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angel negro... por karlaa miichellee

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Notas del capitulo:

hola, mucho gusto
y muchas gracias por regalarme un poco de su tiempo a mi, y a estos escritos que comence hace tiempo
aquel en el que era una chiquilla de secundaria con la hormona algo alborotada xD

 CAPITULO 11

FUTURO

Salió de la habitación del menor, le dolía la espalda de dormir en aquel frio y pequeño sofá, pero se negaba a salir del hospital, ¿Qué tal que ocurriera algo cuando el no estaba?  El tenia tanto derecho a decidir como Bianchi, y nadie se lo podía negar.

Camino por el largo pasillo blanco, rumbo a otra sección del hospital.

Ojala pudiera duplicarse y estar en ambos lugares a la ves, aquella caminata se le hacia tan pesada… y cada día pareciera que le aumentaran metros a su recorrido.

PRESENTE

-Hayato, ahorita especialmente debes de cuidarte, la enfermedad se esta volviendo mas fuerte, el desmayo que tuviste ayer no es nada con lo que se aproxima-

El adolescente permanecía en silencio, sentado en su silla a un costado de su hermana

-¿puedo volver a la escuela?- preguntó el joven alvino.

-...me temo, que no es lo mas conveniente, tienes que estar en reposo y observación, te dejare marchar a tu casa, pero como medico y amigo, te prohíbo volver a la escuela, al menos hasta nuevo aviso- contestó el rubio, no le gustaba hacer aquello, odiaba dar aquellas tristes noticias, pero tenia que hacerlo.

*

De regreso a casa su hermana no dijo nada, el tampoco, aun se sentía algo débil y cansado.

Los carros pasaban a su costado, al frente los semáforos cambiaban de color, verde, amarillo, rojo, todo en un circulo vicioso.

-Hibari no ha dejado de llamarme preguntando por ti-comento la chica

-¿no le dijiste verdad?-

-no, pero ya es tiempo de que le hables de tu estado, las cosas como son Hayato, no puedes continuar azucarando algo que aun así, es difícil de tragar-

-…¿puedo salir mañana con el?-

-…solo si me prometes que se lo dirás de una ves por todas-

-si, lo hare-

 

*

 

*

 

*

 

Se encontraban en la casa del japonés, al menor le hubiera gustado ir al parque de diversiones pero Hibari se negó debido a los problemas de salud que últimamente presentaba su pareja, además de que afuera había un clima de los mil demonios, no podía a arriesgarse a que tuviera otra decaída… tenia que cuidarlo, pero ¿cuidarlo de que? Si ni siquiera el sabía que es lo que tenia.

Caminaba por un sendero lleno de ladrones, con un tesoro en mano pero sin una sola dirección que seguir o un arma a su costado.

El joven de ojos verdes se sentó, se armó de valor, esta seria una larga y difícil charla,  comenzó a hablar, le dijo todo a el japonés, absolutamente todo, no obtenía respuesta alguno, ni comentarios, solo, de ves en cuando una que otra pregunta, alguna duda de algo que no le había quedado del todo claro.

Cuando finalizó, mantenía la mirada baja, no se atrevía a encarar aquellas orbes azules de las que tiempo atrás se había enamorado, tenia miedo de romper en llanto si lo hacia, de verse débil, de proyectar sus temores y debilidades.

Pare ser sinceros, esperaba algún reproche, un grito, un empujón, o tal ves, inclusive un golpe, pero nada llego, no había reacción alguna por parte del prefecto, parecía haberse convertido en una estatua en el momento que el sol se termino de ocultar.

No se preocupaba por llegar a casa, Bianchi tenia una cita con Dino así que le había preguntado si podría dormir en la casa del japonés, ella, extrañamente había aceptado, sabia que aquel chico no le haría daño alguno a su hermanito y que lo cuidaría muy bien, además…. Tenia muchas cosas que hablar con aquel medico italiano.

