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Second Chance por wiz_br0kenztar

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Junjō Romantica no me pertenece, solo tomo prestado sus personajes para satisfacción mía y de mis lectores, obviamente, todo sin fines de lucro. Solo me pertenece mi personaje.

Second Chance

Capitulo 2

Mismo edificio

 

My sweet honey! ¡Te extrañé mucho después de que me dejaste ayer!"

"¡Profesor suélteme antes de que lo demande por acoso!"

Como cada mañana antes de empezar sus clases, Miyagi Yoh saludaba amigablemente a su subordinado, haciendo que el otro se enojara fácilmente por lo afectuoso que se comportaba su superior. El pelinegro soltó inmediatamente a Hiroki después de que este le amenazara, regresando como si nada a su escritorio.

"Por si no lo recuerda llevé a Miku a su revisión mensual," le explicó a su superior mientras se quitaba su abrigo y lo colocaba en un perchero.

"Si lo recuerdo, ¿qué dijeron sobre el estado Miku-chan?" preguntó Miyagi sonando más serio.

"El doctor dijo que todo estaba normal," explicó mientras tomaba asiento en su escritorio y prendía su computadora portátil "Que siguiera usando el inhalador en casos de emergencia… supongo que son buenas noticias."

"¡Pero claro que lo son Kamijou! Esto toma tiempo, poco a poco Miku-chan será una niña normal."

"Si…" el castaño dijo en un melancólico suspiro.

"¿Paso algo interesante en la consulta, eh Kamijou?" preguntó cerca de la oreja de su asistente, haciendo que este se sobresaltara "¿Alguna linda enfermera quizás?"

"¡Profesor! ¡Soy un hombre casado por el amor a—!" calló de repente y bajo la mirada tristemente.

Su superior también se quedó callado, por una parte lamentándose por haber dicho esa tonta pregunta. El pelinegro conocía el dolor de perder a un matrimonio, aunque un divorcio por acuerdo mutuo no se comparaba con quedar viudo. Desde la muerte de la esposa de su asistente, Miyagi le había insistido que debería conocer a otras personas y hasta algunas ocasiones le había presentado varias conocidas suyas… hasta estuvo por presentarle a su ex esposa. Pero a todo esto Hiroki solo se negaba, al punto de gritarle como siempre a su supervisor, diciendo que ahora lo único que importaba era cuidar de su hija.

"T-Tengo que dar una clase," dijo después de un incómodo silencio, aun con la cabeza baja tomó sus cosas y salió de la oficina.

Miyagi tomó un cigarrillo y lo encendió, esperando que la droga lo ayudara a tranquilizarse un poco. Al mismo tiempo le rezaba a cualquiera que estuviera a cargo de la felicidad de los humanos, que su asistente encontrara a alguien con quien desahogar todos esos sentimientos que tenía guardado por meses.

oOOo

"¡Apúrate papi!" gritaba su hija desde el final del pasillo del nivel donde vivían.

"Ahí voy," le contestó su padre mientras cerraba con llave el departamento e iba hacia su hija.

Era una tranquila mañana de sábado, Hiroki le había prometido a Miku que la llevaría a visitar a sus abuelos de ambas familias. Los padres de su fallecida esposa y sus padres eran muy amigos ya que vivían en el mismo vecindario, y se alegraban que sus hijos se llevaran igual de bien desde chicos. Cuando ambas familias se enteraron de que Hiroki le había declarado matrimonio a Himeko, ninguno de los padres pudo ocultar esa felicidad y apoyaban completamente la unión.

Cuando llego la nieta, en ambas familias desbordaba la felicidad. No podían ponerse de acuerdo en los días de visita, por lo que decidieron que las reuniones serian con los cuatro abuelos. Y eso se había vuelto en una tradición, que a pesar de la falta de la madre de Miku, Hiroki solo quería ver feliz a su hija.

"¡Kusama-san!"

Aquel nombre saco al castaño de sus pensamientos y vio a Miku saludar a alguien que venía subiendo las escaleras. Aunque se le hizo familiar el nombre, se asomó para ver de quien se trataba. Se sorprendió al ver al doctor, quien vestía de ropa deportiva, que había atendido a su hija en la clínica esa misma semana.

"Oh Miku-chan," se sorprendió el pelinegro al ver a su paciente y cuando vio al profesor no pudo evitar sonreír "Buenos días."

"Buenos días," saludo por cortesía el castaño.

"¿También vive aquí Kusama-san?" preguntó curiosa la niña cuando el médico se había acercado a ellos.

"Así es," afirmó sonriente "En el cuarto piso número 406, por si se les ofrece cualquier cosa."

"Gracias Kusama-san."

"Puedes decirme Nowaki."

Mientras los dos hablaban, Hiroki observaba al joven de cabellos negros. No había notado que era demasiado alto, fácil media casi un metro ochenta, posiblemente más. Notó también que sus manos eran muy grandes… igual de grandes que las de él. Intentó no recordar aquel momento doloroso y quitó su vista de las manos de Nowaki. Después notó como el joven lo miraba por momentos mientras hablaba de algo con su hija, por primera vez notó esos ojos azules. En una de esas veces, ambas miradas se cruzaron por unos segundos, pero para ambos se les mas que eso.

