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Rires et douleurs por Alexandra Black

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Titulo: Rires et douleurs


Autora: Alexandra


Disclaimer: Ya saben que todo y todos le pertenecen a nuestra querida Rowling (Se moriría si leyera lo que escribimos sobre sus “inocentes” personajes), esto no tiene ningún fin de lucro. Así que fuera especulaciones.


Advertencia: Creo que debo explicar por algo que me han dejado en los comentarios. Sé que en mis advertencias anteriores salía que habría Mpreg = Embarazo Masculino, pero después de pensarlo concienzudamente y de darme cuenta de lo que quiero realmente, este pequeño acontecimiento en la vida de nuestro Harry y Draco, se realizará recién al poco final de la historia (que no sé verdaderamente cuantos capítulos tendrá) así que espero que me disculpen por mi mala visión de la historia y que no se decepcionen de este capitulo. Además, no me gusta lo apresurado y me gustaría que nuestros angelitos se conozcan bien primero y logren resolver sus problemas personales y escolares, para después poder formar una familia como Dios manda, ya que después de la dosis de sufrimiento que van a tener en todo el fic, les hace falta un poco de felicidad para cerrar con broche de oro. Y sin más preámbulos, los dejo con este modesto capi, que espera llenar la expectativa de todos.

Para Daniel y Yushep… mis Ángeles guardianes.


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Capitulo 4



No había nada más maravilloso que regresar a Hogwarts después de tres desesperantes meses. La alegría que lo envolvía no se la arrebataría nadie y tampoco la ansiedad que sentía.
Sus nervios estaban pidiendo a gritos relajamiento, para no colapsar allí mismo, en el carruaje que los llevaba hasta las grandes puertas del castillo, debajo de una incesante lluvia que no permitía tregua alguna.

La cabeza le dolía infernalmente, no podía cesar el dolor por más que quisiera, ya que su hiperactiva ansiedad y emoción estaban haciendo estragos con él.
Intentó quitarse el extraño sudor de las manos con la capa, que a pesar de estar seca y resguardada del agua glacial del exterior, estaba completamente fría.

Cuanto tiempo había esperado para volverlo a ver desde su último e imprevisto encuentro en la florería del Callejón Diagon. Había sido completamente extraordinario lo que compartieron en ese momento de espiritualidad. Nunca se imaginó sentirse tan feliz y triste al mismo tiempo, mientras veía como esos hermosos ojos grises lo escrutaban con desesperación y vehemencia, tratando de alcanzar algo que ambos sabían que no alcanzarían, todavía.

Su mirada se perdió en las gotas que resbalaban por el vidrio del carruaje, mientras que las comparaba con las bellas acuarelas, que eran los ojos de Draco. Sabía que nunca se libraría del intenso deseo y necesidad que sentía hacía el rubio, pero esa era una de las principales cosas por las cuales no dejaba de soñar con él. Porque sabía que algún día llegarían a estar juntos. Tal vez no tranquilos y en paz…pero al menos juntos.

El freno del carruaje lo hizo volver a la realidad, sacándolo de todas las cavilaciones respecto a su futuro. Era mejor no apresurar las cosas. Además, el destino ya sabría su camino, él solo lo seguiría. Como buen ser humano.
Cuando sintió que alguien le presionaba el brazo y se volvió para ver quien era, se encontró con la mirada de su mejor amigo, llena de diversión.

-Sabes, Harry. Si no fuera por nosotros, tú estuvieras vagando por los bosques de Harrylandia, y dejando de lado a la vil realidad.

Harry no pudo más que sonreír y regalarle una sonrisa a Ron. Ronald Weasley era único. Gracias al cielo solo existía uno.

-Ron tiene razón, Harry. Así que escoge, o quedarte aquí dentro por el resto del sexto año o salir, empaparte de esta torrencial lluvia y vivir como te mereces.

Hermione lo miraba entre divertida y desafiante. Y aunque las opciones de su amiga no eran tan malas se decidió por una.

-Elegiré la segunda, Hermione, gracias.

