POV HanGeng
Unos golpes en mi cabeza me despertaron no muy dulcemente.
— No estuve planeando toda esta tarde para que te quedes dormido — me dijo la voz de un ZhouMi bastante enfadado mientras seguía golpeándome con su móvil.
— Ya desperté, ya desperté —dije bajito mientras me erguía refregándome los ojos.
Miré por la ventana y vi que estábamos en mi mansión, algo que me alegro ciertamente. Luego vi a mi derecha y vi al Enano algo distraído y sonrojado.
— Lo siento —le dije antes de abrir la puerta del auto y salir a estirarme, realmente, a pesar de haber sido unos pocos minutos, había dormido como si Morfeo me hubiese dado un polvo súper potente.
— Bien... Ahora...DongHae y yo prepararemos la habitación y ustedes la cena —dijo Zhoumi
— ¿Preparar la habitación? —lo miré, curioso
— ¿Esperabas que durmiésemos en camas? No, no. Por su puesto que no, alfombraremos la habitación con unos colchones, y mesitas, y peluches...
— ¿¡Mis peluches!? —si no fuese porque la mandíbula inferior estaba unida a la superior estaba seguro que se me hubiese caído.
— Haces cada pregunta HanGeng... —pasó por mi lado golpeando mi hombro para sacar las llaves de mi bolsillo y luego entró a la casa, el Enano y yo nos dirigimos, ni bien entramos, a la cocina.
Por mi lado, saqué una sartén, aceite y arroz para comenzar a freír, no era que me quedase otra alternativa.
Por otro lado, RyeoWook se movía como un verdadero maestro por todo el lugar, sacando cucharas, cucharitas, cucharones, ollas y todas esas cosas. Durante todo el rato que el arroz se estuvo haciendo dejé la vista fija en el más bajo.
POV RyeoWook
Apenas entré a la cocina me sentí más libre y relajado, el estar ahí era como estar en mi propio mundo y olvidarme de todo. Hasta de mis sentimientos encontrados, tristeza, emoción, falsas esperanzas y todo lo que me producía al pensar en la palabra "gusto o amor"
Abrí los almacenes sacando ollas, cucharas, cuchillos y todo lo que necesitaría para hacer magia. Porque eso haría cocinar algo delicioso para los invitados en casa, después de todo una pijamada necesita tener un banquete especial.
Pelé las papas delicadamente y luego las cortos en pequeños trozos introduciéndolas en la olla -no sin antes haberlas vuelto a lavar- tomé algunas verduras y hice lo mismo una y otra vez. Sacando y agregando cada ingrediente que me faltaba.
Batí la olla con un cucharon mezclando y agregando sal. Falta algo importante, los fideos. En un delicioso ramen no puede faltar aquello. Los busqué y luego los agregué a la olla con una sonrisa. El primer plato ya estaría listo.
— ¿Te gusta el Bulgogi Hyung? —pregunté buscando en la heladera ternera marina, apenas la encontré la saque viendo el rostro de HanGeng— ¿Sucede algo?
— No nada —dijo volviendo a lo suyo— Y como cualquier platillo.
Fueron palabras suficiente para que emocionara a preparar todo lo que había aprendido al vivir solo durante dos años. Busqué más vegetales y de un pequeño contenedor saqué arroz.
— ¿Hay otro sartén? —pregunté viendo como HanGeng batía el arroz frito en el. Se veía delicioso, algo sencillo pero cocinado por sus manos. Definitivamente me moría por probarlo.
— Si. En el almacén de allá encontraras muchos —apuntó hacia a la derecha.
Me dirigí a ellos buscando uno que no sea ni muy pequeño ni muy grande. Cuando finalmente los encontré me dispuse a cocinarlo. Pensé en otro plato conocido y que era mi especialidad, el Kimchi. Dejé la olla encendía al fuego y el sartén calentándose para buscar lo que me hacía falta. Tomé rábanos, pepinos, ajos, cebollas, pimiento y mi ingrediente secreto -cortesía mía- jengibre. Apenas caminé unos pasos sentía la mirada de HanGeng sobre mí.
— Soy alérgico al jengibre —confesó dándose la vuelta para apagar el fuego de su sartén.
No quise decir nada, dejó todos los ingredientes en el mesón y quité el jengibre volviéndolo a guardar. Después de todo si él era alérgico al vegetal no podría cocinarle algo como eso.
POV HanGeng
Realmente me quedé anonadado cuando vi todo lo que estaba haciendo. Mi arroz frito no eran ni sobras al lado de todos esos platillos que se preparaban justo delante de mi.
