Sin POV
No había pasado mucho tiempo antes de que ambos chinos se quedaran dormidos en la cama con los ojos cerrados mirando al techo. HanGeng acurrucado en su lugar y ZhouMi completamente a sus anchas con el gato aún en su zona abdominal.
De repente, el sonido del timbre despertó al mayor de sus sueños, despabilando levemente al menor.
— Sigue durmiendo —le dijo el mayor besando su frente; el menor no hizo más que aceptar la orden y volvió a cerrar sus ojos, restándole importancia a la tormenta que se había desatado fuera de la casa, pero que inconscientemente, él sentía dentro de si.
ZhouMi fue refregando sus ojos hasta la puerta y una vez enfrente de esta la abrió para encontrarse, increíblemente mojado, al Enano.
— Pasa, pasa —le dijo en un perfecto coreano mientras cerraba la puerta tras de sí— Oh, creo que no me presente. Soy ZhouMi, el mejor amigo de la infancia de Hannie —acto seguido el mayor extendió su mano esperando que el menor la estrechara— Creo que deberías ir a cambiarte o te resfriaras... Yo iré a hacer chocolate caliente para ambos... Te espero en la sala, he esperado mucho para conocerte —el mayor pausó para sonreírle cálidamente al menor— HanGeng está durmiendo —agregó en un tono más bajo— Trata de no hacer ruido, me costó tranquilizarlo —volvió a sonreírle y se dirigió a la cocina para preparar susodicha bebida.
Abrió la alacena para buscar el cacao y luego puso a hervir leche. Unos minutos después mezcló el cacao con la leche y los sirvió en dos vasos bastante generosos en tamaño. Luego buscó galletitas de chocolate y las sirvió para luego dirigirse con su pijama, la chocolatatada y las galletitas a la sala.
El menor tardó un poco, pero finalmente apareció por la puerta. ZhouMi le hizo un gesto para que se sentara enfrente de él y le ofreció una taza de la bandeja para luego tomar la otra.
Antes de hablar aspiró el aroma a chocolate que emanaba la taza para luego llevársela a los labios para tomar un gran sorbo.
— ¿Cómo te encuentras? —preguntó el mayor con un deje de preocupación en su voz No te sientas obligado a hablar —pareció recapacitar unos instantes— Si quieres confiar en mi, hazlo, quiero que sepas que puedes —luego, otra de sus sonrisas.
POV RyeoWook
Estaba actuando idiota. Ni siquiera había tomado las llaves de la casa de DongHae, busqué una vez más en mis bolsillos sin tener resultado alguno. No me quedaba de otra que tocar el timbre de la mansión.
Con el cabello empapado, gotas de agua chorreando de mi cabeza crucé mis brazos tratando de darme calor. Aquella tormenta me había agarrado desprevenido. La puerta se abrió viendo como aquel moreno de la tarde e miraba.
— Pasa, pasa —le escuché decir. Con pasos rectos entré a la casa. Estaba muriendo de frío.
Se presentó amablemente conmigo, y luego me ofreció una taza de café después de que me cambiase de ropa. Tenía razón quizás pesque un resfriado en este estado, subí hacia mi habitación y tomé mi pijama colocándomela. Colgué la ropa mojada en el baño y saqué una toalla para enredármela en el cabello.
Listo para tomar un café caliente bajé hacia la cocina viendo como aquel joven llamado ZhouMi me invitaba a sentarme frente a él.
— ¿Cómo te encuentras? —me preguntó amablemente. No parecía el mismo chico rudo del encuentro de hoy— No te sientas obligado a hablar, si quieres confiar en mi, hazlo, quiero que sepas que puedes.
Vi su sonrisa. No podía ser más sincera. Un joven mayor que expresaba abiertamente sus sentimientos preocupados por su amigo. Tomé un sorbo de la taza antes de hablar.
— ¿Él me odia verdad? —Quizás necesitaba desahogarme, y lo estaba haciendo él— ¿HanGeng me odia?
— No es así… —me interrumpió.
— Claro que sí —dejé la taza de café en el mesón, para luego apoyar mi mentón en mis manos apoyadas sobre la mesa— Desde que llegué a esta casa me odio y eso no cambiara. Ahora que vió que su novia me besó debe odiarme mucho más. Yo no quería lastimarlo —agaché el rostro evitando recordar su mirada de ira— Ella me besó. Yo la rechacé, aún así... siempre hago que HanGeng se sienta incomodo conmigo. Nunca debía aceptar, nunca debía venir a esta casa. Así HanGeng podría ser el chico feliz que solía ser.
— ¿Lo aprecias mucho verdad? —preguntó de repente. Aquello me hizo recuerdo a lo que me dijo DongHae.
— Es mi primo —aclaré subiendo la mirada para mirarle— Me preocupo por él, las cosas están bien cuando me ignoraba solamente pero ahora que pasó todo esto... solo querrá golpearme hasta matarme. Debería dejarlo para que se siente mejor, así podría ser feliz.
— ¿Crees que así sonreirá? —ZhouMi bebió otro sorbo para luego suspirar— ¿Cuántos años tienes?
