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Underneath My Christmas Tree por YukaKyo

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Notas del capitulo:

Underneath My Christmas Tree


 


Debes de saber que, 鋼の錬金術師o también ハガレン,  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.


Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría. Pero la idea es de Super Drive0


Con la pareja RoyxEd por defecto xDDDD


También que quiero que recuerden la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes) aquí y por única ocasión ¡Vale madres! este es un fic de regalo y ya! Por lo tanto no es necesario que dejen revi, pero si quieren hacerlo no me quejare xD


Justificación: Este es el especial de regalo de navidad de Single Lady, pero no había forma de justificar la navidad en un tiempo relevante en la historia, así que he creado otra aparte D:  Espero no se molesten por ello Dx y les agrade aunque sea un poquitín esta. Es un minific, así que ni crean que va a durar mucho, termina para navidad C=


 


Ahora si a leer se ha dicho!


 


 

:3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3 :3


 


Tu si vas a escucharme ¿Verdad Santa?


 


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2 de 3.- El deseo de Navidad


 


 


 


El peluche contra su rostro se sentía suave e incluso cálido, pero lo hizo a un lado moviendo solo un poco su capucha a un lado para poder seguir mirando por donde andaba. Se sentía bonito y agradable, pero no era aquello lo que le había hecho olvidar el dolor que le causaban las uniones de sus implantes. Más bien, aquello era gracias a la cálida sensación que llevaba impreso el sobre que estaba oculto entre sus ropas. No tardó mucho en encontrar el famoso buzón y suspiro cuando se detuvo frente a él.


 


La búsqueda entre sus bolsillos fue frenética y cuando tuvo entre sus manos el rugoso papel lo llevó a sus labios donde lo beso con cariño. ¡Un beso de buena suerte nunca estaba de mas! Así evitaría que se perdiera en el camino antes de llegar a su destino. La rendija en el buzón se lo tragó en un segundo y la duda asaltó a su pequeño corazón.


 


¿Y si no llegaba a tiempo?


 


¿Y si se perdía?


 


¿Qué pasaba si Santa no le traía lo que había pedido?


 


¿Y si un carbón era lo único que encontraría en su árbol al llegar navidad?


 


Edward sacudió la cabeza. Aquello no iba a pasarle, no estaba seguro que no iba a pasar aquello. Junto sus manos haciendo una silenciosa plegaria contra su pecho, cerrando sus ojos con fuerza. La carta iba a llegar y San Nicolás iba a traerle lo que había pedido para Navidad. Abrió sus ojos dorados y por última vez miro el buzón antes de  girarse para regresar al hotel. Alphonse ya debía de haber llegado y ya no podía demorar mas tiempo afuera.


 


La armadura soltó un bufido de alivio cuando Ed pasó muy cerca, casi al lado suyo y no se percató de su presencia. Por un momento y había creído que lo pillaría mirándolo desde el filo de la pared del pequeño callejón donde se había escondido, pero no había sido así. El rubio iba excesivamente concentrado en su mundo mientras andaba con una enorme sonrisa dibujada en sus labios mientras tarareaba una melodía que no conocía.


 


Cuando Edward estuvo lo suficientemente lejos Al se acercó hasta el buzón despacio y cerciorándose que no hubiese nadie alrededor, sacó una pequeña tiza dibujando rápidamente un sencillo cirulo de transmutación. El brillo del pequeño circulo y apenas se notó para luego mostrar una estrecha puertita colocada justamente donde Ed había dejado caer su carta.


 


En el momento en que Al la tuvo entre sus dedos de cuero curtido le llamó la atención las franjas de color azul y rojo que como un marco, rodeaban el sobre haciéndolo mas llamativo y por si fuera poco la caligrafía en el mismo denotando el remitente y destinatario era preciosa y finamente adornada. Si Alphonse hubiese tenido parpados, hubiese pestañado una y otra vez mientras miraba incrédulo aquella letra de molde. Edward definitivamente escribía horrendo y aquella era la letra mas bonita que nunca en su vida había visto.


 


Dejando aquello atrás y volviendo a leer el destinatario y aunque aquello estuviera mal no le quedo mas remedio que empezar a rasgar el sobre. ¡Que más daba si lo leía! El señor Hughes le había dicho que por medio de cartas era como se pedían los regalos a Papá Noel y le había pedido que buscara la que sin ninguna duda, haría Edward.


 


Había sido toda una suerte encontrarse en su camino con su hermano y mas aun que hubiese escrito aquella carta que tanto necesitaban.


 


Saco la carta del sobre destruido y la desdoblo con cuidado empezando a leerla aun y cuando le llegara poca luz de la lámpara que estaba un poco lejos de donde se encontraba. La leyó una, otra  y otra vez creyendo que la primera y las posteriores veces se había equivocado al leerla. Pero había leído más que bien aquello.


 


Una nubita de desolación se había formado sobre su cabeza. Ahora con aquello no le quedaba más que volver a visitar a la familia Hughes de nuevo.


 


owo owo owo owo owo owo owo owo


 


¿Dónde?


 


¿Dónde?


 


¿Dónde demonios lo iba a colocar?


 


Tal vez en aquella esquina, tal vez en aquella otra o justo cerca de su cama.


 


Mirara por donde mirara iba a ser imposible que un árbol cupiera en la pequeña habitación del hotel que había alquilado. Si tan solo hubiese escogido una mas grande o bien se hubiera cambiado de hotel. ¡Pero no! Había escogido el mismo de siempre y la habitación que le asignaban básicamente cubría todo lo necesario. Bueno, tampoco era que fuese un adicto a los hoteles o que pasara muchos días en los mismos. Más bien donde pasaba la mayor parte de los días era en los vagones de tren partiendo continuamente de un lado a otro.