El Enano iba y venía como un experto por todo el lugar.
— Soy alérgico al jengibre —le dije de repente mientras apagaba el fuego y tapaba la sartén. Un pequeño platillo, nada, absolutamente nada comparado con lo que él había hecho. Luego de haberle dicho lo del jengibre el fue a guardarlo de donde lo había sacado.
— Si tu lo cocinas así... —comencé a decirle— podrías dividirlo o... dejarme una... parte y a la otra... ponerle el jengibre —era la conversación más larga y coherente que había sostenido con el Enano desde que había pisado la casa. No solo eso, era la primera vez que le hablaba en un tono normal, sin amenazas, ni odio, como si fuese un amigo o de la familia.
— Con respecto a lo de ReoYii —comencé a decirle mientras miraba el arroz, como si temiese que se me fuese a escapar— Deja de preocuparte por eso; no era alguien que valiese la pena.
Y luego comencé a mover platos y palillos para preparar la mesa, haciendo ruido
— ¿Dónde aprendiste a cocinar así? —le pregunté cambiando brutamente de conversación.
No tenía ganas de volver a retomar el tema pero estaba consiente de que todo lo que le había dicho era de corazón... ¡¿De corazón?! ¿Cuándo hablaba con él cosas que se refiriesen al corazón? ...
Desde el día en que se confesó, por su puesto, desde ese día en que él había llegado a mi corazón de la forma más directa y torturosa. El no me escondía nada, siempre me había sido sincero... Y creía que era hora de comenzar a cambiar mis actitudes con el.
POV RyeoWook
Escuché sus palabras, realmente era reconfortable saber el tono con el que hoy me hablaba. Parecía más... ¿amable?
Si, creo que así podría llamarle.
Apenas nombró el nombre de la rubia me paralicé. Mi mente esperaba que me dijese "sí, aún la amo" pero parte de mi corazón esperaba otra cosa, palabras como: "ya no la amo", "deje de quererla hace un tiempo", y cosas que tenían que ver el rechazo de sus sentimientos hacia ReoYii.
"Deja de preocuparte por eso, no era alguien que valiese la pena."
Aunque me parecieron palabras un poco duras realmente me sentía más relajado después de escucharlo. Mis estúpidos sentimientos -si estúpidos por no saber controlarlos- se agitaron empezando una fiesta dentro de mi interior.
Tratando de mantener la cordura lo vi ir hacia la mesa acomodándola. Ya casi estaría la cena.
— ¿Dónde aprendiste a cocinar así? —me preguntó de repente.
Mi sorpresa fue grande. ¿Estaba preguntándome algo personal?
Esto era realmente un gran cambio.
— Vivir en un orfanato te obliga a aprender cosas necesarias en la vida cotidiana —le respondí tratando de mostrar mi mejor sonrisa— Ya listo el Ramen y el Bulgogi. Te ayudaré con eso.
Apagué el fuego de las dos ollas dejando encendía la ultima. Al Kimchi aún le faltaba teñirse de color. Tomé cucharas y cubiertos de unos cajones mientras HanGeng colocaba un lindo mantel. Creo que nunca lo había visto desde que vivía allí. Sonreí viendo como acomodábamos la mesa, parecía como si fuéramos mayores y viviésemos juntos en un apartamento. Compartiendo intimidad, alegrías, sonrisas, tristezas, mucho apoyo... y quizás sentimientos.
Me golpeé mentalmente la cabeza por fantasear como chica de los dramas. Era bastante absurdo que pasase algo como ello. Volver a la realidad era triste. Ya casi estaba lista la mesa, tomé una jarra de jugos de la heladera la deja en el centro de la mesa y cuando me dispuse a caminar hacia la olla de Kimchi me llevé conmigo un poco del mantel. Algunos cubiertos cayeron al suelo.
— Que torpe soy —dije avergonzando.
Quise alzar lo que había tirado al suelo por culpa de mis fantasías cuando me bajé al suelo y quise colocar mi mano encima de los cubiertos la mano de HanGeng apareció encima de la mía rozándola. Le miré viendo sus ojos, rápidamente quité mi mano avergonzado. Mi corazón palpitaba a mil. Aún sin levantarme me quedé allí.
— Ejem —DongHae apareció por la puerta con una sonrisa en sus labios. Me levanté rápidamente tocando mi mano. Aun sentía los colores en mis rostro— Siento interrumpir, pero creo que se está quemando aquella olla.
Apuntó hacia la parte trasera de la cocina.
— Ah, ¡El Kimchi! —grité corriendo hacia la olla rápidamente apagándola.