Bajó del carruaje como alma que lleva el demonio, con sus amigos detrás, tratando de esquivar a todos los estudiantes que corrían despavoridamente hasta la entrada del castillo.
Cuando pudo, por fin, traspasar la muralla humana que se había formado en el vestíbulo, se dirigió a un rincón del pasillo contiguo para respirar un poco de aire caliente, mientras que sus entumecidos miembros se habituaban de nuevo al calor.

Estaba logrando que sus manos dejaran de escocerle por el frío, cuando escuchó una melodiosa voz, llamar su nombre en un acento extraño. Una voz familiar.

-Harry…

La voz se iba acrecentando cada vez más, hasta volverse un suave pero claro canto que salía de lo profundo del solitario pasillo del vestíbulo.

-Enlevez I`obscurité des yeux et aidez-moi pour vous aider

La voz seguía susurrando las palabras roncamente, al momento en que se transformaba en una canción muy relajante y atrayente.

- Ne laissez pas que la peur et le désespoir prennent possession de vous, accrochez-vous à moi. Je serai votre support. Il a confiance en moi.

Las palabras, cada vez, se iban convirtiendo en un canto desesperado, de liberación, intentando eliminar toda su pena en esa bella armonía. Que de una u otra forma, era algo tétrico y caótico.
Contenía demasiada tristeza. Mucho dolor.

Se fue acercando cada vez más rápido hacia el lugar de donde aparentemente provenía el canto y se detuvo estrepitosamente al ver, una figura blanca y etérea, suspendida en el aire, rodeada de una aura blanca y brillante. Vestía un largo vestido blanco de mangas largas y sus cabellos negros como el ébano, caían por su rostro, haciendo ondulaciones que la hacían ver mucho más bella.

Se acercó un poco más, pero al intentar llegar casi a tocarla, una fuerza lo expulsó levemente del lugar. La hermosa joven lo observó con comprensión y dijo:

-No te acerques más…Harry.

El Gryffindor solo la miraba con los ojos desorbitados. Intentaba mirarla directamente, pero la cegadora luz se lo impedía.

-¿Quién eres? – fue lo único coherente que pudo decir.

-Soy quien intentará ayudarte a vivir la vida, como lo mereces.

-¿Por qué estás aquí? ¿De qué estás hablando?

Harry estaba desconcertado, no entendía completamente nada. Esa joven se le hacía vagamente familiar, pero no sabía la razón.

- N'arrêtez pas rêver

-¿Que? No logro entenderte.

- Au revoir.

La figura se fue alejando cada vez más, hasta volverse solo un punto blanco en la oscuridad.


* * *


Draco estaba caminando distraídamente por los pasillos de las mazmorras, después del colosal banquete de bienvenida en el Gran Comedor. Los pasillos estaban fríos y húmedos, haciendo que su vista se convirtiera en algo escalofriante.

Sus manos estaban protegidas dentro de sus pantalones, mientras que su rostro era teñido de un ligero carmesí por el frío que le quemaba la piel. Su nariz estaba sonrojada, mientras que sus labios estaban tan pálidos como su piel.

Llevó una mano hacia una de sus orejas y la frotó con esmero.

¿Porque tenían que ser las mazmorras, tan malditamente frías?

Regresó sobre sus pasos, de nuevo hasta la entrada de su casa. Dobló unas esquinas, para hacer mas corto el recorrido, pero un obstáculo lo dificultó todo.

Una punzante herida se iba abriendo paso por su espalda, mientras que a través de su camisa blanca, se perfilaba la sangre que salía a borbotones por las cortadas que estaban ocasionando su pérdida de razón.

Cayó al suelo pesadamente, mientras que sus miembros gritaban por le frío y el dolor que estaban sintiendo. No podía soportarlo más.

Una nueva cortada en la espalda, y su conciencia se volvió algo que no pudo recordar.

Se había desmayado.

Demasiado rápido.



Cuando despertó, solo podía sentir un poco del alivio que le proporcionaba el haber sido curado meticulosamente, y el extraño olor que invadía aquella habitación lo envolvió en remolinos de tranquilidad.

Una mano que recorría su rostro, lo hizo levantarse. Ese tacto era tan suave. Tan tranquilizante.
Intentó buscar al autor de tan bella caricia. Pero sólo podía divisar una luz blanca a su lado.