-Hayato…- el aludido levanto la mirada y en el momento unos labios ajenos se estamparon con los propios, en un beso necesitado.

Le correspondió el acto, cuando el mayor lo jaló por la cintura para que se acercara un poco más, termino por obligarlo a sentarse sobre sus caderas, Hayato, pasó sus manos por el cuello de su pareja mientras se acercaba más a el, llegando a hacer movimientos muy provocativos, aun mas tomando en cuenta que se encontraba sentado a horcadas sobre el.

Necesitaba besarlo de nuevo, sentirlo, había durado una semana internado, una semana sin verlo, sin escucharlo sin saber absolutamente nada de el.

En un arranque de pasión, el japonés intensifico el beso, comenzando a invadir la boca del italiano, este se sonrojo, pero sin embargo no se apartó, continuo con el contacto mientras trataba de seguirle el paso, se sentía tan inexperto, tan novato.

Se besaron hasta que perdieron el aliento, pero, no llegaron a más, todo quedo en un beso, las caricias no llegaron a aparecer en escena.

-hi-hibari…- llamó el menor una ves que se hubiesen separado lo suficiente como para mirarse el uno al otro – …continuemos…- pidió tímidamente el chico, bajando la mirada, pero sin moverse de aquella provocativa y comprometedora posición.

-…hayato….-

 

*

 

*

 

*

 

FUTURO

Por fin había llegado a su destino, habló con la doctora, todo se encontraba en orden, todo iba bien.

Una enfermera se acercó a el y le propuso entrar, el sin pensarlo dos veces acepto, no había otra cosa que quisiera mas en esos momentos.

Un poco de tiempo con ella, un poco de alegría y felicidad no le vendrían mal, le hacia falta recordar lo que se siente sonreír, sentirse amado y el calor de un cuerpo en su regazo…

-…al menos, hay algo bueno en todo esto…-

 

*

 

*

 

*

 

PRESENTE

Llegaron hasta su cama, donde lentamente dejó caer al menor, sabia que debía cuidar su salud, así que se propuso ser lo mas cuidadoso posible, pues no podía negarse, sabia que Hayato anhelaba aquello  y el también, además… ¿como desaparecer aquel bulto que crecía bajo sus pantalones?

Como apagar aquel fuego que había comenzado con apenas una chispa, con un beso, y ahora…. Ahora parecía consumir todo a su paso…

Desnudó al joven albino lentamente, queriendo memorizar cada parte de su cuerpo, cada gesto, cada sonido, cada olor,  simplemente buscaba grabar  aquel momento en su recuerdo, quemarlo con fuego vivo en su memoria.

El menor parecía desesperado, hace un buen rato que se encontraba a merced de su pareja, pero este no pasaba de caricias, quería recibirlo, deseaba sentirlo dentro de él.

-Hibari...- susurro levemente mientras movía sus caderas, pidiendo más, tratando de provocarlo.

-shh… si quieres que lo haga, lo haremos a mi modo- fue todo lo que dijo el prefecto y continuo tocando, explorando aquel cuerpo, a paso lento, muy lento, desesperando a hayato, haciéndole gemir sin control, perder la respiración y el conocimiento por momentos.

El japonés llevo tres de sus dígitos a la boca del menor, este completamente rojo, entre abrió sus labios comprendiendo que era lo que Hibari quería que hiciera, así que, acato la orden, les dio alojo a aquellos dedos dentro de su boca.

Finalmente sus caricias llegaron a la entrada del menor, este se estremeció, pero intento ocultarlo, fue entonces que sintió como un digito lo  invadía

-¡Ah!, ¡Hibari!- gritó al sentir como se movía dentro de él, dolía, o si que dolía.

Se mordió el labio inferior para no soltar otro grito al sentir como dos invasores más entraban en el, mierda ¡como dolía!