— ¿Eh?
— Eres menor, ¿verdad? —abrí los ojos sorprendidos. ¿Como lo supo?— No te preocupes no le diré a nadie. Y lo adiviné por tu forma de pensar y sentir aprecio. Eres un niño todavía y te cuesta darte cuenta de las cosas.
— ¿Disculpa? —Pareciera como si estuviese de lado de DongHae— Creo que nunca debí contarte nada. Permiso.
Me levanté de la silla dejando el vaso allí cuando su voz me detuvo.
Sin POV
— Él te aprecia —dijo el mayor y vió como sus palabras surtían efecto, RyeoWook había dado marcha atrás sobre sus pasos.
— Si realmente lo hiciese me lo demostraría —se quejó el menor aún sin sentarse. ZhouMi le hizo una seña para que lo hiciera y su interlocutor, a regañadientes, obedeció.
— ¿No crees que te lo ha demostrado? ¿Por qué piensas que te salvó la vida? —tomó otro sorbo y agarró con sus finos dedos una galletita para sumergirla en la taza.
— Por culpa —respondió el otro, mientras miraba el líquido que se encontraba dentro del recipiente.
— ¡Por su puesto que no! —dijo casi indignado— Será terco y un imbécil pero si hay algo que no sabe hacer es expresarse con claridad... El no te dirá "te quiero", solo "no te odio"... No se si me explico bien... —el menor tardó unos instantes, pero al final terminó asintiendo con la cabeza— Al decir que quería que te suicidases, quiso decir que le molestaban tus atenciones. Realmente no se creía merecedor de aquello luego de su comportamiento.
Hizo una pausa más prolongada mientras pensaba sus propias palabras. Ambos se quedaron mirando el café durante un tiempo, pero es que el mayor no sabía si debía darle más pistas sobre la personalidad de HanGeng.
— Para conocer a tu primo, debes abrir bien los ojos... Parecerá maduro y fuerte, pero no es más que un gato acorralado y asustado frente a lo que no conoce, lo dice alguien que lo conoce muy bien, yo —lo miró directamente a los ojos y volvió a sonreír mientras llevaba su taza ya vacía al fregadero para lavarla y secarla para luego guardarla.
— Ahora que lo pienso... —se llevó un dedo al mentón— No es que estés flaco... Solo eres pequeño... —rió bajito — Y él que aún piensa en rellenarte como a un pavo de navidad.
POV RyeoWook
Me levanté también imitando sus pasos, sonriendo al haber escuchado el comentario del pavo. Un poco raro, pero ciertamente gracioso.
— Gracias —susurré sonriéndole.
Aunque no estaba convencido de todo, agradecía infinitamente sus palabras y el que me apoyara. ZhouMi tenía cierta delicadeza o don que hacía que las personas se sintieran bien con sus consejos. Eso pensaba.
— De nada —le seguí hacia la sala viendo como tomaba su campera— Y buenas noches RyeoWook.
— Solo dime Wookie —sonreí. Después de todo me gusta más que mi nombre—... pero, ¿a donde vas?
— A mi casa. Tengo que irme ya —tomó un paraguas del estante de sacos— Espero que HanGeng no le moleste que tome prestado su paraguas.
— Espera —le detuvo cuando abrió la puerta— No me puedes dejar solo con él. Puede que vuelva su ira y quiera...
— Tienen muchas cosas que resolver —dijo abriendo el paraguas— Y yo aquí sobro. Adiós.
Y antes de que pudiera detenerlo ya se encontraba subiendo a su auto. Cerré la puerta viendo como se alejaba. Genial me había dejado solo, pude escuchar unos pasos que venían desde las gradas y entonces apareció él.
— Zhou... —calló al verme en la sala con pijama— ¿Qué haces aquí?
— Yooo... —lo vi bajar de las gradas para caminar hacia mí— HanGeng...
— No te quiero ver. Vete —sus palabras surgían un fuerte efecto en mi interior. Me dolía el pecho al escucharlo.
— No digas eso, por favor —le pedí cuando sentí que me tomaba del cuello de la pijama— ¿Me odias? ¿Tú me odias?
— Si. Te odio, te detesto. Me estas arruinando mi vida —gotas de mis ojos comenzaron a caer de mis pupilas— ¿Porqué lloras? ¡Deja de llorar!
— No pue-edo —comenzó a sacudirme.
— ¡Que dejes de llorar ya! —su voz era distinta. Fría— ¿¡Porque lloras niño!?
— ¡Porque... porque te quiero! —grité cerrando mis ojos. Ya estaba dicho y no había marcha atrás— Te quiero tanto que me duele hacerlo. Me duele saber que tú me odias cuando yo... cuando yo…
— ¿Cuando tú que imbécil?
— ¡¡Cuando tú.....m-me gust-tas mucho!!
Lo había confesado. Lo que negaba aceptar desde el primero roce, aquello que fue un beso accidente -y el primero para mí- lo estaba aceptando y diciéndoselo ahora. Con los ojos cerrados le había dicho que me gustaba.