Bianchi se enteró al poco rato de su charla con Dino, esta se mantuvo callada, pues, según ella… no tenía nada que decir. Su pequeño hermano ya había tomado una decisión, y ella le apoyaría, como había hecho siempre, le cuidaría lo más que pudiera, tanto como su madre hubiera hecho de haber podido.
Extrañamente, la chica no condujo a su casa, si no que tomó otro camino, un camino que puso nervioso al menor, sabia a donde iban, a su casa…
Con Hibari
Los nervios comenzaron a invadirle, tenía miedo.
-tienes que decírselo – sentencio la chica de cabellos rosados antes de recibir cualquier protesta- decida apoyarte en esto o no, es su padre, tiene el derecho a saberlo, no cometas el mismo error de tu madre, de mantenerse callada hasta que el final toco a su puerta… nuestro padre, la amaba, le hubiera apoyado en todo, pero ella, se mantuvo al margen…-
el chico escuchaba, ya sabía eso, Bianchi y el eran medios hermanos, su madre fue la amante de su padre, cuando salió embarazada, se mantuvo en silencio, no dijo nada, posiblemente, por eso murió tan joven, paso ella sola su embarazo.
-nuestro padre te ama, estoy segura que ese chico también lo hace, y sin duda también amara a mi sobrino-
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Y ahí estaba, sentado en el sofá de la sala del japonés, frente a él.
Con sus ojos verdes clavados en el suelo, tratando de encontrar las palabras indicadas, pero apenas comenzaba a formar su discurso, todo se esfumaba.
-herbívoro... ¿Qué ocurre?-
Se había hartado de aquel insoportable silencio, tenía a su amado niño frente a él, y a su cuñada mirándolos desde el marco de la puerta, a un par de metros de la sala.
-…Hibari, yo… tu… nosotros…- no podía, no era capaz de decirle que serían padres, tenía miedo al rechazo, abandono o alguna reclamación, pero su hermana estaba ahí, le apoyaba y protegería incluso del nipón, en caso de ser necesario.
-Hey, Hibari Kyoya- hablo su hermana finalmente, sabía que su pequeño hermano no podría con esto solo- embarazaste a mi hermano
Directo al grano, con una puntería envidiable había lanzado y dado en el blanco, no había necesidad de rodeos.
El par de orbes azules se agrandaron, ¿había escuchado bien? ¿Él y hayato serían padres? no, eso, biológicamente no era posible, hayato no era una chica, el mimos lo había comprobado aquella noche, no era posible ¿verdad?
-Hayato, desde muy pequeño ha sido sometido a muchos tratamientos, incluidos hormonales, por alguna razón, su cuerpo logro desarrollar hormonas femeninas, óvulos, que, fueron fecundados por tus espermatozoides Hibari… Hayato ha decidido tenerlo-
Terminó de explicar la chica de cabellos rosas, aclarando las dudas de su “cuñado”.
-¿de qué forma afectara esto tu salud? – interrogo la nube, eran un par de niños, no estaban listos para ser padres, no lo habían planeado, pero, las cosas ya están hechas, no había marcha atrás.
-el medico dice que… posiblemente mis defensas bajen, que me debilitaré y el parto tendrá que ser por cesaría… tampoco cree… que logre llegar a ese momento-
Una vil lágrima, lacaya de Judas escapo de sus ojos, ahora, se daba cuenta de la gravedad de las cosas, del riesgo y los peligros que el tener a aquel bebé significaba.
-…también cree... Que sea posible que el bebé herede mi enfermedad, así como yo lo hice-
Sin poder contenerse más, ese niño comenzó a llorar, era demasiado para él, tan solo tenía 15 años, le habían arrebatado a su madre, su infancia e inocencia donde los pequeños son invencibles, desde chico conoció a la muerte, y esta lo acechaba día con día.
Hibari se puso de pie, no podía verle así, cruzo el 1.80 metros que lo separaban de su amado y lo abrazó, escondió en su pecho aquel rostro, limpio sus lágrimas y lo estrujó contra su cuerpo, no quería perderlo, a ninguno de los dos…
-el bebé estará bien, tú también lo estarás…-