de la persona a su lado, tocar su vientre con delicadeza. Sasuke se había acostumbrado demasiado rápido a tener un punto de confort, porque se sentía volver a cuando su madre lo arropaba antes de dormir, y montar la espalda de Itachi por las tardes.

Estaba a punto de tener un ataque de pánico.
Echó la cabeza hacia atrás y respiró profundo; en algún punto su cuerpo comenzó a relajarse y una profunda tristeza se apoderó de él. Sintió frío y su semblante se endureció cuando algo cálido y suave se dejó caer sobre sus labios, haciéndole abrir los ojos y levantar la cabeza con rapidez, golpeándose contra la cabeza de alguien más. La dura cabeza de alguien más. Que se tambaleó hacia atrás con un ahogado gruñido de sorpresa y casi cae al suelo de no ser porque él reaccionó lo suficientemente rápido para sujetarle la muñeca.

—…Naruto.

—¿¡Qué rayos te pasa!?

—Yo… tú… te cortaste el cabello.

—Sí, dijiste que no te gustaba largo, así que fui Hinata a que lo dejara como cuando soy hombre. ¿Qué haces aquí? Tenías una expresión horrible en la cara, algo como así –frunció exageradamente el entrecejo y se apretó las mejillas con las manos, haciendo sonreír a Sasuke.

—Me besaste, idiota.

—Es que tu expresión era realmente fea, ¿en qué estabas pensando?

—En nada. Nada importante. —Sasuke volvió a sonreír, acariciando el corto cabello de la rubia.

+—+

El teléfono sonó cuatro veces antes de que alguien lo atendiera de forma distraída y desinteresada. Eran las seis de la tarde y Naruto se encontraba más que dispuesto a comer un litro entero de helado, tirado en la cama mientras leía algún pergamino al azar cuando el teléfono sonó y la alterada voz de una mujer se dejó escuchar al otro lado de la línea. Entre un alboroto inentendible.

Cuando, después de mucho gritar y frustrarse logró comprender el mensaje desesperado de aquella desesperada mujer la rubia colgó con prisas y se dirigió entre tambaleos lo más rápido que pudo hacia la sala, donde estaba Sasuke leyendo el periódico que no había tenido tiempo de leer por la mañana.

—¡Sasuke! Ya va a nacer, tengo que llegar al hospital rápido.

Sasuke se puso de pie de golpe y se petrificó en su lugar con la boca entreabierta y el pánico en la mirada.

—¡Pero aún faltan un par de semanas!

—El nuestro no, imbécil.

—Entonces de qué demonios me estás…

—¡Cállate y llévame al hospital de una maldita vez!

Sasuke frunció el ceño pero no dijo nada más, cogió a Naruto en brazos y salió de su casa, yendo lo más rápido que podía en dirección al hospital. No cargarlo a la espalda porque el enorme estómago no lo permitía, y llevarlo de aquella forma era más pesado, no podía saltar a la misma velocidad, pero era la única forma. Naruto ya se había resignado a ello y se dejaba llevar sin reclamar.

Cuando llegaron al hospital el rubio exigió a una enfermera que lo llevara a la zona de maternidad; estaba tan conmocionado que asustó a la enfermera que casi grita cuando la rubia la abordó. Caminó por los pasillos sin mediar palabra hasta que llegó a una habitación y sonrió mirando a través de la ventanilla de cristal.

Sobre la cama había una chica desaliñada con un bebé en brazos y a su lado un hombre con un gracioso gesto de angustia en la cara. Después de mirarle por un minuto, Sasuke supo de quién se trataba, era la chica que Naruto había conocido en las conferencias a las que Sakura los había enviado.
Naruto le había pedido que le dejara estar ahí cuando naciera y la chica le sonreía como si lo hubiera estado esperando. La verdad era que Sasuke no entendía por qué aquello era tan importante pero a Naruto le brillaba la mirada como si estuviera a punto de llorar y apretaba la boca como para no gritar.

Sasuke se quedó en el marco de la puerta pero Naruto se aproximó despacio con las manos echas un nudo. Miró al bebé durante casi diez minutos sin decir una palabra antes de atreverse a extender una mano para tocarlo. No estaba dormido, hacía pequeños ruidos, a Sasuke le daba la impresión de que se pondría a llorar, pero no. No lloró cuando Naruto por fin lo tocó, quién casi llora fue él cuando el bebé le envolvió el dedo con su pequeña mano, tan pequeña que casi no podía abarcarlo.
Sasuke no entendía exactamente qué estaba pasando pero algo se le encogió en el estómago cuando Naruto se inclinó y les dio las gracias.