Nowaki pudo apreciar nuevamente y mas de cerca esos ojos marrones que tanto le llamaban la atención, nuevamente notó esa tristeza y en lo más profundo, volvió a escuchar esa llamada de auxilio.

Desvió su mirada con un leve sonrojo y tomó a su hija de la mano. "Miku tenemos que irnos."

"¡Adiós Nowaki-san!" se despidió la niña mientras bajaba las escaleras junto con su padre, mientras que el joven de cabellos negros se despedía agitando la mano y con una sonrisa en el rostro.

oOOo

Feliz. No podía describir otro sentimiento, tal vez eufórico por que su felicidad no cabía dentro de su cuerpo. Lo había vuelto a ver… en menos de una semana y sin saberlo vivían en el mismo edificio, a solo un piso de distancia. No podía dejar de sentirse afortunado y no dejaba de pensar que todo era obra del destino. Ahora no solo podría acercársele como el médico de su hija, si no también como su vecino… poco a poco tendrá que ganarse su confianza y así resolver el misterio de sus ojos.

"Hiro-san…" murmuró un nombre cuando ya había entrado a su departamento.

No tenía guardia en el hospital sino hasta en la tarde, por lo no se preocupo por levantarse de su cama para arreglarse. Acostado boca arriba, con sus manos debajo de su nuca, observaba el techo de su habitación… viendo claramente el rostro de aquel hombre que le cautivó su corazón.

No recuerda haberse enamorado con anterioridad, siendo huérfano y tener que salir adelante por su propia cuenta no le daba tiempo para ese tipo de cosas. Después de que salió de la secundaria, vivía de sus seis trabajos y aunque a veces apenas le alcanzaba para sus gastos, siempre donaba algo de ese dinero al orfanato donde lo recibieron cuando solo era un recién nacido.

No pudo asistir a la preparatoria por falta de dinero, pero al querer entrar a la escuela de medicina tuvo que presentar un examen para sacar un certificado de estudios superiores. Después de aprobar ese examen, al igual que el de admisión para la universidad, comenzó su sueño de poderse convertir en pediatra. Ahora más que nada amaba su trabajo, ya que este le dio oportunidad de enamorarse… a primera vista.

oOOo

En el vecindario donde habían crecido los padres de Miku estaba un poco alejado de donde ahora vivían Hiroki y Miku. Al principio, cuando la pareja estaba recién casada, vivían en un departamento lo suficientemente grande para los dos cerca de los trabajos de ambos. En cuanto llegó la pequeña Miku, tuvieron que mudarse a un lugar más grande y más cerca de donde vivían los abuelos. Para cuando Himeko falleció, la casa ya era demasiado grande para un adulto y una niña, por lo que tuvieron que mudarse nuevamente.

Llegaron a la casa de los padres de Hiroki después de un viaje en tren de más de treinta minutos, donde Hanako, la abuela materna, los recibió en la entrada.

"¡Abuela Hana!" saludó Miku a su abuela y después entró emocionada a la casa para saludar a sus otros abuelos.

"Qué bueno que pudieron venir, Hiro-chan," saludó a su hijo y le dio un beso en la mejilla

Se separó rápidamente del tacto. "¿Cómo han estado, madre?"

"Yo muy bien, hijo," le respondió y cerraba la puerta "Tu padre… ya sabes, siempre de amargado. Espero que mi nieta no herede su carácter."

"Eso no es posible madre—"

"Eso lo sé, Hiro-chan," le interrumpió "Pero el mal carácter se contagia, así que mas te vale. No quiero que estés de mal humor cerca de mi nieta."

Suspiró pesadamente pero no repeló ante el comentario de su madre. Ella, al ver la extraña conducta de su hijo, se acercó a él y tomó su rostro cariñosamente con su mano para que l pudiera ver a los ojos.

"No lo decía por eso, Hiro-chan," le habló quedamente "A veces eres un poco enojón, igual que tu padre, pero… te veo mas depresivo desde que—"

"Madre," le interrumpió "Ya hablamos sobre esto."

"Lo sé hijo, pero… ¿has intentado conocer a alguien?" Hiroki se alejó de su madre y fue hacia la cocina, donde no había nadie "Se que puedes educar muy bien a Miku tu solo pero ella necesita—"

"¡Una madre! ¡Lo sé!" gritó haciendo que se madre saltara del susto, nuevamente respiró hondo para tranquilizarse "Aunque existiera alguien que pudiera ser un rol materno para Miku… nadie podrá reemplazar a su madre. Tampoco quiero hacerle creer a ella que quiero que la olvide."

"Miku es una niña inteligente… ella comprenderá," comentó su madre, colocando su mano sobre el hombro de su único hijo, en forma de consuelo "No te sigas atormentando por todo esto, no fue tu culpa que ella se fuera… su enfermedad la marcó desde su nacimiento."