 


Y no podía cambiarse de habitación o cambiarse de hotel en esos momentos. ¡Ya había mandando su carta! Y la misma tenía aquella dirección como remitente. Si se cambiaba Santa no iba a dar con él nunca.  Gimió frustrado tentado de nueva cuenta a jalarse los cabellos con fuerza.


 


¿Cómo no había pensado en todos aquellos inconvenientes?


 


¡Vamos! Que ni siquiera había una maldita chimenea cerca.


 


¿Por donde se suponía que iba a entrar el viejo gordo?


 


¿Acaso iba a llamar a la puerta para darle su regalo?


 


¡Claro que no!


 


Camino despacio por su habitación tratando de tranquilizarse y se detuvo de pronto sin saber el exactamente por que. Levantó la cara mirando hacia la pared encontrándose una viga de madera. No estaba muy alta y era el lugar perfecto para poner un muérdago, pues estaba a solo unos cuantos pasos de la puerta.


 


Sonrió bobo sin poder dejar de imaginarse la escena.


 


Él se encontraría seguramente terminando de adornar la habitación de rojo y dorado y tal vez un poco de verde por algunos lados, cuando de pronto alguien llamaría a su puerta. Se dirigiría a la misma con una suave sonrisa en los labios que crecería desbordante y preciosa cuando se diera cuenta que no era otro más que Roy quien tras la puerta se encontrara. Le daría una cálida bienvenida invitándole a pasar, un tanto curioso por la caja forrada de rojo y coronada con un enorme y elaborado moño que llevaba en sus manos el pelinegro.


 


Más seria Roy quien se detendría de pronto observando con aprobación la habitación hogareña adornada en su esplendor con motivos navideños que terminaban en un enorme pino que casi llegaba hasta el techo. Y justamente ahí se daría cuenta, volviendo el rostro hacia el rubio con una sonrisa juguetona en sus labios haciéndole una seña para que observara lo mismo que él había visto.


 


Edward soltaría entonces una carcajada divertida negando suavemente con la cabeza antes de echarle los brazos al cuello poniéndose de puntitas para regalarle justamente el beso que se merecía por pasar ambos por debajo del muérdago.


 


Con un plop, la nubita de su imaginación se reventó trayendo al rubio de nuevo a su realidad y se paso el dorso de la manga por los labios limpiando la baba que le había salido al imaginarse aquello.


 


¡Vaya!


 


La navidad si que ya le estaba afectando. Tanto que incluso ya estaba alucinando.


 


owo owo owo owo owo owo owo owo


 


Al por un momento quiso echar a andar hacia atrás para cerciorarse que no se había equivocado de casa. Tenia menos de media hora, tal vez ni eso, que había salido de aquella casa cuando la misma estaba ya irreconocible. Había varias cajas ya desperdigadas por los corredores y un y mil adornos colocados por distintas partes. Los rollos de listones no se hicieron esperar y Graciel incluso estaba en esos momentos colocándole a su hija un pequeño gorrito rojo largo con una mota blanca sobre la punta.


 


Maes le había asegurado que sabía muy poco sobre esa festividad, pero viendo aquello, ya no estaba muy seguro. Todo estaba completamente igual o incluso mucho mejor de lo que contaba el libro y Alphonse casi salto de susto cuando el padre y jefe de esa familia le salió de pronto ataviado de rojo con una barba postiza hecha de algodón que se caía a grandes trozos por el traje mientras soltaba roncamente un extraño, ho ho ho.


 


— Si que volviste muy pronto Al —


 


— ¡Ah! — soltó aun aterrado — Bueno yo… si, solo que… esto —


 


Incapaz de hablar tan solo le tendió la carta de Edward,  Maes lo miró extrañado mas no dijo nada limitándose a tomar el sobre en sus manos. Como si de basura se tratara arrojo descuidadamente el sobre tras su hombro y desdoblo la carta leyéndola lentamente mientras acomodaba sus lentes para mirar mejor.


 


“Querido santa


 


Este año me he portado muy bien … bla, bla, bla… se que estas muy ocupado trayéndole regalos a todos los niños y bla… bla… bla… por eso yo solo te voy a pedir cosas simples.


 


1.- Quiero que hagas que Roy Mustang se enamore de mi y que este conmigo en la mañana de navidad.


2.- Que me hagas más alto


3.- Si no haces lo de arriba entonces al menos tráeme unas plataformas mas anchas


4.- Un gatito para Al


5.- Y si se puede y la tienes por ahí, no estaría mal que me trajeras la piedra filosofal


 


Y eso es todo por ello, pero si bla… bla… bla…”


 


Maes sonrió cuando terminó de leerla. Era una típica común y corriente carta de navidad que los niños hacían, pidiendo las cosas con las que mas encaprichados estaban. Iba a soltar una carcajada y a guardar la carta para hablar con Al, cuando recapacito en lo leído y velozmente volvió a leerla.


 


Más bien leyó al menos diez veces el primer deseo de Edward.


 


— ¿QUÉ? — gritó mirando a la armadura frente a él para volver los ojos a la hoja de papel


 


— ¿Qué quiere qué? — Preguntó incrédulo Maes mientras la armadura frente a él sudaba una enorme gota y se llevaba una mano tras la cabeza rascándola con nerviosismo.


 


— ¡Si eso! Quiere al Coronel Mustang de regalo de navidad —


 


Cuando Maes volvió a levantar la vista mirando a Al no pudo evitar ponerse blanco.


 


Aquello era más difícil que encontrar la piedra filosofal.


 


owo owo owo owo owo owo owo owo


 

Notas finales:

N de Yuka: La segunda parte =) en el trascurso de las horas posteare la ultima parte.


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