+—+

Se quedaron en la sala de espera sin decir nada. No podían permanecer mucho tiempo en la habitación pero Naruto no quería irse a casa todavía así que le tomó de la mano y se dejó caer en una silla soltando un suspiro, una sonrisa cansada en el rostro, Sasuke se sentó a su lado sin soltarle la mano y sin decir palabra, porque era raro, que estuviera así de callado y tranquilo y aunque se había acostumbrado a su forma de hablar, esa manía que tenía de escupirlo todo casi sin pensarlo a veces, apreciaba los momentos en los que les dejaba estar en silencio porque realmente no tenía nada qué decir.

Parecía que se había quedado dormido, respiraba despacio y hacía pequeños ruidos y Sasuke seguía pensando en la pequeña manita alrededor del dedo de Naruto; le tomó un largo minuto darse cuenta de que no se había quedado dormido, que le apretaba la mano más de lo normal, que estaba sudando y que los pequeños ruidos que hacía eran quejidos silenciosos y estaba ligeramente encorvado sobre sí mismo.

—Naruto…

—Estoy bien, estoy bien, sólo… está pateando muy fuerte.

—Voy a llamar a Sakura. —Apretó su mano un poco más fuerte como si fuera a protestar pero se quedó callado frunciendo el ceño.

Detuvo a la primera enfermera en el camino y ni siquiera fue necesario amenazarla para que llamara a Sakura. Sasuke no sabía qué había en su cara, si un terror absoluto o la más profunda preocupación que la enfermera le preguntó si se encontraba bien, ¿él? Tuvo el impulso de golpearla de pura frustración pero si la golpeaba no podría llamar a Sakura así que sólo le dijo que se diera prisa.

Pasaron cinco minutos antes de que Sakura apareciera y para entonces Sasuke estaba arrodillado frente a Naruto, secándole el sudor de la frente cuando estaba muy cerca de los ojos, porque no tenía ni la más remota idea de qué más hacer.
Le bastó una mirada para saber qué era lo que sucedía y en menos tiempo del que le tomó llegar ya tenía a una enfermera con una silla de ruedas frente a ellos y a alguien preparando un quirófano.

—Qué es, ¿qué está mal? ¡Dime qué es!

—Nada está mal, Sasuke, necesito que te calmes. Tenemos que hacer la cesárea ahora.

—¿¡Ahora!?

Sakura se hubiera reído de su cara sino entendiera por qué estaba tan descolocado. La cesárea tendría que haber sido hasta dentro de dos semanas más. —Ahora, Sasuke. Necesito que te calmes, te pongas esto y te laves si quieres venir conmigo.

—Estoy calmado.

Ella sinceramente lo dudaba, pero al menos era muy bueno pretendiendo que lo estaba.

+--+

Perdió la cuenta del tiempo en cuanto se cerró la puerta de la sala de operaciones. Sakura le dijo que podía entrar pero Naruto le dijo que iba a estar bien. Ella probablemente no entendió por qué lo detenía pero para él una cosa fue clara: Naruto quería que lo dejara solo.
No había una razón en especial, sólo necesitaba estar solo mientras estaba inconsciente, y claro que estaba rodeado de enfermeras y doctores pero no quería que Sasuke estuviera ahí.

Tal vez le dolió un poco pero sabía que había una razón. Habían pasado por todo lo que habían pasado y Naruto aún quería saber si ambos eran todavía lo suficientemente valientes, porque iban a tener un bebé; los últimos ocho meses eran de pronto como una ilusión hasta que se cerró la puerta del quirófano y la sala de espera parecía el lugar más frío del mundo.
No miró al reloj ni una sola vez. No supo cuánto tiempo estuvo ahí sentado. No podía escuchar absolutamente ningún ruido, como si nadie en el resto del hospital se estuviera moviendo y podría haber comenzado una guerra y él no se hubiera movido de su asiento, cambiando de posición entre tener la cabeza oculta en las manos o echada sobre el respaldo de la silla. Era una silla muy incómoda pero se negaba a moverse de ahí, se negaba a mirar el reloj.

Cuando la luz roja por fin se apagó fue Sakura la que salió para decirle que todo estaba bien, que todo había salido bien y tal vez ella creía que eso lo iba a hacer sentir mejor pero Sasuke no pudo sentir que le regresaba el aire al cuerpo. Naruto estaba bien, los bebés estaban bien, pero Sasuke se preguntaba si ellos de verdad estaban bien.
Naruto iba a estar dormido por un par de horas y los bebés estaban en una sala donde él podía ir a verlos pero se negó.