"No me culpo por su muerte," pensó Hiroki "Me culpo por no darme haberme dado cuenta antes sobre sus sentimientos… sé cómo se siente amar sin ser correspondido, simplemente… no se lo merecía…"

oOOo

"¿Cómo se siente, Hiroki-kun?"

"¿Huh?"

"Cada vez que vez a Akihiko-kun, pones una cara bastante graciosa," se escuchó una pequeña risa femenina "¿Qué es lo que sientes?"

Nunca pude responder a esa pregunta.

"Hiroki-kun…" la voz se entristecía al escuchar sollozos "Tranquilo, todo saldrá bien…"

Quise creer que así seria… más al final…

"Siempre te he amado, Hiroki…"

…Lo empeoré más.

La alarma del despertador nuevamente lo sacó de sus sueños, agradeciendo que por fin había amanecido. Se preguntó cuándo sería el día en que esos sueños lo dejarían de atormentar, para que así pudiera descansar completamente. Ya que después de esos sueños, no podía sentirse descansado y sin muchas energías. Él solo quería convencerse que nada era su culpa… pero esos sueños no lo ayudaban a sentirse mejor.

Escuchó el sonido de una televisión encendida. Inmediatamente supo que se trataba de su hija, quien todos los domingos se levantaba temprano para ver sus caricaturas favoritas. Se levantó de su cama y salió de su habitación, pensando en todo lo que tenía que hacer para ese día. Saludó a su hija diciéndole que no se estuviera muy cerca del televisor, a lo que la niña solo retrocedió unos centímetros. Procedió a hacer el desayuno en silencio.

Después de desayunar, mandó a su hija a alistarse para que pudieran salir a hacer unas compras. Miku recogió sus platos de la mesa y fue directo a su habitación mientras tarareaba una melodía. Después de lavar los platos, Hiroki fue también a cambiarse antes de poder sacar la basura; no le gustaba salir de piyamas a la calle… como luego solía hacer su hija.

Juntó toda la basura en una sola bolsa grande de color negro y salió del departamento. Cargaba la bolsa mientras bajaba las escaleras, desde ahí se dio cuenta que el doctor —ahora vecino— también había decidido sacar la basura en ese mismo momento… ¿pero porqué a él debía importarle lo que su vecino hacía?

"Buenos días, Hiro-san," le saludó alegremente el pelinegro.

"¿Hiro-san?" se extraño al ser nombrado de esa manera.

"Perdone por la rudeza," se disculpó inmediatamente "Si no le gusta que—"

"N-No, está bien…" le interrumpió y colocó la bolsa en un enorme contenedor de basura "Es solo que nunca me habían llamado así."

"Ya veo," su sonrisa volvió "Puede llamarme Nowaki, si lo desea."

"Pero sigue siendo muy respetuoso," pensó y asintió con la cabeza.

Hiroki no entendía que sucedía con ese chico, era tan directo pero al mismo tiempo guardaba respecto hacia él. Tampoco entendía por qué no se molestó cuando el médico lo empezó a llamar por un sobrenombre… menos comprendía por qué lo dejó que lo llamara así. El joven emitía una sensación que lo hacía sentir extraño, ¿acaso era bueno… tenerlo cerca?

Pequeñas gotas comenzaron a caer de repente, y con los segundos la fuerza de la lluvia aumentó. Ambos hombres comenzaron a caminar rápidamente hacia las escalares para poder refugiarse lo mas pronto posible de la lluvia. El castaño iba delante seguido por el joven pelinegro, subían con cuidado ya que las escaleras ya se encontraban mojadas. Pero un movimiento en falso hizo que Hiroki resbalara con un escalón.

"¡Cuidado!"

Sintió como algo lo sostenía por el torso antes de sentir como chocaba contra los escalones fuertemente. No sintió muy fuerte el impacto y en eso se dio cuenta que eran unos brazos lo que lo sujetaban.

"¿Estás bien, Hiro-san?"

"S-Si, estoy—" volteó para ver a Nowaki, pero se calló al darse cuenta lo cerca que se encontraban sus rostros. Un pequeño sonrojo no pudo evitar salir.

Nowaki podía escuchar claramente a su corazón que latía rápidamente. Lo tenía cerca… demasiado cerca. Sostenerlo con sus brazos, poder tocarlo, sentir sus latidos… no podía creerlo. Ver ese sonrojo en sus mejillas… no pudo evitar pensar que se vía demasiado adorable. Si tan solo pudiera… acortar la distancia.

Extraño. Era lo único que pensaba el profesor. Tener al chico cerca la hacía sentir extraño, ya que no sabía describir la sensación en su pecho.

"¿Cómo se siente, Hiroki-kun?"

Ahora conocía la respuesta a esa pregunta.

Continuara…


Notas finales:

¡Gracias por sus reviews!

Si se preguntan, ¿habrá lemon en esta historia? No soy muy fanática de los lemons y eso me hizo pensar,

tal vez ponga algo pero nada explicito, yo creo que ni se catalogará como lime siquiera.

Espero que les haya gustado y que no haya decepcionado a alguien hasta ahora. Me gustaría mucho leer sus comentarios.

¡Feliz Año 2011!

Mata ne~


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