Después de un rato, que al menor le pareció eterno, aquellos dígitos salieron de su interior, miro a su novio, sus hermosos ojos azules, y se olvido de la sensación de incomodidad que habían dejado en su parte baja aquellos invasores.

El joven de cabellos negros se acomodó entre las piernas del italiano, besó sus labios mientras comenzaba un movimiento de caderas, simulando penetraciones.

El joven extranjero no quería que su amado escuchara sus quejas cuando comenzara e entrar dentro suyo, así que lo tomo de los cabello y lo obligó a besarlo, enredando una de sus manos en aquella maraña de cabellos negros y con la otra recorría el pecho ajeno.

Entre besos y caricias el japonés comenzó a entrar poco a poco en aquel cuerpo, penetrando en territorios desconocidos.

El menor quiso liberar un pequeño grito de molestia, pero este fue acallado por los labios del japonés.

-Hayato- dijo roncamente el portador de ojos azules, aquella no era la primera ves que le quitaba la virginidad a un chico, a decir verdad era la segunda.

Recordaba a aquel novio que tubo hace cerca de un año, aquel jovencito castaño de ojos miel, y a pesar de que lo quería y se había acosado varias veces con el, nunca sintió la misma satisfacción que experimentaba en estos momentos, pues, a aquel niño solo lo quería puede incluso que solo haya sido una etapa de descontrol hormonal, pero a el joven de cabellos  platas y ojos verdes, a el lo amaba….

Finalmente termino de entrar, se separó un poco del rostro ajeno para poder verlo.

Sus ojos, aquel par de  esmeraldas estaba cubierto de una capa de líquido transparente, de gotas de agua salada que amenazaban con salir en cualquier momento.

-¿estas bien?- preguntó, por un momento temió haber lastimado al menor, haber sido demasiado brusco y concentrarse en el deseo propio.

-si…- dijo mientras asentía y sonreía- vamos… dame un poco de placer Hibari…- pidió el chico albino, pues sentía que si no lo hacia terminaría por perder el conocimiento, aquella sensación en su parte baja  era insoportable.

Lentamente comenzó a mover sus caderas, pero  con cada movimiento sentía como el menor se tensaba y veía como se mordía los labios para acallar alguna queja.

Optó por un plan B

Coloco una de sus manos en la cintura ajena y la otra la bajo hasta la hombría del menor, una vesque capturo esta entre sus manos comenzó a recorrerla en toda su extensión

-¡hibari!- grito el menor al sentir como este comenzaba a jugar con su intimidad, comenzó a deshacer las sabanas que se encontraban bajo su cuerpo con cada movimiento de la mano del japonés.

Poco a poco hibari comenzó a sentir como el italiano se relajaba y comenzó a mover sus caderas, penetrando al menor, buscando aquel punto especial.

-ky-kyoya…- gimió el menor cuando aquel punto fue encontrado, sentía que cuerpo desfallecer, como si el japonés hubiese disparado un arma cargada con placer.

Tímidamente llevo una de sus manos hacia la de su novio, la que continuaba jugando con su hombría, la tomo y trato de detenerla.

-no… no sigas con esto- pidió, sentía la vista nublada por el placer, pero si aquel chico continuaba atacándolo de ambas formas sentía que no soportaría mucho y terminaría pronto

El otro comprendió, y dejo de hacer aquellas caricias, para concentrarse más en hacer suyo al joven italiano.

Hibari necesitaba saber que estaba ahí, lo tocaba, debía comprobar su temperatura, lo hacia gemir, tenia que comprobar que aun contaba con la voz, que tenia la fuerza para soltar un grito o la vida necesaria como para romper las sabanas de su cama.

Simplemente necesitaba saber que estaba ahí.

Vivo

…Suyo…

 

 

Notas finales:

les gustó?
 espero que si!

cualquier critica, comentario, jitomate electronico, es bien recibido xD

bye! besos! ;D

PD:
¿review?


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