Afuera estaba oscuro, no sabía qué hora era, no sabía cuándo iba a despertar Naruto y no sabía a quién se parecían sus bebés. En casa había una pequeña bañera en el baño, el cuarto más pequeño lo habían pintado de blanco porque no sabían si sería niña o niño y Naruto quería ponerle naranja pero Sasuke no lo dejó. Había también un par de cunas de madera, juguetes ridículamente suaves, mantas ridículamente pequeñas, y todo hacía alguna especie de ruido que se suponía que debía ser o gracioso o relajante, porque Naruto se podía pasar con ellos horas riendo o quedándose dormido. Tenían una pila de paquetes de pañales en el armario, champú que no irritaba los ojos y olía como a miel, el talco olía a lavanda, la crema a avena, tenían seguros para las puertas y esos juguetes ridículos que ponen canciones ridículas y chillonas con las que se duermen los bebés.
Y sus bebés estaban ahí. Habían esperado ocho meses y sus bebés estaban ahí.

La casa estaba llena. Estaba llena de bebé aunque ellos no habían puesto ninguno de sus pequeños pies ahí, y estaba llena de Naruto, Naruto por todas partes, Naruto en la cocina, en el baño, en el pasillo, en el ropero, en el jardín y Sasuke no recordaba la última vez que su casa se había sentido tan viva.
Estaba llena de Naruto pero él todavía no le había pedido a Naruto que se quedara.
Sakura decía que todo estaba bien y Sasuke estaba enojado porque no sentía que todo estuviera bien.

El aire de afuera estaba frío, las personas no le prestaron atención cuando pasó y para cuando regresó al hospital el cielo ya se estaba poniendo claro, entre púrpura y azul.
Naruto ya estaba despierto, tenía un rato despierto, los bebés ya no estaban con el resto de los bebés y a Sasuke le temblaban las manos cuando caminó a la habitación. Los tenía a ambos en los brazos, uno de cada lado, les hablaba en susurros, la voz más gruesa de lo que se la había escuchado en un largo tiempo, ya no era una chica y se le veía cansado, ojeras, la piel pálida y casi parecería enfermo si no estuviera sonriendo, y Sasuke no podía recordar la última vez que se sintió tan asustado.

Naruto lo escuchó entrar y levantó la vista, la sonrisa ligera y le hizo un gesto para que se acercara. Eran pequeños, tanto que parecía casi imposible y cuando él se acercó se quejaron y comenzaron a llorar. Uno tenía el pelo negro y el otro era pelirrojo pero los dos tenían los ojos azules y pequeñas lágrimas salían de ellos cuando los apretaban; Naruto los mecía intentando calmarlos mientras murmuraba cosas que Sasuke no entendía.

—Acércate, idiota, si no te ven no van a dejar de llorar —Ocho meses. Sasuke tenía ocho meses sin escuchar esa voz y se encontró a sí mismo sonriendo un poco y dando un paso al frente. Uno de ellos abrió los ojos y dejó de llorar —No sé qué nombre les vamos a poner, ¿qué nombres les vamos a poner? ¿Pensaste en qué nombres les vamos a poner?

—Naruto…

—La de pelo negro es niña, ¿no es bonita? Se parece a ti. Tú también debías parecer una niñita cuando estabas de este tamaño.

—Naruto.

—El de pelo rojo es niño, sólo tengo una foto pero estoy seguro de que se parece a mi mamá, ¿ves? Ella también parecía niño, seguro.

—Naruto —él seguía sonriendo cuando Sasuke le puso una mano en la cabeza. No sentía que pudiera tocarlos todavía, se veían tan bien ahí, pequeños y frágiles y completamente protegidos en los brazos de Naruto. No le había pedido todavía que se quedara, pero sonreía y de pronto Sasuke se dio cuenta que sí, que no necesitaba pedirlo, que quizá todo estaba bien por una vez —Está bien.

Y eran pequeñitos pero rompían a carcajadas justo como él, pequeñas y ridículamente felices, como susurros. Y pasaron el siguiente año entero llorando a horas inapropiadas de la noche, pero estaba bien. Tendrían que ir a la academia algún día y serían grandes ninjas, pero estaba bien.

—Tengamos más.

 

FIN.

Notas finales:

Soy una mala persona. Quiero disculparme, porque realmente ha pasado mucho tiempo y no sé si arruiné el final, ¿arruiné el final? Perdónenme si arruiné el final. No puedo creer que por fin llegara el final…

Un millón de gracias a todas las personas que leyeron, a todos los que comentaron, a los que llegaron hasta aquí, fue un gran camino y fue bueno pasarlo con ustedes. 


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