-*”Tua la vin … tua it la var”

Las palabras que llegaban a sus oídos eran ininteligibles. Trataba de entenderlas, pero mientras mas esfuerzo hacia, mas confusas se volvían.

Sintió una vez más la caricia que lo había salvado, y agarró la mano. Fue pasando sus dedos por todo el contorno de su palma, hasta que se atrevió a ir hacia su antebrazo. Esa piel era como pétalos de flores. Demasiado hermosa para ser humana.

Recorrió cada centímetro de su brazo, hasta llegar a su cuello. Sus dedos le eran indiferentes a todo pensamiento, ya que no obedecían sus claros mandatos, de dejar de tocar a alguien que no había visto nunca.

Cuando su toque llegó al rostro de aquel individuo, no pudo esconder su asombro. Su piel era algodón puro, tan blando y blanco que parecía que se deshacía. Recorrió sus mejillas, su nariz, su boca, sus labios, sus ojos, hasta llegar a su frente. Intentó tocar lo que le parecía que era su cabello, pero al lograrlo, en vez de recibirlo un sedoso cabello azabache (como podía ver), se encontró con un manantial de agua tibia y resbaladiza. Entrelazó sus dedos por toda la cabellera y jaló al ser hacia sí.

En ese momento juró por Dios, que jamás dejaría escapar sus sueños.

Los labios que se apretaban contra los suyos, que no le respondían ni le negaban, eran el paraíso del universo. Nunca antes había sentido un toque tan supremo y glorioso, era simplemente celestial.

Cuando se separó de la figura que había besado, y tocó sus labios, se dio cuenta de que estaban mojados con algo que parecía ser agua, pero más gelatinosa.

-Vous êtes très méchant, Draco.

Draco se quedó callado. ¿Eran sus ideas o la persona le hablaba en francés?

- ¿Hablas francés, Draco?

-Si, lo hago.

Las palabras se atragantaron y no pudo decir nada más.

-Pero hace años que no lo hablas ¿verdad?

-Lo hacía con mi padre, cuando era niño. Crecí. Creo que se nos fue la costumbre.

-Esas costumbres nunca se van, Draco. Se esconden en una parte de tu mente, hasta que las vuelves a usar.

-¿Quién eres?

-Soy alguien que te hace recuerdo a Harry.

-¿Cómo?

-Todo a su tiempo, Draco. Por ahora, se que tú y Harry están destinados a estar juntos. No sabes lo feliz que me hace esto.

-Yo amo a Harry.

-Lo sé. Nunca dude de ello y nunca lo haré. Ese beso me lo demostró.

Draco no supo que contestar. ¿Como se había atrevido a besar a esa mujer?

-Lo único que te pido, es que mientras mas pronto Harry sepa sobre tu condición, mas rápido se arreglaran las cosas. Confía en mí.

-Lo haré.

La bella figura se acercó a él y depositó un beso en su frente. Le sonrió. Dijo unas palabras en algún idioma que no conocía y se adentró en un profundo sueño.

Todo olía a rosas blancas y lirios.


* * *


Harry estaba desayunando en el gran comedor, mientras que leía “El Profeta”. No aparecía nada de que preocuparse, así que lo dejó en la mesa y siguió con su comida.

No recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior. Su mente le mandaba fragmentos de voces dulces y luces cegadoras, pero ninguna cosa coherente.

El ruido de un centenar de lechuzas, entregando el correo matinal, lo sacó de sus pensamientos.

Hedwig llegó a él con una carta en la pata, y con el apetito desbordado.

Después de darle de comer a su lechuza y haber saciado su propia hambre, se excusó de la mesa de Gryffindor y de sus amigos, y salió del Gran Comedor con paso firme.

Mientras que unos ojos grises no le desprendían la vista.

Caminó por los pasillos hasta el vestíbulo, y salió a lo territorios del castillo. Aún le quedaban veinte minutos para la primera clase, así que decidió leer la carta en la soledad del lago.

Se sentó debajo de un hermoso árbol de cerezo, desdobló la tan anhelada carta y se dispuso a leer.


Amigo mío, tanto tiempo ha pasado
Con tu ausencia, sin conocerte, sin hablarte.
Más para mí, ya ha llegado el momento
De nuestro encuentro.
Hoy, al ponerse el sol detrás de cielo,
Te espero en el linaje del lago,
Para darte a conocer quien soy
Y que quiero de ti.
Te esperaré toda una vida si es necesario,
Pero tendré la fe en que vendrás.
Adiós, amigo mío.
La noche será la testigo de un momento
Inolvidable, y la luna la testigo de mi
Felicidad.



Harry dobló la carta, la metió otra vez en el amarillento sobre, y permaneció mirando al vacío por varios minutos.

Una lágrima cayó de sus ojos, haciendo un mudo acuerdo con el remitente de la misiva.

Se levantó del suelo, con una gran sonrisa en los labios, mientras que el viento jugaba con sus cabellos desordenados y mecía su capa al compás de una música imaginada.

Lanzó un suspiro al aire, volvió a sonreírle al cielo y se encaminó con paso ausente hacia el interior del castillo.

Su vida nunca volvería a ser igual.

Ni la de Draco tampoco.


* * *


El viento es amigo de los solitarios,
La luna, amiga de los amantes. La tierra, reina
De la amargura y el cielo, cuna de los desamparados.
Mis manos son protectoras de sus almas,
Y mi corazón es el centinela de sus cuerpos.
Mi mente, acompañante de sus pensamientos,
Y mi cuerpo, templo de sus dolores.
No huyan de mí,
Confíen en mí,
Hablen conmigo,
Y encontraran la razón de su estadía en la tierra.
Yo sólo estoy aquí, para amarlos y cuidarlos.
Para liberarlos de todo mal y de todo pena.
Estoy aquí, para ser su refugio de sufrimiento,
Y su escape de la realidad.
Tan sólo vivo por ustedes y para ustedes,
Déjenme ayudarlos y serán felices.
Más yo soy misionera de los Dioses, y fruto de los ángeles,
Que han creado mi cuerpo y alma, para la protección de sus vidas.
Así que síganme, porque yo soy la única que podrá guiarlos,
Por el camino de la paz y la tranquilidad.
Yo soy su ángel y su puerta de plata,
Que los acompañará por el mundo,
Y les sonreirá cuando lo necesiten.
Yo seré quien los llevará a la vida eterna,
Con la ayuda de sus antepasados y de las deidades.
Para que ustedes, mis angelitos, sean la salvación del mundo.



La voz dulce y susurrante desapareció en el viento. Mientras que los pétalos de las flores del árbol de cerezo, caían en un remolino rosa.

Pero en un segundo, todo se detuvo.

El lago se convirtió en hielo, las nubes se detuvieron, el viento dejó de susurrar, las flores se congelaron en el aire y las hojas pararon su baile.

Tres figuras etéreas aparecieron en medio del lago, mientras a orillas de éste, una bella joven se sentaba para conversar con los espíritus que la visitaban.

Su misión tan sólo estaba comenzando.

Esto sería más difícil de lo que pensaba.


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Notas de la Autora:

*Palabra de mi invención- No tiene un significado específico.

¿Cómo están todos? Aunque ya puse una nota al comienzo, no pude evitar poner otra al final.
Ya me había olvidado como se siente actualizar un fic.

Gracias a todos los que me esperaron y espero que no intenten decapitarme, después de leer esto.

Bien, aquí vemos que un personaje más ha entrado a la trama, y les voy avisando que tendrá un papel muy importante en la unión de nuestros protagonistas.
No les daré más información sobre ella (por si no lo habían notado es un mujer n_n) ya que no quiero aguarles la historia.
Mil disculpas si se han confundido en algo, pero ya saben, solo me dejan un comentario sobre sus dudas y yo se las aclararé con mucho gusto.

Espero sus comentarios con ansias. Por favor.

Perdón por el capi, se que es un poco corto, pero mi musa se fue de vacaciones con mis angelitos, y no ha regresado todavía.

Creo que no me queda nada más que decir, así que me despido.

Los quiere…Alex.


Miembro de la Orden Potteriana

Miembro de la Orden Draconiana



Sábado, 7 de mayo de 2005.

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